Prensa
La Argentina, ``campeona del proteccionismo´´, se subió a un podio que no entrega medalla de oro
Entre tantas regulaciones, medidas no escritas y controles de capitales, la Argentina pasó a ubicarse primera en un ranking y está en el puesto número 1 entre los países más proteccionistas del mundo, según un informe del Global Trade Alert (GTA), una red de 750 investigadores de universidades europeas, con base en Londres.
Fuente: Agencia Diarios y Noticias (Argentina)
BUENOS AIRES, ago 15 (DyN) - A la Argentina le han colgado el mote de "campeona del proteccionismo" y durante los últimos tiempos ha hecho de todo para revalidar títulos.
Ante la fuga de capitales, la consecuencia fue la instauración de un cepo cambiario generalizado que le dio vida al mercado paralelo de divisas, que hoy opera con una brecha de 35% con respecto al precio del dólar que sostiene el Banco Central.
Dentro de los vaivenes del modelo kirchnerista, ya no resultan novedosas las menciones a las desprolijas medidas y al vendaval de artificios adoptados para intentar mantener el superávit comercial. Desde 2009, hasta la fecha, se dictaron 168 normas para obstaculizar el comercio internacional.
Al respecto, tanta manipulación impactó precísamente en el mercado de cambios. En primer lugar, los funcionarios armaron una madeja por la cuál la compra de dólares para pagar las importaciones debe ser aprobada primero por la AFIP y por la secretaría de Comercio Exterior.
También se obligó a las petroleras a liquidar 100% de las divisas en el país y a las compañías de seguro de retiro a traer y pesificar sus imposiciones en el exterior. Por el lado del Banco Central, se aumentó la exigencia de liquidez sobre el capital mínimo que deben mantener los bancos, para imposibilitar así indirectamente el reparto de dividendos y el giro de divisas a sus casas matrices en el exterior.
En tanto, a las empresas extranjeras se les acotó directamente el giro de dividendos, ya que el BCRA dispuso que las mismas deberán “pedir autorización previa para la transferencia al exterior de utilidades y regalías sin límite de monto”.
La medida colisiona contra los acuerdos bilaterales de inversiones que la Argentina firmó con países como los Estados Unidos, España y otras naciones europeas prohíbe todo tipo de limitaciones al giro de utilidades. Es por ello que la restricción fue informada, a través de los bancos a las empresas, sólo de palabra y sin respaldo legal.
De esta manera, no se prohíbe formalmente a las empresas girar dividendos al exterior, sino que se les dificulta el acceso al mercado cambiario. El Estado no puede cambiar el monto de las utilidades a repartir por las empresas porque así está establecido en la Ley de Sociedades, pero sí lo puede demorar.
Finalmente, la compra de divisas en entidades bancarias por el público en general también ha sido restringida. De esta forma, casi todos los caminos para acceder libremente a los dólares oficiales han sido eliminados.
En un contexto de incertidumbre, generada por la desaceleración de la economía, estos cambios de las reglas del juego, tanto de las restricciones cambiarias como las del giro de utilidades, repercute negativamente en las decisiones de inversión en la Argentina.
Es de esperar que nadie tendrá intenciones de invertir en un mercado, en el que no sabe si podrá retirar ganancias en el futuro.
Por ejemplo, semanas atrás la CEPAL afirmó que la Argentina está sexta en el ranking de inversiones directas en América latina, cuando hasta hace algunos años figuraba tercera. Está claro que el país es un destino cada vez menos atractivo para proyectos e inversiones a largo plazo.
Lo que suceda de ahora en más dependerá en buena medida del éxito que tenga el Gobierno para regenerar la confianza y recuperar los niveles previos de inversión.
De lo contrario, la economía se podría encontrar con un problema doble. Por un lado, esta situación implicaría menores ingresos de dólares y afectaría el crecimiento económico. Pero, al mismo tiempo, al no aumentar la capacidad instalada se generaría menos oferta, por lo que cualquier aumento de la demanda se vería reflejado en un mayor salto inflacionario.
Entre tantas regulaciones, medidas no escritas y controles de capitales, la Argentina pasó a ubicarse primera en un ranking y está en el puesto número 1 entre los países más proteccionistas del mundo, según un informe del Global Trade Alert (GTA), una red de 750 investigadores de universidades europeas, con base en Londres.
De más está aclarar que, por encabezar esta lista, no se obtiene ninguna medalla de oro.
