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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
Carlos “Chacho” Alvarez comentó el Documento de CADAL ''Las dos renovaciones de la izquierda chilena''
El tema de Chile es muy interesante porque acá en la Argentina se lo conoce poco, se lo estudia poco, siendo la experiencia más exitosa de América Latina y produciendo una especie de milagro en el doble sentido, porque el tema de Chile es muy paradojal. Yo he ido a seminarios internacionales de la familia que podemos denominar progresista y a Chile se lo mira como un miembro más de esta familia. O sea que se ve al proceso chileno como parte de los procesos democráticos progresistas en América Latina. Y por otro lado, ustedes saben que Chile tiene defensores muy fuertes con los que son los factores de poder internacionales: los centros financieros, el llamado neoliberalismo también reivindica el modelo chileno como un modelo exitoso.
El tema de Chile es muy interesante porque acá en la Argentina se lo conoce poco, se lo estudia poco, siendo la experiencia más exitosa de América Latina y produciendo una especie de milagro en el doble sentido, porque el tema de Chile es muy paradojal. Yo he ido a seminarios internacionales de la familia que podemos denominar progresista y a Chile se lo mira como un miembro más de esta familia. O sea que se ve al proceso chileno como parte de los procesos democráticos progresistas en América Latina. Y por otro lado, ustedes saben que Chile tiene defensores muy fuertes con los que son los factores de poder internacionales: los centros financieros, el llamado neoliberalismo también reivindica el modelo chileno como un modelo exitoso. Por eso en Chile se da la paradoja de que hay socialistas avergonzados, a veces, o algunos que se llaman "autocomplacientes", y otros que se llaman "autoflagelantes". O sea, hay una discusión en Chile, en el socialismo, que no se expresa en las políticas pero sí un poco hacia adentro, acerca de cómo asumir esta suerte de contradicción.
Por supuesto que lo que predomina es un sentimiento positivo en todos los que protagonizaron y protagonizan la Concertación. Pero hay, por abajo, entre los dirigentes, en los cuadros medios, en los institutos de pensamiento, hay como todo un debate medio solapado acerca de cómo seguir, cómo definirlo; si esto fue realmente tan exitoso desde el punto de vista de los anhelos del llamado progresismo, sobre todo en el mundo socialista. En el mundo demócrata cristiano quizás la situación sea otra.
En el Documento me parece que hay que ver cosas que tienen que ver con la especificidad chilena, de cómo se renovó la izquierda, qué pasó con la izquierda chilena desde 1973 -o sea desde el golpe de Pinochet hasta ahora- y muchos de los cambios que tuvo la izquierda chilena tuvo que ver con los cambios que en la izquierda latinoamericana, en el PT, en el Frente Amplio, en los ex Tupamaros, que fueron cómo procesando en un mundo cambiante. Sobre todo a partir de la caída del muro de Berlín, cómo las izquierdas, inclusive las violentas, cómo fueron modificando su concepción y cómo fueron modificando estas dos etapas que plantea el trabajo de Pedro Isern.
La primera es la revalorización de la democracia, el sentido estratégico de la democracia, dejando una vieja discusión de los años 60 o 70 que también tuvimos en la Argentina, enfrentando el concepto de democracia formal versus el concepto de democracia real. Eso se discutió en toda la izquierda latinoamericana. Acá lo discutió mucho la izquierda peronista, que fue la expresión de la izquierda en la Argentina porque tuvo cierto arraigo en sectores importantes de la población, que discutía justamente esto: la democracia era simplemente un medio para construir una sociedad que no era capitalista, que era socialista. Acuérdense en Argentina la consigna de distintos sectores del peronismo: "la Patria Socialista versus la Patria Peronista".
Para la derecha Perón por sí mismo encarnaba el modelo de democracia y para la izquierda la democracia era un medio para alcanzar la Patria Socialista y el peronismo era un instrumento, una estación intermedia hacia una etapa superior que podríamos denominar socialista. Entonces en general este proceso de reconocimiento de la democracia como fin en sí mismo, es decir, que la saca de un lugar de los meros procedimientos, de la competencia partidaria, de la competencia por el poder, de la libre competencia por el poder entre partidos. Y la pone en un nivel diferenciado donde ya se la acepta como un fin y no como un medio. Después se discute por supuesto si la democracia es un marco, solamente se reivindican los procedimientos democráticos, pero luego hay otras cuestiones que definen el carácter de la democracia. Esa es otra discusión, pero la discusión que estaba instalada en los 70 y que estaba en la izquierda es: democracia formal-democracia real, y la democracia como la forma de acceder al poder para la revolución socialista.
Esto fue lo que se decía en los 70: la vía pacífica o la vía democrática al socialismo y ahí con la legitimación de la violencia; aunque la izquierda chilena fue menos militarista que la izquierda argentina. Por ejemplo acá en el 79 la existencia del grupo Montoneros en el seno del peronismo y el crecimiento de este grupo fue esta presencia aluvional de los jóvenes en la política en los años 60 y 70 que le dieron a la política argentina, o la política argentina traía, un ingrediente de violencia que no tenía por ejemplo el proceso chileno e inclusive otros procesos como el brasileño.
Y luego esa izquierda que reconoce los 80 y discute las transiciones democráticas como todo el mundo progresista, discute las transiciones democráticas; y luego -sobre todo a partir de la caída del muro de Berlín- empieza a reconocer estas dos cuestiones: en lo político la democracia, y en lo económico, la economía de mercado, como un fenómeno bastante común. Si uno toma América Latina hoy, son muy pocos los sectores, y muy minoritarios, los sectores que están planteando la misma lógica que se planteaba en los 70 y 80.
¿Cuál es la diferencia que tuvimos en el proceso chileno-argentino muy importante, que lo marca Pedro en el trabajo y que tiene que ver con una modificación de la concepción de esa izquierda chilena? El exilio. Acá en realidad se aniquiló a una parte importante de la juventud que era la parte de la generación muy politizada con mucho compromiso; no hubo oportunidad de ir a actualizarse, no hubo el exilio que tuvieron los principales dirigentes chilenos. La dictadura argentina en ese sentido tuvo un doble aspecto, un nivel de perversidad y crueldad que la marca mucho: lo fue en el plano económico, fue aniquilante en el plano económico en algún sentido, a diferencia de la chilena que generó un proceso económico "exitoso" que después la Concertación está como obligada a aceptar lo que una importante cantidad de chilenos consideraban como un proceso positivo; y por otro lado el nivel de represión, el nivel de terrorismo de Estado como pasó también con la dictadura brasileña, tuvo magnitudes distintas.
