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Análisis Sínico
América Latina: la batalla por el valor añadido
En conjunto, la región concentra más del 25% de las mejores tierras de potencial agrícola, en momentos en los que el 44% de los cultivos de trigo, arroz (43%), maíz (32%) y soja (17%) están en zonas de riesgo climático, que amenaza cosechas de 314.000 millones de dólares anuales, según estimaciones de Morgan Stanley.Por Luis Esteban González Manrique
Ante las dificultades de la ratificación del tratado de libre comercio que viene negociando el Mercosur desde 1999 con la UE, en la cumbre de julio en Puerto Iguazú, Luiz Inácio Lula da Silva advirtió que al bloque suramericano no le interesaban acuerdos que lo condenaran al “eterno papel” de exportadores de materias primas.
El presidente brasileño, que fue obrero metalúrgico en el cinturón industrial paulista antes de ser sindicalista, conoce por experiencia propia los efectos de lo que los economistas llaman una “desindustrialización prematura”. En el país las manufacturas suponen hoy solo el 10% del PIB, frente al 30% en los años ochenta.
Ese proceso ha sido paralelo a la reprimarización de su tejido productivo.
Desde 2000, el sector agrícola se ha cuadruplicado en relación al PIB (40%), convirtiendo al gigante suramericano en el cuarto mayor productor mundial de alimentos. En 2022, cuando las cosechas de granos superaron los 285 millones de toneladas, seis veces más que en 1977, el banco estatal de desarrollo destinó al sector el 25% de sus créditos, frente al 9% en 2009.
El primer país tropical en convertirse en una superpotencia agrícola es el mayor exportador de café, azúcar y carne avícola y el tercero de soja. El departamento de Agricultura de EEUU estima que en 2031 el país sumará 20 millones de hectáreas más de tierras cultivadas (25%).
Granero global
Lula sabe que si no añaden valor, los acuerdos comerciales aportan poco al desarrollo de la región: 21 de sus 33 países obtienen más de la mitad de sus ingresos exportando bienes primarios. En 12 de los suramericanos es el 62%. En Paraguay, la carne y la soja suman casi el 70% de sus exportaciones y un 30% del PIB. El 62% de las divisas que ingresa Argentina se originan en un campo cada vez más vulnerable por las sequías y el cambio climático.
Aún así, debido a su baja densidad demográfica, la región es hoy el mayor exportador neto de alimentos del mundo, cuya población llegará según la ONU a los 9.700 millones en 2050. Unos 3.000 millones de ellos se integrarán a las clases medias y, por ello, clientes naturales de los granos y cereales –trigo, maíz, cebada, soja…– que crecen en las grandes llanuras del Cerrado brasileño y las pampas argentinas.
En conjunto, la región concentra más del 25% de las mejores tierras de potencial agrícola, en momentos en los que el 44% de los cultivos de trigo, arroz (43%), maíz (32%) y soja (17%) están en zonas de riesgo climático, que amenaza cosechas de 314.000 millones de dólares anuales, según estimaciones de Morgan Stanley.
La agricultura absorbe el 70% del agua dulce. Sus mayores reservas están en la región, especialmente en acuíferos como el Guaraní –el tercero del planeta con reservas aproximadas de 37.000 kilómetros cúbicos– y que se extiende a lo largo de 1.200.000 kilómetros cuadrados por debajo de los cuatros países de Mercosur.
La capacidad de la región para saciar el voraz apetito del dragón, explica en gran parte el aumento del comercio con China, que pasó de los 12.000 millones de dólares en 2000 a los 445.000 en 2022. Cofco International, el gigante alimentario chino, está dirigiendo el 40% de sus inversiones a Brasil, donde está construyendo en el puerto paulista de Santos una segunda terminal que aumentará su capacidad exportadora de tres a 14 millones de toneladas en 2026.
Un futuro verde
En minería, Argentina, Perú, Bolivia y Chile concentran el 60% de las reservas explotables del litio y Chile y Perú concentran el 30% del cobre. Un vehículo eléctrico utiliza entre dos y cuatro veces más cobre que uno convencional.
En Brasil, que genera el 45% de la energía que consume con energías limpias, solo el 30% del subsuelo ha sido explorado en busca de metales valiosos. A escala global, en 2023 las inversiones en energías renovables aumentaron 40%, hasta los 1,8 billones de dólares, entre otras cosas porque 70 países que representan el 80% de las emisiones han prometido que alcanzarán la neutralidad carbónica en 2050.
