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Economía verde: ¿herramienta para enfrentar los desafíos del cambio climático en América Latina y el Caribe?
(Revista Perspectiva) Hoy, la crisis económica global, los impactos en los procesos productivos y el cambio climático plantean una oportunidad, principalmente para el sector energético, lo que permite un giro hacia la economía verde que favorezca generar nuevos productos y servicios, considerando la necesidad urgente de disminuir las repercusiones negativas en el ambiente y las desigualdades de la sociedad.Por María del Rosario Alfaro
(Revista Perspectiva) La comunidad mundial ya ha pasado por dos revoluciones industriales, basadas en el carbón y en el petróleo, las cuales dejaron grandes impactos en la economía y el ambiente. En la actualidad enfrentamos la tercera revolución, la de la descarbonización, que tiene serias repercusiones tanto para el ambiente natural como para el ambiente social. Esta tercera revolución es la búsqueda de la descarbonización que permita dinamizar la economía, es una revolución que demanda cambios estructurales y culturales, con un modelo productivo y económico para una mejor calidad de vida de los ciudadanos, fundado en las potencialidades de los ecosistemas.
Hoy, la crisis económica global, los impactos en los procesos productivos y el cambio climático plantean una oportunidad, principalmente para el sector energético, lo que permite un giro hacia la economía verde que favorezca generar nuevos productos y servicios, considerando la necesidad urgente de disminuir las repercusiones negativas en el ambiente y las desigualdades de la sociedad.
¿Qué importancia tiene el medio ambiente en los procesos de desarrollo?
La naturaleza tiene límites y la humanidad es responsable de asegurar que los ecosistemas y los ciclos naturales se mantengan de manera equilibrada. Esta responsabilidad y la gobernanza para la protección ambiental atienden a dos razones básicas para el desarrollo humano: el derecho a un desarrollo armónico con la naturaleza y la necesidad de conservar un medio ambiente que proporcione en forma sostenida los bienes y servicios indispensables para asegurar el bienestar de las personas, entre ellas las más vulnerables, pero el éxito de las nuevas economías o empresas verdes tiene que contemplar en el marco del cambio climático las externalidades ambientales, pues de lo contrario su éxito podría estar en riesgo.
El valor económico y social del medio ambiente ha cambiado en las últimas décadas, los recursos naturales son la base del desarrollo y, como tal, la variable ambiente y riesgo ambiental está dentro de los indicadores que hay que evaluar de los proyectos, por lo que se debe asignar un valor al recurso base de acuerdo con su abundancia, su vulnerabilidad y usos.
¿El desarrollo sostenible es posible y oportuno para América Latina?
América Latina debe tomar en cuenta que el desarrollo sostenible contempla cinco ejes: la participación ciudadana, la asignación eficiente de recursos en busca del bien común, un sistema de desarrollo que corrija miopías y desigualdades, la innovación como punta de lanza para la creación de empresas verdes y la orientación de todas las acciones hacia la descarbonización, acompañadas de un buen gobierno, que tenga como prioridad dentro de su agenda el desarrollo sostenible, el cual considere entre los sistemas de planificación y desarrollo poblacional la reducción de las emisiones al aire, al agua y a los suelos, la eficiencia energética, la energía renovable, la sostenibilidad y eficiencia del uso del agua y el reconocimiento de las zonas más vulnerables a los desastres naturales. Un gobierno que no reconoce estos temas dentro de su plan no tiene interés en alcanzar un verdadero desarrollo.
La economía verde es la que mejora el bienestar del ser humano y propugna la equidad social, a la vez que disminuye significativamente los riesgos ambientales y las escaseces ecológicas. En su forma más básica, una economía verde es aquella que tiene bajas emisiones de carbono, utiliza los recursos de manera eficiente y es socialmente incluyente; en resumen, es la herramienta para el desarrollo y la descarbonización, ya que los negocios verdes son una herramienta hacia la sostenibilidad de los pueblos, donde los gobiernos y las compañías inviertan en soluciones y no en problemas. No se debe pretender que la solución de escasez de recursos consista en volver a las prácticas cerradas conservacionistas, porque así no se logra proteger los ecosistemas; la economía verde se basa en un principio de autosuficiencia, control sobre la utilización de los recursos según su disponibilidad y fragilidad, donde se permita una participación ciudadana en los ámbitos local, nacional y regional. El mejor modo de mantener los ecosistemas con vida es haciendo un uso racional de ellos, de acuerdo con sus potencialidades y su abundancia.
