Derechos Humanos y
Solidaridad Democrática Internacional

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19-07-2012

Cuba: El maquillaje no revive a las momias

El régimen cubano se encuentra ante un momento muy difícil, tanto en lo político, por el problema de la sucesión, como en lo económico, ya que tiene que reconocer que no cuenta con los recursos suficientes como para mantener el sistema vigente. Sin embargo las medidas adoptadas son solo cosméticas, y no apuntan a resolver los problemas, sino que por el contrario pueden generar un aumento en el descontento del pueblo cubano.
Por Ignacio Arreseygor

Pese a los avances de la democracia en todo el continente americano, Europa del Este y hasta los registrados en Rusia en la década de los noventa, el pueblo cubano sufre hace ya más de cinco décadas la opresión de vivir bajo una dictadura comunista, donde el régimen de los hermanos Castro se mantiene en pie.

De hecho desde 1959 se instauró un régimen comunista en Cuba, que ha concentrado la suma del poder público en el líder de la revolución. Hasta 1998 Fidel Castro, y en la actualidad su hermano Raúl Castro. Pese a las esperanzas que despertó el hecho de la sucesión como momento bisagra para terminar con el régimen, o por lo menos empezar una transición hacia la democracia, vivir hoy en Cuba sigue significando tener vedado el acceso a los derechos humanos más elementales.

Resulta increíble que en pleno siglo XXI, en el corazón del hemisferio occidental, se siga negando la libertad de pensamiento, y derivada de ella la libertad de prensa, de poder publicar las opiniones de cada uno sin censura previa y sin persecución estatal.

En Cuba el gobierno lo controla todo, y el Estado ha tomado el lugar de la sociedad. Un solo partido político, el comunista, ocupa toda la esfera pública. Así se estructura una forma piramidal de poder que concentra en el vértice al dictador, que es a la vez la cabeza del Partido, del Gobierno y del Estado. Esta cúpula decide sobre todos los aspectos de la sociedad cubana, ya que controla sus resortes fundamentales. Semejante régimen de opresión no podría sustentarse sin un enorme aparato represivo que permita identificar rápidamente a los disidentes para aislarlos e impedirles organizarse.

Sin embargo un Estado puramente coercitivo, como dice Guillermo O’Donnell, en su famoso libro “El Estado Burocrático Autoritario”, no puede mantenerse por mucho tiempo, ya que constituye un régimen de naturaleza transitoria, incapaz de generar ningún tipo de adhesión. Entonces no se puede explicar la solidez de la dictadura castrista solo por la represión, también tiene que haber mecanismos capaces de generar al menos algún grado de adhesión, aunque sea pasiva. Pero sobre todas las cosas una dictadura necesita la inmovilidad y la clausura de la sociedad civil de manera que la mayoría de la población, que sufre la opresión, no tenga herramientas para oponerse, generar disidencia y que esta disidencia se extienda lo suficiente como para hacer tambalear el régimen. Esta inmovilidad de la sociedad civil se funda en el individualismo extremo, producto del miedo a la represalia estatal, combinado con la pérdida de la noción del valor de uno mismo. Sapere Aude! Decía

Kant, es el lema de la ilustración, la dictadura necesita desterrar de las mentes esta noción, que nadie tenga el valor de utilizar su propia razón.

Para comprender esta compleja construcción hay cinco claves fundamentales que tenemos que tener en cuenta. En primer lugar el monopolio del discurso público, esto significa que todos los aparatos de prensa, difusión y propaganda deben estar fuertemente centralizados y controlados por la cúpula del Estado. Ningún  discurso puede salir a la luz pública sin pasar por los mecanismos de la censura. Esto significa articular un discurso homogéneo donde se delimita el campo de debate, se neutraliza la crítica, pero -sobre todas las cosas- se controla la crítica. El dictador determina la posibilidad de crítica, el eje y el alcance de la misma. En distintas coyunturas políticas la dictadura puede permitir un nivel relativamente extendido de críticas, y en otros obturarlas completamente según sus necesidades y conveniencias.

