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Análisis Latino
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«¿Quo Vadis América Latina?»
En los BRICS conviven el autoritarismo y una democracia recortada —India— con Brasil y Sudáfrica. ¿Será hacia allí que se incline la región? La vuelta al mercantilismo de Trump es un muro distinto al levantado en la frontera del Río Grande, pero contra el que se estrella el «¡Viva la libertad, carajo!» enarbolado por Milei. ¿La Unión Europea sustituirá el destino estadounidense de las exportaciones latinoamericanas?Por Hugo Machín Fajardo
«No es posible saber hacia dónde se mueve hoy América Latina». Esa frase se repetía en los ámbitos directrices y políticos de Latinoamérica en los 50´. Con la Guerra Fría en su apogeo, y todavía sin que hubiera empezado el proyecto de Fidel Castro para Cuba— extendido a Latinoamérica— los caminos a emprender por la dirigencia regional estaban fuertemente condicionados por el enfrentamiento Washington - Moscú.
En Argentina el desarrollismo quiso emerger como alternativa, pero fue aherrojado por los consabidos sables y cooptado por el peronismo, que se embanderó con la «tercera vía».
En Chile, ese tercerismo fue buscado por la Democracia Cristiana, encabezada en los sesenta por el presidente Eduardo Frei Montalva, asesinado en 1982 por la dictadura de Pinochet. El expresidente socialista Ricardo Lagos también lo intentó.
Hubo intelectuales que también en los sesenta quisieron proponer una «tercera posición». En Uruguay las páginas del semanario Marcha (1939-1974), fundado por Carlos Quijano, dieron cabida durante meses a un debate sobre el tema entre Carlos Real de Azúa y Arturo Ardao. Y poco más puede anotarse en la región.
En el mundo, el primer ministro Nehrú de India propuso un programa nacionalista y socialista. También el «socialismo árabe» de Nasser tuvo influencia en países islámicos. Charles De Gaulle quiso ubicar a Francia en una cierta tercera posición internacional, como una alternativa a EEUU y la entonces URSS. Los economistas Keynes, británico; Galbraith, canadiense, y el bengalí Amartya Sen, produjeron numerosos trabajos en esa dirección.
Más cerca en el tiempo —años noventa— Tony Blair y Anthony Giddens propusieron una superación de la socialdemocracia como existía hasta entonces y el neoliberalismo.
En Latinoamérica y en el Tercer Mundo, Cuba influyó negativamente en esa aspiración tercerista. Impulsó en cuanto foro de naciones que participó —No Alineados, Grupo de los 77, etc.— inclinar el tercerismo hacia Moscú.
En el 2025, la pregunta puede hacerse de igual manera: ¿Hacia dónde se orientarán los países latinoamericanos en este escenario impuesto por Donald Trump y su círculo de plutócratas —tres de ellos suman 920 mil millones de dólares— y un realineamiento geopolítico mundial?
Emergen tres factores clave a tener en cuenta por los países con economía altamente dependientes de las economías poderosas.
Una guerra comercial iniciada en 2017 que generó lo que hoy se le llama globalización fragmentada. Grandes bloques son las opciones comerciales de hoy: EEUU; China; Unión Europea y los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Los otros dos aspectos emergentes operan en forma directa en los principios políticos vigentes en un Estado.
El drama migratorio elevado a puntos críticos inéditos, pues según Acnur, 110 millones de personas en el mundo han sido desplazadas por guerras y abusos de derechos humanos, que requiere soluciones humanitarias, pero que diferentes sectores políticos estadounidenses y europeos, influenciados por líderes de ultraderecha racistas y xenófobos, lo criminaliza.
Los DDHH: ataques a derechos de la mujer con el subterfugio de neutralizar la supuesta «ideología de género»”; amenazas estadounidenses a la Corte Penal Internacional (CPI), y su correlato contra el Derecho Internacional Humanitario (DIH) que «constituyen ataques graves contra los Estados Parte en la Corte, el orden internacional basado en el Estado de derecho y millones de víctimas», según la presidenta de la CPI, la japonesa Tomoko Akane. 79 países rechazaron los ataques de Trump a la CPI. Rebajamiento del papel de la USAID con argumentos falaces en 11 de los 12 casos presentados por la Casa Blanca, —demostrado por la investigación publicada el 7 de febrero por The Washington Post— que implica una fuerte contracción en apoyo humanitario a países de Latinoamérica, África y Asia. Abandono de EEUU del acuerdo sobre cambio climático; similar medida respecto a la Organización Mundial de la Salud, lo que acarrea abatimiento de planes sanitarios y poner en riesgo la vida de miles de personas, especialmente niños, y la salud de millones en diferentes países, en particular personas afectadas por el VIH dependientes de programas asistenciales cubiertos por la USAID. La suspensión de 90 días del trabajo del Plan de Emergencia del presidente para el Alivio del Sida (PEPFAR), desatiende a más de 20 millones de pacientes y afecta a 270.000 trabajadores sanitarios, según un análisis de la Fundación Americana para la Investigación del Sida (amfAR).
