Prensa
Entrevista: ''Liberando presos, Raúl busca lavarse la cara''
Fuente: La Capital (Argentina)
Por Carolina Taffoni / La Capital
“No se puede cambiar la situación de Cuba desde afuera”. Alejandro González Raga fue uno de los 75 detenidos en aquella Primavera Negra de Cuba de marzo de 2003. Trabajaba en una pequeña agencia de prensa independiente, y sólo por eso fue acusado de atentar contra la independencia y la integridad territorial de su país y condenado a 14 años de cárcel. Después de permanecer cinco años en prisión, en febrero de 2008 fue liberado con una condición: abandonar inmediatamente la isla y exiliarse en España. Su historia es similar a la de los 30 presos políticos cubanos que fueron liberados y llegaron a España en los últimos dos meses, en el marco de las excarcelaciones acordadas por la Iglesia Católica de la isla y el gobierno de Raúl Castro.
De gira por países de la región junto a representantes de la disidencia cubana, González Raga visitó Buenos Aires invitado por el Centro para la Apertura y Desarrollo de América latina (Cadal). Entrevistado por La Capital, el periodista habló de su dura experiencia en la cárcel, aseguró que el destierro es también parte del castigo y criticó la política del gobierno español con respecto a los disidentes.
—Los presos políticos recientemente liberados hablaron de serios maltratos en las cárceles cubanas, ¿cómo fue tu experiencia?
—He pasado de todo: suciedad, ratas, insectos, mala alimentación, falta de asistencia médica. Aclaro que los presos políticos teníamos la oportunidad de denunciar lo que nos sucedía, había cierta tolerancia con nosotros. El gobierno no quería llevar la situación al extremo, porque sabía que eso podía tener un costo. Y así y todo hubo problemas de golpizas y malos tratos. Yo pasé un año entero en una celda de aislamiento, sin comunicación de ningún tipo. Después nos mezclaron con presos comunes, presos por asesinato, por violación. Era una jungla.
—Denunciaste que el gobierno español, después de recibirte, se desentendió de vos y tu familia. ¿Creés que pasará lo mismo con los ex presos recién llegados?
—No lo sé. Tal vez, con la gran expectativa que se creó en torno al arribo de ellos a España, el gobierno tenga que ser un poco más cuidadoso. Yo vivo gracias a una ayuda que me da la comunidad de Madrid, y con eso pago mis cuentas. Pero es muy poco. Traté de viajar a EEUU, donde está parte de mi familia, pero me topé con una serie de restricciones, las reglas de migración son complejas. Después no lo intenté más, no quiero forzar las cosas.
—¿Qué pensás que busca concretamente el gobierno de Raúl Castro con las liberaciones?
—Creo que está tratando de lavarse la cara. Muchos quieren ver en esto un signo de apertura, un movimiento hacia la democracia o hacia el respeto de los derechos humanos. Yo no lo veo así. Quisiera ser más optimista, porque hemos estado trabajando todos estos años para que eso suceda. Pero no entiendo por qué los presos tienen que salir de Cuba e irse a otro país. Si el gobierno quería dar una señal de buena voluntad, tendría que haber liberado a los presos y enviarlos a sus casas. Y que ellos en libertad decidan si quieren irse al exilio. Pero el destierro, hasta hace muy poco, era la sanción alternativa a la horca. Entonces ahora nadie puede decir que el destierro sea una panacea. El destierro sigue siendo parte del castigo.
—De todas maneras, algunos de los que van a ser liberados expresaron su voluntad de quedarse en Cuba, ¿creés que eso no va a ser posible?
—Ellos están en su derecho, y el gobierno tendrá que liberarlos a todos, porque el compromiso está hecho. Si no lo hace, sería muy alto el precio a pagar. Pero me parece que el gobierno está dilatando el asunto, utilizando a las familias de los presos para presionar psicológicamente sobre ellos, para que al final se produzca la decisión del exilio.
—¿Se puede articular una disidencia desde fuera de Cuba?
—No, no creo. Nosotros la apoyamos, pero desde aquí no tenemos herramientas para cambiar la situación. Eso se debe cambiar in situ, no hay otra forma.
—Levantar el embargo, ¿beneficiaría a la disidencia, como opinan algunos analistas?
—Yo creo que hay que levantar el embargo porque afecta en primer lugar al pueblo cubano. El embargo ha sido el gran pretexto que ha utilizado el gobierno cubano para esconder tras él el fracaso económico y social que ha sido la revolución, y ya ha dado pruebas de que no sirve para cambiar el sistema. De hecho, del embargo queda muy poco. Cuba está comprando alimentos, medicinas y muchas cosas más a EEUU. El tema es que hay que pagar en efectivo. Y ahora mismo Cuba está tratando de acceder a los créditos norteamericanos.