Si les interesa el tema va a salir un libro muy interesante de dos tomos que se llama "Memorias de la Izquierda Chilena" de Jorge Arrate, que es uno de los protagonistas más fuertes de la historia chilena (fue embajador de Chile en Argentina hasta hace poco tiempo) y Patricio Rojas, que también trabaja en la cancillería chilena. Hicieron un libro muy objetivo, un relato en dos tomos desde el nacimiento hasta la actualidad de las memorias de la izquierda chilena, dos tomos muy interesantes para comprender este proceso. Y ahí marcan bien: hubo torturas, represiones, muertes, pero gran parte de la dirigencia que vemos hoy en el gobierno de Chile, los principales nombres, el embajador hoy en la argentina, amigo mío, Lucho Maira, era uno de los más importantes dirigentes de la izquierda chilena; el embajador anterior, Juan Gabriel Valdez, hijo de un importante dirigente de la Democracia Cristiana. Insulza, Ominami, Gasmuri, la dirigencia socialista chilena; Ricardo Nuñez que estuvo exiliado en Francia con Ominami, esa dirigencia que hoy está en el gobierno eran los jóvenes revolucionarios del 73, los que pensaban al socialismo y pensaban a la violencia como un medio legítimo para construir la sociedad socialista.
Nosotros no tenemos una fuerza política donde los dirigentes se hayan reciclado, hayan comprendido la evolución, replanteado sus visiones y que hayan hecho este proceso que se plantea en el esquema de trabajo de Pedro: esta doble aceptación de por un lado la democracia y por el otro la economía de mercado.
Algunas cuestiones que marcaron mucho este cambio en la izquierda chilena y le agrego a lo que planteaba Pedro y lo que plantea el trabajo. Después de la crisis y del golpe de Pinochet, ahí se abren dos interpretaciones: una minoritaria, que es "nos tendríamos que haber armado", sobre todo la del MIR, algunos sectores del partido Comunista que dicen "perdimos por poco revolucionarios, perdimos porque sabíamos que la derecha iba a enfrentarnos militarmente y nosotros no nos preparamos para esa batalla"; y los sectores que son mayoritarios en los partidos de izquierda que plantean como uno de los principales errores el exceso de militarismo y haberle exigido al gobierno democrático cosas que no estaba en condiciones de hacer. O sea, haber sido maximalistas y otra no haber sido lo suficientemente democráticos, es decir que, en esta cuestión de la profundización o de la radicalidad de la reforma no sabían si eran lo suficientemente democráticos que debían ser.
Entonces hay dos interpretaciones y la que va siendo hegemónica en ese proceso es la que hace el cuestionamiento del izquierdismo, que se generó una presión de la izquierda sobre el gobierno de Allende que lo que hizo fue ayudar a constituir el bloque político, militar y social que termina con la experiencia del gobierno del Allende. Al margen de los errores económicos que también se reconocen del impacto de algunas medidas del gobierno de Allende. Sobre todo, cuestionan mucho, por ejemplo, una izquierda tomando oficinas populares, es decir presionando al gobierno, pensando que la movilización del activismo era la garantía de la profundización del proceso revolucionario.
Primer cambio que hace la izquierda chilena es pasar a ser de una izquierda leninista a una izquierda gramsciana. ¿Qué quiero decir con esto? El socialismo chileno y la izquierda chilena en general fue básicamente leninista, ubicada en el pensamiento marxista-leninista y cuando hace el análisis, la autocrítica o la derrota, en Chile por el año 75, 76 se descubre a Gramsci. Ahí es interesante porque este libro cuenta las primeras reuniones cuando la izquierda redescubre el pensamiento gramsciano, que era un pensamiento que no tenía que ver con el militarismo, ni con las visiones más verticalistas del leninismo; sino que tenían que ver más con la visión de hegemonía, entonces la construcción de hegemonía. Si hay que construir una hegemonía y hay que construir un bloque histórico para gobernar las transformaciones y sobre todo la hegemonía cultural sobre una sociedad, ahí se abre el capítulo de reconocer a sectores de la democracia cristiana como interlocutores, o por lo menos como sujetos políticos para reconstruir una idea de bloque histórico en Chile. Sobre todo porque en la Democracia Cristiana de izquierda, está Tominski, y otros dirigentes de izquierda de la Democracia Cristiana en el proceso posterior a la caída de Allende que también hace un proceso autocrítico. Pero se va produciendo una suerte de acercamiento donde la izquierda hace una reconversión más gramsciana y parte de la izquierda demócrata cristiana cuestiona a la Democracia Cristiana el haber participado del golpe.
Entonces se va produciendo un acercamiento, y después está el tema de los intelectuales que se reúnen en FLACSO, que es un tema bastante importante. Ha estado entre ellos Eugenio Tironi, que lo convocó CADAL en el seminario que hicieron en la UCA, sobre la experiencia chilena, está Enrique Correa, Tomás Mulian, José Luis Retón , es decir, hay un conjunto de intelectuales que ayudan a ver este tema de las transformaciones de la izquierda en el sentido de la aceptación de la democracia.
Y por supuesto el llamado Grupo Suizo que es un grupo en el que sobre todo tiene mucha influencia Ricardo Lagos, que desde afuera -y ahí está lo que plantea Pedro en el trabajo- ven a este mundo que se va transformando. Estamos hablando de un mundo que ve transformaciones socialdemócratas, ven la imposibilidad de la vía socialista, y entonces empiezan a transformar su pensamiento en una suerte de socialdemocracia pero con un sesgo fuertemente estatista. O sea, abandonan la idea de dejar de cambio del modo de producción capitalista por un modo de producción socialista hacia una mirada donde se acepta el capitalismo pero se hace mucho hincapié en un capitalismo de Estado, un capitalismo estatal.
Así, no es el Lagos que ya proponía la socialización de los medios de producción, o la estatización de los medios de producción, sino que siguen pensando un modelo económico muy centrado alrededor del papel del Estado, pero reconociendo como central la lucha por la democracia como fin, ya no como un medio.
Y luego lo que se va produciendo en el interior de la sociedad chilena que es, ya directamente el pasaje de la Democracia Cristiana como una fuerza opositora a Pinochet y el bloque anti-Pinochet que plantea distintas estrategias para recuperar la democracia en Chile.
Y el otro tema que es fundamental y que está muy ligado a esto, es el fracaso de las estrategias de combate a Pinochet, lo que lleva a lo que llamaron una negociación no rupturista, no de ruptura. Por eso luego Chile con una suerte de democracia tutelada con Pinochet, comandante en Jefe del Ejército, con los nueve senadores elegidos a dedo -eso es parte de que a diferencia de Argentina, que nosotros recuperamos la democracia con el derrumbe militar después de Malvinas- en Chile hay una democracia pactada. No se produce por ruptura, sino que se produce por acuerdo y eso es lo que cambia también la fisonomía de la izquierda chilena porque ahí también quedan más marginalizados los sectores más radicalizados que son críticos a la idea del pacto, pero la mayoría de los principales dirigentes de izquierda chilena plantea como salida democrática el acuerdo con Pinochet y arman entonces, primero una alianza hasta llegar a la Concertación de los Partidos con la Democracia. Antes arman para presentarse en el plebiscito un partido instrumental que es el PPD, Partido por la Democracia cuyo titular es el actual Presidente de Chile, Ricardo Lagos; partido instrumental, partido paraguas para enfrentar el plebiscito. Pero eso es producto de que ya se había acordado entre los principales dirigentes de la izquierda chilena que la única forma de recuperar la democracia en Chile, era negociando con el Poder Militar. ¿Por qué? Porque habían fracasado los métodos de enfrentamiento al poder militar y porque la dictadura militar tenía una base de apoyo importante. Tanto es así que en el plebiscito Pinochet saca el 42 por ciento de los votos, en el 88. En el plebiscito que gana la Concertación de si Pinochet tenía que continuar o no, Pinochet saca 42 por ciento de los votos, mostrando un nivel de acompañamiento importante a la dictadura que luego se va a ver en el acompañamiento de los partidos herederos del pinochetismo: la derecha chilena que mantiene un 30 por ciento del electorado cautivo porque su peso es muy fuerte.