Comercio. Luego de treinta años de globalización la Casa Blanca reimpulsa la marcha atrás iniciada en 2016. Durante décadas los beneficios de la globalización parecían irrecusables, no obstante verificarse que muchos países quedaron rezagados.
Entre 2016 y 2021, la aplicación mundial de medidas restrictivas al comercio «creció casi al doble (debido) a las tensiones entre Estados Unidos y China», según Paola Subacchi, profesora de Economía Internacional del Queen Mary Global Policy Institute, de Londres. Trump reemprende ese retroceso.
La imposición de tarifas arancelarias a sus principales socios comerciales —México, China, Canadá— en porcentajes que van del 10% al 25%; así como impulsar la reindustrialización norteamericana con base a sustitución de importaciones y cierre de mercados, están en el polo opuesto a las políticas del FMI y el Banco Mundial.
Que las respuestas de México y Canadá, hayan obtenido un mes de espera, no es otra cosa que los avances y retrocesos previsibles en todo enfrentamiento de potencias. Sea en el campo de batalla, como en el campo comercial.
No bien entró en vigor el aumento del 10% de los aranceles impuestos por Trump a todos los productos importados de China, Pekín contraatacó el miércoles 5 de febrero con el anuncio de imponer aranceles a productos estadounidenses en energía, automóviles y maquinaria.
Además, China anunció que ejercerá controles de exportación sobre cinco metales: tungsteno, telurio, bismuto, indio y molibdeno, esenciales en diferentes industrias: aeroespaciales, paneles solares, farmacéuticas y cosméticos, pantallas táctiles, semiconductores, aleaciones de acero, componentes electrónicos, entre otras aplicaciones.
Cierto es que la presidenta Claudia Sheinbaum advirtió que también México podría subir aranceles a productos norteamericanos, no obstante, accedió a enviar 10.000 miembros de la Guardia Nacional a la frontera en respuesta a la acusación de Trump sobre el ingreso de fentanilo desde México. Y Trudeau, el viernes 7 de febrero, respondió: lo que realmente le interesa a Trump cuando habla de anexar el país boreal, en realidad, son los metales y minerales canadiense. Canadá exporta el 80% del aluminio utilizado por EEUU.
Brasil y la Unión Europea también reaccionaron y Dinamarca respondió con firmeza a la pretensión groenlandesa del magnate, así como el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, ante la amenaza trumpista de «tomarse el Canal de Panamá», reivindicó la soberanía panameña sobre el Canal, aunque su país intentará revisar acuerdos con China sobre la navegación interoceánica.
EEUU lo sentirá. En 2024, el 40% de las importaciones norteamericanas fueron mexicanas, chinas y canadienses. Un 25% o un 10% de gravamen a tales productos, redundará, sí o sí, en el encarecimiento de productos básicos de los hogares estadounidenses. También sufrirán encarecimiento los productos industriales norteamericanos que dependen de insumos provenientes de esos países.
La USAID es ayuda humanitaria pero también es presencia de EEUU en numerosos países. Cortar ese suministro genera pérdida de presencia e influencia en el mundo, que será aprovechado por China, que desde el año 2000, su comercio con la Latinoamérica se multiplicó por 35 y se espera que siga avanzando. El gigante asiático es el primer destino de exportaciones de Brasil, Chile, Perú, Uruguay y Panamá; y el primer origen de importaciones de parte de Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia.
De acuerdo a los datos del Monitor de las Inversiones de China en América Latina y el Caribe, en 2023 la inversión extranjera directa (IED) de China en la región se ubicó en 8.748 millones de dólares.
En los Brics conviven el autoritarismo y una democracia recortada —India— con Brasil y Sudáfrica. ¿Será hacia allí que se incline la región? La vuelta al mercantilismo de Trump es un muro distinto al levantado en la frontera del Río Grande, pero contra el que se estrella el «¡Viva la libertad, carajo!» enarbolado por Milei. ¿La Unión Europea sustituirá el destino estadounidense de las exportaciones latinoamericanas?
«No es posible saber hacia dónde se mueve hoy América Latina».
