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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
ELECCIONES MUNICIPALES EN BRASIL: EL PRIMER TEST ELECTORAL DE LULA
En poco menos de dos meses, el Partido de los Trabajadores (PT) del presidente Luiz Inácio “Lula” Da Silva enfrentará el primer test electoral desde que controla el escalón mas alto de la política brasileña. El próximo 3 de octubre, se realizará en todo el país la primera vuelta de las elecciones municipales que deberá nominar a alcaldes y concejales en 5,563 ciudades y pueblos.
Por Matías Franchini
En poco menos de dos meses, el Partido de los Trabajadores (PT) del presidente Luiz Inácio “Lula” Da Silva enfrentará el primer test electoral desde que controla el escalón mas alto de la política brasileña. El próximo 3 de octubre, se realizará en todo el país la primera vuelta de las elecciones municipales que deberá nominar a 11,160 alcaldes (prefeitos) y vicealcaldes, y 51,749 concejales (vereadores) en 5,563 ciudades y pueblos. La segunda vuelta, que decidirá la suerte de los candidatos a alcalde allí donde no hayan superado el 50% de los votos, esta prevista para el 31 de mismo mes.
Pese a que no se trata de una elección comparable a las de medio en término (mid-term elections, en la jerga estadounidense) en otras democracias, ya que no se ponen en juego cargos de importancia a nivel federal que puedan condicionar el funcionamiento de los órganos mas decisivos del Estado, el proceso de elecciones municipales reviste una cierta importancia a la hora de definir el escenario político en los tiempos sucesivos. Y esto es así por lo menos por tres factores en la actual coyuntura:
a. Si bien por el propio carácter de la elección la campaña electoral debería circunscribirse a cuestiones locales, se observa un proceso definido a favor de la nacionalización de la misma. Y esto es valido tanto para el oficialismo como para la oposición. En el caso del PT por ejemplo, en la ultima reunión del directorio nacional, se instó a los candidatos municipales a resaltar los avances económicos que viene mostrando el país en los últimos meses. La oposición por su lado, ha elegido en general la misma estrategia, y tratara de utilizar los traspiés del oficialismo como arma electoral. El candidato de la coalición PSDB-PFL a la alcaldía de Sao Paulo, el ex contendiente por la presidencia José Serra, en el acto mismo del lanzamiento de su campaña, criticó posiciones sostenidas por autoridades federales con respecto a la estructura del gasto público.
b. El aludido proceso de nacionalización de la campaña, hace que el resultado de la elección tenga algo que ver con la posición del electorado frente a la gestión de las autoridades nacionales, especialmente el rumbo de la Administración Lula. Sin ser un plebiscito sobre lo actuado por el gobierno o un anticipo de la elección de autoridades nacionales de 2006, el proceso no deja de ser un dato político relevante.
c. Algunos de los municipios en juego, tanto por su población (electorado) cuanto por su actividad económica y su capacidad para potenciar liderazgos políticos a nivel nacional, representan espacios de poder claramente relevantes. El caso arquetípico es el de la ciudad de Sao Paulo, hoy gobernada por el PT, que alberga a casi 10.5 millones de personas (7.6 millones de electores) y tiene un PBI de 51,500 millones de dólares. Pero además, Brasil cuenta con 95 ciudades de mas de 150,000 habitantes, algunas de ellas millonarias en términos de población, como Río de Janeiro, o Belo Horizonte, que serán objeto principal del deseo de las fuerzas políticas.
Podría agregarse que el proceso eleccionario ya está afectando el funcionamiento de la política en Brasil, complicado las relaciones entre el gobierno y oposición, generando algún que otro conflicto en las fuerzas que sirven de base al gobierno de Lula y haciendo al Congreso menos permeable a la agenda de la administración federal. Lo cierto es que un buen numero de legisladores, o bien participan directamente de la elección, o bien deben atender la base territorial de su poder político.
En este marco, la intención del Partido de los Trabajadores ha sido, ya desde 2003, apostar a duplicar el numero de representaciones políticas locales en cargos ejecutivos y a tener una producción similar en las cámaras legislativas municipales. La estrategia definida en aquel entonces fue la de tejer alianzas con los partidos políticos de la base aliada para aumentar presencia propia y minimizar las posibilidades de la oposición. Las palabras del Presidente del PT, Jose Genoino, pueden agregar algo de luz sobre esta idea “en la búsqueda de alianzas, la orientación fue por el respeto a la identidad del PT, y por la candidatura propia”. Esto explica porqué, a pesar de concurrir al proceso eleccionario en forma conjunta con otras fuerzas, el partido de gobierno encabeza la lista en 23 de las 26 capitales en disputa y en la mayoría de las 95 mayores ciudades. El PT busca expandirse, sin afectar por ello las relaciones con los partidos de base, tan importante para la gobernabilidad de un sistema político como el brasileño. La más llamativa excepción a lo dicho tiene que ver con el PMDB, sostén importante de la gestión de Lula por estos tiempos y con el que sin embargo no se lograron acuerdos electorales de relevancia. Por el contrario, el fracaso de la alianza en Sao Paulo, donde el PMDB será candidato a vicealcalde de un nominado del PSB en detrimento del apoyo a la candidatura de Marta Suplicy (PT), da una pauta de cómo ha sido el proceso.
