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Mujica, el presidente de la doble imagen
(Análisis Latino) Mientras en el exterior Mujica es visto como un ejemplo a seguir, a los uruguayos ya no les alcanza con tener un presidente austero en su vida personal. Muchos empiezan a preguntarse cómo habría sido su gobierno si no hubiese tenido –como aún sucede- un impresionante viento a favor en el área económica.Por Alvaro Giz
(Análisis Latino) Por primera vez desde que inició su gestión, el presidente uruguayo, José Mujica, ha mostrado una caída en su popularidad, lo cual ha llevado a que tenga un mayor nivel de desaprobación que de aprobación.
Según una encuesta reciente de la prestigiosa empresa consultora Cifra, el 36% aprueba el desempeño del presidente y el 42% lo desaprueba; en tanto que el restante 22% está en una posición intermedia.
"Hoy una mayoría relativa de la población desaprueba la gestión del presidente, la primera vez en un gobierno del Frente Amplio –su partido- en que esto ocurre", dijo al explicar los resultados del sondeo el director de la empresa encuestadora, Luis Eduardo González.
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De acuerdo con el análisis, Mujica sigue recibiendo la aprobación de más de la mitad de los votantes frentistas -sólo uno de cada cuatro opina que el presidente se está desempeñando mal-, pero los partidarios de la oposición tienen un juicio muy crítico: ocho de cada diez del Partido Nacional y casi ocho de cada diez del Partido Colorado desaprueban la gestión de Mujica.
Ahora bien, ¿por qué es que se está produciendo este cambio en la opinión pública uruguaya, que hasta hace no poco tiempo veía mayoritariamente con buenos ojos la gestión del Mujica?
Sucede que no hay uno, sino varios factores que están confluyendo para que esto suceda, entre ellos la falta de soluciones visibles a temas que preocupan a la población como la inseguridad ante una delincuencia creciente y los reiterados fracasos en la búsqueda caminos para mejorar el sistema educativo estatal. Además, por si fuera poco, empieza a aparecer una preocupación mayor por temas económicos, vinculados a la inflación y a los sueldos.
Tampoco son ajenos los enfrentamientos que el gobierno ha tenido con los sindicatos de trabajadores estatales, a pesar de que históricamente los ha unido una identidad ideológica a prueba de todo.
Pero una gran paradoja que se sigue dando en torno a la figura de Mujica es que mientras esto sucede fronteras adentro, en el exterior el mandatario uruguayo es visto por muchos como un ejemplo a seguir.
En épocas en las que muchos presidentes se acostumbran a vivir en la opulencia, Mujica encarna el paradigma continental de la austeridad y eso ha sido reiteradamente destacado por medios de comunicación de la región y por agencias de noticias internacionales. Sin ir más lejos, recientemente la agencia France Press divulgó una nota en la que presentó al presidente uruguayo como un hombre de hablar pausado, lenguaje llano y poco amigo del protocolo y destacó especialmente la espartana vida diaria de Mujica, totalmente carente de lujos y de comodidades, que el propio protagonista dice no necesitar.
También se destacó que su patrimonio -la chacra, dos automóviles y tres tractores- asciende a unos US$ 200.100, según su declaración jurada de este año, y dona casi el 90% de su salario de unos US$ 12.400 mensuales para ayuda social. En los últimos meses Mujica ha llamado más aún la atención internacional por su propuesta de legalizar la producción y venta de marihuana, a pesar de que le ha sido difícil encontrar respaldo dentro de fronteras, aún entre muchos de sus correligionarios.
El asunto es que mientras en el exterior, Mujica es visto como un ejemplo a seguir, a los uruguayos ya no les alcanza con tener un presidente austero en su vida personal. Muchos empiezan a preguntarse cómo habría sido su gobierno si no hubiese tenido –como aún sucede- un impresionante viento a favor en el área económica, impulsado por los altos valores que alcanzan en los mercados internacionales las materias primas que se producen en el país.
En los días siguientes, cuando los periodistas le preguntaron sobre la baja de su imagen en las encuestas, Mujica se limitó a decir que no tiene que observarlas sino “seguir trabajando y ya está".