—¿Qué papel juega EEUU en la situación actual de Cuba?
—EEUU está dejando que las cosas pasen para ver qué rumbo toman. No lo veo muy decidido a tomar decisiones específicas. El gobierno de Obama ha hecho pequeños gestos, esperando la contrapartida. La situación está como congelada. Pero creo que los que debemos hacer más somos los cubanos, porque los problemas son nuestros. No tenemos que poner nuestras expectativas en lo que pueda hacer otro país.
—Los ex presos políticos que en los últimos meses llegaron a España hicieron algunas declaraciones apenas arribaron a Madrid, pero después no tuvieron exposición en los medios. ¿Se puede pensar que se están resguardando, que es parte de una estrategia?
—No. Eso ha sido parte de una política del gobierno español, que ha distribuido a los disidentes por toda la geografía española, como para que no puedan comunicarse ni acceder a la prensa. Nosotros hemos tenido serias discusiones con los representantes del gobierno español por esta cuestión. Incluso si usted los llama a la mesa de entrada del hotel donde se alojan en Madrid no les pasan a la habitación con ellos. O niegan que estén ahí. Yo creo que esta es una decisión del gobierno cubano, y el gobierno español se ha prestado a hacerle el favor. Es una estrategia diseñada en La Habana, y Madrid le está dando cabal cumplimiento.
—¿Todavía quedan muchos prejuicios por derribar en Latinoamérica con respecto a los disidentes cubanos?
—Sí, son muchos años de propaganda y de manejar la realidad. Durante años se han invertido millones de dólares para crear una imagen, y nosotros estamos luchando contra eso. Es una batalla larga, pero hay que pelearla.
—En Uruguay los recibió el presidente José Mujica, que pertenece a una histórica coalición de izquierda. Fue todo un gesto...
—La verdad es que no esperábamos que nos recibiera el presidente. Fue muy bueno tener ese momento para decirle lo que pensamos. El escuchó muy atento. Quiero aclarar que nosotros no venimos aquí a buscar compromisos de nadie, solamente venimos a contar nuestras historias y a buscar solidaridad, que es lo que necesitamos.
Fuente: Diario La Capital (Rosario, Argentina)
La Capital (Argentina)
Por Carolina Taffoni / La Capital
“No se puede cambiar la situación de Cuba desde afuera”. Alejandro González Raga fue uno de los 75 detenidos en aquella Primavera Negra de Cuba de marzo de 2003. Trabajaba en una pequeña agencia de prensa independiente, y sólo por eso fue acusado de atentar contra la independencia y la integridad territorial de su país y condenado a 14 años de cárcel. Después de permanecer cinco años en prisión, en febrero de 2008 fue liberado con una condición: abandonar inmediatamente la isla y exiliarse en España. Su historia es similar a la de los 30 presos políticos cubanos que fueron liberados y llegaron a España en los últimos dos meses, en el marco de las excarcelaciones acordadas por la Iglesia Católica de la isla y el gobierno de Raúl Castro.
De gira por países de la región junto a representantes de la disidencia cubana, González Raga visitó Buenos Aires invitado por el Centro para la Apertura y Desarrollo de América latina (Cadal). Entrevistado por La Capital, el periodista habló de su dura experiencia en la cárcel, aseguró que el destierro es también parte del castigo y criticó la política del gobierno español con respecto a los disidentes.
—Los presos políticos recientemente liberados hablaron de serios maltratos en las cárceles cubanas, ¿cómo fue tu experiencia?
—He pasado de todo: suciedad, ratas, insectos, mala alimentación, falta de asistencia médica. Aclaro que los presos políticos teníamos la oportunidad de denunciar lo que nos sucedía, había cierta tolerancia con nosotros. El gobierno no quería llevar la situación al extremo, porque sabía que eso podía tener un costo. Y así y todo hubo problemas de golpizas y malos tratos. Yo pasé un año entero en una celda de aislamiento, sin comunicación de ningún tipo. Después nos mezclaron con presos comunes, presos por asesinato, por violación. Era una jungla.
—Denunciaste que el gobierno español, después de recibirte, se desentendió de vos y tu familia. ¿Creés que pasará lo mismo con los ex presos recién llegados?
