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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos
¿Es Turkmenistán un caso perdido en la transición democrática?
De acuerdo al Bertelsmann Transformation Index, en el periodo 2006-2024 no se han mostrado grandes variaciones en la Transformación Política de Turkmenistán. Este país ha mostrado cifras sumamente bajas, convirtiéndose así en una autocracia de línea dura con una gobernanza fallida. Turkmenistán contaba con una economía muy limitada y actualmente se cataloga como rudimentaria. Por Clara Wolmy
Bordeando el mar Caspio y vecino de países como Uzbekistán, Irán y Afganistán, Turkmenistán, ex república soviética, obtuvo su independencia en 1991. Es imposible separar a Turkmenistán de su historia reciente, marcada por tres líderes: Saparmurat Niyazov, Gurbanguly Berdimuhamedov y su hijo, Serdar Berdimuhamedov. Los tres han recurrido a estrategias similares para consolidar su poder: defenestración de cargos políticos, persecución de disidentes y opositores, férreo control de los medios de comunicación, cercenamiento y supresión de las libertades individuales y un extenso uso de la propaganda política. Estas características han convertido a Turkmenistán en un fenómeno político atípico en el orden mundial actual.
De acuerdo con el Índice de Transformación de Bertelsmann (BTI), Turkmenistán ocupa el puesto 125 de los 137 países evaluados. Este índice permite examinar la situación del país durante el periodo 2006-2024. El BTI otorga puntuaciones del 1 al 10 en un conjunto de 52 indicadores que se organizan en 17 criterios para analizar la transformación política y económica, así como la calidad de la gobernanza. Especialistas de cada país realizan evaluaciones, que son revisadas y calibradas para asegurar la coherencia y permitir comparaciones internacionales. El BTI se publica cada dos años, suministrando un conjunto de datos exhaustivos sobre la gestión política y los procesos de transformación.
Transformación Política
En el periodo 2006-2024 no se han mostrado grandes variaciones en la Transformación Política de Turkmenistán. Este país ha mostrado cifras sumamente bajas, convirtiéndose así en una autocracia de línea dura.
Según el BTI, el proceso electoral turkmeno es notablemente deficiente en términos de democracia, transparencia, libertad e imparcialidad. Se observan serias irregularidades que ponen en duda la legitimidad de las elecciones en el país. Los comicios nacionales y locales aún conservan muchos aspectos de la época soviética: participación cercana al 100% y un apoyo casi unánime al presidente y a su entorno. En 2012 se introdujo un sistema multipartidista en la ley y, cinco años más tarde surgieron dos partidos oficialmente opositores: la Unión de Empresarios y el Partido Agrario. Empero, lejos de contribuir a la integración política y social, ambos han demostrado ser una fachada para el pluralismo político, ya que no son partidos independientes, sino que se muestran leales al régimen de Berdimuhamedov. La introducción de fuerzas opositoras fue en parte una respuesta a la necesidad apremiante de diversificar su economía debido a la caída en la demanda de gas natural, principal producto de exportación, por parte de Irán y Rusia. El régimen utilizó la introducción de partidos opositores como una estrategia para mejorar su imagen internacional en un esfuerzo de diversificar sus mercados y buscar nuevas alianzas comerciales.
Por otro lado, siguiendo el BTI, es notorio el descenso de algunas variables esenciales en lo que al Estado de derecho atañe. El año pasado se abolió la Cámara Alta del parlamento de Turkmenistán y se creó un órgano ejecutivo supremo llamado Halk Maslahaty. Esto impactó negativamente en la separación de poderes. El Halk Maslahaty está facultado para supervisar todas las ramas del gobierno con el derecho de reformar la Constitución, adoptar leyes constitucionales, tomar iniciativas legislativas y determinar las políticas internas y exteriores. A partir de esta medida, Gurbanguly y Serdar Berdimuhamedov se aseguraron un poder prácticamente ilimitado.
Como es de esperarse de una autocracia de línea dura, los derechos civiles son sistemáticamente vulnerados. La privacidad, la libertad de expresión, el movimiento y la reunión están severamente restringidos, y la protección constitucional en estos ámbitos no se garantiza en la realidad. Las minorías nacionales y las mujeres enfrentan discriminación y escaso acceso a posiciones de poder, mientras que las relaciones entre personas del mismo sexo son penadas. Los opositores políticos y sus familias son objeto de persecución y acoso.