Si la dinámica de los países se orienta hacia un pensamiento verde se tiene que presumir que no hay una receta fija, pero que hay muchos ejemplos de empresas que han entendido que la gestión ambiental es tan buena para ellas como para el planeta. Detrás de un negocio con innovación, eficiencia y nuevos conceptos de gestión ambiental, están el éxito y la conservación de los ecosistemas. Hay que apoyar la adaptación para los más vulnerables e iniciar una nueva era de crecimiento verde, permitiendo mayor flexibilidad para los procesos de desarrollo con una adecuada evaluación de impacto, donde el apoyo económico se oriente a lograr la equidad y a proteger los derechos ambientales.
Desafíos y oportunidades para la transición hacia una economía verde
América Latina está en una situación privilegiada para convertir el desafío de la sostenibilidad en oportunidad, pero las compañías deben hacer esfuerzos para adaptarse y aprovechar eficiente e inteligentemente las nuevas oportunidades; siempre que las economías de mercado ofrezcan ventajas competitivas a las empresas ecoinnovadoras, éstas deben estar preparadas, de ahí que la investigación y la capacitación para acceder a los mercados verdes han de ser una prioridad en los países de la región.
No existe una receta fija para salir de la pobreza ni para hacer los mejores negocios verdes, pero hay muchos ejemplos de empresas que han entendido que la gestión ambiental es tan buena para ellas como para el planeta; con todo, los países que quieren alcanzar un mejor desarrollo basado en los mercados verdes tienen que considerar que:
- Proteger el medio ambiente es la única vía para alcanzar el desarrollo y reducir los niveles de pobreza.
- Es fundamental la colaboración dinámica entre los gobiernos, las ONG, la comunidad científica y el sector privado para la generación de nuevos conocimientos y medidas concretas para solucionar los problemas ambientales globales.
- Es indispensable implementar los mecanismos para el pago o reducción de la deuda ecológica y la justicia climática.
- No se puede explotar el recurso, acabar con él y moverse a otro espacio; esto no es una buena gobernanza del medio ambiente. La nueva tendencia de las economías verdes, basada en el desarrollo del medio ambiente, obliga a tomar en su contabilidad el valor del recurso natural utilizado; de lo contrario, la rentabilidad y el crecimiento futuros de las compañías podrían verse impactados significativamente por las variaciones que el cambio climático genera en los ecosistemas.
- Latinoamérica y la zona del Caribe necesitan invertir los ingresos producidos por la extracción de esos recursos naturales, para construir otras formas de capital y de productividad basada en una adaptación a los ecosistemas (humedales, bosques, arrecifes, etc.). Latinoamérica puede orientarse al cambio, éste es posible, dentro de una práctica donde se maximiza la competitividad y se minimiza el riesgo para los efectos del cambio climático en los diferentes sectores socioeconómicos.
- Se debe invertir en mejores sistemas para tener una recaudación fiscal sana, que permita invertir en electricidad, en agua potable, en transporte público y construcción inteligente; hay que desarrollar fuentes de energía disponibles, como la energía solar. Los países deben aprovechar los adelantos tecnológicos que no comprometen su economía y su medio ambiente y que le pueden generar una mejor calidad de vida.
Enfrentar el cambio climático no es fácil, pero hacer caso omiso sería aún peor. Es claro que los criterios de sostenibilidad para cualquier sector sólo serán eficaces si dan lugar a cambios en el comportamiento de los agentes de mercado. No obstante, estos cambios únicamente se producirán si se pueden vender productos que cumplen con la normativa ambiental, a un precio que permita un balance entre la oferta y la demanda, pero que jamás ponga en ventaja a quienes contaminan el ambiente y el mercado; esto puede lograrse con la incorporación de la innovación y evitando la imposición de cargas irrazonables a la industria.
