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Análisis Sínico
Uruguay: la máquina de aprender
La última medición en el Bertelsmann Transformation Index (BTI) ha dejado esperanzas en cuanto al crecimiento económico del país; la transformación económica ha aumentado de 8.29 en 2022 a 8.43 en 2024 y parece estar revirtiendo la declinación en la que se encontraba. Luego de la pandemia, se ha reactivado el turismo, las inversiones y el ex presidente Luis Lacalle Pou ha implementado políticas para combatir el déficit público y controlar tanto el gasto como la inflación.Por Dana Weissbrod
Luego de una instancia de balotaje, el candidato opositor Yamandú Orsi se consagró como el nuevo presidente del país el 24 de noviembre de 2024. Sin embargo, las diferencias entre los partidos que se enfrentaron son pocas. Ambos presentan propuestas de centro y se muestran como dialoguistas, buscadores de consenso. Esto llama la atención en un país de Latinoamérica, donde se acostumbra a encontrar contrastes ideológicos y polarización, e invita a preguntarse por qué pasa.
Una posible respuesta a esto la ofrece el proyecto de la Konrad Adenauer Stiftung (KAS) denominado “La máquina de aprender”, el cual tuvo lugar en Uruguay entre 2021 y 2023 y cuyo fin fue el fortalecimiento democrático del país, impulsando instancias de debate y de autocrítica en paneles temáticos. Se basaba en la tesis que la calidad democrática de Uruguay es consecuencia de una capacidad de aprendizaje sistemática, que desde la consolidación de la república en 1830 se ha buscado aprender tanto de los aciertos como de los errores, proceso que hoy hace que el país sea una democracia plena de acuerdo al Índice de Democracia que publica The Economist.
Para comprender este proceso se hará un estudio del desempeño de Uruguay en el Bertelsmann Transformation Index (BTI), tomando la máquina de aprender como concepto guía. El BTI realizó su primera edición en el 2006 y a partir de ese momento, cada dos años, publica los resultados del análisis y progreso de 137 países en vías de desarrollo. Para evaluar su democratización e inclusión en el mercado, se vale de tres dimensiones: transformación política, transformación económica y gobernanza. Teniendo una guía estandarizada, se le encarga la tarea a expertos de evaluar a los países de acuerdo con 17 criterios; estos son luego revisados por miembros de un segundo país, donde se acaba por calibrar y determinar los valores del 1 al 10 que se dará en cada indicador. El gráfico a continuación permite examinar el desenvolvimiento de Uruguay:
Como se puede observar, el desempeño de este país es estable, alcanzando valores altos en las tres dimensiones analizadas. La transformación política mantuvo puntajes casi perfectos a lo largo de todo el período analizado, manteniéndose por encima de 9. La transformación económica y la gobernanza percibieron fluctuaciones similares a lo largo del período, la primera vio un aumento de un punto entre 2006 y 2024, y la segunda de 0.8.
Para comprender el análisis que se hará a continuación es importante dimensionar el compromiso que Uruguay ha tenido desde un principio con la democracia.
TRANSFORMACIÓN POLÍTICA
Esta dimensión se analiza en base a los siguientes criterios: estatalidad, participación política, Estado de derecho, estabilidad de las instituciones democráticas e integración política y social. Si se observa el gráfico, Uruguay ha mantenido un puntaje alto a lo largo de todo el periodo, clasificándose así como una democracia en consolidación. Actualmente lidera el índice luego de obtener un puntaje de 9.95 en el BTI de 2024.
El mandato presidencial en Uruguay es de cinco años y tanto el presidente como el vicepresidente son elegidos por los ciudadanos. En caso de que ningún candidato logre más del 50% en la primera vuelta, se realiza una segunda, lo cual sucedió en 2024.
Como se puede observar en el gráfico, los aspectos de la transformación política no han demostrado grandes cambios a lo largo del período analizado por el BTI. El único factor que no ha alcanzado el puntaje máximo ha sido la integración política y social, más específicamente, el capital social, el cual ha recibido un puntaje de 9 durante todas las mediciones hechas, excepto por el 2020, donde recibió un 8. Esto se debe en parte a una falta de confianza interpersonal entre algunos sectores de la sociedad, además de las limitaciones estructurales en cuanto a conectividad e inclusión digital.
En suma, se puede tomar este país como un ejemplo a seguir en cuanto a voluntad y procedimiento electoral. Han aprendido y siguen aprendiendo de sus errores para lograr la efectividad en cuanto a participación ciudadana y orden.