Aparte la dictadura chilena tuvo económicamente dos impactos. Tuvo la crisis del 82 que fue un poquito como la crisis argentina, más atenuada, pero tuvo desempleos del 24 por ciento, caídas del producto bruto del 14 por ciento. O sea que en el 82, 83 la dictadura de Pinochet tiene una crisis económica espectacular. Luego la propia dictadura empieza a utilizar algunos instrumentos de la economía que no son necesariamente ortodoxos, son heterodoxos, y tiene una etapa de despegue económico importante.
Ahí la reconversión ideológica de esa izquierda se da de la mano también con un proceso económico que no estaba impugnado por el conjunto de la sociedad, a diferencia de lo que fue la dictadura militar en Argentina, y por eso también no tiene la cultura de los presidentes que se sienten fundadores, que con ellos empieza la historia. Porque es como que ese proceso que ya viene con parte de la reforma agraria de Frei (padre) y de la época de Alessandri y en muchas industrias en las que hoy es muy competitivo Chile, se empieza a trabajar en la década del 60. Ahí hay necesariamente continuidades. Entonces coinciden la caída del Muro de Berlín, la estructura política de la izquierda y también la propia realidad chilena que muestra un proceso económico que no tiene el nivel de legitimación o de impugnación social que tuvo por ejemplo el proceso militar argentino.
Yo creo que ahí hay una izquierda que trata de parecerse a las socialdemocracias europeas. Es decir, de asociar la idea democrática a la idea de la economía de mercado con una política que garantice la continuidad del crecimiento de Chile pero donde la Concertación le tiene que agregar a eso equidad, más eficacia, más compromiso en el combate a la pobreza y rediseñar presupuestos poniendo, por ejemplo, énfasis en las políticas sociales y en la política educativa que es donde las marcas de la Concertación respecto a la política de Pinochet se ve claramente. Es decir, la eficacia en el combate a la pobreza: bajaron muchísimo los niveles de pobreza en Chile, y si uno ve las cifras asignadas al presupuesto educativo durante el período de la Concertación respecto a períodos anteriores, es abismal y hay una diferencia grande.
Por supuesto que esa izquierda discutió y tiene los mismo problemas que existen en América Latina, que lo tiene el PT, que es: ¿qué es ser la izquierda hoy? En el sentido de qué significa ser de izquierda hoy, cuáles son las notas que identifican esa izquierda cuando ya no está esa polarización, cuando terminan los relatos ideológicos, cuando no hay visiones totalizadoras enfrentadas o visiones totalizantes enfrentadas. Bueno, ¿cuál es el rol de la izquierda en América Latina y cuáles son las notas de identidad de esa izquierda?
No está el sujeto central de la lucha revolucionaria que es la clase obrera. Ya no existen esos grandes relatos históricos que le daban densidad y consistencia ideológica a los procesos de cambio, no hay un desafío ideológico a la hegemonía del mundo capitalista, así que eso produce una suerte de crisis de identidad que es lo que les manifestaba al principio que se ve en varios planos.
Hay un trabajo muy interesante que hace para el PNUD, de Lechner, que es un trabajo cultural, un trabajo sobre cuánto impactó el éxito del proceso de modernización chilena y el éxito del llamado modelo chileno en los años de la Concertación. ¿Cuánto impactó en las subjetividades, en lo cultural? Y es realmente muy crítico y muy pesimista. Yo les preguntaba a los chilenos el otro día y les decía: "el trabajo del Lechner, a los socialistas, ¿ustedes lo sienten así?" Porque dice que la modernización chilena es una modernización con un carácter muy tecnocrática, que no penetró en la conciencia profunda de los chilenos. Por eso es bastante provocativo, bastante interesante y se los recomiendo para leer.
Y otro libro que también les recomiendo, que no está acá pero se puede pedir, se puede conseguir, es un libro que se llama "Animales Políticos", un diálogo del Senador Ominami, socialista, con su hijo, que es mucho más joven, que muestra dos visiones muy distintas de un profesional de la política, Ominami -un hombre que hace diez años que es socialista, que fue ministro de Economía de Aylwin- y un joven de unos veinticinco, treinta años, que tiene una visión muy crítica sobre lo que pasa en Chile.
Esa tensión está absolutamente presente sobre todo en el mundo de la izquierda, no creo que esto se de en el mundo de la Democracia Cristiana. Luego no tiene forma de materializarse o de vehiculizarse en las políticas públicas, pero los socialistas chilenos no son hombres absolutamente orgullosos de ese proceso, lo viven -algunos- culposos.
Y termino planteando que justamente la última etapa, hace cuatro o cinco años, se dieron en el mundo de la izquierda, en el mundo socialista sobre todo, dos corrientes que tuvieron su fundación mediante sendos documentos. En uno estaba inclusive la firma de Insulza, con una palabra aquí de moda, "transversal" el documento, porque firmaban Demócratas Cristianos y firmaban socialistas o el PPD. Y uno de los documentos era una reivindicación más acrítica del proceso y se llamaron los autocomplacientes. Este documento contesta a otro documento que firma gente del gobierno, socialista, está Ominami, está Gasmuri -creo que Lucho Maira está en ese segundo documento que los llamaron los autoflagelantes- los otros les pusieron los autoflagelantes, porque eran los sectores que no veían, que eran más críticos, o están más dispuestos a mirar lo negativo que a mirar los avances que había producido Chile.
Las diferencias con Argentina son obvias, porque acá el peronismo es un sistema en sí mismo, entonces al ser un sistema en sí mismo desarrolló lo que podría ser la derecha pinochetista y desarrolla lo que puede ser algo parecido, o que se quiere parecer a la Concertación chilena. De hecho Cristina de Kirchner ha estado en Chile discutiendo con los socialistas y los socialistas vinieron a discutir acá, pero se da una paradoja o se da una cosa muy rara. Los socialistas no reconocen como parte de su familia a nivel internacional al Partido Justicialista. Acordémonos que Menem lo quería incorporar al Partido Justicialista en la Internacional Liberal y lo incorporó en la Internacional Demócrata Cristiana. Y entonces pueden entenderlo, los chilenos son los que más entienden las complejidades del peronismo, las ambigüedades y las complejidades pero no lo reconocen parte de su familia. Porque los amigos de los socialistas son el PSP, la gente de Rosario, el partido socialista y era el Frente (Frepaso); éramos nosotros los interlocutores naturales de ellos. Pero reconocen por ejemplo que el interlocutor hoy es el Presidente, es Kirchner, es Cristina Kirchner. En el seminario también estuvo el ministro de Educación Filmus, participaron varios funcionarios del gobierno, pero no así del partido, ni siquiera los presidentes de los bloques. Mientras que de ellos iba gente del partido, acá participaron funcionarios tanto en Chile como en Argentina.
