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La Edad Media está aquí
Fuente: Semanario Búsqueda (Uruguay)
Los uruguayos creen que la amenaza que representa para el mundo el régimen totalitario y expansionista que rige hoy los destinos de Irán no vale para el Río de la Plata. “Es un problema de Estados Unidos y de Israel. ¿Qué nos importa a nosotros?”, dicen con cinismo o brutal ignorancia dirigentes de todos los partidos políticos. Mientras tanto, para la enorme mayoría de los ciudadanos, Irán es un país tan exótico y lejano que rara vez las atrocidades que allí suceden a diario capturan su atención.
Es por eso que la visita oficial de una misión parlamentaria uruguaya, que a mediados de enero viajó a Teherán para entrevistarse con los más altos mandos de esa dictadura fundamentalista, no ha provocado un escándalo en el país.
El infeliz comportamiento de los parlamentarios que tuvieron el “privilegio” de ser recibidos con “respeto y cordialidad” por Mahmud Ahmadineyad, el jefe de la tiranía, provocaría perplejidad si, en algún momento, los viajeros deciden hablar sobre derechos humanos. Los frentistas Ruben Martínez Huelmo, Daisy Tourné e Ivonne Passada, el colorado Daniel Bianchi y el blanco Pablo Abdala perdieron autoridad para reivindicar las garantías más elementales de cualquier ser humano. Tourné y Passada, tan activas en Uruguay para defender los derechos del sexo femenino, aceptaron sin chistar las reglas que rigen en ese tipo de sociedades integristas, donde las mujeres son tratadas como personas de tercera categoría. Abdala fue el único que no asistió a la reunión con Ahmadineyad, precisamente por sus discrepancias con el régimen iraní en esa materia. Pero entonces, ¿para qué fue? ¿El Parlamento uruguayo hubiera enviado una misión a Chile si allí siguiera Pinochet como dictador? ¿Los miembros de la hipotética misión se escudarían en el cuento de los “lazos comerciales” para evitar hablar sobre las violaciones a los derechos humanos? ¿De qué otro tema podrían hablar si no fuera ese? En otras palabras, ¿hasta dónde llega el relativismo moral que todo lo justifica en nombre de la exculpadora expresión de que “negocios son negocios”?
El gobierno de Irán es, sí, un peligro para el mundo. Pero, sobre todo, es una realidad feroz para los iraníes.
¿Quieren los uruguayos conocer el récord iraní en cuanto a violaciones a los derechos humanos? Tendrán que leerlo, por ejemplo, en el Informe Mundial 2011 sobre el estado de los derechos humanos en el planeta, librado al público hace un par de semanas por Human Rights Watch. Tendrán que leerlo allí porque ni el gobierno ni la misión parlamentaria que fue a Teherán tienen interés en contárselo.
Para facilitar la tarea, aquí van algunos datos:
* Las autoridades utilizan sistemáticamente la tortura para arrancar confesiones a los prisioneros políticos.
* Docenas de periodistas y blogueros permanecen encarcelados por “crímenes” tales como “propaganda contra el régimen” e “insultos” contra “santidades” o funcionarios del gobierno.
* El “Ministerio de Cultura y Orientación Islámica” ha clausurado numerosos periódicos y prohibió a la prensa que todavía existe publicar artículos que refieran a líderes de la oposición, entre ellos el ex presidente Mohammad Khatami.
* Las universidades estatales impiden registrarse a los estudiantes políticamente activos.
* El régimen desarrolla una agresiva campaña para “islamizar” universidades, forzando el retiro de profesores en las áreas de las ciencias sociales.
* El gobierno emplea a policías de civil (“tiras” en la jerga uruguaya de la época dictatorial) y al “Basij”, una fuerza paramilitar financiada por el Estado como los “camisas pardas” de Mussolini, para dar caza a los clérigos críticos del gobierno. Ayatollahs como Kazemini Boroujerdi, que entienden al Islam de manera tal que religión y gobierno tienen que estar separados, guardan años de prisión sin que se conozcan sus “delitos”.
* La dictadura de Ahmadineyad —un gran amigo del venezolano Hugo Chávez, del boliviano Evo Morales, del nicaragüense Daniel Ortega y de los cubanos Fidel y Raúl Castro, que ha proclamado urbi et orbi su intención de borrar del mapa a Israel— bloquea sistemáticamente sitios de Internet que contienen análisis y noticias políticas, reduce la velocidad de la red, tranca las emisiones que llegan del extranjero vía satélite y ordena a los “guardianes de la revolución” rastrear los sitios on line disidentes.