TRANSFORMACIÓN ECONÓMICA
La dimensión económica del BTI se mide en base a los siguientes criterios: nivel de desarrollo socioeconómico, organización del mercado y competición, estabilidad monetaria y fiscal, propiedad privada, régimen de bienestar, desempeño y sostenibilidad. Luego de calificarse como avanzada en las mediciones de 2006 y 2008, Uruguay pasó a tener una economía muy avanzada el resto del periodo. Actualmente se ubica en el puesto 12 con un puntaje de 8.43.
Desde 2006 que el país muestra una tendencia en ascenso, llegando a su puntaje máximo en la medición del 2014, donde obtuvo 8.71. Durante dicho período, la economía mostró un nivel de crecimiento, diversificación y estabilización único en la región. Luego de la crisis económica de 2002, el país se enfocó en la reactivación económica y la atracción de inversiones extranjeras, especialmente de China, quien se convertiría en su principal socio comercial. Es así como entre 2006 y 2008 el desempeño económico medido por el BTI pasó de un valor de 6 a 8. A su vez, logra en 2010 obtener un puntaje de 10 en derechos de propiedad y en estabilidad fiscal en 2012.
A partir del 2014 comienza una etapa de declive y estancamiento que, de acuerdo con el Banco Mundial, se debe a la normalización de los precios de los productos básicos, la pandemia del 2020 y el contexto climático. De esta manera, el desempeño económico vio una baja de 9 a 7 en el período entre 2014 y 2022. Esta desaceleración económica no significó ninguna crisis severa para el país, pero sí afectó al sector de turismo debido a los problemas en países vecinos (mayores demandantes) y el cierre de las fronteras durante la pandemia.
A su vez, si se hace foco en las barreras socioeconómicas, Uruguay ha mantenido un puntaje constante de 8 (con excepción del 2010 donde obtuvo 9) desde 2006. Sin embargo, en 2018 disminuyó a 7 y se ha mantenido igual en las siguientes mediciones. Esto se puede explicar con los valores del coeficiente de Gini, los cuales se muestran estancados desde el 2012 con valores que rondan el 0,4 y reflejan los niveles de desigualdad en el país.
La última medición del BTI ha dejado esperanzas en cuanto al crecimiento económico del país; la transformación económica ha aumentado de 8.29 en 2022 a 8.43 en 2024 y parece estar revirtiendo la declinación en la que se encontraba. Luego de la pandemia, se ha reactivado el turismo, las inversiones y el ex presidente Luis Lacalle Pou ha implementado políticas para combatir el déficit público y controlar tanto el gasto como la inflación. Todo esto ha hecho que el desempeño económico aumente un punto y llegue a un valor de 8 en la medición de 2024.
GOBERNANZA
El índice de gobernanza se mide en el BTI en base a los siguientes criterios: nivel de dificultad, capacidad de dirección, eficiencia de recursos, creación de consenso y cooperación internacional. Nuevamente, Uruguay se posiciona entre los líderes de este índice, quedando en el puesto 2 en 2024 con un puntaje de 7.46 y habiéndolo encabezado en los años 2010 y 2016. La gobernanza en el país se calificó como buena en el período de 2006 a 2008 y muy buena entre 2010 y 2024.
El gráfico muestra que entre 2006 y 2012 hubo un ascenso en los niveles de gobernanza. Es en este último año donde va a recibir un puntaje de 7.69, el más alto de los 16 años analizados por el BTI. Lo más impactante de estos seis años es el aumento en la eficiencia de recursos, la cual pasó de un puntaje de 6 en el 2006 a 8.7 en 2012. Más específicamente, la coordinación de políticas pasó de 5 a 9 principalmente debido a la mayoría parlamentaria que tuvo el Frente Amplio, partido en el gobierno, y la gestión fluida de los ministerios.
En 2010 las limitaciones estructurales observaron un descenso respecto de los años anteriores y obtuvieron un puntaje de 2, el cual se mantuvo por el resto del periodo. Esto demuestra que las barreras para el desarrollo económico y político son pocas en Uruguay, lo cual puede atribuirse a su estabilidad y ausencia de conflictos. Además, se puede destacar el compromiso del país con el medio ambiente, factor que ayuda a disminuir riesgos climáticos y atrae inversiones extranjeras.
Luego del 2012, si bien se experimenta un leve descenso en las mediciones que siguieron, Uruguay consiguió mantener valores estables por encima de 7, lo cual le permitió, año tras año, encabezar el índice en la comparación regional en esta dimensión.
En 2022, evidenciando la máquina de aprender, Uruguay llegó a obtener un puntaje de 10 en aprendizaje de políticas en el BTI, demostrando al resto de los países en desarrollo la clave para la buena gobernanza democrática.
Resulta llamativo que no se detectan grandes fluctuaciones en los valores medidos por el BTI para Uruguay entre los años 2006 y 2024 y, por sobre todo, la tendencia en las últimas mediciones va en ascenso, por lo que el país invita a reflexionar sobre sus formas y políticas a la hora de establecer su democracia. Volviendo una vez más al concepto de la Máquina de Aprender, el mismo permite identificar los posibles patrones que llevaron al país a una democracia plena.
Dana WeissbrodVoluntariaEstudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad de San Andrés (Argentina) y voluntaria de CADAL.
Luego de una instancia de balotaje, el candidato opositor Yamandú Orsi se consagró como el nuevo presidente del país el 24 de noviembre de 2024. Sin embargo, las diferencias entre los partidos que se enfrentaron son pocas. Ambos presentan propuestas de centro y se muestran como dialoguistas, buscadores de consenso. Esto llama la atención en un país de Latinoamérica, donde se acostumbra a encontrar contrastes ideológicos y polarización, e invita a preguntarse por qué pasa.
Una posible respuesta a esto la ofrece el proyecto de la Konrad Adenauer Stiftung (KAS) denominado “La máquina de aprender”, el cual tuvo lugar en Uruguay entre 2021 y 2023 y cuyo fin fue el fortalecimiento democrático del país, impulsando instancias de debate y de autocrítica en paneles temáticos. Se basaba en la tesis que la calidad democrática de Uruguay es consecuencia de una capacidad de aprendizaje sistemática, que desde la consolidación de la república en 1830 se ha buscado aprender tanto de los aciertos como de los errores, proceso que hoy hace que el país sea una democracia plena de acuerdo al Índice de Democracia que publica The Economist.
Para comprender este proceso se hará un estudio del desempeño de Uruguay en el Bertelsmann Transformation Index (BTI), tomando la máquina de aprender como concepto guía. El BTI realizó su primera edición en el 2006 y a partir de ese momento, cada dos años, publica los resultados del análisis y progreso de 137 países en vías de desarrollo. Para evaluar su democratización e inclusión en el mercado, se vale de tres dimensiones: transformación política, transformación económica y gobernanza. Teniendo una guía estandarizada, se le encarga la tarea a expertos de evaluar a los países de acuerdo con 17 criterios; estos son luego revisados por miembros de un segundo país, donde se acaba por calibrar y determinar los valores del 1 al 10 que se dará en cada indicador. El gráfico a continuación permite examinar el desenvolvimiento de Uruguay:
Como se puede observar, el desempeño de este país es estable, alcanzando valores altos en las tres dimensiones analizadas. La transformación política mantuvo puntajes casi perfectos a lo largo de todo el período analizado, manteniéndose por encima de 9. La transformación económica y la gobernanza percibieron fluctuaciones similares a lo largo del período, la primera vio un aumento de un punto entre 2006 y 2024, y la segunda de 0.8.
Para comprender el análisis que se hará a continuación es importante dimensionar el compromiso que Uruguay ha tenido desde un principio con la democracia.
TRANSFORMACIÓN POLÍTICA
Esta dimensión se analiza en base a los siguientes criterios: estatalidad, participación política, Estado de derecho, estabilidad de las instituciones democráticas e integración política y social. Si se observa el gráfico, Uruguay ha mantenido un puntaje alto a lo largo de todo el periodo, clasificándose así como una democracia en consolidación. Actualmente lidera el índice luego de obtener un puntaje de 9.95 en el BTI de 2024.
El mandato presidencial en Uruguay es de cinco años y tanto el presidente como el vicepresidente son elegidos por los ciudadanos. En caso de que ningún candidato logre más del 50% en la primera vuelta, se realiza una segunda, lo cual sucedió en 2024.
Como se puede observar en el gráfico, los aspectos de la transformación política no han demostrado grandes cambios a lo largo del período analizado por el BTI. El único factor que no ha alcanzado el puntaje máximo ha sido la integración política y social, más específicamente, el capital social, el cual ha recibido un puntaje de 9 durante todas las mediciones hechas, excepto por el 2020, donde recibió un 8. Esto se debe en parte a una falta de confianza interpersonal entre algunos sectores de la sociedad, además de las limitaciones estructurales en cuanto a conectividad e inclusión digital.
En suma, se puede tomar este país como un ejemplo a seguir en cuanto a voluntad y procedimiento electoral. Han aprendido y siguen aprendiendo de sus errores para lograr la efectividad en cuanto a participación ciudadana y orden.
TRANSFORMACIÓN ECONÓMICA
La dimensión económica del BTI se mide en base a los siguientes criterios: nivel de desarrollo socioeconómico, organización del mercado y competición, estabilidad monetaria y fiscal, propiedad privada, régimen de bienestar, desempeño y sostenibilidad. Luego de calificarse como avanzada en las mediciones de 2006 y 2008, Uruguay pasó a tener una economía muy avanzada el resto del periodo. Actualmente se ubica en el puesto 12 con un puntaje de 8.43.