Es bueno que el presidente uruguayo diga que quiere seguir trabajando, pero también debe intentar entender los síntomas que han provocado su caída de popularidad ya que si aquellos aparecen es porque la enfermedad está latente y requiere de un tratamiento urgente, como lo demandan los problemas que preocupan a los uruguayos y que son los que han socavado su imagen.
Alvaro Giz
(Análisis Latino) Por primera vez desde que inició su gestión, el presidente uruguayo, José Mujica, ha mostrado una caída en su popularidad, lo cual ha llevado a que tenga un mayor nivel de desaprobación que de aprobación.
Según una encuesta reciente de la prestigiosa empresa consultora Cifra, el 36% aprueba el desempeño del presidente y el 42% lo desaprueba; en tanto que el restante 22% está en una posición intermedia.
"Hoy una mayoría relativa de la población desaprueba la gestión del presidente, la primera vez en un gobierno del Frente Amplio –su partido- en que esto ocurre", dijo al explicar los resultados del sondeo el director de la empresa encuestadora, Luis Eduardo González.
De acuerdo con el análisis, Mujica sigue recibiendo la aprobación de más de la mitad de los votantes frentistas -sólo uno de cada cuatro opina que el presidente se está desempeñando mal-, pero los partidarios de la oposición tienen un juicio muy crítico: ocho de cada diez del Partido Nacional y casi ocho de cada diez del Partido Colorado desaprueban la gestión de Mujica.
Ahora bien, ¿por qué es que se está produciendo este cambio en la opinión pública uruguaya, que hasta hace no poco tiempo veía mayoritariamente con buenos ojos la gestión del Mujica?
Sucede que no hay uno, sino varios factores que están confluyendo para que esto suceda, entre ellos la falta de soluciones visibles a temas que preocupan a la población como la inseguridad ante una delincuencia creciente y los reiterados fracasos en la búsqueda caminos para mejorar el sistema educativo estatal. Además, por si fuera poco, empieza a aparecer una preocupación mayor por temas económicos, vinculados a la inflación y a los sueldos.
Tampoco son ajenos los enfrentamientos que el gobierno ha tenido con los sindicatos de trabajadores estatales, a pesar de que históricamente los ha unido una identidad ideológica a prueba de todo.
Pero una gran paradoja que se sigue dando en torno a la figura de Mujica es que mientras esto sucede fronteras adentro, en el exterior el mandatario uruguayo es visto por muchos como un ejemplo a seguir.
En épocas en las que muchos presidentes se acostumbran a vivir en la opulencia, Mujica encarna el paradigma continental de la austeridad y eso ha sido reiteradamente destacado por medios de comunicación de la región y por agencias de noticias internacionales. Sin ir más lejos, recientemente la agencia France Press divulgó una nota en la que presentó al presidente uruguayo como un hombre de hablar pausado, lenguaje llano y poco amigo del protocolo y destacó especialmente la espartana vida diaria de Mujica, totalmente carente de lujos y de comodidades, que el propio protagonista dice no necesitar.
También se destacó que su patrimonio -la chacra, dos automóviles y tres tractores- asciende a unos US$ 200.100, según su declaración jurada de este año, y dona casi el 90% de su salario de unos US$ 12.400 mensuales para ayuda social. En los últimos meses Mujica ha llamado más aún la atención internacional por su propuesta de legalizar la producción y venta de marihuana, a pesar de que le ha sido difícil encontrar respaldo dentro de fronteras, aún entre muchos de sus correligionarios.
El asunto es que mientras en el exterior, Mujica es visto como un ejemplo a seguir, a los uruguayos ya no les alcanza con tener un presidente austero en su vida personal. Muchos empiezan a preguntarse cómo habría sido su gobierno si no hubiese tenido –como aún sucede- un impresionante viento a favor en el área económica, impulsado por los altos valores que alcanzan en los mercados internacionales las materias primas que se producen en el país.
En los días siguientes, cuando los periodistas le preguntaron sobre la baja de su imagen en las encuestas, Mujica se limitó a decir que no tiene que observarlas sino “seguir trabajando y ya está".
Es bueno que el presidente uruguayo diga que quiere seguir trabajando, pero también debe intentar entender los síntomas que han provocado su caída de popularidad ya que si aquellos aparecen es porque la enfermedad está latente y requiere de un tratamiento urgente, como lo demandan los problemas que preocupan a los uruguayos y que son los que han socavado su imagen.
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