Artículos
Monitoreo de la gobernabilidad democrática
Decisiones económicas que no se pueden politizar
El mayor impacto del peronismo siempre se registró en el campo de la política, esa maestría es herencia indudable de la gran capacidad demostrada en este plano por su fundador. Pero como en tantas otras cosas, una fuerza desproporcionada en un sentido, paga siempre un precio en otro sentido.Por Eduardo Viola y Héctor Ricardo Leis
El mayor impacto del peronismo siempre se registró en el campo de la
política, esa maestría es herencia indudable de la gran capacidad demostrada en
este plano por su fundador. Pero como en tantas otras cosas, una fuerza
desproporcionada en un sentido, paga siempre un precio en otro sentido. El
peronismo se mantuvo en las últimas décadas como el único movimiento histórico
digno de ese nombre, justamente por ser el que mejor manejó la relación
amigo-enemigo en el campo de la política.
En este sentido, el éxito del peronismo es paradigmático, ya que fue el único
movimiento que consiguió dividir a la nación en forma duradera entre partes
irreconciliables, llamadas eufemísticamente "peronistas y antiperonistas". La
fuerza política del peronismo lo llevó a pensar la realidad a partir de un
fuerte reduccionismo político que subestima la especificidad de los otros
campos, lo cual se aplica especialmente a la economía. No es una coincidencia
que el gobierno actual proteja a los gestores de la política económica que
tratan como enemigos del pueblo a los que defienden que le sea permitido al
INDEC la mayor neutralidad científica posible, a la hora de calcular la tasa de
inflación. La manipulación de las estadísticas básicas de la vida económica del
país se transforma en algo natural para la mentalidad de quien politiza al
extremo todas las relaciones sociales. La principal consecuencia de este
reduccionismo político aplicado al campo económico se expresa como ignorancia de
las leyes básicas del funcionamiento de la economía de mercado.
No se trata tanto de criticar o elogiar la política asistencialista y
redistributiva del gobierno; el Estado de Bienestar puede ser una alternativa
entre otras, siempre que sus políticas se hagan respetando los principios que
regulan la economía. La economía de mercado se puede politizar, pero existe un
límite para eso. Especialmente en la época de la globalización, la
característica más deletérea de la concepción populista de la política es su
incapacidad para medir las consecuencias económicas de su ignorancia en ese
campo.
El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner transforma, con la mayor
tranquilidad, complejos procesos de decisión económica en rápidos procesos de
decisión política. Así como el gobierno no supo abrir antes cualquier espacio
para un debate y análisis económico profundo de los pros y contras de la
Resolución 125, que agravó el conflicto con el campo, lo mismo se vuelve a
repetir ahora con la estatización de Aerolíneas Argentinas y el pago de la deuda
al Club de París. Ambas decisiones se toman sobre bases políticas sin explicitar
mínimamente sus fundamentos económicos. No es de extrañar que los mercados
reaccionen mal frente a esas medidas. Ellos intuyen correctamente que no son
medidas para ayudar a la economía del país, sino a la política del gobierno.
Los gobiernos de Menem y de los Kirchner ejemplifican la ignorancia económica
para la cual se quiere llamar la atención. Ambos comenzaron su gestión salvando
al país de una catástrofe económica inminente. Pero eso no indicaba una
comprensión profunda de las leyes económicas del mundo contemporáneo. Aun cuando
consiguieron salvar por un momento las papas del fuego, esos gobiernos adoptaron
prácticas económicas privatizantes, en un caso, y estatizantes, en el otro, con
la misma visión política reduccionista que los llevó a pensar la economía de
mercado como fuente de poder político, en vez de verla como herramienta
insustituible de un desarrollo económico sustentable.
Héctor Ricardo Leis y Eduardo Viola son
Politologos, (Univ. de Santa Catarina y de Brasilia), autores de "América del Sur en el
mundo de las democracias de mercado" (CADAL-HOMO SAPIENS)
Fuente: Diario
Clarín (Buenos Aires)
Eduardo Viola y Héctor Ricardo Leis
El mayor impacto del peronismo siempre se registró en el campo de la política, esa maestría es herencia indudable de la gran capacidad demostrada en este plano por su fundador. Pero como en tantas otras cosas, una fuerza desproporcionada en un sentido, paga siempre un precio en otro sentido. El peronismo se mantuvo en las últimas décadas como el único movimiento histórico digno de ese nombre, justamente por ser el que mejor manejó la relación amigo-enemigo en el campo de la política.
En este sentido, el éxito del peronismo es paradigmático, ya que fue el único movimiento que consiguió dividir a la nación en forma duradera entre partes irreconciliables, llamadas eufemísticamente "peronistas y antiperonistas". La fuerza política del peronismo lo llevó a pensar la realidad a partir de un fuerte reduccionismo político que subestima la especificidad de los otros campos, lo cual se aplica especialmente a la economía. No es una coincidencia que el gobierno actual proteja a los gestores de la política económica que tratan como enemigos del pueblo a los que defienden que le sea permitido al INDEC la mayor neutralidad científica posible, a la hora de calcular la tasa de inflación. La manipulación de las estadísticas básicas de la vida económica del país se transforma en algo natural para la mentalidad de quien politiza al extremo todas las relaciones sociales. La principal consecuencia de este reduccionismo político aplicado al campo económico se expresa como ignorancia de las leyes básicas del funcionamiento de la economía de mercado.
No se trata tanto de criticar o elogiar la política asistencialista y redistributiva del gobierno; el Estado de Bienestar puede ser una alternativa entre otras, siempre que sus políticas se hagan respetando los principios que regulan la economía. La economía de mercado se puede politizar, pero existe un límite para eso. Especialmente en la época de la globalización, la característica más deletérea de la concepción populista de la política es su incapacidad para medir las consecuencias económicas de su ignorancia en ese campo.
El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner transforma, con la mayor tranquilidad, complejos procesos de decisión económica en rápidos procesos de decisión política. Así como el gobierno no supo abrir antes cualquier espacio para un debate y análisis económico profundo de los pros y contras de la Resolución 125, que agravó el conflicto con el campo, lo mismo se vuelve a repetir ahora con la estatización de Aerolíneas Argentinas y el pago de la deuda al Club de París. Ambas decisiones se toman sobre bases políticas sin explicitar mínimamente sus fundamentos económicos. No es de extrañar que los mercados reaccionen mal frente a esas medidas. Ellos intuyen correctamente que no son medidas para ayudar a la economía del país, sino a la política del gobierno.
Los gobiernos de Menem y de los Kirchner ejemplifican la ignorancia económica para la cual se quiere llamar la atención. Ambos comenzaron su gestión salvando al país de una catástrofe económica inminente. Pero eso no indicaba una comprensión profunda de las leyes económicas del mundo contemporáneo. Aun cuando consiguieron salvar por un momento las papas del fuego, esos gobiernos adoptaron prácticas económicas privatizantes, en un caso, y estatizantes, en el otro, con la misma visión política reduccionista que los llevó a pensar la economía de mercado como fuente de poder político, en vez de verla como herramienta insustituible de un desarrollo económico sustentable.
Héctor Ricardo Leis y Eduardo Viola son Politologos, (Univ. de Santa Catarina y de Brasilia), autores de "América del Sur en el mundo de las democracias de mercado" (CADAL-HOMO SAPIENS)
Fuente: Diario Clarín (Buenos Aires)