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19-09-2012

Polémicas por estadísticas en Chile, Colombia y Argentina

(Blog Eco-americano/El País) La pérdida de credibilidad de las estadísticas públicas en general daña también la confianza en los gobiernos y dificultan la ejecución correcta de políticas para solucionar los desafíos pendientes. Por ejemplo, por qué se tomarían medidas para reducir la pobreza si ésta ya ha bajado tanto o por qué se estimularía el crecimiento en un país que crece lo suficiente o se desalentaría inflación en donde los precios están tranquilos.
Por Alejandro Rebossio

(Blog Eco-americano/El País) Pensar que la crisis de Grecia comenzó cuando se descubrió que sus cuentas públicas estaban falseadas. En las últimas semanas nuevas polémicas se han desatado sobre las estadísticas en Sudamérica. Ya es conocida la intervención que hicieron los Kirchner en el Instituto de Estadística (INDEC) de su país en 2007, por la que ahora son cuestionados los índices oficiales de inflación, pobreza y PIB. En las últimas semanas se revivió el debate sobre si era posible que los argentinos comieran con 0,96 euros diarios. Pero al mismo tiempo también los Gobiernos de Chile y Colombia han encendido discusiones sobre los números de pobreza, en el primer caso, y sobre el PIB, en el segundo.

En julio, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, anunció que la pobreza en su país había bajado del 15,1% en 2009 al 14,4% en 2011 y la indigencia –los pobres que ni siquiera tienen lo suficiente para comer- había descendido del 3,7% al 2,8%. Eduardo Engel, profesor de las universidades de Yale y de Chile, lideró a un grupo de 30 economistas que pidió al gobierno conservador que aclarase la metodología de medición de ingresos. “Las cifras (iniciales) mostraban la pobreza en 15%. Al Gobierno no le gustaron esos números porque implicaban que la pobreza estaba estancada”, dijo Engel.

El Gobierno de Piñera demoró 49 dìas hasta que explicó su metodología. En el transcurso de ese lapso, respondió que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), organismo de la ONU, respaldaba sus números. Pero la CEPAL difundió el pasado día 1 un comunicado en el que anunciaba que revisará su colaboración con el Gobierno de Chile para medir la cantidad de pobres. También aclaró que “no necesariamente comparte la línea de pobreza de muchos países de la región y desde 2009 ocurre lo mismo en Chile”. La línea de pobreza es el nivel mínimo de ingresos por debajo del cual una persona es considerada pobre.

Cuando se conocieron los detalles técnicos de la encuesta, se supon que su margen de error era del 0,82%­, por lo que la pobreza podría haber subido al 15,2% o haber bajado al 13,6%. Andrés Velasco, ministro de Hacienda del Gobierno de la socialista Michelle Bachelet (2006-2010), también criticó que la encuesta haya sido elaborada el mismo mes (noviembre de 2011) en el que el Gobierno de Piñera pagó un bono anual a los más pobres. La CEPAL cuestionó que esa asignación no se dividiera en 12 meses a la hora de contabilizar su impacto en los ingresos, que quedaron así con “cierto grado de sobreestimación”.

En Colombia, Juan Carlos Echeverry se despidió el 31 de agosto de su cargo como ministro de Hacienda, cuando el presidente Juan Manuel Santos reformó todo su gabinete, y celebró que había cumplido su objetivo de situar a su país como tercera economía de Latinoamérica, por encima de Argentina y solo detrás de Brasil y México. Echeverry se había puesto esa meta en 2010, cuando comenzó el Gobierno de Santos. "Al hacer las cuentas con las tasas de cambio y el PIB proyectado para este año, la (economía) colombiana ya superó a la argentina. El PIB de Colombia es de 362.000 millones de dólares y el de Argentina, de 347.000 millones", dijo el ministro. El funcionario aclaró que en el caso argentino ajustaba el pronóstico del Fondo Monetario Internacional (FMI) con el valor del dólar en el mercado paralelo, que en ese momento cotizaba a 6,37 pesos argentinos, un 36% más caro que en la plaza oficial.

