Prensa
Australia: un espejo para el desarrollo
En lugar de confiscar sucesivamente los ahorros de sus habitantes o vaciar las distintas ‘cajas’ para apagar los incendios producidos por el mal manejo fiscal, la dirigencia política argentina podría analizar las políticas responsables que se implementan en Australia. Introducida en 1998, el Acta de Honestidad Presupuestaria de Australia, dispone, entre otras cosas, la publicación cada tres años de un Informe Intergeneracional que tiene el propósito de hacer públicos los argumentos del gobierno sobre la sustentabilidad de sus políticas fiscales durante un período de nada menos que cuarenta años.
Fuente: El Cronista (Argentina)
Gabriel C. Salvia, Director General del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) y Camden Luxford, Asistente de Investigación de CADAL.
En la Argentina se habla en forma recurrente sobre la necesidad de políticas de estado para el largo plazo, pero mucho menos se debate sobre qué tipo de políticas habría que adoptar. Al respecto, como fiel reflejo del subdesarrollo, todavía hay una parte importante de la opinión pública argentina que observa con simpatía —y hasta con admiración— a países que representan un verdadero fracaso político, económico y social, como Cuba, en lugar de mirar con atención algunos casos para tener muy en cuenta si el objetivo es el desarrollo, en su más amplio significado.
Por ejemplo, en lugar de confiscar sucesivamente los ahorros de sus habitantes o vaciar las distintas ‘cajas’ para apagar los incendios producidos por el mal manejo fiscal, la dirigencia política argentina podría analizar las políticas responsables que se implementan en Australia. Introducida en 1998, el Acta de Honestidad Presupuestaria de Australia, dispone, entre otras cosas, la publicación cada tres años de un Informe Intergeneracional que tiene el propósito de hacer públicos los argumentos del gobierno sobre la sustentabilidad de sus políticas fiscales durante un período de nada menos que cuarenta años.
El primer informe intergeneracional salió a la luz en 2002 y llamó la atención sobre el futuro déficit de las jubilaciones en un país en proceso de envejecimiento. Para enfrentar este problema, en 2006 el gobierno anunció la formación del Fondo de Futuros, fondo de inversiones independiente del gobierno, del cual no se pueden retirar recursos para ningún propósito hasta que el déficit de las jubilaciones se cubra, llegue el año 2020 o lo que suceda primero.
La ley obliga al gobierno a presentar su plan para los siguientes cuarenta años y justificarlo con datos basados en una explicación de la metodología utilizada. El Acta y su informe asociado han sido fuertemente criticados por imprecisos, inefectivos y por ser más herramientas propagandísticas que de verdadera responsabilidad fiscal. No cabe duda de que en todas estas críticas hay una mayor o menor dosis de verdad, pero más allá de sus fallas el acta es a la vez resultado del (y contribuye al) largo proceso de reforma presupuestaria que viene realizándose en Australia durante los últimos años.
Esta reforma, por su parte, refleja el consenso bipartidario de que la transparencia y el diálogo social en torno del gasto público es la única forma de garantizar el continuo éxito del país. Y parece que los australianos no se equivocan.
Además de salir en primer lugar en el Índice de Responsabilidad Fiscal publicado por la Universidad de Stanford en 2011, Australia ha disfrutado de un crecimiento económico que —si bien no llega a tener las tasas chinas del commodities boom latinoamericano— sí ha sido estable y respetable durante mucho tiempo.
La tasa de inflación en Australia es prácticamente nula (1.6%) y el desempleo es de 5.1%, ligeramente más alto que el llamado ‘pleno empleo’ (5%). Además, las tres mayores agencias de calificación de crédito tienen a Australia en el rating AAA.
Hay muchos argumentos que buscan explicar la razón del estable y sostenido crecimiento económico de un país igualmente aislado como los países del Cono Sur de los grandes centros capitalistas, casi igualmente ‘maldecido’ con riqueza natural e igualmente fruto de una colonización.
Todas estas cuestiones tienen algo que aportar, de modo que la transparencia y el diálogo en torno del proceso presupuestario no son el factor determinante del desarrollo australiano.
