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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
Bolivia: de suspiros, vigilantes y la Media Luna
En el 2008, los bolivianos deberán asistir a las urnas para ratificar o rechazar el nuevo texto constitucional y la continuidad de Evo Morales como presidente de la República. Sabor amargo es el que deja esta conflictiva reforma constitucional, en la que se expande el poder que tiene el Estado en detrimento de los ciudadanos y en el que fortalece un sistema centralista y paternalista.Por Ricardo López Göttig
Los masistas, partidarios de Evo Morales, lograron su propósito: redactaron la Constitución Política del Estado con su propia receta e ingredientes, sin que el resto de las fuerzas políticas pudiera participar en el horneado de la nueva Ley Suprema de los bolivianos. Desde los comienzos de la Asamblea Constituyente, buscaron pasar como un rodillo su mayoría por sobre las reivindicaciones de la oposición que reclamaba el cumplimiento de la Ley de Convocatoria, así como las cuatro prefecturas de la Media Luna con su férrea insistencia en que se respetaran los resultados favorables a la autonomía en sus regiones.
Ese palo de amasar del MAS que buscó aplanar todas las diferencias, terminó atrincherándose en la ciudad de Oruro, rodeado de vigilantes y cañoncitos, para imponer con la fuerza del número una nueva Constitución que provoca los suspiros de los masistas y de sus "organizaciones sociales", pero que provoca los sinsabores del resto del variopinto arco político boliviano.
En el 2008, los bolivianos deberán asistir a las urnas para ratificar o rechazar el nuevo texto constitucional y la continuidad de Evo Morales como presidente de la República. El encargado de diseñar la estrategia de comunicación y campaña será el actual vicepresidente Álvaro García Linera, y no se exhibirá a los asesores de origen argentino, peruano y venezolano que colaboraron con el MAS en elecciones anteriores y que tanto rechazo despiertan. La campaña contempla la exaltación de los "logros" de la presidencia de Evo Morales, como la nacionalización de los hidrocarburos y la reforma agraria, y se ensañarán especialmente contra la oposición de Podemos y la Media Luna, etiquetada como "oligarquía". Lejos de buscar la paz y la reconciliación, Morales y el MAS apostarán a exacerbar la confrontación para validar la nueva Constitución, haciendo todavía más intenso el enfrentamiento existente entre los bolivianos.
Sabor amargo es el que deja esta conflictiva reforma constitucional, en la que se expande el poder que tiene el Estado en detrimento de los ciudadanos y en el que fortalece un sistema centralista y paternalista. Pero es un capítulo que aún no se cierra y que tendrá su desenlace después de abril del 2008, en los plebiscitos en los que el pueblo está llamado a votar.
Ricardo López Göttig es Director de la Licenciatura en Ciencia Política en la Universidad de Belgrano e Investigador Asociado de CADAL.
Ricardo López GöttigDirector del Instituto Václav Havel
Profesor y Doctor en Historia, egresado de la Universidad de Belgrano y de la Universidad Karlova de Praga (República Checa), respectivamente. Doctorando en Ciencia Política. Es profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad de Belgrano, y profesor en las maestrías en Relaciones Internacionales de la UB y de la Universidad del Salvador. Fue profesor visitante en la Universidad Torcuato Di Tella, en la Universidad ORT Uruguay y en la Universidad de Pavía (Italia). Autor de los libros “Origen, mitos e influencias del antisemitismo en el mundo” (2019) y “Milada Horáková. Defensora de los derechos humanos y víctima de los totalitarismos” (2020), ambos publicados por CADAL y la Fundación Konrad Adenauer, entre otros. Fue Director de Museos y Preservación Patrimonial de la Provincia de Buenos Aires (2015-2019).
Los masistas, partidarios de Evo Morales, lograron su propósito: redactaron la Constitución Política del Estado con su propia receta e ingredientes, sin que el resto de las fuerzas políticas pudiera participar en el horneado de la nueva Ley Suprema de los bolivianos. Desde los comienzos de la Asamblea Constituyente, buscaron pasar como un rodillo su mayoría por sobre las reivindicaciones de la oposición que reclamaba el cumplimiento de la Ley de Convocatoria, así como las cuatro prefecturas de la Media Luna con su férrea insistencia en que se respetaran los resultados favorables a la autonomía en sus regiones.
Ese palo de amasar del MAS que buscó aplanar todas las diferencias, terminó atrincherándose en la ciudad de Oruro, rodeado de vigilantes y cañoncitos, para imponer con la fuerza del número una nueva Constitución que provoca los suspiros de los masistas y de sus "organizaciones sociales", pero que provoca los sinsabores del resto del variopinto arco político boliviano.
En el 2008, los bolivianos deberán asistir a las urnas para ratificar o rechazar el nuevo texto constitucional y la continuidad de Evo Morales como presidente de la República. El encargado de diseñar la estrategia de comunicación y campaña será el actual vicepresidente Álvaro García Linera, y no se exhibirá a los asesores de origen argentino, peruano y venezolano que colaboraron con el MAS en elecciones anteriores y que tanto rechazo despiertan. La campaña contempla la exaltación de los "logros" de la presidencia de Evo Morales, como la nacionalización de los hidrocarburos y la reforma agraria, y se ensañarán especialmente contra la oposición de Podemos y la Media Luna, etiquetada como "oligarquía". Lejos de buscar la paz y la reconciliación, Morales y el MAS apostarán a exacerbar la confrontación para validar la nueva Constitución, haciendo todavía más intenso el enfrentamiento existente entre los bolivianos.
Sabor amargo es el que deja esta conflictiva reforma constitucional, en la que se expande el poder que tiene el Estado en detrimento de los ciudadanos y en el que fortalece un sistema centralista y paternalista. Pero es un capítulo que aún no se cierra y que tendrá su desenlace después de abril del 2008, en los plebiscitos en los que el pueblo está llamado a votar.
Ricardo López Göttig es Director de la Licenciatura en Ciencia Política en la Universidad de Belgrano e Investigador Asociado de CADAL.