Diálogo Latino Cubano
Promoción de la Apertura Política en Cuba
''¡Ustedes no pueden presentar ningún libro en Cuba!''
Por Gabriel C. Salvia
Un día iba a suceder. Entre tantas recepciones diplomáticas de países democráticos que habitualmente tienen la gentileza de invitar a un representante de CADAL, en algún momento nos tendríamos que cruzar con el embajador de la dictadura cubana en la Argentina.
Un anticipo fue hace exactamente un año, en la Fiesta Nacional de Austria, cuando mientras conversaba con tres embajadores de países de Europa del Este se acercó un recién llegado que saludó simpáticamente a todos, me estrechó su mano y se puso a conversar en su idioma con uno de los diplomáticos extranjeros. Noté cierta tensión en uno de los embajadores europeos, asiduo concurrente a las actividades de CADAL, quien luego me aclaró con una sonrisa: "era el embajador de Cuba".
Obviamente, en un ámbito diplomático hay que mantener las formas, inclusive cuando a alguien que denuncia la violación de los derechos humanos en un país le toca encontrarse con su ilegítimo representante diplomático. Por eso, justo un año después, en la misma residencia de la embajadora de Austria tuve la ocasión de verme nuevamente frente a frente con el embajador de Cuba en la Argentina, pero esta vez a solas, y para mi sorpresa el hombre casi se olvida que es un diplomático.
En efecto, cuando nos cruzamos en el jardín de la residencia, le consulto a Aramís Fuente Hernández:
-¿Usted es el embajador…? Y me responde con firmeza:
-¡Soy el embajador de Cuba!
-Yo soy Gabriel Salvia y tenía interés en hablar con usted… (y me interrumpe)
-¡CADAL!…son enemigos de mi país.
-Simplemente reclamamos que en su país existan las mismas libertades que tenemos nosotros en la Argentina.
-Nuestro pueblo lucha contra un bloqueo y defiende lo que ha construido y elegido.
-Eso deberían decidirlo los cubanos en elecciones libres, como se hace en un país democrático.
-Nosotros tenemos elecciones libres.
-En Cuba hay un régimen de partido único y en una democracia es necesario que haya dos o más partidos.
-Nosotros somos una democracia (responde cada vez más exaltado)
-¿Entonces podremos ir a Cuba y presentar algún libro?
-¡Ustedes no pueden presentar ningún libro en Cuba! Sus libros difaman a Cuba (responde alzando el tono de voz y muy nervioso)
-Hemos publicado muchos libros y algunos son sobre Cuba. En ellos nos basamos en sus leyes y las sentencias de sus tribunales. Además tengo un amigo preso allá: Librado Linares. Pero lamento que se altere. Pensé que se podría conversar porque una amiga en común me habló muy bien de usted: Hilda Molina.
-Eso fue hace muchos años.
Ese fue el relato casi textual de lo que intentó ser de mi parte una conversación amigable, aún entre quienes están en posiciones políticas enfrentadas. Pero el embajador cubano en la Argentina reaccionó con el típico estilo revolucionario, como lo haría cualquiera de los fanáticos castristas, más allá de su condición de diplomático, siendo en definitiva consecuente con el estilo intolerante del régimen represivo al que representa.
Sinceramente, soñaba con recibir una respuesta cómplice al oído, esa confesión de alguien que debe vivir en la doble moral y se le presenta la oportunidad de no mentir por un instante. O a lo sumo, esperaba una actitud más profesional, donde al identificarme me podría haber dicho: "disculpe, tengo que hablar con otra gente", como para evitarme "diplomáticamente" y no en cambio de manera irracional empezar a acusarme de ser su enemigo, levantándome cada vez mas la voz ante mis tranquilas observaciones a cada una de sus viejas frases hechas del antiguo manual de la dictadura cubana.
De más está decir que es el primer y último contacto que intento con el representante de la dictadura cubana, a quien por respeto a la anfitriona no llegué a cuestionarle el papel de su país bloqueando la condena a los militares argentinos en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, en 1979.
Es muy patético que el representante de un gobierno considere a una pequeña institución de la sociedad civil de un país democrático como su "enemigo" y al mismo tiempo qué orgullo se siente al ser inmediatamente identificado por el embajador de una dictadura a la cual con sólidos argumentos, rigurosas investigaciones y comprometidas acciones CADAL le ha provocado más de un disgusto ayudando a desenmascararla.
Pero lo más triste es que, en la Argentina, el embajador de una dictadura como la cubana probablemente tenga más amigos y apoyos que una entidad local que se dedica a promover el fortalecimiento de la democracia y la promoción internacional de los derechos humanos.
De todas formas, más pronto de lo que piensa Aramís Fuente Hernández, CADAL estará presentando sus libros en una Cuba democrática y apoyando allí una transición pacífica con quienes serán los protagonistas del cambio, muchos de los cuales hoy están injustamente presos por delitos como poseer varios ejemplares de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Gabriel C. Salvia es Presidente del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).