En la región de Europa Oriental, el Cáucaso y Asia Central, más de la mitad de los países se encuentran entre los puestos 90 y 127 en el Índice de Transformación Política, siendo Turkmenistán el de peor desempeño. Si bien es cierto que muchos países han empeorado su posición en el BTI debido al complejo panorama de la Guerra Rusia-Ucrania, Turkmenistán siempre ha tenido una mala performance junto a Tayikistán, a quienes ahora se les une Rusia.
TransformacióN Económica
Turkmenistán es la tercera mayor economía de las repúblicas centroasiáticas, por detrás de Kazajistán y Uzbekistán. La Transformación Económica fue una de las variables más cambiantes en el lapso 2003-2024. Incluso antes de la asunción de Gubanguly Berdimuhamedov en 2006, se presumía que Turkmenistán contaba con una economía muy limitada. Actualmente se cataloga como rudimentaria.
El sector extractivo representa alrededor del 40% del PIB y el 90% de los ingresos por exportación. El país cuenta con una considerable cantidad de petróleo, pero su principal recurso son las enormes reservas de gas natural. Le sigue el sector agrícola, en el que se destaca el cultivo de algodón. Sin embargo, pese a su potencial como país exportador de productos primarios, el clima de negocios desfavorable y el exacerbado intervencionismo estatal obstaculizan la inversión y limitan el desarrollo del sector extractivo y energético.
La crisis económica en Turkmenistán, desencadenada en 2015 por la caída global de los precios del gas, ha llevado a una drástica disminución en el Índice de Transformación Económica del BTI, con una caída de dos puntos por año entre 2016 y 2020 del desempeño económico. Desde entonces, la economía turkmena se ha vuelto cada vez más rudimentaria y el deterioro de los indicadores económicos ha sido constante y generalizado. Esta crisis fue consecuencia, por un lado, de la dependencia del país del sector de hidrocarburos, notablemente volátil. Y, por otro, de la complementariedad de la economía turkmena con la china, cuya recesión derivó en una disminución significativa de importaciones energéticas. A raíz de esto, la estabilidad monetaria y fiscal llevaron a inflación y presiones cambiarias.
El sistema de bienestar social no quedó exento de problemas. En 2017, la persistente crisis de liquidez provocó escasez de algunos alimentos básicos. En 2019, el Gobierno turkmeno suprimió el sistema de subsidios por el que proporcionaba a la población de luz, agua, gas y alimentos de primera necesidad de forma gratuita.
Todo ello se tradujo en una pérdida de poder adquisitivo, aumento significativo de la pobreza y elevados niveles de desempleo. Si bien es cierto que, por la guerra Rusia-Ucrania, Turkmenistán ha tenido la posibilidad de aumentar su flujo de exportaciones en la región, esto no ha significado una mejora de magnitud suficiente como para influir en el Índice.
Gobernanza
Turkmenistán cuenta con las características de una gobernanza fallida. La capacidad de dirección y la eficiencia de recursos son limitadas debido a la falta de implementación efectiva de estrategias de desarrollo y una administración estatal centralizada y corrupta. El clientelismo, la sobrerregulación y la corrupción prevalecen, afectando negativamente la economía y el sector público. La creación de consensos y la participación política están severamente condicionadas por el autoritarismo propio del régimen, lo que no da lugar a la formación de actores políticos importantes o grupos de interés independientes.
Durante el mandato de Niyazov, entre 1990 y su muerte en 2006, no se hicieron grandes esfuerzos por abrir nuevas rutas de transporte que le dieran acceso a otros clientes. Pero la llegada de Gurbanguly Berdimuhamedov al poder supuso un cambio de rumbo en el planteamiento de la política exterior. Con el objetivo de aumentar las posibilidades de exportación, se inició una intensa actividad comercial que permitió cerrar numerosos acuerdos de suministro, exploración y construcción de gasoductos con China, Turquía, Irán e India, aunque algunos de ellos ya no estén vigentes. A medida que Turkmenistán adquirió mayor independencia económica, sus relaciones con Rusia se fueron enfriando.
