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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
Un año crucial en América Latina, con posibles sorpresas en el rumbo
Por Carlos Fara
2006 es un año bastante definitorio sobre cómo va a encarar América Latina la segunda parte de la década. Bolivia y Chile acaban de tener elecciones presidenciales. También las tendrán Perú, México, Brasil, Costa Rica, Colombia y Nicaragua entre otros, además de varios comicios legislativos. Es decir que dos de los tres principales países pueden marcar el rumbo de lo que vendrá.
Desde fines de la década anterior se instaló una mayoría de gobiernos que miran desde el centro hacia la izquierda, al menos en su formulación inicial: De la Rúa primero y luego Kirchner, Lula, Lagos, Chávez, Tabaré Vázquez, Leonel Fernández (R. Dominicana), Torrijos (Panamá), Gutiérrez (Ecuador). Solo escaparon Uribe, Fox, Sánchez de Losada en Bolivia y Duarte en Paraguay. Nuestro vecino del norte ya viró hacia Evo Morales y el PAN en México hoy sería reemplazado por López Obrador.
Más allá de las orientaciones ideológicas de los gobiernos, la demanda mayoritaria de la opinión pública es hacia una mayor intervención del Estado en la economía, para paliar los costos que tuvieron las reformas neoliberales de los ´90. En nuestra experiencia de consultoría en la región, analizando estudios de opinión pública en varios procesos electorales en los últimos dos años, se repite más o menos la misma lógica: las sociedades se sienten desamparadas frente a la competencia que implica la globalización, sienten la presión de la precariedad laboral y bajos salarios, padecen las inequidades sociales, temen toda apertura comercial, mientras que desconfían de las privatizaciones.
En algunos casos el reclamo de más Estado –sobre todo la región andina- se combina con una demanda de liderazgos fuertes que pongan orden y equilibren el poder económico multinacional. Se produce entonces un cierto sentimiento nostálgico de algún pasado en el cual el mundo era un lugar más contenedor. De ahí las presencias de Chávez, Gutiérrez o Humala (tres militares). Pero sin ir más lejos, en la propia Argentina desde 2002 se materializó un reclamo de mayor intervencionismo en lo económico de la mano de alguien que se impusiera en el medio del caos.
Más allá de los matices, los esperables resultados electorales en Bolivia y Chile confirman la tendencia general. Sin embargo, surgen algunos interrogantes que implicarían un eventual cambio de viento:
Brasil: hasta unos meses atrás nadie dudaba de la reelección de Lula, pero desde los escándalos por corrupción el escenario se puso complicado para el presidente, y existe la posibilidad concreta de que pierda en el ballottage. Si alguien le puede ganar, es la centro derecha de F. H. Cardoso (PSDB).
México: el ex jefe de gobierno del Distrito Federal “se comía los chicos crudos” hasta un par de meses atrás que el oficialista PAN (centro derecha) definió su candidato, y ahora no solo está segundo en vez de tercero, sino que además podría disputarle el premio mayor a López Obrador (centro izquierda).
Perú: desde el triunfo de Fujimori en 1990 este país siempre puede ser una caja de pandora. El nacionalista Humala cumple a la perfección con aquella combinación descripta de más Estado + autoridad fuerte, por eso su crecimiento vertiginoso en los últimos dos meses. Sin embargo, sigue marchando primera Lourdes Flores (PPC), también de centro derecha, y le ganaría al ex militar en una segunda vuelta.
Obsérvese que los tres eventuales ganadores –PDSB, PAN y PPC- son partidos afiliados a la ODCA –Organización Demócrata Cristiana de América- que se definen a sí mismos como un “centro humanista y reformista”, distanciándose de la UPLA, que nuclea a la derecha más ortodoxa. A esta misma internacional política está afiliado el PJ, aunque Kirchner reniegue.
Si en los tres países mencionados se revirtiese la ola de centro izquierda, quizá América Latina transite un fin de década algo diferente al imaginado. En principio, las tendencias más estructurales de la opinión pública en la región no implicarían semejante freno, pero la probabilidad existe.
Lo que también podría suceder es que el origen ideológico de los gobiernos cambie, pero no los sentimientos y la agenda de las sociedades, lo cual traería aparejado conflictos sociales y políticos de magnitud. Esto devendría de una lectura simplificadora de la realidad, la cual le asigna automáticamente a la gente vaivenes ideológicos que en la práctica no existen.
Más allá de quien gobierna hoy, también se deben tener en cuenta los buenos índices de crecimiento económico que tienen casi todos los países.
Por otra parte, si la reversión efectivamente se produce, estaría en consonancia con aquella otra experiencia fáctica que indica que cuando en EE.UU. gobiernan los republicanos, América Latina se corre hacia la izquierda, y cuando administran los demócratas, la región se va hacia la centro derecha. Y todo parece indicar que los “burros” desplazarán a los “elefantes” en 2008 (aunque todavía faltan casi tres años para saberlo).
Kirchner debería contemplar que el clima puede cambiar.