Hugo Machín FajardoRedactor Especial del Portal Análisis LatinoPeriodista desde 1969, una forzada interrupción entre 1973 -1985, no le impidió ejercer el periodismo clandestino. Secuestrado en 1981 por la dictadura uruguaya, permaneció desaparecido y torturado hasta 1982, en que fue recluido en el Penal de Libertad hasta 1985. Ex -docente de periodismo en Universidad ORT, de Montevideo. Ex vicepresidente de la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU). Jurado del Premio Periodismo para la Tolerancia, 2004, de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) /Unión Europea. Coordinó "Periodismo e Infancia-2005". Integró diversas redacciones periodísticas de medios y agencias de noticias en Montevideo, Uruguay. Actualmente se desempeña como free -lance.
«No es posible saber hacia dónde se mueve hoy América Latina». Esa frase se repetía en los ámbitos directrices y políticos de Latinoamérica en los 50´. Con la Guerra Fría en su apogeo, y todavía sin que hubiera empezado el proyecto de Fidel Castro para Cuba— extendido a Latinoamérica— los caminos a emprender por la dirigencia regional estaban fuertemente condicionados por el enfrentamiento Washington - Moscú.
En Argentina el desarrollismo quiso emerger como alternativa, pero fue aherrojado por los consabidos sables y cooptado por el peronismo, que se embanderó con la «tercera vía».
En Chile, ese tercerismo fue buscado por la Democracia Cristiana, encabezada en los sesenta por el presidente Eduardo Frei Montalva, asesinado en 1982 por la dictadura de Pinochet. El expresidente socialista Ricardo Lagos también lo intentó.
Hubo intelectuales que también en los sesenta quisieron proponer una «tercera posición». En Uruguay las páginas del semanario Marcha (1939-1974), fundado por Carlos Quijano, dieron cabida durante meses a un debate sobre el tema entre Carlos Real de Azúa y Arturo Ardao. Y poco más puede anotarse en la región.
En el mundo, el primer ministro Nehrú de India propuso un programa nacionalista y socialista. También el «socialismo árabe» de Nasser tuvo influencia en países islámicos. Charles De Gaulle quiso ubicar a Francia en una cierta tercera posición internacional, como una alternativa a EEUU y la entonces URSS. Los economistas Keynes, británico; Galbraith, canadiense, y el bengalí Amartya Sen, produjeron numerosos trabajos en esa dirección.
Más cerca en el tiempo —años noventa— Tony Blair y Anthony Giddens propusieron una superación de la socialdemocracia como existía hasta entonces y el neoliberalismo.
En Latinoamérica y en el Tercer Mundo, Cuba influyó negativamente en esa aspiración tercerista. Impulsó en cuanto foro de naciones que participó —No Alineados, Grupo de los 77, etc.— inclinar el tercerismo hacia Moscú.
En el 2025, la pregunta puede hacerse de igual manera: ¿Hacia dónde se orientarán los países latinoamericanos en este escenario impuesto por Donald Trump y su círculo de plutócratas —tres de ellos suman 920 mil millones de dólares— y un realineamiento geopolítico mundial?
Emergen tres factores clave a tener en cuenta por los países con economía altamente dependientes de las economías poderosas.
Una guerra comercial iniciada en 2017 que generó lo que hoy se le llama globalización fragmentada. Grandes bloques son las opciones comerciales de hoy: EEUU; China; Unión Europea y los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Los otros dos aspectos emergentes operan en forma directa en los principios políticos vigentes en un Estado.
El drama migratorio elevado a puntos críticos inéditos, pues según Acnur, 110 millones de personas en el mundo han sido desplazadas por guerras y abusos de derechos humanos, que requiere soluciones humanitarias, pero que diferentes sectores políticos estadounidenses y europeos, influenciados por líderes de ultraderecha racistas y xenófobos, lo criminaliza.
Los DDHH: ataques a derechos de la mujer con el subterfugio de neutralizar la supuesta «ideología de género»”; amenazas estadounidenses a la Corte Penal Internacional (CPI), y su correlato contra el Derecho Internacional Humanitario (DIH) que «constituyen ataques graves contra los Estados Parte en la Corte, el orden internacional basado en el Estado de derecho y millones de víctimas», según la presidenta de la CPI, la japonesa Tomoko Akane. 79 países rechazaron los ataques de Trump a la CPI. Rebajamiento del papel de la USAID con argumentos falaces en 11 de los 12 casos presentados por la Casa Blanca, —demostrado por la investigación publicada el 7 de febrero por The Washington Post— que implica una fuerte contracción en apoyo humanitario a países de Latinoamérica, África y Asia. Abandono de EEUU del acuerdo sobre cambio climático; similar medida respecto a la Organización Mundial de la Salud, lo que acarrea abatimiento de planes sanitarios y poner en riesgo la vida de miles de personas, especialmente niños, y la salud de millones en diferentes países, en particular personas afectadas por el VIH dependientes de programas asistenciales cubiertos por la USAID. La suspensión de 90 días del trabajo del Plan de Emergencia del presidente para el Alivio del Sida (PEPFAR), desatiende a más de 20 millones de pacientes y afecta a 270.000 trabajadores sanitarios, según un análisis de la Fundación Americana para la Investigación del Sida (amfAR).