En términos de cooperación internacional, la ex república soviética se presenta como un socio internacional activo, con representación en organizaciones y firma de tratados, pero su compromiso en cuanto a reformas políticas y económicas es muy limitado y superficial. La participación de Turkmenistán en organizaciones internacionales no contradice necesariamente su política de neutralidad, vigente desde 1995, sino que demuestra un uso estratégico en cuanto a su membresía para ganar legitimidad y apoyo externo.
Clara Wolmy
Bordeando el mar Caspio y vecino de países como Uzbekistán, Irán y Afganistán, Turkmenistán, ex república soviética, obtuvo su independencia en 1991. Es imposible separar a Turkmenistán de su historia reciente, marcada por tres líderes: Saparmurat Niyazov, Gurbanguly Berdimuhamedov y su hijo, Serdar Berdimuhamedov. Los tres han recurrido a estrategias similares para consolidar su poder: defenestración de cargos políticos, persecución de disidentes y opositores, férreo control de los medios de comunicación, cercenamiento y supresión de las libertades individuales y un extenso uso de la propaganda política. Estas características han convertido a Turkmenistán en un fenómeno político atípico en el orden mundial actual.
De acuerdo con el Índice de Transformación de Bertelsmann (BTI), Turkmenistán ocupa el puesto 125 de los 137 países evaluados. Este índice permite examinar la situación del país durante el periodo 2006-2024. El BTI otorga puntuaciones del 1 al 10 en un conjunto de 52 indicadores que se organizan en 17 criterios para analizar la transformación política y económica, así como la calidad de la gobernanza. Especialistas de cada país realizan evaluaciones, que son revisadas y calibradas para asegurar la coherencia y permitir comparaciones internacionales. El BTI se publica cada dos años, suministrando un conjunto de datos exhaustivos sobre la gestión política y los procesos de transformación.
Transformación Política
En el periodo 2006-2024 no se han mostrado grandes variaciones en la Transformación Política de Turkmenistán. Este país ha mostrado cifras sumamente bajas, convirtiéndose así en una autocracia de línea dura.
Según el BTI, el proceso electoral turkmeno es notablemente deficiente en términos de democracia, transparencia, libertad e imparcialidad. Se observan serias irregularidades que ponen en duda la legitimidad de las elecciones en el país. Los comicios nacionales y locales aún conservan muchos aspectos de la época soviética: participación cercana al 100% y un apoyo casi unánime al presidente y a su entorno. En 2012 se introdujo un sistema multipartidista en la ley y, cinco años más tarde surgieron dos partidos oficialmente opositores: la Unión de Empresarios y el Partido Agrario. Empero, lejos de contribuir a la integración política y social, ambos han demostrado ser una fachada para el pluralismo político, ya que no son partidos independientes, sino que se muestran leales al régimen de Berdimuhamedov. La introducción de fuerzas opositoras fue en parte una respuesta a la necesidad apremiante de diversificar su economía debido a la caída en la demanda de gas natural, principal producto de exportación, por parte de Irán y Rusia. El régimen utilizó la introducción de partidos opositores como una estrategia para mejorar su imagen internacional en un esfuerzo de diversificar sus mercados y buscar nuevas alianzas comerciales.
Por otro lado, siguiendo el BTI, es notorio el descenso de algunas variables esenciales en lo que al Estado de derecho atañe. El año pasado se abolió la Cámara Alta del parlamento de Turkmenistán y se creó un órgano ejecutivo supremo llamado Halk Maslahaty. Esto impactó negativamente en la separación de poderes. El Halk Maslahaty está facultado para supervisar todas las ramas del gobierno con el derecho de reformar la Constitución, adoptar leyes constitucionales, tomar iniciativas legislativas y determinar las políticas internas y exteriores. A partir de esta medida, Gurbanguly y Serdar Berdimuhamedov se aseguraron un poder prácticamente ilimitado.
Como es de esperarse de una autocracia de línea dura, los derechos civiles son sistemáticamente vulnerados. La privacidad, la libertad de expresión, el movimiento y la reunión están severamente restringidos, y la protección constitucional en estos ámbitos no se garantiza en la realidad. Las minorías nacionales y las mujeres enfrentan discriminación y escaso acceso a posiciones de poder, mientras que las relaciones entre personas del mismo sexo son penadas. Los opositores políticos y sus familias son objeto de persecución y acoso.