Acá qué pasa. Que el sistema político argentino se desarrolló sobre dos partidos, que para decirlo simplificadamente, podríamos decir que son dos partidos de base populista. Cuando decimos populistas queremos decir con ideologías más difusas, con partidos, sobre todo el justicialismo, con plataforma movimientista. Entonces ellos tienen una tradición más ideológica y tienen un sistema político que se emparenta más con los sistemas que funcionan en los países desarrollados. Entonces uno puede reconocer un bipolarismo, les puede reconocer una centro-derecha y puede reconocer una centro-izquierda.
En todos los lugares del mundo y en América Latina centro-derecha y centro-izquierda, o ese bipolarismo, se tocan en muchos aspectos. Hoy por ejemplo la derecha chilena está reconociendo que hay un problema de distribución del ingreso porque toma ese problema como un problema propio. Los socialistas lo ven como un avance que la derecha hable de los desafíos que tiene el futuro gobierno de Chile, es el tema de la distribución del ingreso.
En Brasil vemos un bipolarismo con partidos, digamos, de centro, centro-izquierda, el Partido de Cardoso que es un partido que está en la Internacional Socialista y que su propio nombre lo define como socialdemócrata y que no es un partido típicamente de derecha aunque para gobernar hizo una alianza con un partido de derecha: el PPL. Y el Partido de Lula que viene de la izquierda más intransigente, más dura, más radicalizada y que luego ha hecho este proceso muy parecido al proceso de las transformaciones de la izquierda chilena.
Así que bueno, creo que el trabajo es bueno, creo que habría que profundizar el tema de los consensos. Una nota con el tema. Creo que en Argentina es bastante superficial el debate sobre los consensos. Sobre los consensos y sobre la construcción de políticas de Estado. Se habla genéricamente de esa necesidad pero no se explicita en forma más rigurosa en qué lugar se dieron y cómo se dieron esos consensos.
En el caso se Chile hay todo un proceso que Pedro enuncia bien. ¿Por qué se unen dos partidos que habían estado trágicamente enfrentados? La Democracia Cristiana había contribuido al golpe de estado de Pinochet y esos dos partidos terminan poniendo a Patricio Aylwin y terminan gobernando. Partidos que se habían enfrentado en torneos electorales, se habían enfrentado en nada más y nada menos que la caída del gobierno de Allende. Un enfrentamiento muy duro. Eso se explica porque está Pinochet. Luego ellos desarrollaron una cultura política que muchos creían que sacado Pinochet del medio, o corrido Pinochet del escenario político, la Concertación corría el riesgo de partirse porque el elemento que lo aglutina, el cemento aglutinante de la Concertación es una democracia tutelada, con el pinochetismo activo y con Pinochet teniendo un nivel de aceptación en la sociedad chilena importante. Eso es uno de los elementos que mantiene muy amalgamada a la Concertación.
Para haber políticas de Estado, a veces, tiene que haber una especie de "amenaza externa", un elemento que te lleve a la aglutinación y de ahí, desarrollar una cultura política del acuerdo del diálogo, de la cooperación, de la Concertación. Por supuesto, de otra manera, sin amenaza interna, tiene que surgir de la propia capacidad de la clase dirigente de plantearle un país, como puede ser el caso de Argentina, un horizonte de más certidumbre, de más mediano plazo, acordando algunas cuestiones que hay que definir: cuáles y cómo se acuerdan esas cuestiones, cómo se construye una cultura que pueda resolver la tensión entre la cooperación y la competencia, que es muy difícil de resolver. Porque por supuesto, los partidos que cooperan con los oficialismos pierden identidad porque son corridos por otros partidos que no acuerdan, los acusan de pactistas a esos partidos y entonces la cultura de acordar es una cultura de entregar parte de la identidad. Hoy en la Argentina está muy asociado a lo espúreo, al negocio por debajo de la mesa, al Pacto de Olivos. O sea, el pacto, el acuerdo, acá tiene una connotación negativa, pero luego está el Pacto de la Moncloa: es claro que si es reproducido en la Argentina porque significó que el socialismo español se comprometió a no investigar nada de lo que habían sido los crímenes franquistas, ¿imagínense si eso puede funcionar en la Argentina? Cualquiera que dice "políticas de estado, tenemos que juntarnos como en España y hacer un gran Pacto de la Moncloa" y realmente no hicieron un Pacto de la Moncloa porque se van a dar cuenta inmediatamente que no es el Pacto de la Moncloa.
Luego está el ejemplo de Irlanda, que es un ejemplo interesante, donde hay un Consejo Económico social, tiene un plan económico trienal, acuerdan, pero ¿qué pasa? Hay una diferencia, tiene actores que están legitimados, actores con un nivel alto de legitimación en la sociedad. Acá tenemos una crisis de representatividad en la dirigencia, en todos los niveles muy grandes. O sea que la dirigencia no tiene ese acuerdo corporativo que en la Argentina no es de lo más simpático a los ojos de la sociedad.
Yo creo que hay que trabajar mucho, sería bueno hacer un seminario y esto lo podemos inclusive hacer juntos y avanzar, en los ejemplos de políticas de estado. En Chile, por ejemplo, ¿por qué está obligada la Concertación a hacer políticas de estado en algunos temas? Porque no tiene la mayoría en el Senado, no le votaban las leyes. Pero sí llegan a un acuerdo en que la derecha hizo el cálculo costo beneficio y votó hacer un fondo especial para combate a la pobreza subiendo los impuestos al principio del gobierno de la Concertación. Yo lo llevé a un programa de televisión a Lucho Maira para que me explique en qué consistieron las políticas de estado en Chile, y él refiere algunos acuerdos concretos parlamentarios sobre algunos temas, básicamente forzados porque el gobierno de la Concertación no tiene mayoría en el Senado y los acuerdos básicamente pasan por consensos parlamentarios. No es que en Chile hicieron una gran convocatoria a todos los partidos, marcaron una agenda, marcaron temas y dijeron en esto pensamos lo mismo, y luego un proceso económico que, como dije anteriormente, va generando los límites de la cancha, va marcando un terreno del que nadie le conviene moverse porque ese proceso se ha demostrado exitoso. Pero tampoco porque se juntaron los dos partidos y dijeron "nosotros seguimos con este modelo económico". Eso se fue desarrollando a partir de que la economía chilena se fue demostrando exitosa y que era un costo altísimo intentar cambiar o salir de ese esquema, sino que había que agregar otras cosas, había que mejorar.
Ahora hay un trabajo de los chilenos, un trabajo de sectores del socialismo chileno que plantea la necesidad de darle más competitividad a la economía chilena. Plantean si al modelo chileno hay que cargarlo y energizarlo en cuanto a diversificar más las exportaciones, mejorar la competitividad de la economía, cómo incorporar tecnología al proceso productivo. Muchos de los temas de la agenda que tenemos nosotros, los tienen ellos, pero creo que es un proceso muy interesante y creo que es un buen aporte que sirve para la discusión. Pero me parece que es muy difícil extrapolar la experiencia de ellos al tema nuestro por la diferencia de sistema político, la diferencia de los partidos. Allá tienen partidos que existen y que no tienen la crisis de legitimidad que tenemos acá. Es decir, Argentina no construyó una derecha liberal democrática, la está empezando a construir; no tiene un bipolarismo centro-izquierda, centro-derecha, sino el peronismo que en una época va para la derecha y otra va para la izquierda, los mismos que privatizaron YPF, votan a ENARSA. Es un proceso complicado, difícil.