En segunda instancia se debe lograr convertir a las víctimas en semi-cómplices. Para esto el régimen debe lograr que el conjunto de los individuos se conviertan en masas que puedan ser dirigidas por la dictadura, apelando a recursos como el interés superior de la nación, y la construcción de un enemigo único, muy visible, que sea el chivo expiatorio al que echarle las culpas de todos los males. Una suerte de genio maligno con fuerzas descomunales, que lo único que quiere es destruir a la nación y terminar con el país. Un enemigo tan poderoso que solo la férrea unión de todas las almas bajo la voluntad del líder pueda enfrentar. En el caso de Cuba, el papel de genio maligno le toca a Estados Unidos, cuyas políticas de ayuda son constantemente demonizadas por el gobierno de los Castro.

En tercer lugar debe cumplirse con el principio de opacidad del Estado, según el cual la sociedad civil resulta totalmente transparente, y por lo tanto fácilmente controlable por parte del gobierno, mientras que el conjunto de organismos del estado y el gobierno deben resultar opacos e insondables para la mayoría de los ciudadanos. De esta manera, un Estado que todo lo puede, que se encuentra extendido al conjunto de las actividades sociales, resulta inabarcable para el individuo, que no puede ejercer ningún tipo de control ante funcionarios y medidas arbitrarias.

Exactamente lo contrario ocurre en las repúblicas liberales, donde los gobiernos no pueden inmiscuirse en los asuntos de los ciudadanos privados, de lo que resulta una sociedad civil plenamente desarrollada y por tanto opaca para el poder, frente a un Estado fuertemente limitado en sus funciones y con garantías para los ciudadanos de que sus derechos serán respetados.  De aquí que exista un gobierno trasparente que esté siendo controlado todo el tiempo no solo por diversos organismos, sino fundamentalmente por los votantes que pueden cambiarlo regularmente. 

En cuarto lugar, la dictadura debe siempre destruir la confianza en el otro y para esto es esencial que la crítica al régimen sea un delito. Pero además el miedo permanente a los esbirros que se pueden encontrar en cualquier sitio. De esta manera se logra extender en el conjunto de la sociedad la autocensura. Por miedo a que escuche el estado omnipresente, lo más fácil es callar las críticas, así se evitan serios problemas. De la mano de este miedo a la crítica se encuentra el miedo a involucrarse, no meterse en nada raro, no escuchar lo que no corresponde, es una estrategia que se inculca desde niños en estas sociedades totalitarias. Es por esto que la solidaridad en el seno familiar tiende a ser la única contención posible para aquellos “desviados” que buscan articular formas de resistencia al poder central.

En quinto lugar, y para finalizar, pero no menos importante, tenemos el principio de ficción. Por el cual el régimen a través de todos sus aparatos de propaganda busca crear una realidad falsa, pero creíble, que oculte el verdadero rostro de la dictadura, y le de sustento al discurso oficial, de manera que permita embellecer artificialmente la terrible realidad. Para esto los jerarcas comunistas recurren a dos herramientas fundamentales, a saber, las grandes movilizaciones donde la masa le rinde homenaje al dictador, y en segundo lugar, la farsa electoral, cuando se celebran elecciones donde no se puede elegir nada, ya que se trata de un sistema de partido único.

En el plano específicamente económico las cosas no son mejores en Cuba. Como hemos dicho el Estado tiene el control total de la economía, y no se permite el libre accionar de los capitales privados. Durante los primeros 30 años del régimen comunista, la ineficiencia e improductividad de la economía de la isla se ocultó detrás de los enormes aportes económicos que hacía la Unión Soviética, para mantener controlado un punto estratégico a solo 90 millas de Estados Unidos.