Según la Agencia internacional de la Energía (IEA), para cumplir esas metas van a tener que multiplicar por 15 y 25, respectivamente, su generación de energía eólica y solar y usar 35 millones de toneladas de metales ‘verdes’ al año.
Boom inversor
En 2022 la inversión extranjera directa (IED) en la región alcanzó los 224.000 millones de dólares, 55% más que en 2021. El 38% procedió de EEUU y el 39% de la UE. Brasil captó el 41%. En el resto del mundo la cifra se redujo 12%.
No es la única buena noticia. En 2023, entre las monedas de los mercados emergentes con mejor desempeño estuvieron las de Colombia, México, Brasil y Perú. En julio, México superó a China como mayor socio comercial de EEUU por la reconfiguración de las cadenas de suministro globales.
Cuando ocupaba el palacio de la Alvorada, Fernando Henrique Cardoso solía decir que una de las grandes ventajas de Brasil era estar “lejos de todo”. De hecho, desde que en 1994 EEUU envió tropas a Haití, no se ha ha vuelto a producir una intervención militar extranjera en la región, casi sin conflictos fronterizos.
Mover un contenedor desde Vietnam a Seattle toma al menos un mes. Desde Guatemala, al que Columbia Sportswear está trasladando la producción desde sus plantas chinas, solo una semana.
La maldición de las materias primas
Por su pasado, nadie en la región ignora lo que significa la ‘maldición de los recursos naturales’: los altibajos de su cotización y su impacto en los ingresos de los gobiernos y los tipos de cambio, entre otras variables macroeconómicas.
En 2023 el valor del litio y el níquel cayó un 70% y un 40%, respectivamente, según Benchmark Mineral Intelligence (BMI), un fenómeno que sus analistas consideran un regreso a la normalidad tras años de exuberancia irracional. Los avances tecnológicos pueden sustituir al litio, el cobalto y el níquel por otros minerales tan abundantes como el sodio de la sal marina.
La batalla del valor agregado se va a librar cada vez en campos como la I+D, en la que la región apenas invierte un 0,6% el PIB. El tiempo apremia.
Miedo a la competencia
En abril del 2023, el Parlamento Europeo decidió que a partir de 2025 los productores de materias primas que quieran acceder al mercado comunitario deberán certificar que sus exportaciones no contribuyen a la deforestación.
En Brasil, la ganadería, que representa el 8,5% de las emisiones globales, es responsable de buena parte de la deforestación. JBS, la mayor exportadora mundial de carne, ha sido repetidamente acusada por Greenpeace de comprar ganado proveniente de terrenos deforestados.
Según escribe Andrés Malamud en Política Exterior, mientras que Mercosur exhibe su proteccionismo sin inhibiciones, el europeo se esconde “detrás de los árboles”. Al final, señala, la región más “eurocompatible” resulta más compatible con el euro que con una UE que le tiene miedo a la competencia.
Cuentos –y riesgos– chinos
China no es un competidor menos implacable: sus inversiones se concentran en sectores extractivos –energía, minería, petróleo– que aumentan las emisiones, los daños medioambientales y la deuda con bancos estatales chinos.
Pero Pekín sabe que va a tener que competir con Washington y Bruselas si quiere mantener sus posiciones. BYD, ya el mayor fabricante mundial del vehículo eléctrico, va a invertir 624 millones de dólares en una planta en Bahía, la primera fuera de Asia y que producirá desde 2024 unos 150.000 vehículos eléctricos y procesará también litio para sus baterías.
En 2021, la también china Great Wall Motors compró la planta de Daimler en Sao Paulo y en la que va a invertir 2.000 millones de dólares hasta 2032. Gracias a su pertenencia al USMCA, México juega ya en las grandes ligas. En Nuevo León, Tesla planea construir una planta, la tercera fuera de EEUU, donde tiene cuatro, además de las de China y Alemania.
Brasil quiere replicar el modelo mexicano con la ayuda tecnológica de China, que fruto de décadas de inversiones en minas y refinerías prácticamente monopoliza la producción del cobalto (75%), compuestos de litio (58%), grafito sintético (69%) y esférico (100%), sulfato de níquel (69%), manganeso (95%), según BMI.