María del Rosario Alfaro
(Revista Perspectiva) La comunidad mundial ya ha pasado por dos revoluciones industriales, basadas en el carbón y en el petróleo, las cuales dejaron grandes impactos en la economía y el ambiente. En la actualidad enfrentamos la tercera revolución, la de la descarbonización, que tiene serias repercusiones tanto para el ambiente natural como para el ambiente social. Esta tercera revolución es la búsqueda de la descarbonización que permita dinamizar la economía, es una revolución que demanda cambios estructurales y culturales, con un modelo productivo y económico para una mejor calidad de vida de los ciudadanos, fundado en las potencialidades de los ecosistemas.
Hoy, la crisis económica global, los impactos en los procesos productivos y el cambio climático plantean una oportunidad, principalmente para el sector energético, lo que permite un giro hacia la economía verde que favorezca generar nuevos productos y servicios, considerando la necesidad urgente de disminuir las repercusiones negativas en el ambiente y las desigualdades de la sociedad.
¿Qué importancia tiene el medio ambiente en los procesos de desarrollo?
La naturaleza tiene límites y la humanidad es responsable de asegurar que los ecosistemas y los ciclos naturales se mantengan de manera equilibrada. Esta responsabilidad y la gobernanza para la protección ambiental atienden a dos razones básicas para el desarrollo humano: el derecho a un desarrollo armónico con la naturaleza y la necesidad de conservar un medio ambiente que proporcione en forma sostenida los bienes y servicios indispensables para asegurar el bienestar de las personas, entre ellas las más vulnerables, pero el éxito de las nuevas economías o empresas verdes tiene que contemplar en el marco del cambio climático las externalidades ambientales, pues de lo contrario su éxito podría estar en riesgo.
El valor económico y social del medio ambiente ha cambiado en las últimas décadas, los recursos naturales son la base del desarrollo y, como tal, la variable ambiente y riesgo ambiental está dentro de los indicadores que hay que evaluar de los proyectos, por lo que se debe asignar un valor al recurso base de acuerdo con su abundancia, su vulnerabilidad y usos.
¿El desarrollo sostenible es posible y oportuno para América Latina?
América Latina debe tomar en cuenta que el desarrollo sostenible contempla cinco ejes: la participación ciudadana, la asignación eficiente de recursos en busca del bien común, un sistema de desarrollo que corrija miopías y desigualdades, la innovación como punta de lanza para la creación de empresas verdes y la orientación de todas las acciones hacia la descarbonización, acompañadas de un buen gobierno, que tenga como prioridad dentro de su agenda el desarrollo sostenible, el cual considere entre los sistemas de planificación y desarrollo poblacional la reducción de las emisiones al aire, al agua y a los suelos, la eficiencia energética, la energía renovable, la sostenibilidad y eficiencia del uso del agua y el reconocimiento de las zonas más vulnerables a los desastres naturales. Un gobierno que no reconoce estos temas dentro de su plan no tiene interés en alcanzar un verdadero desarrollo.
La economía verde es la que mejora el bienestar del ser humano y propugna la equidad social, a la vez que disminuye significativamente los riesgos ambientales y las escaseces ecológicas. En su forma más básica, una economía verde es aquella que tiene bajas emisiones de carbono, utiliza los recursos de manera eficiente y es socialmente incluyente; en resumen, es la herramienta para el desarrollo y la descarbonización, ya que los negocios verdes son una herramienta hacia la sostenibilidad de los pueblos, donde los gobiernos y las compañías inviertan en soluciones y no en problemas. No se debe pretender que la solución de escasez de recursos consista en volver a las prácticas cerradas conservacionistas, porque así no se logra proteger los ecosistemas; la economía verde se basa en un principio de autosuficiencia, control sobre la utilización de los recursos según su disponibilidad y fragilidad, donde se permita una participación ciudadana en los ámbitos local, nacional y regional. El mejor modo de mantener los ecosistemas con vida es haciendo un uso racional de ellos, de acuerdo con sus potencialidades y su abundancia.
