Prensa
LA ARGENTINA Y CUBA
Fuente: NuevaMayoría.com (Argentina)
Las diferencias entre Argentina y Cuba por el caso Hilda Molina -la médica cubana a quien Fidel Castro no le permitió viajar a la Argentina a visitar su familia-, las declaraciones de la administración Bush afirmando que hay seis dictaduras a democratizar en el mundo, siendo Cuba el único país de América Latina que está entre ellas y el hecho que la Unión Europea (UE) y el Vaticano en las últimas semanas hayan flexibilizado su posición respecto al régimen cubano, muestran que la vinculación con este país ocupa un lugar importante en las relaciones continentales y en la política exterior argentina.
El índice elaborado por CADAL -una ONG que lucha por la democratización de Cuba- en función de las votaciones de los países en la ONU respecto al tema derechos humanos, muestra que no siempre los discursos se condicen con los hechos. En América Latina, la posición asumida por Chile frente al caso cubano, ha sido coincidente con la que han mantenido los países de la UE, mientras que los países del Mercosur -con la excepción de Uruguay- han asumido una posición más coincidente con la que asumen la mayoría de los países de Asia y África.
La postura de la administración Kirchner en materia de derechos humanos, ha mostrado un sesgo ideológico. Las violaciones realizadas por el régimen cubano, no han sido cuestionadas, mientras que se ha puesto mucho énfasis en el cuestionamiento a otro tipo de regímenes políticos. Pero esta posición no es sólo del gobierno argentino. Hoy vemos que el mundo por razones económicas, prefiere no cuestionar la vigencia de los derechos humanos en China, como sí lo hace en otros países de menor importancia económica. En el mismo caso de la administración Bush, se le ha criticado haber elegido a seis dictaduras que lo son para reclamar su democratización, pero no hace lo mismo con gobiernos como los de Arabia Saudita y Pakistán, donde hay denuncias por violaciones a los derechos humanos que no son impulsadas porque se trata de aliados de Washington.
La realidad es que el voto argentino es una combinación de principismo y pragmatismo. El primero está en la prioridad que se da al tema derechos humanos en la política exterior y el segundo en el énfasis con el cual se lo aplica.
En el caso argentino, el dato ha sido el cambio de posición. Por ejemplo Brasil, Chile y Uruguay, han mantenido una misma posición en el tema derechos humanos en Cuba en la ONU, más allá de los cambios de gobierno. El primer país absteniéndose y los otros dos cuestionándolo. La Argentina, durante los gobiernos de Carlos Menem, Fernando de la Rúa y el primer año de Eduardo Duhalde mantuvo una posición coherente en el cuestionamiento, la que cambió en el segundo año de dicha Presidencia, bajo la influencia de Néstor Kirchner que era el candidato oficialista. El cuestionamiento a Cuba, defendía valores, pero también era una forma pragmática de coincidir con Estados Unidos y la UE. El cambio de posición reciente, tiene un sesgo ideológico de simpatía por Castro y también es una forma de coincidir con países como Brasil y Venezuela en la región.
En conclusión, la relación con Cuba es un elemento de relevancia en la política exterior argentina no sólo porque implica tomar posición respecto a su régimen, sino porque también significa coincidir o no con la postura que al respecto hoy sostienen Estados Unidos, la UE y el resto de los países de América Latina, entre los cuales hay posiciones diferentes.
NuevaMayoría.com (Argentina)
Las diferencias entre Argentina y Cuba por el caso Hilda Molina -la médica cubana a quien Fidel Castro no le permitió viajar a la Argentina a visitar su familia-, las declaraciones de la administración Bush afirmando que hay seis dictaduras a democratizar en el mundo, siendo Cuba el único país de América Latina que está entre ellas y el hecho que la Unión Europea (UE) y el Vaticano en las últimas semanas hayan flexibilizado su posición respecto al régimen cubano, muestran que la vinculación con este país ocupa un lugar importante en las relaciones continentales y en la política exterior argentina.
El índice elaborado por CADAL -una ONG que lucha por la democratización de Cuba- en función de las votaciones de los países en la ONU respecto al tema derechos humanos, muestra que no siempre los discursos se condicen con los hechos. En América Latina, la posición asumida por Chile frente al caso cubano, ha sido coincidente con la que han mantenido los países de la UE, mientras que los países del Mercosur -con la excepción de Uruguay- han asumido una posición más coincidente con la que asumen la mayoría de los países de Asia y África.
La postura de la administración Kirchner en materia de derechos humanos, ha mostrado un sesgo ideológico. Las violaciones realizadas por el régimen cubano, no han sido cuestionadas, mientras que se ha puesto mucho énfasis en el cuestionamiento a otro tipo de regímenes políticos. Pero esta posición no es sólo del gobierno argentino. Hoy vemos que el mundo por razones económicas, prefiere no cuestionar la vigencia de los derechos humanos en China, como sí lo hace en otros países de menor importancia económica. En el mismo caso de la administración Bush, se le ha criticado haber elegido a seis dictaduras que lo son para reclamar su democratización, pero no hace lo mismo con gobiernos como los de Arabia Saudita y Pakistán, donde hay denuncias por violaciones a los derechos humanos que no son impulsadas porque se trata de aliados de Washington.
La realidad es que el voto argentino es una combinación de principismo y pragmatismo. El primero está en la prioridad que se da al tema derechos humanos en la política exterior y el segundo en el énfasis con el cual se lo aplica.
En el caso argentino, el dato ha sido el cambio de posición. Por ejemplo Brasil, Chile y Uruguay, han mantenido una misma posición en el tema derechos humanos en Cuba en la ONU, más allá de los cambios de gobierno. El primer país absteniéndose y los otros dos cuestionándolo. La Argentina, durante los gobiernos de Carlos Menem, Fernando de la Rúa y el primer año de Eduardo Duhalde mantuvo una posición coherente en el cuestionamiento, la que cambió en el segundo año de dicha Presidencia, bajo la influencia de Néstor Kirchner que era el candidato oficialista. El cuestionamiento a Cuba, defendía valores, pero también era una forma pragmática de coincidir con Estados Unidos y la UE. El cambio de posición reciente, tiene un sesgo ideológico de simpatía por Castro y también es una forma de coincidir con países como Brasil y Venezuela en la región.
En conclusión, la relación con Cuba es un elemento de relevancia en la política exterior argentina no sólo porque implica tomar posición respecto a su régimen, sino porque también significa coincidir o no con la postura que al respecto hoy sostienen Estados Unidos, la UE y el resto de los países de América Latina, entre los cuales hay posiciones diferentes.