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Reflexiones sobre el Global Think Tank Summit
(Perfil/Buenos Aires, Argentina) Dos temas interesantes se trataron en la reunión. Uno tenía que ver con el estado del mundo y el otro, con el rol de los think tanks. El primer tema fue que estamos experimentando un momento de populismo global expresado fundamental pero no exclusivamente en el mundo desarrollado. La segunda cuestión se centró en el artículo de opinión que el director del Think Tank Civil Society Program (Ttcsp), doctor James G. McGann, publicó en el Washington Post el 6 de octubre de 2015 bajo el título «For Think Tanks It’s Either Innovate or Die» («Para los think tanks es innovar o morir»).Por Sybil Rhodes
(Perfil) A fines de septiembre de 2016 participé en representación del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal) del Global Think Tank Summit en Montreal, Canadá. Cadal fue una de las dos organizaciones argentinas representadas en la reunión, de un total de noventa centros de estudio. Tuve la oportunidad de conversar con representantes de organizaciones grandes y bien financiadas, conocidas en todas partes, así como también instituciones más pequeñas de diversos países.
Dos temas interesantes se trataron en la reunión. Uno tenía que ver con el estado del mundo y el otro, con el rol de los think tanks. El primer tema fue que estamos experimentando un momento de populismo global expresado fundamental pero no exclusivamente en el mundo desarrollado. Los oradores señalaron el Brexit como un indicador de aumento del populismo, y otros tantos predecían que Donald Trump ganaría las elecciones de EE.UU. el 8 de noviembre. La mayoría atribuía el fenómeno a la inseguridad de la gente acerca de cuestiones económicas y culturales. Entre estos representantes de la sociedad civil mundial, había mucho pesimismo sobre el futuro de la democracia y la cooperación internacional para los próximos años. Los pocos puntos optimistas se basaron en representantes de organizaciones de los países en desarrollo.
La segunda cuestión se centró en el artículo de opinión que el director del Think Tank Civil Society Program (Ttcsp), doctor James G. McGann, publicó en el Washington Post el 6 de octubre de 2015 bajo el título “For Think Tanks It’s Either Innovate or Die” (“Para los think tanks es innovar o morir”). El doctor McGann sostenía que los think tanks operan en una atmósfera más competitiva que en el pasado reciente. Existe una nueva batalla de ideas. Es más democrática. Pero también está llena de ruido y, como discutimos en la reunión, incluso más allá de la verdad. No hay confianza en las instituciones públicas, dado el permanente desenlace de escándalos sobre las elites tradicionales y organizaciones de toda clase. Para ser relevantes, los think tanks necesitan repensar cómo hacen su trabajo. Esto puede implicar nuevas prioridades, como mayor énfasis en nuevas tecnologías y una mayor preparación para la participación en un ciclo noticioso de 24 horas. La
idea más concreta que me llevé de esta discusión es que los principales think tanks globales están instalando sus propios estudios de televisión.
En general, el mensaje que escuché en Montreal era serio, tanto para los valores liberales de Cadal como para la capacidad de los think tanks y las organizaciones de la sociedad civil para tener efecto en el mundo. Sin embargo, pensé, por motivos de optimismo, en la capacidad de Cadal de hacer un buen trabajo incluso en el complicado contexto actual.
El primero es que tenemos muchos participantes jóvenes. En particular, el programa de pasantías internacionales de Cadal es uno de los programas más abiertos y dinámicos que yo haya visto. El segundo motivo de optimismo es que, a diferencia de algunos grandes think tanks globales, Cadal está acostumbrado a pender de un hilo. Prueba de ello es que un pequeño grupo de gente biempensante puede lograr mucho (¿cómo, si no, podríamos terminar en el ranking de Ttcsp con nuestros recursos?). Parte del secreto es que nuestros investigadores también están afiliados a universidades y otras organizaciones, y nosotros promovemos su trabajo.
La tercera razón de optimismo es que Cadal y la región en la que trabaja están en una inmejorable posición para hablar de valores liberales. Si bien aún hay mucha incertidumbre sobre la política internacional, particularmente en lo que hará la presidencia de Trump, en Argentina y Sudamérica hay menos extremismo ideológico que en el pasado.