* El régimen no permite manifestaciones opositoras. Las “Madres de Luto”, cuyos hijos e hijas fueron asesinados por fuerzas de seguridad durante las protestas posteriores a las fraudulentas elecciones de 2009, tienen impedido reunirse en el Parque Laleh, de Teherán.
* El sistema está lleno de leyes y disposiciones que discriminan a las mujeres. Por si fuera poco, las autoridades impiden a las activistas por los derechos de las mujeres expresarse públicamente contra estas violaciones a los derechos humanos.
* Partidos políticos reformistas, como el Frente Islámico de Participación Iraní y el Mojahedin de la Revolución Islámica, fueron disueltos por el gobierno.
* La represión contra los estudiantes es particularmente severa. Muchos de ellos están en la cárcel, purgando sentencias que van de seis a ocho años y medio de prisión.
* Sólo durante el año 2009 —el último para el cual hay datos oficiales disponibles— el régimen ejecutó a 388 prisioneros, más que cualquier otra nación excepto China. En los primeros 26 días de enero de este año, según informes de prensa, al menos 73 presos fueron ejecutados: un promedio de casi tres personas por día. Los promotores de los derechos humanos en Irán creen que muchas más ejecuciones están ocurriendo actualmente en las prisiones. Los delitos que se castigan con la muerte incluyen el asesinato, la violación, el tráfico de drogas, los robos a mano armada, el espionaje, la sodomía y el adulterio. La señora Sakineh Mohammadi Ashtiani, acusada de adulterio en 2006, espera el cumplimiento de su condena a morir lapidada (esto es, a pedradas). Irán, además, encabeza la lista de países que ejecutan a menores por la comisión de delitos. Las leyes iraníes consideran “ejecutables” a las personas que han alcanzado la pubertad. Esto significa que las niñas pueden ser asesinadas desde los 9 años de edad y los niños desde los 15. Hay más de 100 niños y adolescentes esperando ser ejecutados al día de hoy. Políticos disidentes son habitualmente condenados a la horca, bajo el cargo de que son “enemigos de Dios”.
* Como rutina, las fuerzas de seguridad regulares e irregulares acosan y arrestan a los activistas por los derechos humanos.
* No existe la libertad religiosa y las leyes iraníes discriminan contra las minorías religiosas, incluyendo a los musulmanes sunitas (10% de la población) a la hora de facilitar empleos y educación.
* Las fuerzas de seguridad (legales e ilegales) y los “jueces” atacan a los homosexuales, a los bisexuales y a los transexuales. El Código Penal iraní prevé penas para las relaciones consensuadas entre personas del mismo sexo, algunas de las cuales pueden llegar hasta la muerte. Las leyes están hechas contra ellos. El Estado los discrimina abiertamente; y son vulnerables a acosos, abusos, violaciones, continuas invasiones de su intimidad y otras formas de violencia, perpetradas por los temibles miembros del “Basij”. (1)
El régimen de Ahmadineyad, que quiere llevar al mundo al medioevo, se ha metido en América Latina. Lo ha hecho a través de Venezuela —cada vez que dan una conferencia de prensa conjunta, Ahmadineyad y Chávez proclaman su compromiso con la defensa de sus respectivas “revoluciones”— y tiene bases, además, en Bolivia, Nicaragua, Ecuador y Cuba. Pero el problema “que debe causar alarma en las sociedades libres es cómo conducen sus relaciones con Irán los países que no integran el bando venezolano”. Entre ellos, México, Brasil, Costa Rica, Panamá, Chile y Uruguay. (2)
La posición de Uruguay no es nueva ni responsabilidad de un solo partido. El país se abstuvo de reprobar a Irán por violar los derechos humanos las ocho veces que fue condenado por la Asamblea General de las Naciones Unidas entre 1985 y 1994 (gobiernos de Sanguinetti y de Lacalle). No es nueva y ni siquiera es lejana. El 17 de marzo de 1992, un terrorista suicida reventó un vehículo lleno de explosivos frente a la Embajada de Israel en Buenos Aires. Murieron 29 personas, en el primer acto de terrorismo islámico en suelo americano. Y el 18 de julio de 1994, otro terrorista suicida hizo detonar otra camioneta repleta de bombas en la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), también en Buenos Aires. Murieron 85 personas. La mano siniestra del régimen iraní está, según múltiples indicios, detrás de los dos atentados.
