Prensa
Violencia contra la prensa
Fuente: La Nación (Argentina)
MATEN AL CARTERO
Por Jorge Elías-(CADAL)-304 páginas-($ 25)
Maten al cartero, de Jorge Elías, columnista de LA NACION e investigador de la SIP, es la crónica de un ominoso pasado reciente: sus páginas reconstruyen las persecuciones sufridas por la prensa en América latina durante los últimos treinta años, desde que en los años setenta comenzaron a extenderse por el mapa, como una mancha oscura, las dictaduras de la región.
Elías encuentra en la temprana colaboración entre la dictadura paraguaya del general Alfredo Stroessner y ciertos sectores de la diplomacia y los servicios de inteligencia norteamericanos los orígenes de una organización que dejaría su impronta en la región: la Operación Cóndor. Desde 1973, los gobiernos represivos de Brasil, Uruguay, Chile y Paraguay comenzaron a combinar sus acciones de seguridad y control para detectar, identificar, capturar, trasladar y exterminar a políticos opositores y disidentes ideológicos, o simplemente a "sospechosos" de colaborar con ellos. A fines de 1975, el oscuro acuerdo se formalizó en una reunión convocada en Santiago de Chile por el jefe de la inteligencia chilena, Manuel Contreras. Se sumó al grupo la Argentina y luego ingresaron Bolivia, Perú e incluso Ecuador. Los letales efectos de esta organización, considera Elías, se hicieron sentir incluso mucho después de que esos gobiernos fueron sustituidos por otros de origen democrático. Los archivos de la Operación Condor, de hecho, fueron descubiertos sólo en los últimos años.
Los periodistas fueron víctimas escogidas de una persecución que se propuso, además de evitar la repercusión de sus acciones de exterminio, disciplinar y someter a la prensa independiente. Elías repasa diversos casos ocurridos durante el Proceso, algunos más difundidos que bien conocidos: las muertes del periodista Rodolfo Fernández Pondal y de Elena Holmberg, ligadas al Centro Piloto de París; las ejecuciones de políticos uruguayos radicados en Argentina que trabajaban en la prensa; la desaparición del joven matrimonio Gelman y la apropiación de su hijita, nieta del poeta Juan Gelman; las persecuciones y amenazas contra cronistas y editores del Buenos Aires Herald ; la detención, prisión y maltrato de Jacobo Timerman, director de La Opinión , y de otros periodistas que denunciaron acciones atroces.
El relato no es lineal, algo necesario para identificar redes con hilos que alcanzaban los sitios más recónditos del poder político, económico y militar. Estas redes tenían conflictos e intereses tan amplios que iban, según Elías, desde el Departamento de Estado norteamericano hasta el corazón mismo de los grupos represores.
En sus últimos capítulos, el texto se amplía y abarca escenarios y momentos ya distantes del accionar represivo de las dictaduras. El autor considera que la persecución contra la prensa tuvo devastadoras consecuencias y se ha vuelto un instrumento asiduo en manos de poderes menos formales, aunque no menos efectivos, que los comandos militares. En la Argentina democrática de Carlos Menem no faltaron casos en los que se procedió de esa manera para acallar lo que se consideraban amenazas por parte de periodistas, grupos empresarios y líderes políticos. Elías incluye en esa lista, entre otros, los ataques mortales contra Mario Bonino y José Luis Cabezas. Y como trasfondo de estos ataques, describe un mundo y un escenario latinoamericano en los que las esperanzas de hacerse oír en demanda de justicia, igualdad y respeto parecen más y más utópicas a medida que el poder se consolida lejos de los medios e instituciones de la democracia y la república.
Rogelio C. Paredes
Fuente: Diario La Nación, Suplemento Cultura, Domingo 25 de junio de 2006.
http://www.lanacion.com.ar/817369
La Nación (Argentina)
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Por Jorge Elías-(CADAL)-304 páginas-($ 25)
Maten al cartero, de Jorge Elías, columnista de LA NACION e investigador de la SIP, es la crónica de un ominoso pasado reciente: sus páginas reconstruyen las persecuciones sufridas por la prensa en América latina durante los últimos treinta años, desde que en los años setenta comenzaron a extenderse por el mapa, como una mancha oscura, las dictaduras de la región.
Elías encuentra en la temprana colaboración entre la dictadura paraguaya del general Alfredo Stroessner y ciertos sectores de la diplomacia y los servicios de inteligencia norteamericanos los orígenes de una organización que dejaría su impronta en la región: la Operación Cóndor. Desde 1973, los gobiernos represivos de Brasil, Uruguay, Chile y Paraguay comenzaron a combinar sus acciones de seguridad y control para detectar, identificar, capturar, trasladar y exterminar a políticos opositores y disidentes ideológicos, o simplemente a "sospechosos" de colaborar con ellos. A fines de 1975, el oscuro acuerdo se formalizó en una reunión convocada en Santiago de Chile por el jefe de la inteligencia chilena, Manuel Contreras. Se sumó al grupo la Argentina y luego ingresaron Bolivia, Perú e incluso Ecuador. Los letales efectos de esta organización, considera Elías, se hicieron sentir incluso mucho después de que esos gobiernos fueron sustituidos por otros de origen democrático. Los archivos de la Operación Condor, de hecho, fueron descubiertos sólo en los últimos años.
Los periodistas fueron víctimas escogidas de una persecución que se propuso, además de evitar la repercusión de sus acciones de exterminio, disciplinar y someter a la prensa independiente. Elías repasa diversos casos ocurridos durante el Proceso, algunos más difundidos que bien conocidos: las muertes del periodista Rodolfo Fernández Pondal y de Elena Holmberg, ligadas al Centro Piloto de París; las ejecuciones de políticos uruguayos radicados en Argentina que trabajaban en la prensa; la desaparición del joven matrimonio Gelman y la apropiación de su hijita, nieta del poeta Juan Gelman; las persecuciones y amenazas contra cronistas y editores del Buenos Aires Herald ; la detención, prisión y maltrato de Jacobo Timerman, director de La Opinión , y de otros periodistas que denunciaron acciones atroces.
El relato no es lineal, algo necesario para identificar redes con hilos que alcanzaban los sitios más recónditos del poder político, económico y militar. Estas redes tenían conflictos e intereses tan amplios que iban, según Elías, desde el Departamento de Estado norteamericano hasta el corazón mismo de los grupos represores.
En sus últimos capítulos, el texto se amplía y abarca escenarios y momentos ya distantes del accionar represivo de las dictaduras. El autor considera que la persecución contra la prensa tuvo devastadoras consecuencias y se ha vuelto un instrumento asiduo en manos de poderes menos formales, aunque no menos efectivos, que los comandos militares. En la Argentina democrática de Carlos Menem no faltaron casos en los que se procedió de esa manera para acallar lo que se consideraban amenazas por parte de periodistas, grupos empresarios y líderes políticos. Elías incluye en esa lista, entre otros, los ataques mortales contra Mario Bonino y José Luis Cabezas. Y como trasfondo de estos ataques, describe un mundo y un escenario latinoamericano en los que las esperanzas de hacerse oír en demanda de justicia, igualdad y respeto parecen más y más utópicas a medida que el poder se consolida lejos de los medios e instituciones de la democracia y la república.
Rogelio C. Paredes
Fuente: Diario La Nación, Suplemento Cultura, Domingo 25 de junio de 2006.
http://www.lanacion.com.ar/817369