China ha restringido sus exportaciones de galio, germanio y grafito, esenciales en las baterías ión-litio. El procesamiento de esos minerales es caro y contaminante, lo que propicia la laxa legislación medioambiental china, a la que Bill Cassidy, senador republicano por Luisiana, acusa de “dumping ecológico”.
Las cartas de Bruselas
La UE, que importa un 93% de los minerales procesados que consume, también es consciente que para competir con China debe hacerlo en su propio terreno. En enero, Margrethe Vestager, vicepresidenta de la Comisión, viajó a Chile, Colombia y Brasil, a los que prometió “su parte” de valor añadido.
En su visita a Brasil, Argentina, Chile y México, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, prometió que la iniciativa Global Gateway duplicará la inversión europea en proyectos de energías renovables, hasta los 10.000 millones de euros hasta 2027. Bruselas ha aprendido la lección.
En 2018, Wolfgang Schmutz, empresario metalúrgico alemán, firmó un acuerdo con la minera estatal boliviana YLB para extraer litio del salar de Uyuní y proveer el ‘oro blanco’ a VW, BMW y Daimler-Benz. Al final, La Paz concedió el proyecto a un consorcio chino liderado por CATL que presentó una oferta imbatible: una inversión de 1.000 millones de dólares para suministrar electricidad a las plantas de procesamiento de litio en 32 salares de Potosí y Oruro.
Chile, por su parte, un 64% de cuyo litio va a manos chinas, ofrece un modelo minero con estándares laborales y medioambientales europeos y precios preferentes a compañías que inviertan en su industrialización. En abril, BYD anunció que invertirá 290 millones de dólares en una planta de cátodos de litio en Iquique.
Y las de Washignton...
EEUU, cuyo comercio bilateral con la región superó los 1,5 billones de dólares,
tiene muchas cartas que jugar. En la ceremonia en la Casa Blanca que creó la APEP, Joe Biden dijo que la alianza –que integra a 12 países, todos ellos con acuerdos de libre comercio con EEUU– movilizará grandes inversiones para trasladar al hemisferio eslabones de las cadenas de suministro de energías limpias, semiconductores y medicinas.
En la sede del BID, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, dijo que para EEUU era prioritario reducir su dependencia de China, anunciando que el banco interamericano aumentará en 20.000 millones de dólares sus créditos en la próxima década. En agosto, Intel anunció que invertirá 1.200 millones de dólares en una nueva planta de chips en Costa Rica.
En junio, Uruguay anunció inversiones de 2.000 millones de dólares en proyectos de hidrógeno limpio. En 2022, la región atrajo 2.000 millones de dólares en inversiones en fuentes renovables, solo el 4% del total mundial.
Cáncer en los pulmones
Muchos analistas advierten sobre el peligro de que la región quiera competir con su propio ‘dumping’ ecológico en momentos en los que las protestas populares contra las actividades extractivas les ponen límites cada vez más estrictos.
En el último lustro, Chile ha registrado los mayores incendios forestales de su historia y Argentina y Uruguay sus peores sequías. En Panamá, el descenso del nivel del lago Gatún por la sequía ha forzado a reducir el tráfico del canal interoceánico. Las multitudinarias manifestaciones contra una mina de cobre a cielo abierto de la canadiense First Quantum Minerals han paralizado sus operaciones y obligado al Congreso a aprobar una moratoria indefinida a nuevas concesiones mineras. El cobre representa casi 5% del PIB panameño.
En la Amazonía, la actual megasequía ha reducido los cauces de ríos como el Negro, afluente del Amazonas, diezmando sus poblaciones de peces y dejando sin agua a comunidades rurales que ya sufren el impacto simultáneo de la deforestación y el avance de la frontera agrícola y la minería ilegal.
Desde principios del 2023, los fuegos han consumido más de 46.000 kilómetros cuadrados de bosques amazónicos. En Manaos, una gran ciudad de dos millones de habitantes, el caudal del río Negro ha bajado a la mitad. El humo de los incendios la ha hecho que su aire sea hoy uno de los más sucios, según los datos del World Air Qauilty Index.
En octubre pasado, el 68% de los ecuatorianos votó a favor de prohibir la minería en el Chocó andino, una reserva de la biosfera rica en oro, plata y cobre, y el 59% contra la extracción de petróleo en el parque nacional de Yasuní, dando la espalda a 13.000 millones de dólares en ingresos proyectados para los próximos 20 años.
