Prensa
Humala y la esperanza brasileña para el Perú
Fuente: El Cronista (Argentina)
Raúl Ferro, Analista de CADAL
Los ánimos no han quedado muy altos entre los miembros de la comunidad de negocios en el Perú tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales el pasado 10 de abril. Los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta, la centroderechista Keiko Fujimori y el nacionalista Ollanta Humala, no representan las mejores opciones para el establishment peruano. La primera, por la tendencia al autoritarismo que ha mostrado tradicionalmente el Fujimorismo y por el triste recuerdo de corrupción y violación de los derechos humanos que dejó el gobierno de su padre en los años noventa. El segundo, por sus tendencias antisistema y simpatías con el Chavismo, que ha tratado de moderar y/o disimular durante la última campaña electoral pero sin haber convencido a todos.
Se repite el escenario de las elecciones anteriores, cuando pasaron a segunda vuelta Humala y el actual presidente Alan García quienes, desde una perspectiva pro-mercado, representaban una elección entre lo malo o lo peor.
En esta ocasión, sin embargo, la opción por el mal menor -lo que permitió a García ganar la anterior elección- no está tan clara para los electores que quisieran mantener el actual modelo económico en el Perú, el que, con todas sus fallas y desventajas, ha permitido al país crecer vigorosamente en los últimos diez años, alcanzar el preciado grado de inversión de las agencias calificadoras de riesgo y reducir drásticamente la pobreza.
Llama la atención encontrar un amplio número de ciudadanos que votaron por Pedro Pablo Kuczynski, un banquero de inversión que encarnaba la propuesta pro-mercado más clara en la primera vuelta electoral, y que ahora lo harán por Humala. Siguiendo el razonamiento que esbozó el premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa hace unas semanas, estos ciudadanos no están dispuestos a perdonar los abusos que cometió el padre de Keiko cuando fue presidente y que lo ha llevado finalmente a la cárcel. En resumen, el voto anti-Humala hoy no es tan monolítico entre los votantes de centro derecha como lo fue en la elección anterior.
Aunque todavía falta correr mucha agua bajo el puente antes de la segunda vuelta de las elecciones, que se celebrará el próximo 5 de junio, no es descabellado esperar que la actual ventaja de Humala en las encuestas se mantenga y que finalmente salga ganador y asuma la presidencia el próximo 28 de julio. Este escenario ha quitado el sueño -—y un buen pedazo de valor a la Bolsa de Valores de Lima- a muchos peruanos.
Para muchos electores la pregunta no es si Humala va a ganar, sino qué líneas seguirá su gobierno. ¿Será una propuesta moderada, como la que plantea actualmente? ¿O seguirá los designios de su anterior discurso antisistema, alineado con las visiones de Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales?
Para el primer escenario, el más optimista, un factor clave será la influencia brasileña. Para estas elecciones, Humala ha estrechado lazos con el Partido dos Trabalhadores (PT) del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva y de su sucesora, Dilma Rousseff. Expertos del PT asesoraron a Humala durante la campaña y el candidato no se ha cansado de repetir que su referente hoy es Lula y no Chávez.
El apoyo brasileño a Humala va más allá de las simpatías políticas. Perú se ha convertido en un país muy importante para la estrategia de crecimiento brasileña y para las empresas de ese país. Gigantes como Petrobras y Votorantim tienen importantes activos en el país. Buena parte del desarrollo reciente de infraestructura vial y portuaria del Perú -con las carreteras interoceánicas a la cabeza- facilitan la salida de productos brasileños al Pacífico y al continente asiático, el principal mercado para Brasil. Y la eléctrica estatal brasileña Eletrobras tiene una cartera de proyectos hidroeléctricos en Perú que suma u$s 16.000 millones en inversiones. Una parte importante de esa capacidad de generación estaría destinada a alimentar con electricidad el occidente brasileño.
Bajo esta perspectiva, el lobby brasileño sería vital para moderar un eventual gobierno de Humala. Y hoy por hoy es la esperanza de quienes esperan que el Perú mantenga su actual modelo de desarrollo y haga realidad el potencial de crecimiento de su economía.