Carlos ''Chacho'' Alvarez
El tema de Chile es muy interesante porque acá en la Argentina se lo conoce poco, se lo estudia poco, siendo la experiencia más exitosa de América Latina y produciendo una especie de milagro en el doble sentido, porque el tema de Chile es muy paradojal. Yo he ido a seminarios internacionales de la familia que podemos denominar progresista y a Chile se lo mira como un miembro más de esta familia. O sea que se ve al proceso chileno como parte de los procesos democráticos progresistas en América Latina. Y por otro lado, ustedes saben que Chile tiene defensores muy fuertes con los que son los factores de poder internacionales: los centros financieros, el llamado neoliberalismo también reivindica el modelo chileno como un modelo exitoso. Por eso en Chile se da la paradoja de que hay socialistas avergonzados, a veces, o algunos que se llaman "autocomplacientes", y otros que se llaman "autoflagelantes". O sea, hay una discusión en Chile, en el socialismo, que no se expresa en las políticas pero sí un poco hacia adentro, acerca de cómo asumir esta suerte de contradicción.
Por supuesto que lo que predomina es un sentimiento positivo en todos los que protagonizaron y protagonizan la Concertación. Pero hay, por abajo, entre los dirigentes, en los cuadros medios, en los institutos de pensamiento, hay como todo un debate medio solapado acerca de cómo seguir, cómo definirlo; si esto fue realmente tan exitoso desde el punto de vista de los anhelos del llamado progresismo, sobre todo en el mundo socialista. En el mundo demócrata cristiano quizás la situación sea otra.
En el Documento me parece que hay que ver cosas que tienen que ver con la especificidad chilena, de cómo se renovó la izquierda, qué pasó con la izquierda chilena desde 1973 -o sea desde el golpe de Pinochet hasta ahora- y muchos de los cambios que tuvo la izquierda chilena tuvo que ver con los cambios que en la izquierda latinoamericana, en el PT, en el Frente Amplio, en los ex Tupamaros, que fueron cómo procesando en un mundo cambiante. Sobre todo a partir de la caída del muro de Berlín, cómo las izquierdas, inclusive las violentas, cómo fueron modificando su concepción y cómo fueron modificando estas dos etapas que plantea el trabajo de Pedro Isern.
La primera es la revalorización de la democracia, el sentido estratégico de la democracia, dejando una vieja discusión de los años 60 o 70 que también tuvimos en la Argentina, enfrentando el concepto de democracia formal versus el concepto de democracia real. Eso se discutió en toda la izquierda latinoamericana. Acá lo discutió mucho la izquierda peronista, que fue la expresión de la izquierda en la Argentina porque tuvo cierto arraigo en sectores importantes de la población, que discutía justamente esto: la democracia era simplemente un medio para construir una sociedad que no era capitalista, que era socialista. Acuérdense en Argentina la consigna de distintos sectores del peronismo: "la Patria Socialista versus la Patria Peronista".
Para la derecha Perón por sí mismo encarnaba el modelo de democracia y para la izquierda la democracia era un medio para alcanzar la Patria Socialista y el peronismo era un instrumento, una estación intermedia hacia una etapa superior que podríamos denominar socialista. Entonces en general este proceso de reconocimiento de la democracia como fin en sí mismo, es decir, que la saca de un lugar de los meros procedimientos, de la competencia partidaria, de la competencia por el poder, de la libre competencia por el poder entre partidos. Y la pone en un nivel diferenciado donde ya se la acepta como un fin y no como un medio. Después se discute por supuesto si la democracia es un marco, solamente se reivindican los procedimientos democráticos, pero luego hay otras cuestiones que definen el carácter de la democracia. Esa es otra discusión, pero la discusión que estaba instalada en los 70 y que estaba en la izquierda es: democracia formal-democracia real, y la democracia como la forma de acceder al poder para la revolución socialista.
Esto fue lo que se decía en los 70: la vía pacífica o la vía democrática al socialismo y ahí con la legitimación de la violencia; aunque la izquierda chilena fue menos militarista que la izquierda argentina. Por ejemplo acá en el 79 la existencia del grupo Montoneros en el seno del peronismo y el crecimiento de este grupo fue esta presencia aluvional de los jóvenes en la política en los años 60 y 70 que le dieron a la política argentina, o la política argentina traía, un ingrediente de violencia que no tenía por ejemplo el proceso chileno e inclusive otros procesos como el brasileño.
Y luego esa izquierda que reconoce los 80 y discute las transiciones democráticas como todo el mundo progresista, discute las transiciones democráticas; y luego -sobre todo a partir de la caída del muro de Berlín- empieza a reconocer estas dos cuestiones: en lo político la democracia, y en lo económico, la economía de mercado, como un fenómeno bastante común. Si uno toma América Latina hoy, son muy pocos los sectores, y muy minoritarios, los sectores que están planteando la misma lógica que se planteaba en los 70 y 80.
¿Cuál es la diferencia que tuvimos en el proceso chileno-argentino muy importante, que lo marca Pedro en el trabajo y que tiene que ver con una modificación de la concepción de esa izquierda chilena? El exilio. Acá en realidad se aniquiló a una parte importante de la juventud que era la parte de la generación muy politizada con mucho compromiso; no hubo oportunidad de ir a actualizarse, no hubo el exilio que tuvieron los principales dirigentes chilenos. La dictadura argentina en ese sentido tuvo un doble aspecto, un nivel de perversidad y crueldad que la marca mucho: lo fue en el plano económico, fue aniquilante en el plano económico en algún sentido, a diferencia de la chilena que generó un proceso económico "exitoso" que después la Concertación está como obligada a aceptar lo que una importante cantidad de chilenos consideraban como un proceso positivo; y por otro lado el nivel de represión, el nivel de terrorismo de Estado como pasó también con la dictadura brasileña, tuvo magnitudes distintas.
Si les interesa el tema va a salir un libro muy interesante de dos tomos que se llama "Memorias de la Izquierda Chilena" de Jorge Arrate, que es uno de los protagonistas más fuertes de la historia chilena (fue embajador de Chile en Argentina hasta hace poco tiempo) y Patricio Rojas, que también trabaja en la cancillería chilena. Hicieron un libro muy objetivo, un relato en dos tomos desde el nacimiento hasta la actualidad de las memorias de la izquierda chilena, dos tomos muy interesantes para comprender este proceso. Y ahí marcan bien: hubo torturas, represiones, muertes, pero gran parte de la dirigencia que vemos hoy en el gobierno de Chile, los principales nombres, el embajador hoy en la argentina, amigo mío, Lucho Maira, era uno de los más importantes dirigentes de la izquierda chilena; el embajador anterior, Juan Gabriel Valdez, hijo de un importante dirigente de la Democracia Cristiana. Insulza, Ominami, Gasmuri, la dirigencia socialista chilena; Ricardo Nuñez que estuvo exiliado en Francia con Ominami, esa dirigencia que hoy está en el gobierno eran los jóvenes revolucionarios del 73, los que pensaban al socialismo y pensaban a la violencia como un medio legítimo para construir la sociedad socialista.