Entre 2017 y 2021 en Chile se necesitaron unos 311 días de media para obtener una licencia minera. Entre 2002 y 2006 solo eran 139.
Luis Esteban González Manrique Analista de política y economía internacionales en Estudios de Política Exterior, Madrid.
Ante las dificultades de la ratificación del tratado de libre comercio que viene negociando el Mercosur desde 1999 con la UE, en la cumbre de julio en Puerto Iguazú, Luiz Inácio Lula da Silva advirtió que al bloque suramericano no le interesaban acuerdos que lo condenaran al “eterno papel” de exportadores de materias primas.
El presidente brasileño, que fue obrero metalúrgico en el cinturón industrial paulista antes de ser sindicalista, conoce por experiencia propia los efectos de lo que los economistas llaman una “desindustrialización prematura”. En el país las manufacturas suponen hoy solo el 10% del PIB, frente al 30% en los años ochenta.
Ese proceso ha sido paralelo a la reprimarización de su tejido productivo.
Desde 2000, el sector agrícola se ha cuadruplicado en relación al PIB (40%), convirtiendo al gigante suramericano en el cuarto mayor productor mundial de alimentos. En 2022, cuando las cosechas de granos superaron los 285 millones de toneladas, seis veces más que en 1977, el banco estatal de desarrollo destinó al sector el 25% de sus créditos, frente al 9% en 2009.
El primer país tropical en convertirse en una superpotencia agrícola es el mayor exportador de café, azúcar y carne avícola y el tercero de soja. El departamento de Agricultura de EEUU estima que en 2031 el país sumará 20 millones de hectáreas más de tierras cultivadas (25%).
Granero global
Lula sabe que si no añaden valor, los acuerdos comerciales aportan poco al desarrollo de la región: 21 de sus 33 países obtienen más de la mitad de sus ingresos exportando bienes primarios. En 12 de los suramericanos es el 62%. En Paraguay, la carne y la soja suman casi el 70% de sus exportaciones y un 30% del PIB. El 62% de las divisas que ingresa Argentina se originan en un campo cada vez más vulnerable por las sequías y el cambio climático.
Aún así, debido a su baja densidad demográfica, la región es hoy el mayor exportador neto de alimentos del mundo, cuya población llegará según la ONU a los 9.700 millones en 2050. Unos 3.000 millones de ellos se integrarán a las clases medias y, por ello, clientes naturales de los granos y cereales –trigo, maíz, cebada, soja…– que crecen en las grandes llanuras del Cerrado brasileño y las pampas argentinas.
En conjunto, la región concentra más del 25% de las mejores tierras de potencial agrícola, en momentos en los que el 44% de los cultivos de trigo, arroz (43%), maíz (32%) y soja (17%) están en zonas de riesgo climático, que amenaza cosechas de 314.000 millones de dólares anuales, según estimaciones de Morgan Stanley.
La agricultura absorbe el 70% del agua dulce. Sus mayores reservas están en la región, especialmente en acuíferos como el Guaraní –el tercero del planeta con reservas aproximadas de 37.000 kilómetros cúbicos– y que se extiende a lo largo de 1.200.000 kilómetros cuadrados por debajo de los cuatros países de Mercosur.
La capacidad de la región para saciar el voraz apetito del dragón, explica en gran parte el aumento del comercio con China, que pasó de los 12.000 millones de dólares en 2000 a los 445.000 en 2022. Cofco International, el gigante alimentario chino, está dirigiendo el 40% de sus inversiones a Brasil, donde está construyendo en el puerto paulista de Santos una segunda terminal que aumentará su capacidad exportadora de tres a 14 millones de toneladas en 2026.
Un futuro verde
En minería, Argentina, Perú, Bolivia y Chile concentran el 60% de las reservas explotables del litio y Chile y Perú concentran el 30% del cobre. Un vehículo eléctrico utiliza entre dos y cuatro veces más cobre que uno convencional.
En Brasil, que genera el 45% de la energía que consume con energías limpias, solo el 30% del subsuelo ha sido explorado en busca de metales valiosos. A escala global, en 2023 las inversiones en energías renovables aumentaron 40%, hasta los 1,8 billones de dólares, entre otras cosas porque 70 países que representan el 80% de las emisiones han prometido que alcanzarán la neutralidad carbónica en 2050.
