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Análisis Sínico
10 de marzo: pasado, presente y futuro de Tíbet
(Newsweek) A 58 años del Levantamiento Nacional Tibetano, el presidente de Casa Tíbet México reflexiona en torno a la resistencia tibetana bajo dominio chino y la solidaridad que grupos y organizaciones en México y Latinoamérica brindan a esta noble causa mediante acciones enmarcadas en el principio de la no violencia.Por Marco Antonio Karam
(Newsweek) Pasado y presente
Tíbet, un país ubicado en el centro de Asia con un área de 2 millones 500,000 kilómetros cuadrados, asentado sobre las montañas más altas del planeta y en donde nacen diez de los ríos más grandes de esta región, fue invadido por China bajo el mando de Mao Zedong entre 1949 y 1950.
Como nación independiente, Tíbet contaba con un gobierno soberano, una bandera y moneda nacional, un sistema postal, una lengua propia, así como leyes y costumbres. Tras la invasión militar de China las restricciones que las familias tibetanas y los monasterios han vivido son cada vez mayores. Desde hace más de 65 años los tibetanos se han convertido en marginados en su propio país, el gobierno chino ha intentado acabar con la cultura y sociedad tibetana, los derechos humanos fundamentales se les siguen negando y más de 1 millón 200,000 tibetanos han muerto desde la ocupación ilegal de China.
El 10 de marzo de 1959, Lhasa, la capital de Tíbet, fue testigo de la brutal represión del levantamiento nacional tibetano por parte del ejército chino, el cual forzó a su santidad, el XIV dalái lama, a escapar al exilio, y que dejó a su paso la muerte de cientos de tibetanos y a otros tantos encarcelados.
Hoy el simple hecho de ondear los colores de la Bandera Nacional Tibetana —la cual da una clara idea de los aspectos que han simbolizado al pueblo tibetano, tales como los rasgos geográficos de la religiosa y pacífica nevada tierra de Tíbet, la administración política, las costumbres y tradiciones de la sociedad tibetana, así como su ética y valentía— significa tortura, prisión, desaparición y posiblemente la muerte. Sin embargo, los leones de nieve que en ella representan la valentía y simbolizan el victorioso logro del país al unificar una vida espiritual y secular no han dejado de rugir en una lucha pacífica a pesar de la dura represión, y hoy por hoy el gobierno chino no ha logrado quebrantar la resistencia tibetana aun cuando sus políticas son excepcionalmente fuertes.
Tras los levantamientos de 1959, el pueblo tibetano quedó devastado y fue en 1989 cuando el dalái lama fue galardonado y nombrado Nobel de la Paz, así como en 2008, durante los Juegos Olímpicos de Pekín, que los tibetanos volvieron a alzar la voz sin que esta fuera escuchada por los gobiernos de todo el mundo. Sin embargo, en Tíbet han encontrando maneras no violentas de mantenerse de pie y rechazar el dominio del gobierno chino a través de acciones de resistencia cultural y afirmaciones de la identidad nacional. El espíritu de resistencia se ha transformado en actividades sociales, culturales y económicas que promueven la lengua tibetana, la cultura y la identidad, así como la preservación de áreas ecológicas y zonas sagradas, y al mismo tiempo son una resistencia de no cooperación, negándose a apoyar las instituciones y empresas chinas, aun cuando en ello vaya la vida.
El 2016 fue un año que marcó una de las instituciones monásticas más grandes del mundo, Larung Gar, al este de Tíbet (Ch: Ganzi/Garze Prefectura Autónoma Tibetana, Provincia de Sichuan), que dio lugar a la orden emitida por las autoridades locales para reducir el número de practicantes en la Academia Budista Larung Gar a la mitad: de 10,000 a 5000; la cual se prevé que finalice en septiembre de 2017 y que ha desalojado monjes y destruido sus hogares. Además de la destrucción de viviendas y expulsión de estudiantes religiosos, las autoridades están aumentando la vigilancia e implementando procedimientos de selección de entrada, así como la formación de nuevos comités de gestión realizados en su mayoría por funcionarios del gobierno chino. Toda esta interferencia en los asuntos relacionados con el budismo tibetano es contraria a la propia Constitución de China y a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los cuales garantizan la libertad religiosa para todos.
El 10 de marzo de 2017 se conmemora el 58 aniversario del Levantamiento Nacional Tibetano, y como cada año la comunidad tibetana que vive en el exilio junto con organizaciones de derechos humanos y simpatizantes alrededor del mundo ocupan las calles para mostrar solidaridad con los tibetanos dentro de Tíbet, así como honrar y apoyar la valiente resistencia al dominio chino que continúa hasta nuestros días; mientras, el gobierno chino refuerza las “medidas de seguridad” prohibiendo el acceso de turistas, reporteros y todo aquel que pueda ser testigo de la brutal represión que se vive en Tíbet.
Futuro
A pesar de más de 65 años de ocupación china, los tibetanos en Tíbet y los que están en el exilio continúan luchando y esperan el regreso de su santidad el XIV dalái lama a Tíbet. La empatía e indignación al conocer las atrocidades que el régimen chino ha realizado en Tíbet han construido lazos de solidaridad alrededor del mundo. Somos miles de simpatizantes que junto con grupos y organizaciones colaboramos con acciones bajo el principio de la no violencia para que el pueblo tibetano vuelva a contar con derechos humanos.
En Latinoamérica el apoyo nos ha llevado a trabajar por Tíbet, incluso sin conocernos y a veces hablando distintas lenguas, procurando ser el eco de las voces de quienes por ahora no son escuchados, creando conciencia de la situación que por más de medio siglo el pueblo tibetano ha vivido y difundiendo el trabajo que desde el exilio la Administración Central Tibetana, a cargo del primer ministro Dr. Lobsang Sangay, lleva a cabo enfatizando la política del Camino Medio.