Gabriel C. SalviaDirector GeneralActivista de derechos humanos enfocado en la solidaridad democrática internacional. En 2024 recibió el Premio Gratias Agit del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Checa. Es autor de los libros "Memoria, derechos humanos y solidaridad democrática internacional" (2024) y "Bailando por un espejismo: apuntes sobre política, economía y diplomacia en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner" (2017). Además, compiló varios libros, entre ellos "75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Miradas desde Cuba" (2023), "Los derechos humanos en las relaciones internacionales y la política exterior" (2021), "Desafíos para el fortalecimiento democrático en la Argentina" (2015), "Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en Argentina" (2013) y "Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba" (2011), Sus columnas de opinión han sido publicadas en varios medios en español. Actualmente publica en Clarín, Perfil, Infobae y La Nación, de Argentina. Ha participado en eventos internacionales en América Latina, África, Asia, Europa, los Balcanes y en Estados Unidos. Desde 1992 se desempeña como director en Organizaciones de la Sociedad Civil y es miembro fundador de CADAL. Como periodista, trabajó entre 1992 y 1997 en gráfica, radio y TV especializado en temas parlamentarios, políticos y económicos, y posteriormente contribuyó con entrevistas en La Nación y Perfil.
Un día iba a suceder. Entre tantas recepciones diplomáticas de países democráticos que habitualmente tienen la gentileza de invitar a un representante de CADAL, en algún momento nos tendríamos que cruzar con el embajador de la dictadura cubana en la Argentina.
Un anticipo fue hace exactamente un año, en la Fiesta Nacional de Austria, cuando mientras conversaba con tres embajadores de países de Europa del Este se acercó un recién llegado que saludó simpáticamente a todos, me estrechó su mano y se puso a conversar en su idioma con uno de los diplomáticos extranjeros. Noté cierta tensión en uno de los embajadores europeos, asiduo concurrente a las actividades de CADAL, quien luego me aclaró con una sonrisa: "era el embajador de Cuba".
Obviamente, en un ámbito diplomático hay que mantener las formas, inclusive cuando a alguien que denuncia la violación de los derechos humanos en un país le toca encontrarse con su ilegítimo representante diplomático. Por eso, justo un año después, en la misma residencia de la embajadora de Austria tuve la ocasión de verme nuevamente frente a frente con el embajador de Cuba en la Argentina, pero esta vez a solas, y para mi sorpresa el hombre casi se olvida que es un diplomático.
En efecto, cuando nos cruzamos en el jardín de la residencia, le consulto a Aramís Fuente Hernández:
-¿Usted es el embajador…? Y me responde con firmeza:
-¡Soy el embajador de Cuba!
-Yo soy Gabriel Salvia y tenía interés en hablar con usted… (y me interrumpe)
-¡CADAL!…son enemigos de mi país.
-Simplemente reclamamos que en su país existan las mismas libertades que tenemos nosotros en la Argentina.
-Nuestro pueblo lucha contra un bloqueo y defiende lo que ha construido y elegido.
-Eso deberían decidirlo los cubanos en elecciones libres, como se hace en un país democrático.
-Nosotros tenemos elecciones libres.
-En Cuba hay un régimen de partido único y en una democracia es necesario que haya dos o más partidos.
-Nosotros somos una democracia (responde cada vez más exaltado)
-¿Entonces podremos ir a Cuba y presentar algún libro?
-¡Ustedes no pueden presentar ningún libro en Cuba! Sus libros difaman a Cuba (responde alzando el tono de voz y muy nervioso)
-Hemos publicado muchos libros y algunos son sobre Cuba. En ellos nos basamos en sus leyes y las sentencias de sus tribunales. Además tengo un amigo preso allá: Librado Linares. Pero lamento que se altere. Pensé que se podría conversar porque una amiga en común me habló muy bien de usted: Hilda Molina.
-Eso fue hace muchos años.
Ese fue el relato casi textual de lo que intentó ser de mi parte una conversación amigable, aún entre quienes están en posiciones políticas enfrentadas. Pero el embajador cubano en la Argentina reaccionó con el típico estilo revolucionario, como lo haría cualquiera de los fanáticos castristas, más allá de su condición de diplomático, siendo en definitiva consecuente con el estilo intolerante del régimen represivo al que representa.
Sinceramente, soñaba con recibir una respuesta cómplice al oído, esa confesión de alguien que debe vivir en la doble moral y se le presenta la oportunidad de no mentir por un instante. O a lo sumo, esperaba una actitud más profesional, donde al identificarme me podría haber dicho: "disculpe, tengo que hablar con otra gente", como para evitarme "diplomáticamente" y no en cambio de manera irracional empezar a acusarme de ser su enemigo, levantándome cada vez mas la voz ante mis tranquilas observaciones a cada una de sus viejas frases hechas del antiguo manual de la dictadura cubana.
De más está decir que es el primer y último contacto que intento con el representante de la dictadura cubana, a quien por respeto a la anfitriona no llegué a cuestionarle el papel de su país bloqueando la condena a los militares argentinos en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, en 1979.
Es muy patético que el representante de un gobierno considere a una pequeña institución de la sociedad civil de un país democrático como su "enemigo" y al mismo tiempo qué orgullo se siente al ser inmediatamente identificado por el embajador de una dictadura a la cual con sólidos argumentos, rigurosas investigaciones y comprometidas acciones CADAL le ha provocado más de un disgusto ayudando a desenmascararla.
Pero lo más triste es que, en la Argentina, el embajador de una dictadura como la cubana probablemente tenga más amigos y apoyos que una entidad local que se dedica a promover el fortalecimiento de la democracia y la promoción internacional de los derechos humanos.
De todas formas, más pronto de lo que piensa Aramís Fuente Hernández, CADAL estará presentando sus libros en una Cuba democrática y apoyando allí una transición pacífica con quienes serán los protagonistas del cambio, muchos de los cuales hoy están injustamente presos por delitos como poseer varios ejemplares de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Gabriel C. Salvia es Presidente del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).