Comercio. Luego de treinta años de globalización la Casa Blanca reimpulsa la marcha atrás iniciada en 2016. Durante décadas los beneficios de la globalización parecían irrecusables, no obstante verificarse que muchos países quedaron rezagados.
Entre 2016 y 2021, la aplicación mundial de medidas restrictivas al comercio «creció casi al doble (debido) a las tensiones entre Estados Unidos y China», según Paola Subacchi, profesora de Economía Internacional del Queen Mary Global Policy Institute, de Londres. Trump reemprende ese retroceso.
La imposición de tarifas arancelarias a sus principales socios comerciales —México, China, Canadá— en porcentajes que van del 10% al 25%; así como impulsar la reindustrialización norteamericana con base a sustitución de importaciones y cierre de mercados, están en el polo opuesto a las políticas del FMI y el Banco Mundial.
Que las respuestas de México y Canadá, hayan obtenido un mes de espera, no es otra cosa que los avances y retrocesos previsibles en todo enfrentamiento de potencias. Sea en el campo de batalla, como en el campo comercial.
No bien entró en vigor el aumento del 10% de los aranceles impuestos por Trump a todos los productos importados de China, Pekín contraatacó el miércoles 5 de febrero con el anuncio de imponer aranceles a productos estadounidenses en energía, automóviles y maquinaria.
Además, China anunció que ejercerá controles de exportación sobre cinco metales: tungsteno, telurio, bismuto, indio y molibdeno, esenciales en diferentes industrias: aeroespaciales, paneles solares, farmacéuticas y cosméticos, pantallas táctiles, semiconductores, aleaciones de acero, componentes electrónicos, entre otras aplicaciones.
Cierto es que la presidenta Claudia Sheinbaum advirtió que también México podría subir aranceles a productos norteamericanos, no obstante, accedió a enviar 10.000 miembros de la Guardia Nacional a la frontera en respuesta a la acusación de Trump sobre el ingreso de fentanilo desde México. Y Trudeau, el viernes 7 de febrero, respondió: lo que realmente le interesa a Trump cuando habla de anexar el país boreal, en realidad, son los metales y minerales canadiense. Canadá exporta el 80% del aluminio utilizado por EEUU.
Brasil y la Unión Europea también reaccionaron y Dinamarca respondió con firmeza a la pretensión groenlandesa del magnate, así como el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, ante la amenaza trumpista de «tomarse el Canal de Panamá», reivindicó la soberanía panameña sobre el Canal, aunque su país intentará revisar acuerdos con China sobre la navegación interoceánica.
EEUU lo sentirá. En 2024, el 40% de las importaciones norteamericanas fueron mexicanas, chinas y canadienses. Un 25% o un 10% de gravamen a tales productos, redundará, sí o sí, en el encarecimiento de productos básicos de los hogares estadounidenses. También sufrirán encarecimiento los productos industriales norteamericanos que dependen de insumos provenientes de esos países.
La USAID es ayuda humanitaria pero también es presencia de EEUU en numerosos países. Cortar ese suministro genera pérdida de presencia e influencia en el mundo, que será aprovechado por China, que desde el año 2000, su comercio con la Latinoamérica se multiplicó por 35 y se espera que siga avanzando. El gigante asiático es el primer destino de exportaciones de Brasil, Chile, Perú, Uruguay y Panamá; y el primer origen de importaciones de parte de Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia.
De acuerdo a los datos del Monitor de las Inversiones de China en América Latina y el Caribe, en 2023 la inversión extranjera directa (IED) de China en la región se ubicó en 8.748 millones de dólares.
En los Brics conviven el autoritarismo y una democracia recortada —India— con Brasil y Sudáfrica. ¿Será hacia allí que se incline la región? La vuelta al mercantilismo de Trump es un muro distinto al levantado en la frontera del Río Grande, pero contra el que se estrella el «¡Viva la libertad, carajo!» enarbolado por Milei. ¿La Unión Europea sustituirá el destino estadounidense de las exportaciones latinoamericanas?
«No es posible saber hacia dónde se mueve hoy América Latina».
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