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Chávez y su miedo a debatir
(Prensa y Expresión) Es una lástima que Chávez no acepte el desafío. Los venezolanos, más que insultos y propaganda, se merecen conocer de primera mano las propuestas y las diferencias entre sus candidatos. Por Ricardo Trotti
(Prensa y Expresión) Si algo sería importante en estos últimos días antes de las presidenciales en Venezuela, es que el presidente Hugo Chávez acepte el reto que el viernes le hizo el candidato Henrique Capriles de sentarse a debatir las propuestas e ideas de gobierno para el nuevo período gubernamental.
La vocación de Chávez nunca fue muy democrática que digamos por lo que la propuesta seguramente la enterrará con indiferencia o can mayor cantidad de insultos para desprestigiar a su colega opositor.
Es una pena, porque los debates, como los tres previstos que tienen Barack Obama y Mitt Romney, no son tanto para que los candidatos se saquen chispas, sino que sirven para que los procesos electorales sean más transparentes, algo que muchos ponen en duda en Venezuela, sin distinción de ideologías.
Repito lo que dije en mi columna de junio del año pasado ante la falta de este tipo de procesos en Argentina: “Cuanto más autoritario es el gobierno, menos espacio existe para discutir y tolerar ideas ajenas a la “verdad oficial”. Prueba de ello, es que se trata de una práctica inconcebible en regímenes como los de Hugo Chávez en Venezuela, de Evo Morales en Bolivia, de Daniel Ortega en Nicaragua o de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, quienes accedieron a las presidencias a través de discursos en actos propagandísticos, sin intercambiar argumentos con sus contrincantes ni prestándose siquiera a confrontar con periodistas y medios de comunicación”.
Es una lástima que Chávez no acepte el desafío. Los venezolanos, más que insultos y propaganda, se merecen conocer de primera mano las propuestas y las diferencias entre sus candidatos para poder hacer una elección a conciencia.
Es normal que a más cantidad de años que alguien pasa en el gobierno, menor es su voluntad a debatir. En nuestra América Latina, como en cualquier parte del mundo, quienes más años pasan en el poder público, más creen que tienen derecho a él o que les pertenece. De ahí la importancia de que haya topes máximos en años para gobernar. Después de los ocho años, los abusos de poder se multiplican.
Ricardo TrottiConsejero ConsultivoDirector ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), con sede en Miami, donde trabaja desde 1993 habiéndose desempeñado como director del Instituto de Prensa y de Libertad de Prensa. Es periodista de origen argentino, nacionalizado estadounidense, especialista en libertad de prensa y ética periodística. Fue asistente del director de El Nuevo Herald, Miami y jefe de Redacción de El Liberal en Santiago del Estero, Argentina; fue redactor y fotógrafo en publicaciones de Washington y columnista sindicado sobre libertades de prensa y expresión en numerosos medios de América Latina y EE.UU. Es autor de varios libros y recibió premios nacionales e internacionales por su labor profesional. Fue fellow en Harvard University del Centro Weatherhead sobre Asuntos Internacionales en 2013-2014. Dicta conferencias y seminarios sobre ética periodística y libertad de prensa, temas que refleja en su actividad como artista plástico.
(Prensa y Expresión) Si algo sería importante en estos últimos días antes de las presidenciales en Venezuela, es que el presidente Hugo Chávez acepte el reto que el viernes le hizo el candidato Henrique Capriles de sentarse a debatir las propuestas e ideas de gobierno para el nuevo período gubernamental.
La vocación de Chávez nunca fue muy democrática que digamos por lo que la propuesta seguramente la enterrará con indiferencia o can mayor cantidad de insultos para desprestigiar a su colega opositor.
Es una pena, porque los debates, como los tres previstos que tienen Barack Obama y Mitt Romney, no son tanto para que los candidatos se saquen chispas, sino que sirven para que los procesos electorales sean más transparentes, algo que muchos ponen en duda en Venezuela, sin distinción de ideologías.
Repito lo que dije en mi columna de junio del año pasado ante la falta de este tipo de procesos en Argentina: “Cuanto más autoritario es el gobierno, menos espacio existe para discutir y tolerar ideas ajenas a la “verdad oficial”. Prueba de ello, es que se trata de una práctica inconcebible en regímenes como los de Hugo Chávez en Venezuela, de Evo Morales en Bolivia, de Daniel Ortega en Nicaragua o de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, quienes accedieron a las presidencias a través de discursos en actos propagandísticos, sin intercambiar argumentos con sus contrincantes ni prestándose siquiera a confrontar con periodistas y medios de comunicación”.
Es una lástima que Chávez no acepte el desafío. Los venezolanos, más que insultos y propaganda, se merecen conocer de primera mano las propuestas y las diferencias entre sus candidatos para poder hacer una elección a conciencia.
Es normal que a más cantidad de años que alguien pasa en el gobierno, menor es su voluntad a debatir. En nuestra América Latina, como en cualquier parte del mundo, quienes más años pasan en el poder público, más creen que tienen derecho a él o que les pertenece. De ahí la importancia de que haya topes máximos en años para gobernar. Después de los ocho años, los abusos de poder se multiplican.
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