Lo peor de Uruguay es que se aprovechó de aquella tragedia para desplazar a Argentina en el comercio con Irán. Argentina interrumpió sus relaciones políticas con Irán e Irán, automáticamente, dejó de comprarle arroz, por el que pagaba 900 millones de dólares anuales. Un triste memorando de la Cancillería uruguaya de 1998 mostró cero solidaridad con el vecino atacado y únicamente un interés comercial desaforado: “(Se sugirió al ministro) la conveniencia de actuar con rapidez y sentido de la oportunidad para obtener los mayores réditos posibles de la coyuntura actual (...). No debería desaprovecharse una oportunidad como esta, en la que un Estado islámico realiza tantos esfuerzos por acercarse a nuestro país”. (3)
De modo que los intereses comerciales han estado siempre por encima de la proclamada e incumplida defensa de los derechos humanos. “Uruguay ha preferido rendir su posibilidad de tomar una posición favorable a la solidaridad rioplatense, la democracia y los derechos humanos en su política exterior a cambio de vender algunas toneladas de arroz”. (4)
Igual que ahora. El 19 de enero, desde Teherán, la diputada Tourné, ex ministra de Interior, trató de justificar el viaje de la misión. “Acá vinimos a buscar la profundización de los lazos parlamentarios, a tratar de abrir caminos a las inversiones, a los intercambios culturales y a la comercialización de productos” pero no a hablar de “derechos humanos”, dijo en el programa “Página en blanco” de 1410 AM Libre.
Para conseguir comercio e inversiones con Irán no es necesario el traslado de cinco diputados a Teherán. Los empresarios lo pueden hacer por su cuenta. Salvo que el arreglo sea “yo le compro mercadería a sus empresarios y usted se hace el distraído cuando me escarban por las vulneraciones a los derechos humanos que suceden en mi país”.
Si además lo que se busca es “profundizar los lazos parlamentarios” e “intercambios culturales” con un gobierno de esa calaña, eso es, simplemente, una vergüenza.
(1) Informe Mundial 2011 de Human Rights Watch, Bruselas (Bélgica), 21 de enero de 2011
(2) Pablo Brum y Mariana Dambolena, licenciados en Estudios Internacionales, en “Irán y el Río de la Plata”, en “Documentos de CADAL”, Buenos Aires (Argentina), 10 de diciembre de 2007
(3) Ibidem
(4) Ibidem
Claudio Paolillo es Director del semanario Búsqueda (Uruguay)
Semanario Búsqueda (Montevideo, Uruguay)
Semanario Búsqueda (Uruguay)
Los uruguayos creen que la amenaza que representa para el mundo el régimen totalitario y expansionista que rige hoy los destinos de Irán no vale para el Río de la Plata. “Es un problema de Estados Unidos y de Israel. ¿Qué nos importa a nosotros?”, dicen con cinismo o brutal ignorancia dirigentes de todos los partidos políticos. Mientras tanto, para la enorme mayoría de los ciudadanos, Irán es un país tan exótico y lejano que rara vez las atrocidades que allí suceden a diario capturan su atención.
Es por eso que la visita oficial de una misión parlamentaria uruguaya, que a mediados de enero viajó a Teherán para entrevistarse con los más altos mandos de esa dictadura fundamentalista, no ha provocado un escándalo en el país.
El infeliz comportamiento de los parlamentarios que tuvieron el “privilegio” de ser recibidos con “respeto y cordialidad” por Mahmud Ahmadineyad, el jefe de la tiranía, provocaría perplejidad si, en algún momento, los viajeros deciden hablar sobre derechos humanos. Los frentistas Ruben Martínez Huelmo, Daisy Tourné e Ivonne Passada, el colorado Daniel Bianchi y el blanco Pablo Abdala perdieron autoridad para reivindicar las garantías más elementales de cualquier ser humano. Tourné y Passada, tan activas en Uruguay para defender los derechos del sexo femenino, aceptaron sin chistar las reglas que rigen en ese tipo de sociedades integristas, donde las mujeres son tratadas como personas de tercera categoría. Abdala fue el único que no asistió a la reunión con Ahmadineyad, precisamente por sus discrepancias con el régimen iraní en esa materia. Pero entonces, ¿para qué fue? ¿El Parlamento uruguayo hubiera enviado una misión a Chile si allí siguiera Pinochet como dictador? ¿Los miembros de la hipotética misión se escudarían en el cuento de los “lazos comerciales” para evitar hablar sobre las violaciones a los derechos humanos? ¿De qué otro tema podrían hablar si no fuera ese? En otras palabras, ¿hasta dónde llega el relativismo moral que todo lo justifica en nombre de la exculpadora expresión de que “negocios son negocios”?
El gobierno de Irán es, sí, un peligro para el mundo. Pero, sobre todo, es una realidad feroz para los iraníes.