—No lo sé. Tal vez, con la gran expectativa que se creó en torno al arribo de ellos a España, el gobierno tenga que ser un poco más cuidadoso. Yo vivo gracias a una ayuda que me da la comunidad de Madrid, y con eso pago mis cuentas. Pero es muy poco. Traté de viajar a EEUU, donde está parte de mi familia, pero me topé con una serie de restricciones, las reglas de migración son complejas. Después no lo intenté más, no quiero forzar las cosas.
—¿Qué pensás que busca concretamente el gobierno de Raúl Castro con las liberaciones?
—Creo que está tratando de lavarse la cara. Muchos quieren ver en esto un signo de apertura, un movimiento hacia la democracia o hacia el respeto de los derechos humanos. Yo no lo veo así. Quisiera ser más optimista, porque hemos estado trabajando todos estos años para que eso suceda. Pero no entiendo por qué los presos tienen que salir de Cuba e irse a otro país. Si el gobierno quería dar una señal de buena voluntad, tendría que haber liberado a los presos y enviarlos a sus casas. Y que ellos en libertad decidan si quieren irse al exilio. Pero el destierro, hasta hace muy poco, era la sanción alternativa a la horca. Entonces ahora nadie puede decir que el destierro sea una panacea. El destierro sigue siendo parte del castigo.
—De todas maneras, algunos de los que van a ser liberados expresaron su voluntad de quedarse en Cuba, ¿creés que eso no va a ser posible?
—Ellos están en su derecho, y el gobierno tendrá que liberarlos a todos, porque el compromiso está hecho. Si no lo hace, sería muy alto el precio a pagar. Pero me parece que el gobierno está dilatando el asunto, utilizando a las familias de los presos para presionar psicológicamente sobre ellos, para que al final se produzca la decisión del exilio.
—¿Se puede articular una disidencia desde fuera de Cuba?
—No, no creo. Nosotros la apoyamos, pero desde aquí no tenemos herramientas para cambiar la situación. Eso se debe cambiar in situ, no hay otra forma.
—Levantar el embargo, ¿beneficiaría a la disidencia, como opinan algunos analistas?
—Yo creo que hay que levantar el embargo porque afecta en primer lugar al pueblo cubano. El embargo ha sido el gran pretexto que ha utilizado el gobierno cubano para esconder tras él el fracaso económico y social que ha sido la revolución, y ya ha dado pruebas de que no sirve para cambiar el sistema. De hecho, del embargo queda muy poco. Cuba está comprando alimentos, medicinas y muchas cosas más a EEUU. El tema es que hay que pagar en efectivo. Y ahora mismo Cuba está tratando de acceder a los créditos norteamericanos.
—¿Qué papel juega EEUU en la situación actual de Cuba?
—EEUU está dejando que las cosas pasen para ver qué rumbo toman. No lo veo muy decidido a tomar decisiones específicas. El gobierno de Obama ha hecho pequeños gestos, esperando la contrapartida. La situación está como congelada. Pero creo que los que debemos hacer más somos los cubanos, porque los problemas son nuestros. No tenemos que poner nuestras expectativas en lo que pueda hacer otro país.
—Los ex presos políticos que en los últimos meses llegaron a España hicieron algunas declaraciones apenas arribaron a Madrid, pero después no tuvieron exposición en los medios. ¿Se puede pensar que se están resguardando, que es parte de una estrategia?
—No. Eso ha sido parte de una política del gobierno español, que ha distribuido a los disidentes por toda la geografía española, como para que no puedan comunicarse ni acceder a la prensa. Nosotros hemos tenido serias discusiones con los representantes del gobierno español por esta cuestión. Incluso si usted los llama a la mesa de entrada del hotel donde se alojan en Madrid no les pasan a la habitación con ellos. O niegan que estén ahí. Yo creo que esta es una decisión del gobierno cubano, y el gobierno español se ha prestado a hacerle el favor. Es una estrategia diseñada en La Habana, y Madrid le está dando cabal cumplimiento.
—¿Todavía quedan muchos prejuicios por derribar en Latinoamérica con respecto a los disidentes cubanos?
—Sí, son muchos años de propaganda y de manejar la realidad. Durante años se han invertido millones de dólares para crear una imagen, y nosotros estamos luchando contra eso. Es una batalla larga, pero hay que pelearla.
—En Uruguay los recibió el presidente José Mujica, que pertenece a una histórica coalición de izquierda. Fue todo un gesto...
—La verdad es que no esperábamos que nos recibiera el presidente. Fue muy bueno tener ese momento para decirle lo que pensamos. El escuchó muy atento. Quiero aclarar que nosotros no venimos aquí a buscar compromisos de nadie, solamente venimos a contar nuestras historias y a buscar solidaridad, que es lo que necesitamos.
Fuente: Diario La Capital (Rosario, Argentina)