Sybil Rhodes es Vicepresidenta y directora del Consejo Académico del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal).
Fuente: Perfil (Buenos Aires, Argentina)
Sybil RhodesPresidenteDirectora del Departamento de Ciencias Políticas y Jurídicas de la Universidad del CEMA, y de la Licenciatura en Relaciones Internacionales y la Maestría en Estudios Internacionales. Tiene un doctorado y una maestría en Ciencia Política (Stanford University), y es Lic. en Estudios Latinoamericanos (University of North Carolina at Chapel Hill). Se especializa en relaciones internacionales y política comparada.
(Perfil) A fines de septiembre de 2016 participé en representación del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal) del Global Think Tank Summit en Montreal, Canadá. Cadal fue una de las dos organizaciones argentinas representadas en la reunión, de un total de noventa centros de estudio. Tuve la oportunidad de conversar con representantes de organizaciones grandes y bien financiadas, conocidas en todas partes, así como también instituciones más pequeñas de diversos países.
Dos temas interesantes se trataron en la reunión. Uno tenía que ver con el estado del mundo y el otro, con el rol de los think tanks. El primer tema fue que estamos experimentando un momento de populismo global expresado fundamental pero no exclusivamente en el mundo desarrollado. Los oradores señalaron el Brexit como un indicador de aumento del populismo, y otros tantos predecían que Donald Trump ganaría las elecciones de EE.UU. el 8 de noviembre. La mayoría atribuía el fenómeno a la inseguridad de la gente acerca de cuestiones económicas y culturales. Entre estos representantes de la sociedad civil mundial, había mucho pesimismo sobre el futuro de la democracia y la cooperación internacional para los próximos años. Los pocos puntos optimistas se basaron en representantes de organizaciones de los países en desarrollo.
La segunda cuestión se centró en el artículo de opinión que el director del Think Tank Civil Society Program (Ttcsp), doctor James G. McGann, publicó en el Washington Post el 6 de octubre de 2015 bajo el título “For Think Tanks It’s Either Innovate or Die” (“Para los think tanks es innovar o morir”). El doctor McGann sostenía que los think tanks operan en una atmósfera más competitiva que en el pasado reciente. Existe una nueva batalla de ideas. Es más democrática. Pero también está llena de ruido y, como discutimos en la reunión, incluso más allá de la verdad. No hay confianza en las instituciones públicas, dado el permanente desenlace de escándalos sobre las elites tradicionales y organizaciones de toda clase. Para ser relevantes, los think tanks necesitan repensar cómo hacen su trabajo. Esto puede implicar nuevas prioridades, como mayor énfasis en nuevas tecnologías y una mayor preparación para la participación en un ciclo noticioso de 24 horas. La
idea más concreta que me llevé de esta discusión es que los principales think tanks globales están instalando sus propios estudios de televisión.
En general, el mensaje que escuché en Montreal era serio, tanto para los valores liberales de Cadal como para la capacidad de los think tanks y las organizaciones de la sociedad civil para tener efecto en el mundo. Sin embargo, pensé, por motivos de optimismo, en la capacidad de Cadal de hacer un buen trabajo incluso en el complicado contexto actual.
El primero es que tenemos muchos participantes jóvenes. En particular, el programa de pasantías internacionales de Cadal es uno de los programas más abiertos y dinámicos que yo haya visto. El segundo motivo de optimismo es que, a diferencia de algunos grandes think tanks globales, Cadal está acostumbrado a pender de un hilo. Prueba de ello es que un pequeño grupo de gente biempensante puede lograr mucho (¿cómo, si no, podríamos terminar en el ranking de Ttcsp con nuestros recursos?). Parte del secreto es que nuestros investigadores también están afiliados a universidades y otras organizaciones, y nosotros promovemos su trabajo.
La tercera razón de optimismo es que Cadal y la región en la que trabaja están en una inmejorable posición para hablar de valores liberales. Si bien aún hay mucha incertidumbre sobre la política internacional, particularmente en lo que hará la presidencia de Trump, en Argentina y Sudamérica hay menos extremismo ideológico que en el pasado.
Sybil Rhodes es Vicepresidenta y directora del Consejo Académico del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal).
Fuente: Perfil (Buenos Aires, Argentina)