¿Quieren los uruguayos conocer el récord iraní en cuanto a violaciones a los derechos humanos? Tendrán que leerlo, por ejemplo, en el Informe Mundial 2011 sobre el estado de los derechos humanos en el planeta, librado al público hace un par de semanas por Human Rights Watch. Tendrán que leerlo allí porque ni el gobierno ni la misión parlamentaria que fue a Teherán tienen interés en contárselo.
Para facilitar la tarea, aquí van algunos datos:
* Las autoridades utilizan sistemáticamente la tortura para arrancar confesiones a los prisioneros políticos.
* Docenas de periodistas y blogueros permanecen encarcelados por “crímenes” tales como “propaganda contra el régimen” e “insultos” contra “santidades” o funcionarios del gobierno.
* El “Ministerio de Cultura y Orientación Islámica” ha clausurado numerosos periódicos y prohibió a la prensa que todavía existe publicar artículos que refieran a líderes de la oposición, entre ellos el ex presidente Mohammad Khatami.
* Las universidades estatales impiden registrarse a los estudiantes políticamente activos.
* El régimen desarrolla una agresiva campaña para “islamizar” universidades, forzando el retiro de profesores en las áreas de las ciencias sociales.
* El gobierno emplea a policías de civil (“tiras” en la jerga uruguaya de la época dictatorial) y al “Basij”, una fuerza paramilitar financiada por el Estado como los “camisas pardas” de Mussolini, para dar caza a los clérigos críticos del gobierno. Ayatollahs como Kazemini Boroujerdi, que entienden al Islam de manera tal que religión y gobierno tienen que estar separados, guardan años de prisión sin que se conozcan sus “delitos”.
* La dictadura de Ahmadineyad —un gran amigo del venezolano Hugo Chávez, del boliviano Evo Morales, del nicaragüense Daniel Ortega y de los cubanos Fidel y Raúl Castro, que ha proclamado urbi et orbi su intención de borrar del mapa a Israel— bloquea sistemáticamente sitios de Internet que contienen análisis y noticias políticas, reduce la velocidad de la red, tranca las emisiones que llegan del extranjero vía satélite y ordena a los “guardianes de la revolución” rastrear los sitios on line disidentes.
* El régimen no permite manifestaciones opositoras. Las “Madres de Luto”, cuyos hijos e hijas fueron asesinados por fuerzas de seguridad durante las protestas posteriores a las fraudulentas elecciones de 2009, tienen impedido reunirse en el Parque Laleh, de Teherán.
* El sistema está lleno de leyes y disposiciones que discriminan a las mujeres. Por si fuera poco, las autoridades impiden a las activistas por los derechos de las mujeres expresarse públicamente contra estas violaciones a los derechos humanos.
* Partidos políticos reformistas, como el Frente Islámico de Participación Iraní y el Mojahedin de la Revolución Islámica, fueron disueltos por el gobierno.
* La represión contra los estudiantes es particularmente severa. Muchos de ellos están en la cárcel, purgando sentencias que van de seis a ocho años y medio de prisión.
* Sólo durante el año 2009 —el último para el cual hay datos oficiales disponibles— el régimen ejecutó a 388 prisioneros, más que cualquier otra nación excepto China. En los primeros 26 días de enero de este año, según informes de prensa, al menos 73 presos fueron ejecutados: un promedio de casi tres personas por día. Los promotores de los derechos humanos en Irán creen que muchas más ejecuciones están ocurriendo actualmente en las prisiones. Los delitos que se castigan con la muerte incluyen el asesinato, la violación, el tráfico de drogas, los robos a mano armada, el espionaje, la sodomía y el adulterio. La señora Sakineh Mohammadi Ashtiani, acusada de adulterio en 2006, espera el cumplimiento de su condena a morir lapidada (esto es, a pedradas). Irán, además, encabeza la lista de países que ejecutan a menores por la comisión de delitos. Las leyes iraníes consideran “ejecutables” a las personas que han alcanzado la pubertad. Esto significa que las niñas pueden ser asesinadas desde los 9 años de edad y los niños desde los 15. Hay más de 100 niños y adolescentes esperando ser ejecutados al día de hoy. Políticos disidentes son habitualmente condenados a la horca, bajo el cargo de que son “enemigos de Dios”.
* Como rutina, las fuerzas de seguridad regulares e irregulares acosan y arrestan a los activistas por los derechos humanos.
* No existe la libertad religiosa y las leyes iraníes discriminan contra las minorías religiosas, incluyendo a los musulmanes sunitas (10% de la población) a la hora de facilitar empleos y educación.
