Manejar una adecuada comunicación para cuidar los activos del posicionamiento del presidente, más aún en un contexto harto negativo, es una tarea muy compleja hasta para el más pintado, de manera indiscutible. Precisamente por eso discernir entre la sinceridad y el sincericidio es una tarea que requiere un sexto sentido.
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Sinceri – dad / cidio
(7 Miradas) Manejar una adecuada comunicación para cuidar los activos del posicionamiento del presidente, más aún en un contexto harto negativo, es una tarea muy compleja hasta para el más pintado, de manera indiscutible. Precisamente por eso discernir entre la sinceridad y el sincericidio es una tarea que requiere un sexto sentido.Por Carlos Fara
(7 Miradas) Post el controversial cierre de discurso del presidente en la Asamblea Legislativa –el que comentamos en esta columna como “Los colmillos del presidente”, y al que le dedicamos una posdata la semana pasada en “El factor Lavagna”- parece ir quedando claro para dónde apunta la comunicacional del gobierno frente a este crítico escenario socioeconómico.
En “Los colmillos…” dijimos que “Si el Macri del Congreso se verifica permanente en el tiempo, implica un volantazo importante, pues ya no apostaría a un estilo tan light y despolitizado”. Se verifica esto? Más o menos. En realidad, más menos que más.
- La victimización: soy un tipo común. Dijo el presidente en el reportaje de Majul: “No es un buen trabajo el de ser presidente”. Así apunta a que lo está haciendo por servicio a la Patria, no porque sea algo para disfrutar. Sin embargo, las frases hay que evaluarlas en el contexto del estado de ánimo de la opinión pública. En la práctica de la consultoría siempre sometemos a dura prueba los mensajes en función de cuánto contradice la lógica dominante. Luego de observar varias decenas de grupos focales en las últimas semanas, la réplica ciudadana a la frase de Macri sería: “sí, me imagino que es duro, pero ¿y para qué te metiste? ¿no sabías que eso era una jungla?”. Es decir, remarca debilidad, y no la garra que está reclamándole la sociedad. Esa “sinceridad” no ayuda en este contexto.
- Torear a Lavagna: ya lo había hecho la semana pasada el ministro Dujovne, y lo volvió a hacer el presidente. Error por partida cuádruple: a) si alguien no sabía quién era Lavagna, el gobierno se está encargando de ayudarlo; b) el ex ministro hoy es la gran amenaza al gobierno por su potencial de capturar desencantados, de modo que están alimentando a su verdugo; lo lógico sería ayudar a Massa y Urtubey para fragmentar a la confederación peronista; c) si Lavagna era en parte culpable de la crisis que se heredó ¿por qué no lo dijeron antes?; y d) supongamos que Lavagna es el culpable (lo cual no compraría fácil el electorado), ¿y el gobierno después de 3 años qué tiene para mostrar?
- El presidente y su padre. Lo había manejado muy bien hasta acá: bueno o malo, al final era su padre; se difundió mucho lo difícil de ser el hijo de Franco, la subestimación de aquél a Mauricio, la reconciliación tardía, la última etapa de su vida, etc. Traerlo a Franco, una vez fallecido, a colación respecto a la corrupción de la obra pública, casi como víctima de un sistema que lleva décadas, parece poco feliz. Para la opinión pública ahí no hay víctimas y victimarios, sino “en el mismo lodo, todos manoseados”. El presidente sabe que el apellido de su familia siempre estará ligado a un pasado oscuro. Hubiese sido preferible que lo mantenga en lo humano y no llevarlo a lo político.
Carlos FaraSecretarioPresidente de Fara Veggetti desde 1991. Lleva 37 años dedicados a la consultoría política. Se especializa en Opinión Pública, Campañas Electorales y Comunicación de Gobierno. Ha recibido varios premios: entre ellos, el Premio Aristóteles a la Excelencia 2010 en el Dream Team del año, que se compone por los diez mejores consultores a nivel mundial en materia de campañas políticas. Ha participado en más de 200 campañas electorales en Argentina y Latinoamérica. Es ex presidente de la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos (ALaCoP), y fue el primer presidente de la Asociación Argentina de Consultores Políticos (AsACoP). Es presidente de la International Association of Political Consultants (IAPC) 2024-2025. Autor del primer libro en español dedicado íntegramente a la profesión, “¿Cómo ser un consultor político?”, que recibió el Premio de ALaCoP al Mejor Libro 2018.