Fuente: (Casa del Tibet/México)
Marco Antonio Karam
(Newsweek) Pasado y presente
Tíbet, un país ubicado en el centro de Asia con un área de 2 millones 500,000 kilómetros cuadrados, asentado sobre las montañas más altas del planeta y en donde nacen diez de los ríos más grandes de esta región, fue invadido por China bajo el mando de Mao Zedong entre 1949 y 1950.
Como nación independiente, Tíbet contaba con un gobierno soberano, una bandera y moneda nacional, un sistema postal, una lengua propia, así como leyes y costumbres. Tras la invasión militar de China las restricciones que las familias tibetanas y los monasterios han vivido son cada vez mayores. Desde hace más de 65 años los tibetanos se han convertido en marginados en su propio país, el gobierno chino ha intentado acabar con la cultura y sociedad tibetana, los derechos humanos fundamentales se les siguen negando y más de 1 millón 200,000 tibetanos han muerto desde la ocupación ilegal de China.
El 10 de marzo de 1959, Lhasa, la capital de Tíbet, fue testigo de la brutal represión del levantamiento nacional tibetano por parte del ejército chino, el cual forzó a su santidad, el XIV dalái lama, a escapar al exilio, y que dejó a su paso la muerte de cientos de tibetanos y a otros tantos encarcelados.
Hoy el simple hecho de ondear los colores de la Bandera Nacional Tibetana —la cual da una clara idea de los aspectos que han simbolizado al pueblo tibetano, tales como los rasgos geográficos de la religiosa y pacífica nevada tierra de Tíbet, la administración política, las costumbres y tradiciones de la sociedad tibetana, así como su ética y valentía— significa tortura, prisión, desaparición y posiblemente la muerte. Sin embargo, los leones de nieve que en ella representan la valentía y simbolizan el victorioso logro del país al unificar una vida espiritual y secular no han dejado de rugir en una lucha pacífica a pesar de la dura represión, y hoy por hoy el gobierno chino no ha logrado quebrantar la resistencia tibetana aun cuando sus políticas son excepcionalmente fuertes.
Tras los levantamientos de 1959, el pueblo tibetano quedó devastado y fue en 1989 cuando el dalái lama fue galardonado y nombrado Nobel de la Paz, así como en 2008, durante los Juegos Olímpicos de Pekín, que los tibetanos volvieron a alzar la voz sin que esta fuera escuchada por los gobiernos de todo el mundo. Sin embargo, en Tíbet han encontrando maneras no violentas de mantenerse de pie y rechazar el dominio del gobierno chino a través de acciones de resistencia cultural y afirmaciones de la identidad nacional. El espíritu de resistencia se ha transformado en actividades sociales, culturales y económicas que promueven la lengua tibetana, la cultura y la identidad, así como la preservación de áreas ecológicas y zonas sagradas, y al mismo tiempo son una resistencia de no cooperación, negándose a apoyar las instituciones y empresas chinas, aun cuando en ello vaya la vida.
El 2016 fue un año que marcó una de las instituciones monásticas más grandes del mundo, Larung Gar, al este de Tíbet (Ch: Ganzi/Garze Prefectura Autónoma Tibetana, Provincia de Sichuan), que dio lugar a la orden emitida por las autoridades locales para reducir el número de practicantes en la Academia Budista Larung Gar a la mitad: de 10,000 a 5000; la cual se prevé que finalice en septiembre de 2017 y que ha desalojado monjes y destruido sus hogares. Además de la destrucción de viviendas y expulsión de estudiantes religiosos, las autoridades están aumentando la vigilancia e implementando procedimientos de selección de entrada, así como la formación de nuevos comités de gestión realizados en su mayoría por funcionarios del gobierno chino. Toda esta interferencia en los asuntos relacionados con el budismo tibetano es contraria a la propia Constitución de China y a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los cuales garantizan la libertad religiosa para todos.
El 10 de marzo de 2017 se conmemora el 58 aniversario del Levantamiento Nacional Tibetano, y como cada año la comunidad tibetana que vive en el exilio junto con organizaciones de derechos humanos y simpatizantes alrededor del mundo ocupan las calles para mostrar solidaridad con los tibetanos dentro de Tíbet, así como honrar y apoyar la valiente resistencia al dominio chino que continúa hasta nuestros días; mientras, el gobierno chino refuerza las “medidas de seguridad” prohibiendo el acceso de turistas, reporteros y todo aquel que pueda ser testigo de la brutal represión que se vive en Tíbet.
Futuro
A pesar de más de 65 años de ocupación china, los tibetanos en Tíbet y los que están en el exilio continúan luchando y esperan el regreso de su santidad el XIV dalái lama a Tíbet. La empatía e indignación al conocer las atrocidades que el régimen chino ha realizado en Tíbet han construido lazos de solidaridad alrededor del mundo. Somos miles de simpatizantes que junto con grupos y organizaciones colaboramos con acciones bajo el principio de la no violencia para que el pueblo tibetano vuelva a contar con derechos humanos.
En Latinoamérica el apoyo nos ha llevado a trabajar por Tíbet, incluso sin conocernos y a veces hablando distintas lenguas, procurando ser el eco de las voces de quienes por ahora no son escuchados, creando conciencia de la situación que por más de medio siglo el pueblo tibetano ha vivido y difundiendo el trabajo que desde el exilio la Administración Central Tibetana, a cargo del primer ministro Dr. Lobsang Sangay, lleva a cabo enfatizando la política del Camino Medio.
Fuente: (Casa del Tibet/México)