Nosotros no tenemos una fuerza política donde los dirigentes se hayan reciclado, hayan comprendido la evolución, replanteado sus visiones y que hayan hecho este proceso que se plantea en el esquema de trabajo de Pedro: esta doble aceptación de por un lado la democracia y por el otro la economía de mercado.
Algunas cuestiones que marcaron mucho este cambio en la izquierda chilena y le agrego a lo que planteaba Pedro y lo que plantea el trabajo. Después de la crisis y del golpe de Pinochet, ahí se abren dos interpretaciones: una minoritaria, que es "nos tendríamos que haber armado", sobre todo la del MIR, algunos sectores del partido Comunista que dicen "perdimos por poco revolucionarios, perdimos porque sabíamos que la derecha iba a enfrentarnos militarmente y nosotros no nos preparamos para esa batalla"; y los sectores que son mayoritarios en los partidos de izquierda que plantean como uno de los principales errores el exceso de militarismo y haberle exigido al gobierno democrático cosas que no estaba en condiciones de hacer. O sea, haber sido maximalistas y otra no haber sido lo suficientemente democráticos, es decir que, en esta cuestión de la profundización o de la radicalidad de la reforma no sabían si eran lo suficientemente democráticos que debían ser.
Entonces hay dos interpretaciones y la que va siendo hegemónica en ese proceso es la que hace el cuestionamiento del izquierdismo, que se generó una presión de la izquierda sobre el gobierno de Allende que lo que hizo fue ayudar a constituir el bloque político, militar y social que termina con la experiencia del gobierno del Allende. Al margen de los errores económicos que también se reconocen del impacto de algunas medidas del gobierno de Allende. Sobre todo, cuestionan mucho, por ejemplo, una izquierda tomando oficinas populares, es decir presionando al gobierno, pensando que la movilización del activismo era la garantía de la profundización del proceso revolucionario.
Primer cambio que hace la izquierda chilena es pasar a ser de una izquierda leninista a una izquierda gramsciana. ¿Qué quiero decir con esto? El socialismo chileno y la izquierda chilena en general fue básicamente leninista, ubicada en el pensamiento marxista-leninista y cuando hace el análisis, la autocrítica o la derrota, en Chile por el año 75, 76 se descubre a Gramsci. Ahí es interesante porque este libro cuenta las primeras reuniones cuando la izquierda redescubre el pensamiento gramsciano, que era un pensamiento que no tenía que ver con el militarismo, ni con las visiones más verticalistas del leninismo; sino que tenían que ver más con la visión de hegemonía, entonces la construcción de hegemonía. Si hay que construir una hegemonía y hay que construir un bloque histórico para gobernar las transformaciones y sobre todo la hegemonía cultural sobre una sociedad, ahí se abre el capítulo de reconocer a sectores de la democracia cristiana como interlocutores, o por lo menos como sujetos políticos para reconstruir una idea de bloque histórico en Chile. Sobre todo porque en la Democracia Cristiana de izquierda, está Tominski, y otros dirigentes de izquierda de la Democracia Cristiana en el proceso posterior a la caída de Allende que también hace un proceso autocrítico. Pero se va produciendo una suerte de acercamiento donde la izquierda hace una reconversión más gramsciana y parte de la izquierda demócrata cristiana cuestiona a la Democracia Cristiana el haber participado del golpe.
Entonces se va produciendo un acercamiento, y después está el tema de los intelectuales que se reúnen en FLACSO, que es un tema bastante importante. Ha estado entre ellos Eugenio Tironi, que lo convocó CADAL en el seminario que hicieron en la UCA, sobre la experiencia chilena, está Enrique Correa, Tomás Mulian, José Luis Retón , es decir, hay un conjunto de intelectuales que ayudan a ver este tema de las transformaciones de la izquierda en el sentido de la aceptación de la democracia.
Y por supuesto el llamado Grupo Suizo que es un grupo en el que sobre todo tiene mucha influencia Ricardo Lagos, que desde afuera -y ahí está lo que plantea Pedro en el trabajo- ven a este mundo que se va transformando. Estamos hablando de un mundo que ve transformaciones socialdemócratas, ven la imposibilidad de la vía socialista, y entonces empiezan a transformar su pensamiento en una suerte de socialdemocracia pero con un sesgo fuertemente estatista. O sea, abandonan la idea de dejar de cambio del modo de producción capitalista por un modo de producción socialista hacia una mirada donde se acepta el capitalismo pero se hace mucho hincapié en un capitalismo de Estado, un capitalismo estatal.
Así, no es el Lagos que ya proponía la socialización de los medios de producción, o la estatización de los medios de producción, sino que siguen pensando un modelo económico muy centrado alrededor del papel del Estado, pero reconociendo como central la lucha por la democracia como fin, ya no como un medio.
Y luego lo que se va produciendo en el interior de la sociedad chilena que es, ya directamente el pasaje de la Democracia Cristiana como una fuerza opositora a Pinochet y el bloque anti-Pinochet que plantea distintas estrategias para recuperar la democracia en Chile.
Y el otro tema que es fundamental y que está muy ligado a esto, es el fracaso de las estrategias de combate a Pinochet, lo que lleva a lo que llamaron una negociación no rupturista, no de ruptura. Por eso luego Chile con una suerte de democracia tutelada con Pinochet, comandante en Jefe del Ejército, con los nueve senadores elegidos a dedo -eso es parte de que a diferencia de Argentina, que nosotros recuperamos la democracia con el derrumbe militar después de Malvinas- en Chile hay una democracia pactada. No se produce por ruptura, sino que se produce por acuerdo y eso es lo que cambia también la fisonomía de la izquierda chilena porque ahí también quedan más marginalizados los sectores más radicalizados que son críticos a la idea del pacto, pero la mayoría de los principales dirigentes de izquierda chilena plantea como salida democrática el acuerdo con Pinochet y arman entonces, primero una alianza hasta llegar a la Concertación de los Partidos con la Democracia. Antes arman para presentarse en el plebiscito un partido instrumental que es el PPD, Partido por la Democracia cuyo titular es el actual Presidente de Chile, Ricardo Lagos; partido instrumental, partido paraguas para enfrentar el plebiscito. Pero eso es producto de que ya se había acordado entre los principales dirigentes de la izquierda chilena que la única forma de recuperar la democracia en Chile, era negociando con el Poder Militar. ¿Por qué? Porque habían fracasado los métodos de enfrentamiento al poder militar y porque la dictadura militar tenía una base de apoyo importante. Tanto es así que en el plebiscito Pinochet saca el 42 por ciento de los votos, en el 88. En el plebiscito que gana la Concertación de si Pinochet tenía que continuar o no, Pinochet saca 42 por ciento de los votos, mostrando un nivel de acompañamiento importante a la dictadura que luego se va a ver en el acompañamiento de los partidos herederos del pinochetismo: la derecha chilena que mantiene un 30 por ciento del electorado cautivo porque su peso es muy fuerte.