Es digno de resaltar asimismo, que el PT se encuentra hoy en una posición que hasta el momento desconocía: ser oficialismo en una campaña de tal magnitud. Esta situación lo obliga a defender las políticas surgidas desde organismos nacionales muchas de las cuales han sido criticadas en el pasado. Amparar la disciplina fiscal, la austeridad en el manejo de la política monetaria y las buenas relaciones con los organismos multilaterales de crédito, y ala vez tener que escuchar reclamos por la falta de atención a las cuestiones sociales, no debe resultar simpático para muchos candidatos del que alguna vez fue un partido comunista de raigambre sindical.
Por el lado de la oposición, la situación es distinta hoy de lo que era unos meses atrás, y si bien no han acordado alianzas a nivel electoral, los partidos que la conforman (básicamente PFL, PSDB Y PDT) se han acercado desde que explotara el episodio Diniz en febrero ultimo. Esto ha permitido la creación de un frente más sólido de contraposición a la gestión de Lula, y aún cuando carece de una figura central, puede ser explotado políticamente en el marco de la campaña. Estas fuerzas tienen perspectivas positivas en ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro, y prometen ser un obstáculo para las intenciones del oficialismo.
Como conclusión puede decirse que las elecciones municipales de octubre próximo representan un dato importante en la coyuntura política del Brasil, si embargo no es probable que condicionen inequívocamente la dinámica de poder o la propia gestión de Lula. Seguramente arrojará alguna luz sobre la posición del electorado frente a la administración del Partido de los Trabajadores, sin convertirse por ello en un plebiscito sobre la misma. La atención de las fuerzas políticas estará centrada en esas 95 grandes ciudades y en las 26 capitales estaduales que están en juego, dado el peso de las mismas en materia electoral y económica. El PT del Presidente será sin duda el o uno de los principales protagonistas de la contienda, y no sólo por su condición de partido de gobierno, sino porque ha apostado a la expansión de su influencia tanto política como territorial.
Fuentes consultadas: FLEISCHER, David: Brazil Focus Weekly Report, 24-30 de julio de 2004; Folha, de Sao Paulo, varias ediciones; O Estado, de Sao Paulo, varias ediciones.
Matías FranchiniConsejero AcadémicoEs Profesor Principal de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, en Bogotá. Doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad de Brasilia y Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Católica de Buenos Aires. Fue investigador visitante en la Woodrow Wilson School de la Universidad de Princeton. Es autor de varias publicaciones en inglés, portugués y español en las áreas de gobernanza global, estudios latinoamericanos y política internacional del cambio climático.
En poco menos de dos meses, el Partido de los Trabajadores (PT) del presidente Luiz Inácio “Lula” Da Silva enfrentará el primer test electoral desde que controla el escalón mas alto de la política brasileña. El próximo 3 de octubre, se realizará en todo el país la primera vuelta de las elecciones municipales que deberá nominar a 11,160 alcaldes (prefeitos) y vicealcaldes, y 51,749 concejales (vereadores) en 5,563 ciudades y pueblos. La segunda vuelta, que decidirá la suerte de los candidatos a alcalde allí donde no hayan superado el 50% de los votos, esta prevista para el 31 de mismo mes.
Pese a que no se trata de una elección comparable a las de medio en término (mid-term elections, en la jerga estadounidense) en otras democracias, ya que no se ponen en juego cargos de importancia a nivel federal que puedan condicionar el funcionamiento de los órganos mas decisivos del Estado, el proceso de elecciones municipales reviste una cierta importancia a la hora de definir el escenario político en los tiempos sucesivos. Y esto es así por lo menos por tres factores en la actual coyuntura:
a. Si bien por el propio carácter de la elección la campaña electoral debería circunscribirse a cuestiones locales, se observa un proceso definido a favor de la nacionalización de la misma. Y esto es valido tanto para el oficialismo como para la oposición. En el caso del PT por ejemplo, en la ultima reunión del directorio nacional, se instó a los candidatos municipales a resaltar los avances económicos que viene mostrando el país en los últimos meses. La oposición por su lado, ha elegido en general la misma estrategia, y tratara de utilizar los traspiés del oficialismo como arma electoral. El candidato de la coalición PSDB-PFL a la alcaldía de Sao Paulo, el ex contendiente por la presidencia José Serra, en el acto mismo del lanzamiento de su campaña, criticó posiciones sostenidas por autoridades federales con respecto a la estructura del gasto público.
