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17-08-2012

Latinoamérica 2.0

(InfoBAE América) Lo sudamericano servía y sirve a los bolivarianos para ''dejar afuera'' a los EEUU y sus planes hemisféricos. En tanto que Brasil no debe compartir cartelera con una potencia económica, demográfica, de gran importancia geopolítica dada su cercanía a los EEUU, poder petrolero y, algo no menor, una masa crítica inmensa de mexicanos que viven y votan dentro de la superpotencia. Ni que decir, de quitarse de encima también el paraguas de los EEUU sobre nuestra región.
Por Fabian C. Calle

(InfoBAE América) Cualquiera que en las décadas de los 60 y 70 quisiese sacar patente de progresista debía tener, de manera sentida o no, la palabra "Latinoamérica" en sus discursos. Ese espacio cultural e histórico, pasaba a ser sinónimo de destino común alejado de las influencias de la superpotencia estadounidense. En algunos casos, se buscaba emparentar a los latinoamericanos con corrientes nacionalistas y desarrollistas y en otros con los supuestos puntos de convergencia con los movimientos pro soviéticos.

Hacia fines de los 80, luego de dictaduras y agudas crisis económicas, reinaría el término "hemisférico". La idea de un mundo pos Guerra Fría y pos crisis de la deuda estallada en 1982 que vía el "Consenso de Washington" readaptaría nuestras sociedades y economías al mundo globalizado e interdependiente que se nos presentaba con esperanza e incertidumbre. Iniciativas como el ALCA se enmarcaban en este sentido, pero así también construcciones diplomáticas destinadas a articular espacios de paz en el área conflictiva que para esa época aún existía entre la democratizada Sudamérica y los EEUU. O sea, América Central y el rol constructivo del denominado Grupo Río con el activo central de Argentina, Brasil, Venezuela, etc.

Los primeros años de los 90 se presentarían de la mano de la constitución del NAFTA entre Canadá, los EEUU y México. Dando lugar a comentarios, más o menos bien intencionados, acerca que a partir de ese momento el territorio azteca ya no podría ser visto como ligado a nuestra región dada la interdependencia de todo tipo con la superpotencia.

Las crisis económicas y sociales de fines de los años 90 y comienzos del nuevo siglo desembocarían en el ascenso de gobiernos de fuerte perfil contestatario al Consenso de Washington y al poder e influencia americana. Los casos de Venezuela, luego Bolivia y finalmente Ecuador y Nicaragua serian ejemplo de ello. LaArgentina también se perfilaba, con sus particularidades, en esa dirección. Sin por ello poder ser asimilada linealmente con estos últimos países.

En este escenario, Brasil comenzaría a lograr combinar su tradicional estabilidad política, con la salud macroeconómica lograda en los 90 y el boom de los precios de las materias primas, del cual es gran exportador, sin olvidar la viabilidad económica que el alto valor del barril del petróleo le dio a las explotaciones offshore de petróleo frente a Rio de Janeiro y San Pablo. Ello, de la mano de un liderazgo carismático y pragmático como el de Lula y su capacidad y la del PT de superar la crisis política del año 2004-2005 por acusaciones de pagos ilegales a legisladores, colocarían a Brasilia en una posición de potencia indiscutida a nivel regional. Más aun vis a vis a una Argentina ensimismada pos crisis del 2001-2002 y con una tendencia a lo "gestual" y a fricciones con los EEUU y los mercados internacionales.

Dentro de todo este cuadro, tanto Brasil, como verdadera masa crítica de poder y hábil diplomacia, como los gobiernos bolivarianos pusieron en el centro del discurso y del imaginario público la idea de "Sudamérica". Un corte imaginario en el Canal de Panamá que diferenciaba el espacio geográfico por donde habían caminado los caudillos libertadores, básicamente Bolívar según este relato, y el Brasil. Una combinación sin muchas raíces históricas, dadas las abismales diferencias en el proceso de independencia de los países de habla hispana y del caso brasileño durante el siglo XIX, pero poderosa como imagen.

Lo sudamericano servía y sirve a los bolivarianos para "dejar afuera" a los EEUU y sus planes hemisféricos. En tanto que Brasil no debe compartir cartelera con una potencia económica, demográfica, de gran importancia geopolítica dada su cercanía a los EEUU, poder petrolero y, algo no menor, una masa crítica inmensa de mexicanos que viven y votan dentro de la superpotencia. Ni que decir, de quitarse de encima también el paraguas de los EEUU sobre nuestra región. Sin que por ello Brasilia descuide ni mucho menos su vinculo con Washington. Pero de manera bilateral, tal como con otras grandes potencias: China, Rusia, India y hasta Sudáfrica.

Lógica impecable tanto la de los bolivarianos como la de los formadores de políticas brasileños. La propia Venezuela exporta al día de hoy 1.5 millones de barriles diarios, de los 2.5 millones en total, al mercado estadounidense y fue durante todo el período chavista el tercer proveedor de petróleos y derivados, solo detrás de Canadá y México, a la superpotencia.

La duda es si esta misma lógica es igualmente funcional para la Argentina. Quizás por nuestra posición geográfica, historia, tradición y posición relativa de poder, el pivote sobre relaciones constructivas con Brasil, EEUU, México, países claves de Europa, China y Sudáfrica, parece un camino más realista. Quizás menos épico, pero más redituable en el mediano y largo plazo. En política internacional, igual o aun más que en la domestica, el desarrollar poder e intereses nacionales le da más credibilidad y sustancia a la magna retórica. De esa forma como sociedad y país transformaremos la idea crítica y llorona de que "la historia la escriben los que ganan" por la aspiración de estar entre los ganadores concretos y materiales...y no meramente "morales".

Fuente: Infobae (Buenos Aires, Argentina)

 

Fabian C. Calle
Fabian C. Calle
Investigador Senior del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro de la Carrera de Investigador del CONICET. Desarrolla actividad docente en la Universidad Torcuato Di Tella, la Universidad Católica Argentina y el Instituto del Servicio Exterior de la Nación.
 
 
 

 
 
 
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