Prensa
Luces y sombras del éxito latinoamericano
El camino está claro. La prosperidad no depende solamente de las libertades económicas y de empresa. Para consolidarla es necesario contar con un aparataje institucional maduro, moderno e independiente que es absolutamente necesario como complemento y contrapeso a la economía de mercado. Esta reflexión es extensiva a prácticamente todo el mundo emergente.
Fuente: El Cronista (Argentina)
Raúl Ferro, Consejero de CADAL y periodista en Business News Americas
El 2013 es el año de las economías emergentes. Ya hace tiempo que el peso de estas naciones en la economía mundial viene creciendo hasta quedar en clara evidencia, tras la crisis del 2008-2009, el papel clave que le toca jugar para mantener el crecimiento de la economía mundial. Estamos en plenos años de transición. No sólo está cambiando el centro de gravedad de la economía mundial; también está cambiando la naturaleza de los llamados países de la periferia. Ya no basan su competitividad en bajos salarios y precarias condiciones laborales. Han visto surgir clases medias que tienen acceso a bienes de consumo y que están paralelamente demandando acceso a mejores servicios de educación y salud.
En este proceso, este año todos los ojos están puestos en las naciones emergentes. En el 2013 está más que claro que si la economía del planeta va a crecer, va a ser gracias a estas naciones. Con buenos fundamentos macroeconómicos, bajo nivel de riesgo y sólidas perspectivas de crecimiento, los inversionistas globales han aumentado su apetito este año por invertir no solo en papeles de deuda de esos mercados, sino también en deuda denominada en monedas de países emergentes.
Dentro de este bloque de naciones emergentes estelares figuran varios países latinoamericanos. Obviamente México y Brasil forman parte de la lista, tanto por su tamaño como por el hecho que son economías integradas al mundo. Pero también lo son naciones medianas, como Chile, Perú y Colombia, e incluso pequeñas, como Panamá y Uruguay. Se trata de economías que abrazaron el mercado e hicieron exitosamente las reformas básicas para integrarse al mundo de la forma más eficiente posible. Son países que muestran tasas de crecimiento vigorosas. Panamá, con una estimación de crecimiento de más del 10% para el 2013 según la Cepal, es una de las economías que más crecerá en el mundo este año. Tras Panamá se ubican Perú (6,2%) y Chile (5,5%).
Es la cosecha de años de siembra a punta de reformas y reestructuración de sus aparatos productivos y de servicios. Aunque es temprano para cantar victoria, el modelo de economía de mercado abierto e integrado al mundo parece estar consolidado en estas naciones.
Sin embargo, el último ranking de Democracia, Mercado y Transparencia realizado por CADAL muestra otra realidad, la de las tareas pendientes que tienen estas naciones para avanzar integralmente hacia su desarrollo económico y social. Después de todo, el avance de las naciones no se mide solamente en términos de producto interno bruto.
Sólo cuatro naciones latinoamericanas se ubican en el primer tercio del ranking de CADAL. Se trata de los sospechosos de siempre: Chile, Uruguay, Costa Rica y Panamá. Los dos primeros subieron posiciones, alcanzando los puestos 13 y 19 respectivamente, superando a naciones del mundo desarrollado como Reino Unido, Japón y Austria. Chile y Uruguay son naciones que, pese a haber sufrido sanguinarias y oscuras dictaduras hace tres décadas, cuentan con un andamiaje institucional sólido y una cultura cívica más desarrollada que la de sus vecinos. Este ropaje institucional es fundamental para cimentar un modelo de desarrollo basado en libertades no solo económicas, sino también políticas y sociales, tan importantes como la primera para afianzar el camino hacia el desarrollo y el bienestar de sus ciudadanos.
El camino está claro. La prosperidad no depende solamente de las libertades económicas y de empresa. Para consolidarla es necesario contar con un aparataje institucional maduro, moderno e independiente que es absolutamente necesario como complemento y contrapeso a la economía de mercado. Esta reflexión es extensiva a prácticamente todo el mundo emergente, desde China –que sigue siendo una dictadura con gravísimas restricciones a las libertades y atropellos a los derechos humanos,– a Rusia.