b. El aludido proceso de nacionalización de la campaña, hace que el resultado de la elección tenga algo que ver con la posición del electorado frente a la gestión de las autoridades nacionales, especialmente el rumbo de la Administración Lula. Sin ser un plebiscito sobre lo actuado por el gobierno o un anticipo de la elección de autoridades nacionales de 2006, el proceso no deja de ser un dato político relevante.
c. Algunos de los municipios en juego, tanto por su población (electorado) cuanto por su actividad económica y su capacidad para potenciar liderazgos políticos a nivel nacional, representan espacios de poder claramente relevantes. El caso arquetípico es el de la ciudad de Sao Paulo, hoy gobernada por el PT, que alberga a casi 10.5 millones de personas (7.6 millones de electores) y tiene un PBI de 51,500 millones de dólares. Pero además, Brasil cuenta con 95 ciudades de mas de 150,000 habitantes, algunas de ellas millonarias en términos de población, como Río de Janeiro, o Belo Horizonte, que serán objeto principal del deseo de las fuerzas políticas.
Podría agregarse que el proceso eleccionario ya está afectando el funcionamiento de la política en Brasil, complicado las relaciones entre el gobierno y oposición, generando algún que otro conflicto en las fuerzas que sirven de base al gobierno de Lula y haciendo al Congreso menos permeable a la agenda de la administración federal. Lo cierto es que un buen numero de legisladores, o bien participan directamente de la elección, o bien deben atender la base territorial de su poder político.
En este marco, la intención del Partido de los Trabajadores ha sido, ya desde 2003, apostar a duplicar el numero de representaciones políticas locales en cargos ejecutivos y a tener una producción similar en las cámaras legislativas municipales. La estrategia definida en aquel entonces fue la de tejer alianzas con los partidos políticos de la base aliada para aumentar presencia propia y minimizar las posibilidades de la oposición. Las palabras del Presidente del PT, Jose Genoino, pueden agregar algo de luz sobre esta idea “en la búsqueda de alianzas, la orientación fue por el respeto a la identidad del PT, y por la candidatura propia”. Esto explica porqué, a pesar de concurrir al proceso eleccionario en forma conjunta con otras fuerzas, el partido de gobierno encabeza la lista en 23 de las 26 capitales en disputa y en la mayoría de las 95 mayores ciudades. El PT busca expandirse, sin afectar por ello las relaciones con los partidos de base, tan importante para la gobernabilidad de un sistema político como el brasileño. La más llamativa excepción a lo dicho tiene que ver con el PMDB, sostén importante de la gestión de Lula por estos tiempos y con el que sin embargo no se lograron acuerdos electorales de relevancia. Por el contrario, el fracaso de la alianza en Sao Paulo, donde el PMDB será candidato a vicealcalde de un nominado del PSB en detrimento del apoyo a la candidatura de Marta Suplicy (PT), da una pauta de cómo ha sido el proceso.
Es digno de resaltar asimismo, que el PT se encuentra hoy en una posición que hasta el momento desconocía: ser oficialismo en una campaña de tal magnitud. Esta situación lo obliga a defender las políticas surgidas desde organismos nacionales muchas de las cuales han sido criticadas en el pasado. Amparar la disciplina fiscal, la austeridad en el manejo de la política monetaria y las buenas relaciones con los organismos multilaterales de crédito, y ala vez tener que escuchar reclamos por la falta de atención a las cuestiones sociales, no debe resultar simpático para muchos candidatos del que alguna vez fue un partido comunista de raigambre sindical.
Por el lado de la oposición, la situación es distinta hoy de lo que era unos meses atrás, y si bien no han acordado alianzas a nivel electoral, los partidos que la conforman (básicamente PFL, PSDB Y PDT) se han acercado desde que explotara el episodio Diniz en febrero ultimo. Esto ha permitido la creación de un frente más sólido de contraposición a la gestión de Lula, y aún cuando carece de una figura central, puede ser explotado políticamente en el marco de la campaña. Estas fuerzas tienen perspectivas positivas en ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro, y prometen ser un obstáculo para las intenciones del oficialismo.
Como conclusión puede decirse que las elecciones municipales de octubre próximo representan un dato importante en la coyuntura política del Brasil, si embargo no es probable que condicionen inequívocamente la dinámica de poder o la propia gestión de Lula. Seguramente arrojará alguna luz sobre la posición del electorado frente a la administración del Partido de los Trabajadores, sin convertirse por ello en un plebiscito sobre la misma. La atención de las fuerzas políticas estará centrada en esas 95 grandes ciudades y en las 26 capitales estaduales que están en juego, dado el peso de las mismas en materia electoral y económica. El PT del Presidente será sin duda el o uno de los principales protagonistas de la contienda, y no sólo por su condición de partido de gobierno, sino porque ha apostado a la expansión de su influencia tanto política como territorial.
Fuentes consultadas: FLEISCHER, David: Brazil Focus Weekly Report, 24-30 de julio de 2004; Folha, de Sao Paulo, varias ediciones; O Estado, de Sao Paulo, varias ediciones.