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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
LA PELEA ENTRE KIRCHNER Y DUHALDE: FUE LINDO MIENTRAS DURÓ
Por Carlos Fara
"¿Es inevitable la pelea Kirchner vs. Duhalde? ¿No hay ninguna fórmula de convivencia posible? El presidente no quiere depender de nadie, ni con las mejores intenciones. Al poder bonaerense no le gusta el estilo K, y mucho menos que no le paguen los favores.
Kirchner quiere asegurarse la gobernabilidad sin aceptar presiones o extorsiones (porque la verdad es que el Congreso le ha obedecido hasta el momento sin mayores contratiempos). Aparentemente se quedaría tranquilo negociando lugares en la lista de diputados nacionales de la provincia el año próximo ¿Realmente se dará por satisfecho con eso? Para empezar a modificar la relación de fuerzas necesitaría incluir 8 de 16 legisladores justicialistas con posibilidad de ingresar a la Cámara, y que respondan ciegamente al primer mandatario. ¿8 hacen la diferencia? ¿La gobernabilidad se juega en 8? No ¿el problema son los "impresentables"? Tampoco. Aún cuando Duhalde fuera tan generoso de darle la mitad de la lista -poco esperable- realmente no se aseguraría el control de la situación en diputados. ¿Pero no sería un gesto de poder, que además sentaría un precedente? Sí, pero sería solo un gesto, sin convertirse en una "realidad efectiva" como reza la marcha partidaria. Y los gestos tienen el efecto de estrellas fugaces.
Entonces, si 8 no modifican la relación de fuerzas internas ¿tanto ruido para 8? ¿ó 6, ó 4? Habrá que buscarlos en otro lado. Pero no hay mucho más. Puede presionar a varios gobernadores para que pongan cabezas de lista que le respondan al jefe. Ahí habrá que ver situaciones internas provinciales algo enmarañadas, por un lado, y si los fieles propuestos pueden ganar elecciones. Por otro lado, de los distritos grandes, solo en una Mendoza dividida puede pescar, porque Córdoba y Santa Fe tienen dueños, y esos dueños desconfían absolutamente del presidente.
¿Kirchner no habrá llegado a la conclusión de que tiene que jugar a Cristina, sí o sí? Veamos: en política -como en el ajedrez- se hacen movidas para obligar al adversario a mover fichas importantes y correr riesgos. Si Kirchner mueve a su dama, Duhalde puede verse obligado a presentarse él. El que pierde ahí, muere. El kirchnerismo si pierde por mucho, sale del juego. Si pierde por poco, gana porque parte de cero.
Está claro que el santacruceño no se puede quedar quieto, mostrando solamente un holgado triunfo en su provincia y alguna que otra comarca. Si quiere consolidarse, tiene que mostrar un éxito en las dos vidrieras del país: Capital o provincia de Buenos Aires.
Hacer una apuesta fuerte en los dos distritos y perder, es terrible: se viene la noche. Si la hipótesis provincial no funciona, podría concentrarse en la Ciudad Autónoma, la cual le sonríe más a su gestión que el conurbano. Hoy no queda claro quién encabezaría la lista kirchnerista, pero en cualquier caso, tendría que enfrentarse a dos pesos pesados: Carrió y Macri (si éste no se corre a la provincia). No ganar no es bueno, pero salir tercero ya pasaría de castaño oscuro.
Pero ¿todo se juega en estas maniobras? No, por suerte o por desgracia para el presidente. Todas estas especulaciones no se hacen en el vacío: se formulan en un marco donde el presidente conserva una imagen positiva aceptable -aunque en baja- y siendo el único liderazgo político consolidado popularmente. Duhalde no es tonto: así como están las cosas, si se cae Kirchner, se caen todos. La debilidad asociada es la clave para que se amortigüe el conflicto y prevalezca la negociación.
Sin embargo, todos leen encuestas: si el gobierno en vez de mantenerse en la nueva meseta del 40 %, sigue bajando, nada será una garantía, ya que la masa de los dirigentes actúan como especuladores de bolsa, que huyen frente a balances negativos.
El presidente basó su estrategia, como era lógico, en su fortaleza en la opinión pública. Hoy, ese arma está algo deteriorada, por un lado, y el conflicto permanente desgasta a sus adversarios, pero también a él. Refrescamos nuestros datos: el 60 % cree que los conflictos de Kirchner con sectores del peronismo le puede traer problemas para gobernar, y el 42 % está de acuerdo con los que dicen que el presidente pierde demasiado tiempo peleándose (otro 42 % cree que no es así). Esto significa que los peligros de la conflictividad saltaron de las columnas de los analistas a la calle.
Por primera vez desde que asumió este gobierno, el nivel de pesimismo supera al de optimismo. Demasiado viento. Y sin molinos para aprovecharlo y producir energía."
Carlos Fara es analista político y titular de la consultora Carlos Fara & Asociados.