Aparte la dictadura chilena tuvo económicamente dos impactos. Tuvo la crisis del 82 que fue un poquito como la crisis argentina, más atenuada, pero tuvo desempleos del 24 por ciento, caídas del producto bruto del 14 por ciento. O sea que en el 82, 83 la dictadura de Pinochet tiene una crisis económica espectacular. Luego la propia dictadura empieza a utilizar algunos instrumentos de la economía que no son necesariamente ortodoxos, son heterodoxos, y tiene una etapa de despegue económico importante.
Ahí la reconversión ideológica de esa izquierda se da de la mano también con un proceso económico que no estaba impugnado por el conjunto de la sociedad, a diferencia de lo que fue la dictadura militar en Argentina, y por eso también no tiene la cultura de los presidentes que se sienten fundadores, que con ellos empieza la historia. Porque es como que ese proceso que ya viene con parte de la reforma agraria de Frei (padre) y de la época de Alessandri y en muchas industrias en las que hoy es muy competitivo Chile, se empieza a trabajar en la década del 60. Ahí hay necesariamente continuidades. Entonces coinciden la caída del Muro de Berlín, la estructura política de la izquierda y también la propia realidad chilena que muestra un proceso económico que no tiene el nivel de legitimación o de impugnación social que tuvo por ejemplo el proceso militar argentino.
Yo creo que ahí hay una izquierda que trata de parecerse a las socialdemocracias europeas. Es decir, de asociar la idea democrática a la idea de la economía de mercado con una política que garantice la continuidad del crecimiento de Chile pero donde la Concertación le tiene que agregar a eso equidad, más eficacia, más compromiso en el combate a la pobreza y rediseñar presupuestos poniendo, por ejemplo, énfasis en las políticas sociales y en la política educativa que es donde las marcas de la Concertación respecto a la política de Pinochet se ve claramente. Es decir, la eficacia en el combate a la pobreza: bajaron muchísimo los niveles de pobreza en Chile, y si uno ve las cifras asignadas al presupuesto educativo durante el período de la Concertación respecto a períodos anteriores, es abismal y hay una diferencia grande.
Por supuesto que esa izquierda discutió y tiene los mismo problemas que existen en América Latina, que lo tiene el PT, que es: ¿qué es ser la izquierda hoy? En el sentido de qué significa ser de izquierda hoy, cuáles son las notas que identifican esa izquierda cuando ya no está esa polarización, cuando terminan los relatos ideológicos, cuando no hay visiones totalizadoras enfrentadas o visiones totalizantes enfrentadas. Bueno, ¿cuál es el rol de la izquierda en América Latina y cuáles son las notas de identidad de esa izquierda?
No está el sujeto central de la lucha revolucionaria que es la clase obrera. Ya no existen esos grandes relatos históricos que le daban densidad y consistencia ideológica a los procesos de cambio, no hay un desafío ideológico a la hegemonía del mundo capitalista, así que eso produce una suerte de crisis de identidad que es lo que les manifestaba al principio que se ve en varios planos.
Hay un trabajo muy interesante que hace para el PNUD, de Lechner, que es un trabajo cultural, un trabajo sobre cuánto impactó el éxito del proceso de modernización chilena y el éxito del llamado modelo chileno en los años de la Concertación. ¿Cuánto impactó en las subjetividades, en lo cultural? Y es realmente muy crítico y muy pesimista. Yo les preguntaba a los chilenos el otro día y les decía: "el trabajo del Lechner, a los socialistas, ¿ustedes lo sienten así?" Porque dice que la modernización chilena es una modernización con un carácter muy tecnocrática, que no penetró en la conciencia profunda de los chilenos. Por eso es bastante provocativo, bastante interesante y se los recomiendo para leer.
Y otro libro que también les recomiendo, que no está acá pero se puede pedir, se puede conseguir, es un libro que se llama "Animales Políticos", un diálogo del Senador Ominami, socialista, con su hijo, que es mucho más joven, que muestra dos visiones muy distintas de un profesional de la política, Ominami -un hombre que hace diez años que es socialista, que fue ministro de Economía de Aylwin- y un joven de unos veinticinco, treinta años, que tiene una visión muy crítica sobre lo que pasa en Chile.
Esa tensión está absolutamente presente sobre todo en el mundo de la izquierda, no creo que esto se de en el mundo de la Democracia Cristiana. Luego no tiene forma de materializarse o de vehiculizarse en las políticas públicas, pero los socialistas chilenos no son hombres absolutamente orgullosos de ese proceso, lo viven -algunos- culposos.
Y termino planteando que justamente la última etapa, hace cuatro o cinco años, se dieron en el mundo de la izquierda, en el mundo socialista sobre todo, dos corrientes que tuvieron su fundación mediante sendos documentos. En uno estaba inclusive la firma de Insulza, con una palabra aquí de moda, "transversal" el documento, porque firmaban Demócratas Cristianos y firmaban socialistas o el PPD. Y uno de los documentos era una reivindicación más acrítica del proceso y se llamaron los autocomplacientes. Este documento contesta a otro documento que firma gente del gobierno, socialista, está Ominami, está Gasmuri -creo que Lucho Maira está en ese segundo documento que los llamaron los autoflagelantes- los otros les pusieron los autoflagelantes, porque eran los sectores que no veían, que eran más críticos, o están más dispuestos a mirar lo negativo que a mirar los avances que había producido Chile.
Las diferencias con Argentina son obvias, porque acá el peronismo es un sistema en sí mismo, entonces al ser un sistema en sí mismo desarrolló lo que podría ser la derecha pinochetista y desarrolla lo que puede ser algo parecido, o que se quiere parecer a la Concertación chilena. De hecho Cristina de Kirchner ha estado en Chile discutiendo con los socialistas y los socialistas vinieron a discutir acá, pero se da una paradoja o se da una cosa muy rara. Los socialistas no reconocen como parte de su familia a nivel internacional al Partido Justicialista. Acordémonos que Menem lo quería incorporar al Partido Justicialista en la Internacional Liberal y lo incorporó en la Internacional Demócrata Cristiana. Y entonces pueden entenderlo, los chilenos son los que más entienden las complejidades del peronismo, las ambigüedades y las complejidades pero no lo reconocen parte de su familia. Porque los amigos de los socialistas son el PSP, la gente de Rosario, el partido socialista y era el Frente (Frepaso); éramos nosotros los interlocutores naturales de ellos. Pero reconocen por ejemplo que el interlocutor hoy es el Presidente, es Kirchner, es Cristina Kirchner. En el seminario también estuvo el ministro de Educación Filmus, participaron varios funcionarios del gobierno, pero no así del partido, ni siquiera los presidentes de los bloques. Mientras que de ellos iba gente del partido, acá participaron funcionarios tanto en Chile como en Argentina.
Acá qué pasa. Que el sistema político argentino se desarrolló sobre dos partidos, que para decirlo simplificadamente, podríamos decir que son dos partidos de base populista. Cuando decimos populistas queremos decir con ideologías más difusas, con partidos, sobre todo el justicialismo, con plataforma movimientista. Entonces ellos tienen una tradición más ideológica y tienen un sistema político que se emparenta más con los sistemas que funcionan en los países desarrollados. Entonces uno puede reconocer un bipolarismo, les puede reconocer una centro-derecha y puede reconocer una centro-izquierda.
