Artículos

Brasil: elecciones y conclusiones
(InfoLatAm) El PT, partido de la presidente Dilma Rousseff y del expresidente Lula, mantuvo su posición como el más relevante del país, a pesar del juicio por el Tribunal Supremo Federal que condenó por corrupción a varios de los que fueron sus principales líderes en el primer mandato de Lula.Por Carlos Eduardo Lins da Silva
(InfoLatAm) Aunque, como en casi todas las democracias, las elecciones municipales en Brasil sean enfrentadas por los electores como una cuestión básicamente local, siempre tienen alguna influencia en la política a nivel nacional y, las de 2012, celebradas este domingo, no son una excepción.
Los principales partidos políticos estructuran a partir de sus resultados locales su red de soporte para las elecciones para el Congreso Nacional y para la Presidencia de la República, que se celebran dos años después (en este caso, en el 2014).
Los que consiguen elegir el mayor número de alcaldes y concejales queda en una posición más favorable para las votaciones más importantes. Los que salen bien parados en las capitales con mayor peso político ven a sus líderes en mejores condiciones para intentar vuelos más ambiciosos.
Así, ¿qué se puede desprender de los resultados divulgados este domingo? Primero, que el PT, partido de la presidente Dilma Rousseff y del expresidente Lula, mantuvo su posición como el más relevante del país, a pesar del juicio por el Tribunal Supremo Federal que condenó por corrupción a varios de los que fueron sus principales líderes en el primer mandato de Lula.
Segundo, que Lula confirmó su condición de líder más carismático de Brasil, gracias a la elección de Fernando Haddad, que fue ministro de Educación, para la Alcaldía de Sao Paulo. Igual que Dilma Rousseff en 2012, Haddad nunca antes había disputado una elección, fue un nombre impuesto por Lula al partido contra las aspiraciones de diversos líderes veteranos que querían ser candidatos, durante meses fue considerado un gafe, y venció.
Tercero, que Dilma Rousseff no salió herida de la elección, pero tampoco fortalecida. Su única gran apuesta personal, la candidatura de Patrus Ananias en Belho Horizonte, capital del importante estado de Mina Gerais, fracasó. Pero también participó activamente de la campaña de Haddad en Sao Paulo y de otras victoriosas y sus popularidad permanece alta. Mantiene su condición de favorita para la reelección de 2014.
Cuarto, que el PSB se volvió una de las grandes fuerzas partidarias nacionales de ahora en adelante. Con victorias en importantes plazas como Recife, Fortaleza, Belho Horizonte, Campinas, muchas de ellas contra candidatos del PT apoyados por Lula y Dilma, y en centenas de otras ciudades, es imposible no tenerlo en cuenta al hacer cualquier ecuación política para Brasil de aquí en adelante.
En consecuencia, su líder principal, Eduardo Campos, nieto de Miguel Arraes, legendario líder de izquierda de los años 1950 y 1960, se tornó en potencial candidato a la Presidencia de la República en 2014 o 2018. Joven, respetado por la oposición, bien visto por empresarios y trabajadores, con una buena actuación administrativa en el gobierno de Pernambuco, es la nueva atracción política de Brasil.
Sexta conclusión: a pesar de la aplastante derrota en Sao Paulo, el PSDB de Fernando Henrique Cardoso todavía es la principal bandera de la oposición, por lo menos mientras el PSB no se desligue (como probablemente ocurrirá) de la coalición que sustenta el gobierno de Dilma Rousseff.
Pero el cambio de guardia en el PSDB ya ocurrió: José Serra, que perdió de nuevo contra un pupilo de Lula, no tiene más condiciones políticas ni edad para disputar otra elección para un cargo ejecutivo. El senador y exgobernador de Minas Gerais, Aécio Neves, nieto del primer presidente civil electo después del golpe militar, Tancredo Neves, es ahora el líder indiscutible de la oposición.
En octavo lugar: el PMDB, mayor partido de Brasil en cantidad de alacaldes y concejales, del vicepresidente Michel Temer, perdió prestigio y no consiguió ver elegidos a ninguno de sus candidatos en capitales relevantes, pero sigue siendo una fuerza política considerable.
Noveno: el PSD, partido recién creado por el alcalde de Sao Paulo, Gilberto Kassab, a pesar de la derrota en su propia ciudad, tamnién se transforma en un actor de mayor peso.
Y, en décimo lugar, el PDT, con la elección de sus candidatos en Porto Alegre y Curitiba, ambas en el sur del país, también vuelve a tener una importancia que no tenía desde la muerte de su fundador, Leonel Brizola.
Finalmente una conclusión general fundamental: la derrota de José Serra en Sao Paulo marca probablemente el fin de la era política de los líderes que combatieron la dictadura en el país. A partir de ahora, el palco es de los que se formaron en la política o en los estertores del régimen militar, al inicio de los años 80, cuando muchas garantías democráticas ya habían sido restablecidas, o en el régimen civil inugurado por la elección de Tancredo Neves en 1985.