Carlos FaraSecretarioPresidente de Fara Veggetti desde 1991. Lleva 37 años dedicados a la consultoría política. Se especializa en Opinión Pública, Campañas Electorales y Comunicación de Gobierno. Ha recibido varios premios: entre ellos, el Premio Aristóteles a la Excelencia 2010 en el Dream Team del año, que se compone por los diez mejores consultores a nivel mundial en materia de campañas políticas. Ha participado en más de 200 campañas electorales en Argentina y Latinoamérica. Es ex presidente de la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos (ALaCoP), y fue el primer presidente de la Asociación Argentina de Consultores Políticos (AsACoP). Es presidente de la International Association of Political Consultants (IAPC) 2024-2025. Autor del primer libro en español dedicado íntegramente a la profesión, “¿Cómo ser un consultor político?”, que recibió el Premio de ALaCoP al Mejor Libro 2018.
2006 es un año bastante definitorio sobre cómo va a encarar América Latina la segunda parte de la década. Bolivia y Chile acaban de tener elecciones presidenciales. También las tendrán Perú, México, Brasil, Costa Rica, Colombia y Nicaragua entre otros, además de varios comicios legislativos. Es decir que dos de los tres principales países pueden marcar el rumbo de lo que vendrá.
Desde fines de la década anterior se instaló una mayoría de gobiernos que miran desde el centro hacia la izquierda, al menos en su formulación inicial: De la Rúa primero y luego Kirchner, Lula, Lagos, Chávez, Tabaré Vázquez, Leonel Fernández (R. Dominicana), Torrijos (Panamá), Gutiérrez (Ecuador). Solo escaparon Uribe, Fox, Sánchez de Losada en Bolivia y Duarte en Paraguay. Nuestro vecino del norte ya viró hacia Evo Morales y el PAN en México hoy sería reemplazado por López Obrador.
Más allá de las orientaciones ideológicas de los gobiernos, la demanda mayoritaria de la opinión pública es hacia una mayor intervención del Estado en la economía, para paliar los costos que tuvieron las reformas neoliberales de los ´90. En nuestra experiencia de consultoría en la región, analizando estudios de opinión pública en varios procesos electorales en los últimos dos años, se repite más o menos la misma lógica: las sociedades se sienten desamparadas frente a la competencia que implica la globalización, sienten la presión de la precariedad laboral y bajos salarios, padecen las inequidades sociales, temen toda apertura comercial, mientras que desconfían de las privatizaciones.
En algunos casos el reclamo de más Estado –sobre todo la región andina- se combina con una demanda de liderazgos fuertes que pongan orden y equilibren el poder económico multinacional. Se produce entonces un cierto sentimiento nostálgico de algún pasado en el cual el mundo era un lugar más contenedor. De ahí las presencias de Chávez, Gutiérrez o Humala (tres militares). Pero sin ir más lejos, en la propia Argentina desde 2002 se materializó un reclamo de mayor intervencionismo en lo económico de la mano de alguien que se impusiera en el medio del caos.
Más allá de los matices, los esperables resultados electorales en Bolivia y Chile confirman la tendencia general. Sin embargo, surgen algunos interrogantes que implicarían un eventual cambio de viento:
Brasil: hasta unos meses atrás nadie dudaba de la reelección de Lula, pero desde los escándalos por corrupción el escenario se puso complicado para el presidente, y existe la posibilidad concreta de que pierda en el ballottage. Si alguien le puede ganar, es la centro derecha de F. H. Cardoso (PSDB).
México: el ex jefe de gobierno del Distrito Federal “se comía los chicos crudos” hasta un par de meses atrás que el oficialista PAN (centro derecha) definió su candidato, y ahora no solo está segundo en vez de tercero, sino que además podría disputarle el premio mayor a López Obrador (centro izquierda).
Perú: desde el triunfo de Fujimori en 1990 este país siempre puede ser una caja de pandora. El nacionalista Humala cumple a la perfección con aquella combinación descripta de más Estado + autoridad fuerte, por eso su crecimiento vertiginoso en los últimos dos meses. Sin embargo, sigue marchando primera Lourdes Flores (PPC), también de centro derecha, y le ganaría al ex militar en una segunda vuelta.
Obsérvese que los tres eventuales ganadores –PDSB, PAN y PPC- son partidos afiliados a la ODCA –Organización Demócrata Cristiana de América- que se definen a sí mismos como un “centro humanista y reformista”, distanciándose de la UPLA, que nuclea a la derecha más ortodoxa. A esta misma internacional política está afiliado el PJ, aunque Kirchner reniegue.
Si en los tres países mencionados se revirtiese la ola de centro izquierda, quizá América Latina transite un fin de década algo diferente al imaginado. En principio, las tendencias más estructurales de la opinión pública en la región no implicarían semejante freno, pero la probabilidad existe.
Lo que también podría suceder es que el origen ideológico de los gobiernos cambie, pero no los sentimientos y la agenda de las sociedades, lo cual traería aparejado conflictos sociales y políticos de magnitud. Esto devendría de una lectura simplificadora de la realidad, la cual le asigna automáticamente a la gente vaivenes ideológicos que en la práctica no existen.
Más allá de quien gobierna hoy, también se deben tener en cuenta los buenos índices de crecimiento económico que tienen casi todos los países.
Por otra parte, si la reversión efectivamente se produce, estaría en consonancia con aquella otra experiencia fáctica que indica que cuando en EE.UU. gobiernan los republicanos, América Latina se corre hacia la izquierda, y cuando administran los demócratas, la región se va hacia la centro derecha. Y todo parece indicar que los “burros” desplazarán a los “elefantes” en 2008 (aunque todavía faltan casi tres años para saberlo).
Kirchner debería contemplar que el clima puede cambiar.