Pero el PIB argentino, según el FMI, alcanzará este año los 472.815 millones, un 31% por encima del de Colombia. El Fondo toma en cuenta la tasa de cambio oficial de Argentina, que es la que sigue regulando todas las exportaciones e importaciones del paìs. En caso de que el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner oficializara una devaluación como la que marca el mercado paralelo, no todos los bienes se depreciarían tanto porque algunos cotizan en dólares, como las materias primas que Argentina produce y exporta.

El economista jefe de uno de los principales bancos de inversión, que prefiere guarda el anonimato, comenta desde Nueva York que la tasa de cambio que debe usarse para calcular el PIB argentino es la oficial y no la paralela porque no está tan claro que el mercado al margen de la ley tenga un peso relevante. Se dice que representa el 15% del total de las transacciones. No obstante, el analista tiene en cuenta las expectativas de devaluación en Argentina y calcula que el dólar debería cotizar entre el valor oficial y el paralelo, es decir, un 18% más caro que los 4,63 pesos que fija la plaza regulada. De ocurrir una depreciación semejante, el PIB argentino quedaría reducido a 410.000 millones de dólares aproximadamente, aun por encima del colombiano.

Felipe Hernández, economista del banco británico RBS en EE UU, opina que el cáculo de Echeverry “no es correcto ni incorrecto”, pero admite que su “ejercicio es bastante simple y no considera efectos secundarios de una devaluación”. Por ejemplo, una depreciación del peso argentino, tornaría más competitivas sus exportaciones y reduciría aún más las importaciones, según Hernández. También economistas en Colombia pusieron en tela de juicio las afirmaciones de Echeverry.

En Argentina, por último, la polémica sobre las estadísticas no se detiene. El pasado miércoles, organizaciones sociales como la Corriente Clasista y Combativa se manifestaron junto con técnicos del INDEC que denuncian la manipulación de cifras para denunciar que no se puede comer con un euro en su país. Los empleados del INDEC nucleados en el sindicato Asociación de Trabajadores del Estado difundieron el llamado índice barrial de precios, que relevan vecinos de las zonas más pobres de los suburbios de Buenos Aires en 330 comercios y que concluye que se necesitan 2,14 euros diarios para alimentarse, es decir, un 123% más de lo que dice el Gobierno argentino. La subestimación de la inflación lleva a subestimar entonces la cantidad de pobres e indigentes. Por eso es que hasta el ala kirchnerista de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA) calcula la pobreza en el 20,1% de la población, en lugar del 6,5% estimado por el INDEC, y que la indigencia afecta al 5,8%, y no al 1,7%, como dice el Gobierno de este país. El FMI lamentó este martes la falta de progreso en el compromiso del Ejecutivo argentino de mejorar sus estadísticas.

También a España se la ha criticado en mayo pasado desde la Comisión Europea por la subestimación que inicialmente había hecho de su déficit fiscal de 2011.

¿Por qué a algunos políticos les puede llegar a interesar sobreestimar el PIB o subestimar la inflación, la pobreza o el déficit público? En algunos casos puede que busquen mejorar su imagen ante sus representados y presentar como conquistas económicas las que no lo son. En otros casos puede que busquen engañar a los mercados o a los organismos supranacionales que los controlan. También está el caso de Argentina, donde la subestimación de la inflación -las provincias la calculan en el 22%, no en el 10% oficial- permitió que el Tesoro pagara menos deuda por los bonos en pesos ajustados por ese índice.

Pero la pérdida de credibilidad de las estadísticas públicas en general daña también la confianza en los gobiernos y dificultan la ejecución correcta de políticas para solucionar los desafíos pendientes. Por ejemplo, por qué se tomarían medidas para reducir la pobreza si ésta ya ha bajado tanto o por qué se estimularía el crecimiento en un país que crece lo suficiente o se desalentaría inflación en donde los precios están tranquilos. Al final de cuentas, incluso los que no son peronistas podrían decir junto al expresidente argentino Juan Domingo Perón que "la única verdad es la realidad".

Fuente: Bologs El País (Madrid, España)

Alejandro Rebossio
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