Carlos Eduardo Lins da Silva
(InfoLatAm) Aunque, como en casi todas las democracias, las elecciones municipales en Brasil sean enfrentadas por los electores como una cuestión básicamente local, siempre tienen alguna influencia en la política a nivel nacional y, las de 2012, celebradas este domingo, no son una excepción.
Los principales partidos políticos estructuran a partir de sus resultados locales su red de soporte para las elecciones para el Congreso Nacional y para la Presidencia de la República, que se celebran dos años después (en este caso, en el 2014).
Los que consiguen elegir el mayor número de alcaldes y concejales queda en una posición más favorable para las votaciones más importantes. Los que salen bien parados en las capitales con mayor peso político ven a sus líderes en mejores condiciones para intentar vuelos más ambiciosos.
Así, ¿qué se puede desprender de los resultados divulgados este domingo? Primero, que el PT, partido de la presidente Dilma Rousseff y del expresidente Lula, mantuvo su posición como el más relevante del país, a pesar del juicio por el Tribunal Supremo Federal que condenó por corrupción a varios de los que fueron sus principales líderes en el primer mandato de Lula.
Segundo, que Lula confirmó su condición de líder más carismático de Brasil, gracias a la elección de Fernando Haddad, que fue ministro de Educación, para la Alcaldía de Sao Paulo. Igual que Dilma Rousseff en 2012, Haddad nunca antes había disputado una elección, fue un nombre impuesto por Lula al partido contra las aspiraciones de diversos líderes veteranos que querían ser candidatos, durante meses fue considerado un gafe, y venció.
Tercero, que Dilma Rousseff no salió herida de la elección, pero tampoco fortalecida. Su única gran apuesta personal, la candidatura de Patrus Ananias en Belho Horizonte, capital del importante estado de Mina Gerais, fracasó. Pero también participó activamente de la campaña de Haddad en Sao Paulo y de otras victoriosas y sus popularidad permanece alta. Mantiene su condición de favorita para la reelección de 2014.
Cuarto, que el PSB se volvió una de las grandes fuerzas partidarias nacionales de ahora en adelante. Con victorias en importantes plazas como Recife, Fortaleza, Belho Horizonte, Campinas, muchas de ellas contra candidatos del PT apoyados por Lula y Dilma, y en centenas de otras ciudades, es imposible no tenerlo en cuenta al hacer cualquier ecuación política para Brasil de aquí en adelante.
En consecuencia, su líder principal, Eduardo Campos, nieto de Miguel Arraes, legendario líder de izquierda de los años 1950 y 1960, se tornó en potencial candidato a la Presidencia de la República en 2014 o 2018. Joven, respetado por la oposición, bien visto por empresarios y trabajadores, con una buena actuación administrativa en el gobierno de Pernambuco, es la nueva atracción política de Brasil.
Sexta conclusión: a pesar de la aplastante derrota en Sao Paulo, el PSDB de Fernando Henrique Cardoso todavía es la principal bandera de la oposición, por lo menos mientras el PSB no se desligue (como probablemente ocurrirá) de la coalición que sustenta el gobierno de Dilma Rousseff.
Pero el cambio de guardia en el PSDB ya ocurrió: José Serra, que perdió de nuevo contra un pupilo de Lula, no tiene más condiciones políticas ni edad para disputar otra elección para un cargo ejecutivo. El senador y exgobernador de Minas Gerais, Aécio Neves, nieto del primer presidente civil electo después del golpe militar, Tancredo Neves, es ahora el líder indiscutible de la oposición.
En octavo lugar: el PMDB, mayor partido de Brasil en cantidad de alacaldes y concejales, del vicepresidente Michel Temer, perdió prestigio y no consiguió ver elegidos a ninguno de sus candidatos en capitales relevantes, pero sigue siendo una fuerza política considerable.
Noveno: el PSD, partido recién creado por el alcalde de Sao Paulo, Gilberto Kassab, a pesar de la derrota en su propia ciudad, tamnién se transforma en un actor de mayor peso.
Y, en décimo lugar, el PDT, con la elección de sus candidatos en Porto Alegre y Curitiba, ambas en el sur del país, también vuelve a tener una importancia que no tenía desde la muerte de su fundador, Leonel Brizola.
Finalmente una conclusión general fundamental: la derrota de José Serra en Sao Paulo marca probablemente el fin de la era política de los líderes que combatieron la dictadura en el país. A partir de ahora, el palco es de los que se formaron en la política o en los estertores del régimen militar, al inicio de los años 80, cuando muchas garantías democráticas ya habían sido restablecidas, o en el régimen civil inugurado por la elección de Tancredo Neves en 1985.