(*) TICIANA CARUSO es economista y asistente de Investigaciones del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).
Fuente: Agencia Diarios y Noticias (Buenos Aires, Argentina), 15 de agosto de 2012
Agencia Diarios y Noticias (Argentina)
BUENOS AIRES, ago 15 (DyN) - A la Argentina le han colgado el mote de "campeona del proteccionismo" y durante los últimos tiempos ha hecho de todo para revalidar títulos.
Ante la fuga de capitales, la consecuencia fue la instauración de un cepo cambiario generalizado que le dio vida al mercado paralelo de divisas, que hoy opera con una brecha de 35% con respecto al precio del dólar que sostiene el Banco Central.
Dentro de los vaivenes del modelo kirchnerista, ya no resultan novedosas las menciones a las desprolijas medidas y al vendaval de artificios adoptados para intentar mantener el superávit comercial. Desde 2009, hasta la fecha, se dictaron 168 normas para obstaculizar el comercio internacional.
Al respecto, tanta manipulación impactó precísamente en el mercado de cambios. En primer lugar, los funcionarios armaron una madeja por la cuál la compra de dólares para pagar las importaciones debe ser aprobada primero por la AFIP y por la secretaría de Comercio Exterior.
También se obligó a las petroleras a liquidar 100% de las divisas en el país y a las compañías de seguro de retiro a traer y pesificar sus imposiciones en el exterior. Por el lado del Banco Central, se aumentó la exigencia de liquidez sobre el capital mínimo que deben mantener los bancos, para imposibilitar así indirectamente el reparto de dividendos y el giro de divisas a sus casas matrices en el exterior.
En tanto, a las empresas extranjeras se les acotó directamente el giro de dividendos, ya que el BCRA dispuso que las mismas deberán “pedir autorización previa para la transferencia al exterior de utilidades y regalías sin límite de monto”.
La medida colisiona contra los acuerdos bilaterales de inversiones que la Argentina firmó con países como los Estados Unidos, España y otras naciones europeas prohíbe todo tipo de limitaciones al giro de utilidades. Es por ello que la restricción fue informada, a través de los bancos a las empresas, sólo de palabra y sin respaldo legal.
De esta manera, no se prohíbe formalmente a las empresas girar dividendos al exterior, sino que se les dificulta el acceso al mercado cambiario. El Estado no puede cambiar el monto de las utilidades a repartir por las empresas porque así está establecido en la Ley de Sociedades, pero sí lo puede demorar.
Finalmente, la compra de divisas en entidades bancarias por el público en general también ha sido restringida. De esta forma, casi todos los caminos para acceder libremente a los dólares oficiales han sido eliminados.
En un contexto de incertidumbre, generada por la desaceleración de la economía, estos cambios de las reglas del juego, tanto de las restricciones cambiarias como las del giro de utilidades, repercute negativamente en las decisiones de inversión en la Argentina.
Es de esperar que nadie tendrá intenciones de invertir en un mercado, en el que no sabe si podrá retirar ganancias en el futuro.
Por ejemplo, semanas atrás la CEPAL afirmó que la Argentina está sexta en el ranking de inversiones directas en América latina, cuando hasta hace algunos años figuraba tercera. Está claro que el país es un destino cada vez menos atractivo para proyectos e inversiones a largo plazo.
Lo que suceda de ahora en más dependerá en buena medida del éxito que tenga el Gobierno para regenerar la confianza y recuperar los niveles previos de inversión.
De lo contrario, la economía se podría encontrar con un problema doble. Por un lado, esta situación implicaría menores ingresos de dólares y afectaría el crecimiento económico. Pero, al mismo tiempo, al no aumentar la capacidad instalada se generaría menos oferta, por lo que cualquier aumento de la demanda se vería reflejado en un mayor salto inflacionario.
Entre tantas regulaciones, medidas no escritas y controles de capitales, la Argentina pasó a ubicarse primera en un ranking y está en el puesto número 1 entre los países más proteccionistas del mundo, según un informe del Global Trade Alert (GTA), una red de 750 investigadores de universidades europeas, con base en Londres.
De más está aclarar que, por encabezar esta lista, no se obtiene ninguna medalla de oro.
(*) TICIANA CARUSO es economista y asistente de Investigaciones del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).
Fuente: Agencia Diarios y Noticias (Buenos Aires, Argentina), 15 de agosto de 2012