Según la Agencia internacional de la Energía (IEA), para cumplir esas metas van a tener que multiplicar por 15 y 25, respectivamente, su generación de energía eólica y solar y usar 35 millones de toneladas de metales ‘verdes’ al año.
Boom inversor
En 2022 la inversión extranjera directa (IED) en la región alcanzó los 224.000 millones de dólares, 55% más que en 2021. El 38% procedió de EEUU y el 39% de la UE. Brasil captó el 41%. En el resto del mundo la cifra se redujo 12%.
No es la única buena noticia. En 2023, entre las monedas de los mercados emergentes con mejor desempeño estuvieron las de Colombia, México, Brasil y Perú. En julio, México superó a China como mayor socio comercial de EEUU por la reconfiguración de las cadenas de suministro globales.
Cuando ocupaba el palacio de la Alvorada, Fernando Henrique Cardoso solía decir que una de las grandes ventajas de Brasil era estar “lejos de todo”. De hecho, desde que en 1994 EEUU envió tropas a Haití, no se ha ha vuelto a producir una intervención militar extranjera en la región, casi sin conflictos fronterizos.
Mover un contenedor desde Vietnam a Seattle toma al menos un mes. Desde Guatemala, al que Columbia Sportswear está trasladando la producción desde sus plantas chinas, solo una semana.
La maldición de las materias primas
Por su pasado, nadie en la región ignora lo que significa la ‘maldición de los recursos naturales’: los altibajos de su cotización y su impacto en los ingresos de los gobiernos y los tipos de cambio, entre otras variables macroeconómicas.
En 2023 el valor del litio y el níquel cayó un 70% y un 40%, respectivamente, según Benchmark Mineral Intelligence (BMI), un fenómeno que sus analistas consideran un regreso a la normalidad tras años de exuberancia irracional. Los avances tecnológicos pueden sustituir al litio, el cobalto y el níquel por otros minerales tan abundantes como el sodio de la sal marina.
La batalla del valor agregado se va a librar cada vez en campos como la I+D, en la que la región apenas invierte un 0,6% el PIB. El tiempo apremia.
Miedo a la competencia
En abril del 2023, el Parlamento Europeo decidió que a partir de 2025 los productores de materias primas que quieran acceder al mercado comunitario deberán certificar que sus exportaciones no contribuyen a la deforestación.
En Brasil, la ganadería, que representa el 8,5% de las emisiones globales, es responsable de buena parte de la deforestación. JBS, la mayor exportadora mundial de carne, ha sido repetidamente acusada por Greenpeace de comprar ganado proveniente de terrenos deforestados.
Según escribe Andrés Malamud en Política Exterior, mientras que Mercosur exhibe su proteccionismo sin inhibiciones, el europeo se esconde “detrás de los árboles”. Al final, señala, la región más “eurocompatible” resulta más compatible con el euro que con una UE que le tiene miedo a la competencia.
Cuentos –y riesgos– chinos
China no es un competidor menos implacable: sus inversiones se concentran en sectores extractivos –energía, minería, petróleo– que aumentan las emisiones, los daños medioambientales y la deuda con bancos estatales chinos.
Pero Pekín sabe que va a tener que competir con Washington y Bruselas si quiere mantener sus posiciones. BYD, ya el mayor fabricante mundial del vehículo eléctrico, va a invertir 624 millones de dólares en una planta en Bahía, la primera fuera de Asia y que producirá desde 2024 unos 150.000 vehículos eléctricos y procesará también litio para sus baterías.
En 2021, la también china Great Wall Motors compró la planta de Daimler en Sao Paulo y en la que va a invertir 2.000 millones de dólares hasta 2032. Gracias a su pertenencia al USMCA, México juega ya en las grandes ligas. En Nuevo León, Tesla planea construir una planta, la tercera fuera de EEUU, donde tiene cuatro, además de las de China y Alemania.
Brasil quiere replicar el modelo mexicano con la ayuda tecnológica de China, que fruto de décadas de inversiones en minas y refinerías prácticamente monopoliza la producción del cobalto (75%), compuestos de litio (58%), grafito sintético (69%) y esférico (100%), sulfato de níquel (69%), manganeso (95%), según BMI.
China ha restringido sus exportaciones de galio, germanio y grafito, esenciales en las baterías ión-litio. El procesamiento de esos minerales es caro y contaminante, lo que propicia la laxa legislación medioambiental china, a la que Bill Cassidy, senador republicano por Luisiana, acusa de “dumping ecológico”.