Sin embargo, a partir de la década de los noventa, con la transición a la democracia en Europa del Este y la implosión de la URSS, la Isla sufrió un duro golpe económico ya que se suspendió la ayuda que provenía del bloque soviético, sin lugar a dudas la mayor ayuda económica a un país en el Tercer Mundo. En el lapso de los años 1960-1989, la Isla fue el único país del Tercer Mundo que no padeció los problemas económicos, aun cuando su territorio figura entre los más pobres de América Latina. En tanto, Fidel Castro salió libre de todo encuentro con el pago de la deuda externa, realidad que no ocurrió con países con altos recursos naturales, como Brasil, Argentina, Bolivia, Perú, México y Venezuela.

Ciertamente, la crisis cubana que se desarrolló en 1985, cuando la carencia de combustible se convirtió en el principal problema al caer las entregas de petróleo de la URSS de 13.4 millones de toneladas a menos de 4.5 millones de toneladas. Desde entonces, el gobierno castrista incrementa esfuerzos en la exportación de la industria farmacéutica y el turismo, que llega a la cifra de los dos millones de visitantes extranjeros. La crisis económica ha ocasionado la extensión de fuertes políticas de racionamiento: los servicios de agua, electricidad, combustible, salud, alimentos y recreación deportiva. El desempleo y la inseguridad por un futuro mejor hicieron que a mediados de 1994, miles de frágiles embarcaciones cubanas zarparan, en condiciones infrahumanas, a los mares del Caribe con destino a Florida, a la vez que se produjo un gran levantamiento popular en las calles de La Habana conocido como el “Maleconazo”, que si bien hizo tambalear al régimen, no fue suficiente para derribarlo.

En 1995, Cuba no pudo realizar sus compromisos de exportaciones azucareras y tuvo que recomprar 400.000 toneladas de azúcar, por la pobre cosecha, y congelar contratos por 100.000 toneladas. Asimismo, disminuyeron el valor de las ventas del níquel, camarón, langosta y cítricos. Por otro lado, aumentaron la producción los sectores de biotecnología e industria farmacéutica, una de las mayores ventajas competitivas de la Isla. En 1996, el gobierno castrista, por primera vez permitió la visita general de los cubano-norteamericanos y exiliados, la mayoría del Estado de Florida, sin mayores trámites burocráticos. La decisión ponía en evidencia la aguda crisis que padece Cuba.

Desde hace varios años Venezuela, bajo la presidencia de Hugo Chávez, se ha convertido en el principal abastecedor de petróleo a la Isla. A cambio del petróleo venezolano, la dictadura castrista envía numerosos grupos de médicos, entrenadores deportivos y educadores al país sudamericano. Similar intercambio existió entre Cuba y Guinea Ecuatorial, uno de los principales productores de petróleo del continente africano.

El régimen también tuvo que flexibilizar ciertas restricciones y permitir el ingreso de inversiones extranjeras, aunque asociadas con el Estado para controlar su actividad. Las principales empresas transnacionales que llegaron a la Isla fueron: la empresa italiana de confecciones Benetton Group; la petrolera británica Burmah Castrol PLC; la empresa holandesa Unilever NV; y la Sherrit International Corporation de Canadá, que firmó un contrato por 250 millones de dólares para explotar yacimientos de níquel. Sin embargo, en 1996, las inversiones fueron afectadas por la Ley Helms-Burton, dictada por el Congreso de Estados Unidos que aumentó las sanciones contra aquellas compañías que comercian con Cuba implicando la infraestructura norteamericana confiscada. Por todo esto, la economía de la Isla gira alrededor del turismo. De hecho, Cuba podría recibir entre 6-7 millones de turistas anuales, pero la cifra se reduce a menos de dos millones de visitantes, por los impactos

negativos de su política de aislamiento. De hecho, el régimen castrista combatió al turismo hasta lograr su virtual desaparición a principios de los años setenta. En muchos casos, la campaña de adoctrinamiento marxista asoció el turismo con la prostitución. Los dirigentes cubanos sostenían "el turismo es una lacra del capitalismo", ignorando por completo que otras naciones del campo socialista como Checoslovaquia, Yugoslavia y Hungría se encontraban en la lista de países con más de tres millones de visitantes por año. Así pues, los cubanos copiaron apasionadamente casi todos los detalles negativos de las sociedades de Europa Oriental, pero no adoptaron los modelos turísticos de los circuitos de las playas yugoslavas y de las famosas ciudades antiguas de Checoslovaquia. Para nadie es un secreto que Cuba posee una fascinante y bella geográfica que fácilmente la convierte entre las islas más hermosas del planeta. Según algunos organismos internacionales de turismo,