En todos los lugares del mundo y en América Latina centro-derecha y centro-izquierda, o ese bipolarismo, se tocan en muchos aspectos. Hoy por ejemplo la derecha chilena está reconociendo que hay un problema de distribución del ingreso porque toma ese problema como un problema propio. Los socialistas lo ven como un avance que la derecha hable de los desafíos que tiene el futuro gobierno de Chile, es el tema de la distribución del ingreso.
En Brasil vemos un bipolarismo con partidos, digamos, de centro, centro-izquierda, el Partido de Cardoso que es un partido que está en la Internacional Socialista y que su propio nombre lo define como socialdemócrata y que no es un partido típicamente de derecha aunque para gobernar hizo una alianza con un partido de derecha: el PPL. Y el Partido de Lula que viene de la izquierda más intransigente, más dura, más radicalizada y que luego ha hecho este proceso muy parecido al proceso de las transformaciones de la izquierda chilena.
Así que bueno, creo que el trabajo es bueno, creo que habría que profundizar el tema de los consensos. Una nota con el tema. Creo que en Argentina es bastante superficial el debate sobre los consensos. Sobre los consensos y sobre la construcción de políticas de Estado. Se habla genéricamente de esa necesidad pero no se explicita en forma más rigurosa en qué lugar se dieron y cómo se dieron esos consensos.
En el caso se Chile hay todo un proceso que Pedro enuncia bien. ¿Por qué se unen dos partidos que habían estado trágicamente enfrentados? La Democracia Cristiana había contribuido al golpe de estado de Pinochet y esos dos partidos terminan poniendo a Patricio Aylwin y terminan gobernando. Partidos que se habían enfrentado en torneos electorales, se habían enfrentado en nada más y nada menos que la caída del gobierno de Allende. Un enfrentamiento muy duro. Eso se explica porque está Pinochet. Luego ellos desarrollaron una cultura política que muchos creían que sacado Pinochet del medio, o corrido Pinochet del escenario político, la Concertación corría el riesgo de partirse porque el elemento que lo aglutina, el cemento aglutinante de la Concertación es una democracia tutelada, con el pinochetismo activo y con Pinochet teniendo un nivel de aceptación en la sociedad chilena importante. Eso es uno de los elementos que mantiene muy amalgamada a la Concertación.
Para haber políticas de Estado, a veces, tiene que haber una especie de "amenaza externa", un elemento que te lleve a la aglutinación y de ahí, desarrollar una cultura política del acuerdo del diálogo, de la cooperación, de la Concertación. Por supuesto, de otra manera, sin amenaza interna, tiene que surgir de la propia capacidad de la clase dirigente de plantearle un país, como puede ser el caso de Argentina, un horizonte de más certidumbre, de más mediano plazo, acordando algunas cuestiones que hay que definir: cuáles y cómo se acuerdan esas cuestiones, cómo se construye una cultura que pueda resolver la tensión entre la cooperación y la competencia, que es muy difícil de resolver. Porque por supuesto, los partidos que cooperan con los oficialismos pierden identidad porque son corridos por otros partidos que no acuerdan, los acusan de pactistas a esos partidos y entonces la cultura de acordar es una cultura de entregar parte de la identidad. Hoy en la Argentina está muy asociado a lo espúreo, al negocio por debajo de la mesa, al Pacto de Olivos. O sea, el pacto, el acuerdo, acá tiene una connotación negativa, pero luego está el Pacto de la Moncloa: es claro que si es reproducido en la Argentina porque significó que el socialismo español se comprometió a no investigar nada de lo que habían sido los crímenes franquistas, ¿imagínense si eso puede funcionar en la Argentina? Cualquiera que dice "políticas de estado, tenemos que juntarnos como en España y hacer un gran Pacto de la Moncloa" y realmente no hicieron un Pacto de la Moncloa porque se van a dar cuenta inmediatamente que no es el Pacto de la Moncloa.
Luego está el ejemplo de Irlanda, que es un ejemplo interesante, donde hay un Consejo Económico social, tiene un plan económico trienal, acuerdan, pero ¿qué pasa? Hay una diferencia, tiene actores que están legitimados, actores con un nivel alto de legitimación en la sociedad. Acá tenemos una crisis de representatividad en la dirigencia, en todos los niveles muy grandes. O sea que la dirigencia no tiene ese acuerdo corporativo que en la Argentina no es de lo más simpático a los ojos de la sociedad.
Yo creo que hay que trabajar mucho, sería bueno hacer un seminario y esto lo podemos inclusive hacer juntos y avanzar, en los ejemplos de políticas de estado. En Chile, por ejemplo, ¿por qué está obligada la Concertación a hacer políticas de estado en algunos temas? Porque no tiene la mayoría en el Senado, no le votaban las leyes. Pero sí llegan a un acuerdo en que la derecha hizo el cálculo costo beneficio y votó hacer un fondo especial para combate a la pobreza subiendo los impuestos al principio del gobierno de la Concertación. Yo lo llevé a un programa de televisión a Lucho Maira para que me explique en qué consistieron las políticas de estado en Chile, y él refiere algunos acuerdos concretos parlamentarios sobre algunos temas, básicamente forzados porque el gobierno de la Concertación no tiene mayoría en el Senado y los acuerdos básicamente pasan por consensos parlamentarios. No es que en Chile hicieron una gran convocatoria a todos los partidos, marcaron una agenda, marcaron temas y dijeron en esto pensamos lo mismo, y luego un proceso económico que, como dije anteriormente, va generando los límites de la cancha, va marcando un terreno del que nadie le conviene moverse porque ese proceso se ha demostrado exitoso. Pero tampoco porque se juntaron los dos partidos y dijeron "nosotros seguimos con este modelo económico". Eso se fue desarrollando a partir de que la economía chilena se fue demostrando exitosa y que era un costo altísimo intentar cambiar o salir de ese esquema, sino que había que agregar otras cosas, había que mejorar.
Ahora hay un trabajo de los chilenos, un trabajo de sectores del socialismo chileno que plantea la necesidad de darle más competitividad a la economía chilena. Plantean si al modelo chileno hay que cargarlo y energizarlo en cuanto a diversificar más las exportaciones, mejorar la competitividad de la economía, cómo incorporar tecnología al proceso productivo. Muchos de los temas de la agenda que tenemos nosotros, los tienen ellos, pero creo que es un proceso muy interesante y creo que es un buen aporte que sirve para la discusión. Pero me parece que es muy difícil extrapolar la experiencia de ellos al tema nuestro por la diferencia de sistema político, la diferencia de los partidos. Allá tienen partidos que existen y que no tienen la crisis de legitimidad que tenemos acá. Es decir, Argentina no construyó una derecha liberal democrática, la está empezando a construir; no tiene un bipolarismo centro-izquierda, centro-derecha, sino el peronismo que en una época va para la derecha y otra va para la izquierda, los mismos que privatizaron YPF, votan a ENARSA. Es un proceso complicado, difícil.