Si la dinámica de los países se orienta hacia un pensamiento verde se tiene que presumir que no hay una receta fija, pero que hay muchos ejemplos de empresas que han entendido que la gestión ambiental es tan buena para ellas como para el planeta. Detrás de un negocio con innovación, eficiencia y nuevos conceptos de gestión ambiental, están el éxito y la conservación de los ecosistemas. Hay que apoyar la adaptación para los más vulnerables e iniciar una nueva era de crecimiento verde, permitiendo mayor flexibilidad para los procesos de desarrollo con una adecuada evaluación de impacto, donde el apoyo económico se oriente a lograr la equidad y a proteger los derechos ambientales.
Desafíos y oportunidades para la transición hacia una economía verde
América Latina está en una situación privilegiada para convertir el desafío de la sostenibilidad en oportunidad, pero las compañías deben hacer esfuerzos para adaptarse y aprovechar eficiente e inteligentemente las nuevas oportunidades; siempre que las economías de mercado ofrezcan ventajas competitivas a las empresas ecoinnovadoras, éstas deben estar preparadas, de ahí que la investigación y la capacitación para acceder a los mercados verdes han de ser una prioridad en los países de la región.
No existe una receta fija para salir de la pobreza ni para hacer los mejores negocios verdes, pero hay muchos ejemplos de empresas que han entendido que la gestión ambiental es tan buena para ellas como para el planeta; con todo, los países que quieren alcanzar un mejor desarrollo basado en los mercados verdes tienen que considerar que:
- Proteger el medio ambiente es la única vía para alcanzar el desarrollo y reducir los niveles de pobreza.
- Es fundamental la colaboración dinámica entre los gobiernos, las ONG, la comunidad científica y el sector privado para la generación de nuevos conocimientos y medidas concretas para solucionar los problemas ambientales globales.
- Es indispensable implementar los mecanismos para el pago o reducción de la deuda ecológica y la justicia climática.
- No se puede explotar el recurso, acabar con él y moverse a otro espacio; esto no es una buena gobernanza del medio ambiente. La nueva tendencia de las economías verdes, basada en el desarrollo del medio ambiente, obliga a tomar en su contabilidad el valor del recurso natural utilizado; de lo contrario, la rentabilidad y el crecimiento futuros de las compañías podrían verse impactados significativamente por las variaciones que el cambio climático genera en los ecosistemas.
- Latinoamérica y la zona del Caribe necesitan invertir los ingresos producidos por la extracción de esos recursos naturales, para construir otras formas de capital y de productividad basada en una adaptación a los ecosistemas (humedales, bosques, arrecifes, etc.). Latinoamérica puede orientarse al cambio, éste es posible, dentro de una práctica donde se maximiza la competitividad y se minimiza el riesgo para los efectos del cambio climático en los diferentes sectores socioeconómicos.
- Se debe invertir en mejores sistemas para tener una recaudación fiscal sana, que permita invertir en electricidad, en agua potable, en transporte público y construcción inteligente; hay que desarrollar fuentes de energía disponibles, como la energía solar. Los países deben aprovechar los adelantos tecnológicos que no comprometen su economía y su medio ambiente y que le pueden generar una mejor calidad de vida.
Enfrentar el cambio climático no es fácil, pero hacer caso omiso sería aún peor. Es claro que los criterios de sostenibilidad para cualquier sector sólo serán eficaces si dan lugar a cambios en el comportamiento de los agentes de mercado. No obstante, estos cambios únicamente se producirán si se pueden vender productos que cumplen con la normativa ambiental, a un precio que permita un balance entre la oferta y la demanda, pero que jamás ponga en ventaja a quienes contaminan el ambiente y el mercado; esto puede lograrse con la incorporación de la innovación y evitando la imposición de cargas irrazonables a la industria.
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