Fuente: El Cronista Comercial (Buenos Aires, Argentina)
El Cronista (Argentina)
Raúl Ferro, Consejero de CADAL y periodista en Business News Americas
El 2013 es el año de las economías emergentes. Ya hace tiempo que el peso de estas naciones en la economía mundial viene creciendo hasta quedar en clara evidencia, tras la crisis del 2008-2009, el papel clave que le toca jugar para mantener el crecimiento de la economía mundial. Estamos en plenos años de transición. No sólo está cambiando el centro de gravedad de la economía mundial; también está cambiando la naturaleza de los llamados países de la periferia. Ya no basan su competitividad en bajos salarios y precarias condiciones laborales. Han visto surgir clases medias que tienen acceso a bienes de consumo y que están paralelamente demandando acceso a mejores servicios de educación y salud.
En este proceso, este año todos los ojos están puestos en las naciones emergentes. En el 2013 está más que claro que si la economía del planeta va a crecer, va a ser gracias a estas naciones. Con buenos fundamentos macroeconómicos, bajo nivel de riesgo y sólidas perspectivas de crecimiento, los inversionistas globales han aumentado su apetito este año por invertir no solo en papeles de deuda de esos mercados, sino también en deuda denominada en monedas de países emergentes.
Dentro de este bloque de naciones emergentes estelares figuran varios países latinoamericanos. Obviamente México y Brasil forman parte de la lista, tanto por su tamaño como por el hecho que son economías integradas al mundo. Pero también lo son naciones medianas, como Chile, Perú y Colombia, e incluso pequeñas, como Panamá y Uruguay. Se trata de economías que abrazaron el mercado e hicieron exitosamente las reformas básicas para integrarse al mundo de la forma más eficiente posible. Son países que muestran tasas de crecimiento vigorosas. Panamá, con una estimación de crecimiento de más del 10% para el 2013 según la Cepal, es una de las economías que más crecerá en el mundo este año. Tras Panamá se ubican Perú (6,2%) y Chile (5,5%).
Es la cosecha de años de siembra a punta de reformas y reestructuración de sus aparatos productivos y de servicios. Aunque es temprano para cantar victoria, el modelo de economía de mercado abierto e integrado al mundo parece estar consolidado en estas naciones.
Sin embargo, el último ranking de Democracia, Mercado y Transparencia realizado por CADAL muestra otra realidad, la de las tareas pendientes que tienen estas naciones para avanzar integralmente hacia su desarrollo económico y social. Después de todo, el avance de las naciones no se mide solamente en términos de producto interno bruto.
Sólo cuatro naciones latinoamericanas se ubican en el primer tercio del ranking de CADAL. Se trata de los sospechosos de siempre: Chile, Uruguay, Costa Rica y Panamá. Los dos primeros subieron posiciones, alcanzando los puestos 13 y 19 respectivamente, superando a naciones del mundo desarrollado como Reino Unido, Japón y Austria. Chile y Uruguay son naciones que, pese a haber sufrido sanguinarias y oscuras dictaduras hace tres décadas, cuentan con un andamiaje institucional sólido y una cultura cívica más desarrollada que la de sus vecinos. Este ropaje institucional es fundamental para cimentar un modelo de desarrollo basado en libertades no solo económicas, sino también políticas y sociales, tan importantes como la primera para afianzar el camino hacia el desarrollo y el bienestar de sus ciudadanos.
El camino está claro. La prosperidad no depende solamente de las libertades económicas y de empresa. Para consolidarla es necesario contar con un aparataje institucional maduro, moderno e independiente que es absolutamente necesario como complemento y contrapeso a la economía de mercado. Esta reflexión es extensiva a prácticamente todo el mundo emergente, desde China –que sigue siendo una dictadura con gravísimas restricciones a las libertades y atropellos a los derechos humanos,– a Rusia.
Fuente: El Cronista Comercial (Buenos Aires, Argentina)