Las cartas de Bruselas
La UE, que importa un 93% de los minerales procesados que consume, también es consciente que para competir con China debe hacerlo en su propio terreno. En enero, Margrethe Vestager, vicepresidenta de la Comisión, viajó a Chile, Colombia y Brasil, a los que prometió “su parte” de valor añadido.
En su visita a Brasil, Argentina, Chile y México, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, prometió que la iniciativa Global Gateway duplicará la inversión europea en proyectos de energías renovables, hasta los 10.000 millones de euros hasta 2027. Bruselas ha aprendido la lección.
En 2018, Wolfgang Schmutz, empresario metalúrgico alemán, firmó un acuerdo con la minera estatal boliviana YLB para extraer litio del salar de Uyuní y proveer el ‘oro blanco’ a VW, BMW y Daimler-Benz. Al final, La Paz concedió el proyecto a un consorcio chino liderado por CATL que presentó una oferta imbatible: una inversión de 1.000 millones de dólares para suministrar electricidad a las plantas de procesamiento de litio en 32 salares de Potosí y Oruro.
Chile, por su parte, un 64% de cuyo litio va a manos chinas, ofrece un modelo minero con estándares laborales y medioambientales europeos y precios preferentes a compañías que inviertan en su industrialización. En abril, BYD anunció que invertirá 290 millones de dólares en una planta de cátodos de litio en Iquique.
Y las de Washignton...
EEUU, cuyo comercio bilateral con la región superó los 1,5 billones de dólares,
tiene muchas cartas que jugar. En la ceremonia en la Casa Blanca que creó la APEP, Joe Biden dijo que la alianza –que integra a 12 países, todos ellos con acuerdos de libre comercio con EEUU– movilizará grandes inversiones para trasladar al hemisferio eslabones de las cadenas de suministro de energías limpias, semiconductores y medicinas.
En la sede del BID, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, dijo que para EEUU era prioritario reducir su dependencia de China, anunciando que el banco interamericano aumentará en 20.000 millones de dólares sus créditos en la próxima década. En agosto, Intel anunció que invertirá 1.200 millones de dólares en una nueva planta de chips en Costa Rica.
En junio, Uruguay anunció inversiones de 2.000 millones de dólares en proyectos de hidrógeno limpio. En 2022, la región atrajo 2.000 millones de dólares en inversiones en fuentes renovables, solo el 4% del total mundial.
Cáncer en los pulmones
Muchos analistas advierten sobre el peligro de que la región quiera competir con su propio ‘dumping’ ecológico en momentos en los que las protestas populares contra las actividades extractivas les ponen límites cada vez más estrictos.
En el último lustro, Chile ha registrado los mayores incendios forestales de su historia y Argentina y Uruguay sus peores sequías. En Panamá, el descenso del nivel del lago Gatún por la sequía ha forzado a reducir el tráfico del canal interoceánico. Las multitudinarias manifestaciones contra una mina de cobre a cielo abierto de la canadiense First Quantum Minerals han paralizado sus operaciones y obligado al Congreso a aprobar una moratoria indefinida a nuevas concesiones mineras. El cobre representa casi 5% del PIB panameño.
En la Amazonía, la actual megasequía ha reducido los cauces de ríos como el Negro, afluente del Amazonas, diezmando sus poblaciones de peces y dejando sin agua a comunidades rurales que ya sufren el impacto simultáneo de la deforestación y el avance de la frontera agrícola y la minería ilegal.
Desde principios del 2023, los fuegos han consumido más de 46.000 kilómetros cuadrados de bosques amazónicos. En Manaos, una gran ciudad de dos millones de habitantes, el caudal del río Negro ha bajado a la mitad. El humo de los incendios la ha hecho que su aire sea hoy uno de los más sucios, según los datos del World Air Qauilty Index.
En octubre pasado, el 68% de los ecuatorianos votó a favor de prohibir la minería en el Chocó andino, una reserva de la biosfera rica en oro, plata y cobre, y el 59% contra la extracción de petróleo en el parque nacional de Yasuní, dando la espalda a 13.000 millones de dólares en ingresos proyectados para los próximos 20 años.
Entre 2017 y 2021 en Chile se necesitaron unos 311 días de media para obtener una licencia minera. Entre 2002 y 2006 solo eran 139.