Desde 2006 que el país muestra una tendencia en ascenso, llegando a su puntaje máximo en la medición del 2014, donde obtuvo 8.71. Durante dicho período, la economía mostró un nivel de crecimiento, diversificación y estabilización único en la región. Luego de la crisis económica de 2002, el país se enfocó en la reactivación económica y la atracción de inversiones extranjeras, especialmente de China, quien se convertiría en su principal socio comercial. Es así como entre 2006 y 2008 el desempeño económico medido por el BTI pasó de un valor de 6 a 8. A su vez, logra en 2010 obtener un puntaje de 10 en derechos de propiedad y en estabilidad fiscal en 2012.
A partir del 2014 comienza una etapa de declive y estancamiento que, de acuerdo con el Banco Mundial, se debe a la normalización de los precios de los productos básicos, la pandemia del 2020 y el contexto climático. De esta manera, el desempeño económico vio una baja de 9 a 7 en el período entre 2014 y 2022. Esta desaceleración económica no significó ninguna crisis severa para el país, pero sí afectó al sector de turismo debido a los problemas en países vecinos (mayores demandantes) y el cierre de las fronteras durante la pandemia.
A su vez, si se hace foco en las barreras socioeconómicas, Uruguay ha mantenido un puntaje constante de 8 (con excepción del 2010 donde obtuvo 9) desde 2006. Sin embargo, en 2018 disminuyó a 7 y se ha mantenido igual en las siguientes mediciones. Esto se puede explicar con los valores del coeficiente de Gini, los cuales se muestran estancados desde el 2012 con valores que rondan el 0,4 y reflejan los niveles de desigualdad en el país.
La última medición del BTI ha dejado esperanzas en cuanto al crecimiento económico del país; la transformación económica ha aumentado de 8.29 en 2022 a 8.43 en 2024 y parece estar revirtiendo la declinación en la que se encontraba. Luego de la pandemia, se ha reactivado el turismo, las inversiones y el ex presidente Luis Lacalle Pou ha implementado políticas para combatir el déficit público y controlar tanto el gasto como la inflación. Todo esto ha hecho que el desempeño económico aumente un punto y llegue a un valor de 8 en la medición de 2024.
GOBERNANZA
El índice de gobernanza se mide en el BTI en base a los siguientes criterios: nivel de dificultad, capacidad de dirección, eficiencia de recursos, creación de consenso y cooperación internacional. Nuevamente, Uruguay se posiciona entre los líderes de este índice, quedando en el puesto 2 en 2024 con un puntaje de 7.46 y habiéndolo encabezado en los años 2010 y 2016. La gobernanza en el país se calificó como buena en el período de 2006 a 2008 y muy buena entre 2010 y 2024.
El gráfico muestra que entre 2006 y 2012 hubo un ascenso en los niveles de gobernanza. Es en este último año donde va a recibir un puntaje de 7.69, el más alto de los 16 años analizados por el BTI. Lo más impactante de estos seis años es el aumento en la eficiencia de recursos, la cual pasó de un puntaje de 6 en el 2006 a 8.7 en 2012. Más específicamente, la coordinación de políticas pasó de 5 a 9 principalmente debido a la mayoría parlamentaria que tuvo el Frente Amplio, partido en el gobierno, y la gestión fluida de los ministerios.
En 2010 las limitaciones estructurales observaron un descenso respecto de los años anteriores y obtuvieron un puntaje de 2, el cual se mantuvo por el resto del periodo. Esto demuestra que las barreras para el desarrollo económico y político son pocas en Uruguay, lo cual puede atribuirse a su estabilidad y ausencia de conflictos. Además, se puede destacar el compromiso del país con el medio ambiente, factor que ayuda a disminuir riesgos climáticos y atrae inversiones extranjeras.
Luego del 2012, si bien se experimenta un leve descenso en las mediciones que siguieron, Uruguay consiguió mantener valores estables por encima de 7, lo cual le permitió, año tras año, encabezar el índice en la comparación regional en esta dimensión.
En 2022, evidenciando la máquina de aprender, Uruguay llegó a obtener un puntaje de 10 en aprendizaje de políticas en el BTI, demostrando al resto de los países en desarrollo la clave para la buena gobernanza democrática.
Resulta llamativo que no se detectan grandes fluctuaciones en los valores medidos por el BTI para Uruguay entre los años 2006 y 2024 y, por sobre todo, la tendencia en las últimas mediciones va en ascenso, por lo que el país invita a reflexionar sobre sus formas y políticas a la hora de establecer su democracia. Volviendo una vez más al concepto de la Máquina de Aprender, el mismo permite identificar los posibles patrones que llevaron al país a una democracia plena.