Sin embargo, cuesta pensar que sin una visión de largo plazo, sumado a un diálogo amplio y realista sobre hacia dónde va el país, no tengan algo que ver. Precisamente lo que falta en la Argentina.
Fuente: El Cronista Comercial (Buenos Aires, Argentina)
El Cronista (Argentina)
Gabriel C. Salvia, Director General del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) y Camden Luxford, Asistente de Investigación de CADAL.
En la Argentina se habla en forma recurrente sobre la necesidad de políticas de estado para el largo plazo, pero mucho menos se debate sobre qué tipo de políticas habría que adoptar. Al respecto, como fiel reflejo del subdesarrollo, todavía hay una parte importante de la opinión pública argentina que observa con simpatía —y hasta con admiración— a países que representan un verdadero fracaso político, económico y social, como Cuba, en lugar de mirar con atención algunos casos para tener muy en cuenta si el objetivo es el desarrollo, en su más amplio significado.
Por ejemplo, en lugar de confiscar sucesivamente los ahorros de sus habitantes o vaciar las distintas ‘cajas’ para apagar los incendios producidos por el mal manejo fiscal, la dirigencia política argentina podría analizar las políticas responsables que se implementan en Australia. Introducida en 1998, el Acta de Honestidad Presupuestaria de Australia, dispone, entre otras cosas, la publicación cada tres años de un Informe Intergeneracional que tiene el propósito de hacer públicos los argumentos del gobierno sobre la sustentabilidad de sus políticas fiscales durante un período de nada menos que cuarenta años.
El primer informe intergeneracional salió a la luz en 2002 y llamó la atención sobre el futuro déficit de las jubilaciones en un país en proceso de envejecimiento. Para enfrentar este problema, en 2006 el gobierno anunció la formación del Fondo de Futuros, fondo de inversiones independiente del gobierno, del cual no se pueden retirar recursos para ningún propósito hasta que el déficit de las jubilaciones se cubra, llegue el año 2020 o lo que suceda primero.
La ley obliga al gobierno a presentar su plan para los siguientes cuarenta años y justificarlo con datos basados en una explicación de la metodología utilizada. El Acta y su informe asociado han sido fuertemente criticados por imprecisos, inefectivos y por ser más herramientas propagandísticas que de verdadera responsabilidad fiscal. No cabe duda de que en todas estas críticas hay una mayor o menor dosis de verdad, pero más allá de sus fallas el acta es a la vez resultado del (y contribuye al) largo proceso de reforma presupuestaria que viene realizándose en Australia durante los últimos años.
Esta reforma, por su parte, refleja el consenso bipartidario de que la transparencia y el diálogo social en torno del gasto público es la única forma de garantizar el continuo éxito del país. Y parece que los australianos no se equivocan.
Además de salir en primer lugar en el Índice de Responsabilidad Fiscal publicado por la Universidad de Stanford en 2011, Australia ha disfrutado de un crecimiento económico que —si bien no llega a tener las tasas chinas del commodities boom latinoamericano— sí ha sido estable y respetable durante mucho tiempo.
La tasa de inflación en Australia es prácticamente nula (1.6%) y el desempleo es de 5.1%, ligeramente más alto que el llamado ‘pleno empleo’ (5%). Además, las tres mayores agencias de calificación de crédito tienen a Australia en el rating AAA.
Hay muchos argumentos que buscan explicar la razón del estable y sostenido crecimiento económico de un país igualmente aislado como los países del Cono Sur de los grandes centros capitalistas, casi igualmente ‘maldecido’ con riqueza natural e igualmente fruto de una colonización.
Todas estas cuestiones tienen algo que aportar, de modo que la transparencia y el diálogo en torno del proceso presupuestario no son el factor determinante del desarrollo australiano.
Sin embargo, cuesta pensar que sin una visión de largo plazo, sumado a un diálogo amplio y realista sobre hacia dónde va el país, no tengan algo que ver. Precisamente lo que falta en la Argentina.
Fuente: El Cronista Comercial (Buenos Aires, Argentina)