Diario El Cronista Comercial (buenos Aires, Argentina), 6 de mayo de 2011
El Cronista (Argentina)
Raúl Ferro, Analista de CADAL
Los ánimos no han quedado muy altos entre los miembros de la comunidad de negocios en el Perú tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales el pasado 10 de abril. Los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta, la centroderechista Keiko Fujimori y el nacionalista Ollanta Humala, no representan las mejores opciones para el establishment peruano. La primera, por la tendencia al autoritarismo que ha mostrado tradicionalmente el Fujimorismo y por el triste recuerdo de corrupción y violación de los derechos humanos que dejó el gobierno de su padre en los años noventa. El segundo, por sus tendencias antisistema y simpatías con el Chavismo, que ha tratado de moderar y/o disimular durante la última campaña electoral pero sin haber convencido a todos.
Se repite el escenario de las elecciones anteriores, cuando pasaron a segunda vuelta Humala y el actual presidente Alan García quienes, desde una perspectiva pro-mercado, representaban una elección entre lo malo o lo peor.
En esta ocasión, sin embargo, la opción por el mal menor -lo que permitió a García ganar la anterior elección- no está tan clara para los electores que quisieran mantener el actual modelo económico en el Perú, el que, con todas sus fallas y desventajas, ha permitido al país crecer vigorosamente en los últimos diez años, alcanzar el preciado grado de inversión de las agencias calificadoras de riesgo y reducir drásticamente la pobreza.
Llama la atención encontrar un amplio número de ciudadanos que votaron por Pedro Pablo Kuczynski, un banquero de inversión que encarnaba la propuesta pro-mercado más clara en la primera vuelta electoral, y que ahora lo harán por Humala. Siguiendo el razonamiento que esbozó el premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa hace unas semanas, estos ciudadanos no están dispuestos a perdonar los abusos que cometió el padre de Keiko cuando fue presidente y que lo ha llevado finalmente a la cárcel. En resumen, el voto anti-Humala hoy no es tan monolítico entre los votantes de centro derecha como lo fue en la elección anterior.
Aunque todavía falta correr mucha agua bajo el puente antes de la segunda vuelta de las elecciones, que se celebrará el próximo 5 de junio, no es descabellado esperar que la actual ventaja de Humala en las encuestas se mantenga y que finalmente salga ganador y asuma la presidencia el próximo 28 de julio. Este escenario ha quitado el sueño -—y un buen pedazo de valor a la Bolsa de Valores de Lima- a muchos peruanos.
Para muchos electores la pregunta no es si Humala va a ganar, sino qué líneas seguirá su gobierno. ¿Será una propuesta moderada, como la que plantea actualmente? ¿O seguirá los designios de su anterior discurso antisistema, alineado con las visiones de Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales?
Para el primer escenario, el más optimista, un factor clave será la influencia brasileña. Para estas elecciones, Humala ha estrechado lazos con el Partido dos Trabalhadores (PT) del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva y de su sucesora, Dilma Rousseff. Expertos del PT asesoraron a Humala durante la campaña y el candidato no se ha cansado de repetir que su referente hoy es Lula y no Chávez.
El apoyo brasileño a Humala va más allá de las simpatías políticas. Perú se ha convertido en un país muy importante para la estrategia de crecimiento brasileña y para las empresas de ese país. Gigantes como Petrobras y Votorantim tienen importantes activos en el país. Buena parte del desarrollo reciente de infraestructura vial y portuaria del Perú -con las carreteras interoceánicas a la cabeza- facilitan la salida de productos brasileños al Pacífico y al continente asiático, el principal mercado para Brasil. Y la eléctrica estatal brasileña Eletrobras tiene una cartera de proyectos hidroeléctricos en Perú que suma u$s 16.000 millones en inversiones. Una parte importante de esa capacidad de generación estaría destinada a alimentar con electricidad el occidente brasileño.
Bajo esta perspectiva, el lobby brasileño sería vital para moderar un eventual gobierno de Humala. Y hoy por hoy es la esperanza de quienes esperan que el Perú mantenga su actual modelo de desarrollo y haga realidad el potencial de crecimiento de su economía.
Diario El Cronista Comercial (buenos Aires, Argentina), 6 de mayo de 2011