* Las fuerzas de seguridad (legales e ilegales) y los “jueces” atacan a los homosexuales, a los bisexuales y a los transexuales. El Código Penal iraní prevé penas para las relaciones consensuadas entre personas del mismo sexo, algunas de las cuales pueden llegar hasta la muerte. Las leyes están hechas contra ellos. El Estado los discrimina abiertamente; y son vulnerables a acosos, abusos, violaciones, continuas invasiones de su intimidad y otras formas de violencia, perpetradas por los temibles miembros del “Basij”. (1)
El régimen de Ahmadineyad, que quiere llevar al mundo al medioevo, se ha metido en América Latina. Lo ha hecho a través de Venezuela —cada vez que dan una conferencia de prensa conjunta, Ahmadineyad y Chávez proclaman su compromiso con la defensa de sus respectivas “revoluciones”— y tiene bases, además, en Bolivia, Nicaragua, Ecuador y Cuba. Pero el problema “que debe causar alarma en las sociedades libres es cómo conducen sus relaciones con Irán los países que no integran el bando venezolano”. Entre ellos, México, Brasil, Costa Rica, Panamá, Chile y Uruguay. (2)
La posición de Uruguay no es nueva ni responsabilidad de un solo partido. El país se abstuvo de reprobar a Irán por violar los derechos humanos las ocho veces que fue condenado por la Asamblea General de las Naciones Unidas entre 1985 y 1994 (gobiernos de Sanguinetti y de Lacalle). No es nueva y ni siquiera es lejana. El 17 de marzo de 1992, un terrorista suicida reventó un vehículo lleno de explosivos frente a la Embajada de Israel en Buenos Aires. Murieron 29 personas, en el primer acto de terrorismo islámico en suelo americano. Y el 18 de julio de 1994, otro terrorista suicida hizo detonar otra camioneta repleta de bombas en la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), también en Buenos Aires. Murieron 85 personas. La mano siniestra del régimen iraní está, según múltiples indicios, detrás de los dos atentados.
Lo peor de Uruguay es que se aprovechó de aquella tragedia para desplazar a Argentina en el comercio con Irán. Argentina interrumpió sus relaciones políticas con Irán e Irán, automáticamente, dejó de comprarle arroz, por el que pagaba 900 millones de dólares anuales. Un triste memorando de la Cancillería uruguaya de 1998 mostró cero solidaridad con el vecino atacado y únicamente un interés comercial desaforado: “(Se sugirió al ministro) la conveniencia de actuar con rapidez y sentido de la oportunidad para obtener los mayores réditos posibles de la coyuntura actual (...). No debería desaprovecharse una oportunidad como esta, en la que un Estado islámico realiza tantos esfuerzos por acercarse a nuestro país”. (3)
De modo que los intereses comerciales han estado siempre por encima de la proclamada e incumplida defensa de los derechos humanos. “Uruguay ha preferido rendir su posibilidad de tomar una posición favorable a la solidaridad rioplatense, la democracia y los derechos humanos en su política exterior a cambio de vender algunas toneladas de arroz”. (4)
Igual que ahora. El 19 de enero, desde Teherán, la diputada Tourné, ex ministra de Interior, trató de justificar el viaje de la misión. “Acá vinimos a buscar la profundización de los lazos parlamentarios, a tratar de abrir caminos a las inversiones, a los intercambios culturales y a la comercialización de productos” pero no a hablar de “derechos humanos”, dijo en el programa “Página en blanco” de 1410 AM Libre.
Para conseguir comercio e inversiones con Irán no es necesario el traslado de cinco diputados a Teherán. Los empresarios lo pueden hacer por su cuenta. Salvo que el arreglo sea “yo le compro mercadería a sus empresarios y usted se hace el distraído cuando me escarban por las vulneraciones a los derechos humanos que suceden en mi país”.
Si además lo que se busca es “profundizar los lazos parlamentarios” e “intercambios culturales” con un gobierno de esa calaña, eso es, simplemente, una vergüenza.
(1) Informe Mundial 2011 de Human Rights Watch, Bruselas (Bélgica), 21 de enero de 2011
(2) Pablo Brum y Mariana Dambolena, licenciados en Estudios Internacionales, en “Irán y el Río de la Plata”, en “Documentos de CADAL”, Buenos Aires (Argentina), 10 de diciembre de 2007
(3) Ibidem
(4) Ibidem
Claudio Paolillo es Director del semanario Búsqueda (Uruguay)
Semanario Búsqueda (Montevideo, Uruguay)