En la región de Europa Oriental, el Cáucaso y Asia Central, más de la mitad de los países se encuentran entre los puestos 90 y 127 en el Índice de Transformación Política, siendo Turkmenistán el de peor desempeño. Si bien es cierto que muchos países han empeorado su posición en el BTI debido al complejo panorama de la Guerra Rusia-Ucrania, Turkmenistán siempre ha tenido una mala performance junto a Tayikistán, a quienes ahora se les une Rusia.
TransformacióN Económica
Turkmenistán es la tercera mayor economía de las repúblicas centroasiáticas, por detrás de Kazajistán y Uzbekistán. La Transformación Económica fue una de las variables más cambiantes en el lapso 2003-2024. Incluso antes de la asunción de Gubanguly Berdimuhamedov en 2006, se presumía que Turkmenistán contaba con una economía muy limitada. Actualmente se cataloga como rudimentaria.
El sector extractivo representa alrededor del 40% del PIB y el 90% de los ingresos por exportación. El país cuenta con una considerable cantidad de petróleo, pero su principal recurso son las enormes reservas de gas natural. Le sigue el sector agrícola, en el que se destaca el cultivo de algodón. Sin embargo, pese a su potencial como país exportador de productos primarios, el clima de negocios desfavorable y el exacerbado intervencionismo estatal obstaculizan la inversión y limitan el desarrollo del sector extractivo y energético.
La crisis económica en Turkmenistán, desencadenada en 2015 por la caída global de los precios del gas, ha llevado a una drástica disminución en el Índice de Transformación Económica del BTI, con una caída de dos puntos por año entre 2016 y 2020 del desempeño económico. Desde entonces, la economía turkmena se ha vuelto cada vez más rudimentaria y el deterioro de los indicadores económicos ha sido constante y generalizado. Esta crisis fue consecuencia, por un lado, de la dependencia del país del sector de hidrocarburos, notablemente volátil. Y, por otro, de la complementariedad de la economía turkmena con la china, cuya recesión derivó en una disminución significativa de importaciones energéticas. A raíz de esto, la estabilidad monetaria y fiscal llevaron a inflación y presiones cambiarias.
El sistema de bienestar social no quedó exento de problemas. En 2017, la persistente crisis de liquidez provocó escasez de algunos alimentos básicos. En 2019, el Gobierno turkmeno suprimió el sistema de subsidios por el que proporcionaba a la población de luz, agua, gas y alimentos de primera necesidad de forma gratuita.
Todo ello se tradujo en una pérdida de poder adquisitivo, aumento significativo de la pobreza y elevados niveles de desempleo. Si bien es cierto que, por la guerra Rusia-Ucrania, Turkmenistán ha tenido la posibilidad de aumentar su flujo de exportaciones en la región, esto no ha significado una mejora de magnitud suficiente como para influir en el Índice.
Gobernanza
Turkmenistán cuenta con las características de una gobernanza fallida. La capacidad de dirección y la eficiencia de recursos son limitadas debido a la falta de implementación efectiva de estrategias de desarrollo y una administración estatal centralizada y corrupta. El clientelismo, la sobrerregulación y la corrupción prevalecen, afectando negativamente la economía y el sector público. La creación de consensos y la participación política están severamente condicionadas por el autoritarismo propio del régimen, lo que no da lugar a la formación de actores políticos importantes o grupos de interés independientes.
Durante el mandato de Niyazov, entre 1990 y su muerte en 2006, no se hicieron grandes esfuerzos por abrir nuevas rutas de transporte que le dieran acceso a otros clientes. Pero la llegada de Gurbanguly Berdimuhamedov al poder supuso un cambio de rumbo en el planteamiento de la política exterior. Con el objetivo de aumentar las posibilidades de exportación, se inició una intensa actividad comercial que permitió cerrar numerosos acuerdos de suministro, exploración y construcción de gasoductos con China, Turquía, Irán e India, aunque algunos de ellos ya no estén vigentes. A medida que Turkmenistán adquirió mayor independencia económica, sus relaciones con Rusia se fueron enfriando.
En términos de cooperación internacional, la ex república soviética se presenta como un socio internacional activo, con representación en organizaciones y firma de tratados, pero su compromiso en cuanto a reformas políticas y económicas es muy limitado y superficial. La participación de Turkmenistán en organizaciones internacionales no contradice necesariamente su política de neutralidad, vigente desde 1995, sino que demuestra un uso estratégico en cuanto a su membresía para ganar legitimidad y apoyo externo.