Cuba compite en belleza natural sólo con lugares paradisíacos como Seychelles, Mauricio, Hawái, Balí o las islas Maldivas. En tanto, por tradición guarda una de las culturas más respetadas y elogiadas, producto de la mezcla de raíces africanas, españolas y nativas.

De esa manera la economía de la isla tuvo algunos años de crecimiento bajo, en comparación con el resto de la región, que luego se complicó con la crisis financiera internacional desatada en 2008. Dos años antes, en 2006, Fidel Castro, al borde de la muerte, le transfirió el mando a su hermano Raúl. Finalmente en abril de 2011 se celebró el sexto congreso del partido comunista cubano y en el mismo se aprobó, como no podía ser de otra manera,  un documento presentado por Raúl Castro sobre la necesidad de reformas económicas. Entre ellas se destacan la eliminación de la libreta de abastecimiento, que se encuentra vigente desde la década del sesenta. Esta verdadera libreta de racionamiento, al estilo de los periodos de guerra, es una clara muestra de la ineficacia y la injusticia de la economía cubana. La libreta es la negación del mercado transparente de los bienes de primera necesidad, con lo cual se tiende a la distorsión, el acaparamiento y la corrupción. En el propio documento oficial se reconoce que esta se elimina más por ser “una carga insoportable para la economía” que por una verdadera convicción de restaurar el libre mercado. Al tiempo que advierten que la eliminación de la libreta de abastecimiento no es un fin en sí mismo y que se hará de manera gradual. Lo que muestra claramente que no saben cómo salir del problema sin crear uno mayor. De la mano de la necesidad de bajar el gasto público el gobierno cubano va emprender un programa de reducción del empleo estatal. O sea, se van a dejar sin empleo a gran cantidad de personas, pero sin generar las condiciones macroeconómicas para lograr que haya un fuerte sector privado que mediante inversiones productivas conforme un mercado laboral que pueda absorber la mano de obra hoy desperdiciada en el estado. Lejos de eso, el texto oficial solo hace referencia a la ampliación del trabajo no estatal, que se refiere a cuentapropistas, a los se recuerda que deberán soportar una fuerte carga fiscal para financiar al Estado. Por último el documento reconoce la importancia de permitir el contrato de mano de obra asalariada, para dinamizar la economía, y al mismo tiempo vuelve a recalcar que no van a haber cambios bruscos, y no especifica de qué manera se va a implementar este importante cambio.

Para finalizar, el jefe de la dictadura amenaza a los funcionarios y al pueblo en general, llamando a la obediencia absoluta, y poniendo un claro límite a que las reformas solo se van a ejecutar dentro del modelo vigente, en la medida de sus conveniencias, y para ejemplificar en la imposibilidad de innovar en lo más mínimo Raúl Castro dice: “No me cansaré de repetir que en esta Revolución todo está dicho y la mejor muestra de ello son las ideas de Fidel que ha  venido publicando el periódico Granma, Órgano Oficial del Partido, a lo largo de estos últimos años.”

Queda claro entonces que el régimen cubano se encuentra ante un momento muy difícil, tanto en lo político, por el problema de la sucesión, como en lo económico, ya que tiene que reconocer que no cuenta con los recursos suficientes como para mantener el sistema vigente. Sin embargo las medidas adoptadas son solo cosméticas, y no apuntan a resolver los problemas, sino que por el contrario pueden generar un aumento en el descontento del pueblo cubano, que más temprano que tarde terminara por sacudirse las cadenas del castrismo.

 

Ignacio Arreseygor
Ignacio Arreseygor
 
 
 

 
 
 
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