Carlos FaraSecretarioPresidente de Fara Veggetti desde 1991. Lleva 37 años dedicados a la consultoría política. Se especializa en Opinión Pública, Campañas Electorales y Comunicación de Gobierno. Ha recibido varios premios: entre ellos, el Premio Aristóteles a la Excelencia 2010 en el Dream Team del año, que se compone por los diez mejores consultores a nivel mundial en materia de campañas políticas. Ha participado en más de 200 campañas electorales en Argentina y Latinoamérica. Es ex presidente de la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos (ALaCoP), y fue el primer presidente de la Asociación Argentina de Consultores Políticos (AsACoP). Es presidente de la International Association of Political Consultants (IAPC) 2024-2025. Autor del primer libro en español dedicado íntegramente a la profesión, “¿Cómo ser un consultor político?”, que recibió el Premio de ALaCoP al Mejor Libro 2018.
"¿Es inevitable la pelea Kirchner vs. Duhalde? ¿No hay ninguna fórmula de convivencia posible? El presidente no quiere depender de nadie, ni con las mejores intenciones. Al poder bonaerense no le gusta el estilo K, y mucho menos que no le paguen los favores.
Kirchner quiere asegurarse la gobernabilidad sin aceptar presiones o extorsiones (porque la verdad es que el Congreso le ha obedecido hasta el momento sin mayores contratiempos). Aparentemente se quedaría tranquilo negociando lugares en la lista de diputados nacionales de la provincia el año próximo ¿Realmente se dará por satisfecho con eso? Para empezar a modificar la relación de fuerzas necesitaría incluir 8 de 16 legisladores justicialistas con posibilidad de ingresar a la Cámara, y que respondan ciegamente al primer mandatario. ¿8 hacen la diferencia? ¿La gobernabilidad se juega en 8? No ¿el problema son los "impresentables"? Tampoco. Aún cuando Duhalde fuera tan generoso de darle la mitad de la lista -poco esperable- realmente no se aseguraría el control de la situación en diputados. ¿Pero no sería un gesto de poder, que además sentaría un precedente? Sí, pero sería solo un gesto, sin convertirse en una "realidad efectiva" como reza la marcha partidaria. Y los gestos tienen el efecto de estrellas fugaces.
Entonces, si 8 no modifican la relación de fuerzas internas ¿tanto ruido para 8? ¿ó 6, ó 4? Habrá que buscarlos en otro lado. Pero no hay mucho más. Puede presionar a varios gobernadores para que pongan cabezas de lista que le respondan al jefe. Ahí habrá que ver situaciones internas provinciales algo enmarañadas, por un lado, y si los fieles propuestos pueden ganar elecciones. Por otro lado, de los distritos grandes, solo en una Mendoza dividida puede pescar, porque Córdoba y Santa Fe tienen dueños, y esos dueños desconfían absolutamente del presidente.
¿Kirchner no habrá llegado a la conclusión de que tiene que jugar a Cristina, sí o sí? Veamos: en política -como en el ajedrez- se hacen movidas para obligar al adversario a mover fichas importantes y correr riesgos. Si Kirchner mueve a su dama, Duhalde puede verse obligado a presentarse él. El que pierde ahí, muere. El kirchnerismo si pierde por mucho, sale del juego. Si pierde por poco, gana porque parte de cero.
Está claro que el santacruceño no se puede quedar quieto, mostrando solamente un holgado triunfo en su provincia y alguna que otra comarca. Si quiere consolidarse, tiene que mostrar un éxito en las dos vidrieras del país: Capital o provincia de Buenos Aires.
Hacer una apuesta fuerte en los dos distritos y perder, es terrible: se viene la noche. Si la hipótesis provincial no funciona, podría concentrarse en la Ciudad Autónoma, la cual le sonríe más a su gestión que el conurbano. Hoy no queda claro quién encabezaría la lista kirchnerista, pero en cualquier caso, tendría que enfrentarse a dos pesos pesados: Carrió y Macri (si éste no se corre a la provincia). No ganar no es bueno, pero salir tercero ya pasaría de castaño oscuro.
Pero ¿todo se juega en estas maniobras? No, por suerte o por desgracia para el presidente. Todas estas especulaciones no se hacen en el vacío: se formulan en un marco donde el presidente conserva una imagen positiva aceptable -aunque en baja- y siendo el único liderazgo político consolidado popularmente. Duhalde no es tonto: así como están las cosas, si se cae Kirchner, se caen todos. La debilidad asociada es la clave para que se amortigüe el conflicto y prevalezca la negociación.
Sin embargo, todos leen encuestas: si el gobierno en vez de mantenerse en la nueva meseta del 40 %, sigue bajando, nada será una garantía, ya que la masa de los dirigentes actúan como especuladores de bolsa, que huyen frente a balances negativos.
El presidente basó su estrategia, como era lógico, en su fortaleza en la opinión pública. Hoy, ese arma está algo deteriorada, por un lado, y el conflicto permanente desgasta a sus adversarios, pero también a él. Refrescamos nuestros datos: el 60 % cree que los conflictos de Kirchner con sectores del peronismo le puede traer problemas para gobernar, y el 42 % está de acuerdo con los que dicen que el presidente pierde demasiado tiempo peleándose (otro 42 % cree que no es así). Esto significa que los peligros de la conflictividad saltaron de las columnas de los analistas a la calle.
Por primera vez desde que asumió este gobierno, el nivel de pesimismo supera al de optimismo. Demasiado viento. Y sin molinos para aprovecharlo y producir energía."
Carlos Fara es analista político y titular de la consultora Carlos Fara & Asociados.