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07-05-2004

PANAMÁ EN DÍAS ELECTORALES

Las elecciones presidenciales del pasado domingo 2 de mayo constituyeron la tercera oportunidad consecutiva en que la sociedad panameña eligió presidente en comicios legítimos, tal como ocurriera en 1994 y 1999, y la primera desde que el último contingente de tropas estadounidenses se retirara de territorio panameño luego de la entrega del Canal en diciembre de 1999. En ellas, Martín Torrijos, hijo del general Omar Torrijos y candidato del Partido Revolucionario Democrático (PRD) obtuvo una holgada victoria que lo conduce a la presidencia.
Por Santiago Alles

Las elecciones presidenciales del pasado domingo 2 de mayo constituyeron la tercera oportunidad consecutiva en que la sociedad panameña eligió presidente en comicios legítimos, tal como ocurriera en 1994 y 1999, y la primera desde que el último contingente de tropas estadounidenses se retirara de territorio panameño luego de la entrega del Canal en diciembre de 1999. Ahora bien, el escenario político en el que se llevaron a cabo las elecciones, marcado por la baja estima popular hacia el gobierno de la presidente Mireya Moscoso Rodríguez, colocó en una posición privilegiada a los líderes opositores, los cuales supieron capitalizar la situación.

A la cita electoral en esta ocasión se presentaron cuatro candidatos. Martín Torrijos, hijo del general Omar Torrijos, se presentó como candidato del Partido Revolucionario Democrático (PRD), el cual fue fundado por su padre con inspiración nacionalista y orientación hacia la socialdemocracia internacional. Por su parte, Martín Torrijos construyó su espacio como figura política gracias a su desempeño como viceministro de Gobierno y Justicia del gobierno de Pérez Balladares (1994-1999), puesto del que se retiró para participar como candidato presidencial en la campaña de 1999, en la que cayó derrotado frente a Mireya Moscoso. Sin embargo, en estos años, Torrijos se deshizo de la línea nacional-populista de los años de su padre y enfocó su programa de gobierno en la modernización del Estado con propuestas actuales, de centro y en línea con los lineamientos de los organismos internacionales: apoya el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos y aboga por la necesidad de ampliación del Canal siempre a través de una consulta vía referéndum. El PRD, de centro izquierda, se presentó aliado con el Partido Popular (antigua Democracia Cristiana, de centro), conformando la alianza “Patria Nueva”.

El Partido Arnulfista es controlado con mano de hierro por Mireya Moscoso (viuda de su fundador, Arnulfo Arias), quien escogió a su ministro de Relaciones Exteriores, José Miguel Alemán, entre los tres que aspiraban a ser candidatos presidenciales. En cuanto a la coalición electoral que encabezó el arnulfismo, el Partido Movimiento Liberal Republicano Nacionalista (Molirena) ha sido su aliado desde la campaña que Endara; el otro partido que formó la alianza “Visión de país” fue el Partido Liberal, que hoy tiene poca representatividad pero algunos de sus integrantes manejan sumas de dinero útiles en una campaña presidencial. José Miguel Alemán, quien ya en las encuestas electorales aparecía con sólo un 16% de adhesión, quedó atrapado en la obligación de defender a un gobierno desprestigiado por acusaciones de corrupción.

En este contexto, el principal oponente de Torrijos (máximo favorito) no fue el candidato oficial, sino un ex presidente de origen arnulfista, pero fuertemente enfrentado con Moscoso. Candidato victorioso en las elecciones que anuló Noriega en 1989, Guillermo Endara fue el hombre colocado por los Estados Unidos frente al Ejecutivo luego de la destitución de Noriega y de esa forma permaneció en el cargo entre 1990 y 1994. Sin embargo, se convirtió posteriormente en el gran crítico de la presidente Mireya Moscoso, con graves acusaciones de corrupción, lo que por supuesto derivó en su expulsión del Partido Arnulfista. El cuarto candidato, sin mayores posibilidades (con un 7% en las encuestas), fue Ricardo Martinelli, quién elaboró su discurso como independiente a pesar de haber sido alto funcionario en el gobierno de Pérez-Balladares y también ministro en el gobierno de Moscoso.

A la postre, tal como las encuestas habían anticipado, Torrijos obtuvo un claro triunfo sobre Endara, luego de una campaña electoral cuyo denominador común fue la ausencia de contrastes ideológicos fuertes. Con una asistencia superior al 80% de los casi dos millones de ciudadanos habilitados para votar, la sociedad panameña optó nuevamente por darle su apoyo a un candidato opositor, tal como había ocurrido tanto en las elecciones de 1994 como en las siguientes de 1999, en las que resultaran electos Pérez Balladares y Moscoso, respectivamente. Torrijos logró imponerse con un triunfo holgado del 47.4% de votos sobre su más cercano rival, Guillermo Endara, que alcanzó el 30.9%, demostrando el liderazgo que mantuvo en las encuestas durante los últimos tres años; el candidato oficial no pudo quebrar la barrera de los 20 puntos y apenas obtuvo el apoyo 16.4% del electorado, tal como anticipaban las encuestas. Los observadores internacionales destacaron la transparencia del comicio, el cual se realizó en un marco de alta tranquilidad: “Estamos muy satisfechos. El proceso de votación se ha desarrollado con una alta participación, en orden y sin incidentes mayores que lamentar”, señaló el jefe de observadores de la OEA, Moisés Buenamor.

En cuanto a la elección legislativa realizada también el pasado domingo 2, los resultados obtenidos por el PRD le permitirán gobernar durante los próximos cinco años con un sólido sustento legislativo, luego que alcanzará entre 36 y 40 plazas en el Congreso, a las cuales sumarían otras dos de su principal aliado, el Partido Popular, sobre un total de 78 miembros. Además de la mayoría en la Asamblea Legislativa, el PRD calcula que obtendrán por lo menos 45 alcaldías de un total de 75 que hay en el país, mientras que en el caso de los representantes de corregimiento calculan que les corresponderá por lo menos el 50 por ciento.

Cuando el próximo 1° de septiembre asuma la presidencia, Martín Torrijos deberá hacer frente a importantes desafíos. La situación social es por lo menos difícil, en un país con altas tasas de desempleo (la población desempleada ronda el 14,5%) y en el cual la pobreza es acuciante: un 40% es pobre y un 26% está inmersa en la pobreza extrema. Por otra parte, deberá asumir la resolución de la crisis del sistema jubilatorio (CSS), que pone en riesgo la suerte futura de miles de actuales trabajadores. En tercer lugar, Torrijos deberá revertir la generalizada imagen de corrupción dejada por el gobierno de Moscoso, la cual ha calado hondo en las percepciones de la sociedad panameña, al punto de que muchos analistas esperaban un aumento del abstencionismo (lo que no se produjo) como muestra del malestar social. Finalmente, las obras de ampliación y modernización del Canal constituyen un proyecto que, probablemente, deba ser sometido a consulta popular y, si obtiene tal aval, requerirá de financiamiento internacional. Los desafíos para Torrijos, como queda claro, son muchos.

 

* Para la elaboración de este artículo se han usado como fuentes: El Panamá América y La Prensa, de Panamá; La Nación y Clarín, de Buenos Aires; Nueva Mayoría.com [http://www.nuevamayoria.com].

Santiago Alles
Santiago Alles
Santiago M. Alles es maestrando en Estudios Latinoamericanos (USAL, España) y es licenciado en Ciencias Políticas (UCA, Argentina). Es profesor asistente de "América Latina en la Política Internacional" (UCA).
 
 
 

 
 
 
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