Por Carlos Fara
(7 Miradas) Post el controversial cierre de discurso del presidente en la Asamblea Legislativa –el que comentamos en esta columna como “Los colmillos del presidente”, y al que le dedicamos una posdata la semana pasada en “El factor Lavagna”- parece ir quedando claro para dónde apunta la comunicacional del gobierno frente a este crítico escenario socioeconómico.
En “Los colmillos…” dijimos que “Si el Macri del Congreso se verifica permanente en el tiempo, implica un volantazo importante, pues ya no apostaría a un estilo tan light y despolitizado”. Se verifica esto? Más o menos. En realidad, más menos que más.
- La victimización: soy un tipo común. Dijo el presidente en el reportaje de Majul: “No es un buen trabajo el de ser presidente”. Así apunta a que lo está haciendo por servicio a la Patria, no porque sea algo para disfrutar. Sin embargo, las frases hay que evaluarlas en el contexto del estado de ánimo de la opinión pública. En la práctica de la consultoría siempre sometemos a dura prueba los mensajes en función de cuánto contradice la lógica dominante. Luego de observar varias decenas de grupos focales en las últimas semanas, la réplica ciudadana a la frase de Macri sería: “sí, me imagino que es duro, pero ¿y para qué te metiste? ¿no sabías que eso era una jungla?”. Es decir, remarca debilidad, y no la garra que está reclamándole la sociedad. Esa “sinceridad” no ayuda en este contexto.
- Torear a Lavagna: ya lo había hecho la semana pasada el ministro Dujovne, y lo volvió a hacer el presidente. Error por partida cuádruple: a) si alguien no sabía quién era Lavagna, el gobierno se está encargando de ayudarlo; b) el ex ministro hoy es la gran amenaza al gobierno por su potencial de capturar desencantados, de modo que están alimentando a su verdugo; lo lógico sería ayudar a Massa y Urtubey para fragmentar a la confederación peronista; c) si Lavagna era en parte culpable de la crisis que se heredó ¿por qué no lo dijeron antes?; y d) supongamos que Lavagna es el culpable (lo cual no compraría fácil el electorado), ¿y el gobierno después de 3 años qué tiene para mostrar?
- El presidente y su padre. Lo había manejado muy bien hasta acá: bueno o malo, al final era su padre; se difundió mucho lo difícil de ser el hijo de Franco, la subestimación de aquél a Mauricio, la reconciliación tardía, la última etapa de su vida, etc. Traerlo a Franco, una vez fallecido, a colación respecto a la corrupción de la obra pública, casi como víctima de un sistema que lleva décadas, parece poco feliz. Para la opinión pública ahí no hay víctimas y victimarios, sino “en el mismo lodo, todos manoseados”. El presidente sabe que el apellido de su familia siempre estará ligado a un pasado oscuro. Hubiese sido preferible que lo mantenga en lo humano y no llevarlo a lo político.
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Carlos Fara
Secretario
Presidente de Fara Veggetti desde 1991. Lleva 37 años dedicados a la consultoría política. Se especializa en Opinión Pública, Campañas Electorales y Comunicación de Gobierno. Ha recibido varios premios: entre ellos, el Premio Aristóteles a la Excelencia 2010 en el Dream Team del año, que se compone por los diez mejores consultores a nivel mundial en materia de campañas políticas. Ha participado en más de 200 campañas electorales en Argentina y Latinoamérica. Es ex presidente de la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos (ALaCoP), y fue el primer presidente de la Asociación Argentina de Consultores Políticos (AsACoP). Es presidente de la International Association of Political Consultants (IAPC) 2024-2025. Autor del primer libro en español dedicado íntegramente a la profesión, “¿Cómo ser un consultor político?”, que recibió el Premio de ALaCoP al Mejor Libro 2018.
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