Derechos Humanos y
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Promoción de la Apertura Política en Cuba

11-05-2004

No es lo mismo Bielsa, no es lo mismo

Al tratar un tema tan sensible como la situación de los derechos humanos en Cuba, Bielsa debería leer las sentencias contra los opositores pacíficos cubanos que fueron condenados y analizar la Constitución de Cuba y su Código Penal, verdaderas huellas digitales de una dictadura; evitando, claro, utilizar un argumento del positivismo jurídico al decir que ''Cuba aplica sus leyes'', pues por analogía también estaría el Canciller argentino defendiendo el holocausto y todas las políticas del nacionalsocialismo de Hitler, por ejemplo.
Por Gabriel C. Salvia

Al tratarse en la reciente reunión de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU  la resolución referida a Cuba, además de Paraguay y Brasil, Argentina compartió la abstención con países como Bhutan, Eritrea, Gabon, Mauritania, Nepal, Sri Lanka y Uganda. Así, Argentina no participó de los votos a favor de Armenia, Australia, Austria, Chile, Costa Rica, Croacia, República Dominicana, Francia, Alemania, Guatemala, Hungría, Honduras, Irlanda, Italia, Japón, México, Holanda, Perú, República de Corea, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos; y de los votos en contra de Bahrein, Burkina Faso, China, Congo, Cuba, Egipto, Etiopía, India, Indonesia, Nigeria, Pakistán, Qatar, Rusia, Arabia Saudita, Sierra Leona, Sudáfrica, Sudán, Swazilandia, Togo, Ucrania y Zimbabwe. Como puede verse, el cuadro político de los países que apoyaron la resolución y de los que se abstuvieron u opusieron, es bastante diferente.

Pero de acuerdo al criterio del Canciller de Argentina Rafael Bielsa, casi todos los países son lo mismo en materia de derechos humanos. Esto es lo que se entiende por parte de Bielsa cuando afirmó en una reciente reunión de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados que: "Con sólo caminar setenta cuadras desde aquí entenderemos que Cuba no es el único país donde se violan los derechos humanos". Este fue uno de los argumentos que utilizó Bielsa para intentar justificar la postura abstencionista de Argentina en Ginebra, al tratarse la Resolución sobre Cuba presentada por Honduras.

Así como en todos los lugares seguramente se producen robos, homicidios o estafas, el Canciller Bielsa puede tener razón en que se violen los derechos humanos en Argentina y en casi todos los países del mundo. Obviamente, en las democracias hay mecanismos para denunciar y condenar la violación de derechos humanos, pero en casos como el de Cuba hay una diferencia muy importante: en el régimen de Fidel Castro la violación a los derechos humanos es política de estado, por lo cual el ejercicio de libertades básicas como expresarse, reunirse y asociarse está prohibido en la legislación cubana y quien intente ejercer estos derechos sufrirá -tras un juicio sumario- una larga condena en prisión, con lo cual se "desaparece legalmente" a los opositores.

Esta diferencia el Canciller Bielsa la tendría que tener muy clara, especialmente siendo jurista. En Argentina y en cualquier país democrático, ningún habitante es encarcelado 20 años por escribir un artículo crítico a su gobierno para una publicación extranjera; ningún sindicalista independiente va preso por pedir la libertad sindical; y mucho menos, ninguna persona puede ir presa muchos años por ejercer un derecho constitucional que permite juntar firmas para convocar a un referéndum, como sucede en Cuba con los promotores del Proyecto Varela. Tampoco en un país democrático se fusila sin ninguna garantía del proceso penal, a un ciudadano que intenta emigrar ilegalmente del país.

Además, habría que preguntarle a Bielsa qué opinaría de un Canciller de otro país latinoamericano que durante la época de la dictadura militar argentina se hubiese abstenido de condenar a Videla -como lo hacía el gobierno cubano- pero alegando sus mismos argumentos. ¿Se imagina Bielsa lo que hubiesen sentido con su argumento los familiares de desaparecidos en la Argentina?

Por eso, al tratar un tema tan sensible como la situación de los derechos humanos en Cuba, Bielsa debería leer las sentencias contra los opositores pacíficos cubanos que fueron condenados y analizar la Constitución de Cuba y su Código Penal, verdaderas huellas digitales de una dictadura; evitando, claro, utilizar un argumento del positivismo jurídico al decir que "Cuba aplica sus leyes", pues por analogía también estaría el Canciller argentino defendiendo el holocausto y todas las políticas del nacionalsocialismo de Hitler, por ejemplo.

El Canciller de un país democrático que sufrió una terrible dictadura debería ser uno de los más solidarios con los demócratas cubanos y tener en cuenta que hay gente que está sufriendo mucho e injustamente en Cuba, por lo cual al afirmar que "Un voto contra Cuba no contribuirá a mejorar los derechos humanos en la isla" tendría que reflexionar sobre lo que eso significa para un preso de conciencia cubano y para sus familiares. Si Bielsa viaja nuevamente a Cuba, sería bueno que le explique "cara a cara" a Oswaldo Payá, a Vladimiro Roca, a Blanca Reyes de Rivero y a los familiares de presos de conciencia, todas estas "razones" de la política exterior argentina hacia Cuba. Pero quizás rehúse nuevamente reunirse con los disidentes, precisamente porque no tiene argumentos coherentes para justificar la posición del gobierno de Kirchner y quizás porque ni él ni el Presidente tienen agallas para asumir una postura que sería duramente reprendida por parte del dictador Fidel Castro.

Contrariamente a la postura que asume Bielsa, la Canciller chilena Soledad Alvear justificó el voto afirmativo de su país a la resolución sobre Cuba, que solicita el ingreso de una veedora de la ONU a la Isla, señalando que "nosotros año a año aplaudimos que la Comisión condenara a Chile", durante la dictadura de Pinochet, y agregó: "Con esa misma lógica, nosotros estamos aplicando una coherencia", señalo Alvear. Esa coherencia del gobierno chileno es la misma coherencia de Amnistía Internacional, que denuncia la violación a los derechos humanos en Cuba y que hacía lo mismo durante la dictadura militar argentina; y la coherencia de importantes figuras, como Patt Derian, la ex funcionaria de Jimmy Carter, adalid de la defensa de los derechos humanos en Argentina e igualmente crítica de la dictadura de Castro.

Esa coherencia que tienen los verdaderos defensores de los derechos humanos, no la tiene el gobierno argentino y una larga lista de intelectuales, artistas, periodistas, políticos y agrupaciones de "derechos humanos", que ejercen libremente en la Argentina los derechos que están prohibidos y penados en Cuba. Esto último pone en duda el verdadero interés del gobierno nacional por los derechos humanos y la auténtica defensa que de estos derechos hacen algunos referentes locales.

Gabriel C. Salvia es Director General del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).

Gabriel C. Salvia
Gabriel C. Salvia
Director General
Activista de derechos humanos enfocado en la solidaridad democrática internacional. En 2024 recibió el Premio Gratias Agit del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Checa. Es autor de los libros "Memoria, derechos humanos y solidaridad democrática internacional" (2024) y "Bailando por un espejismo: apuntes sobre política, economía y diplomacia en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner" (2017). Además, compiló varios libros, entre ellos "75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Miradas desde Cuba" (2023), "Los derechos humanos en las relaciones internacionales y la política exterior" (2021), "Desafíos para el fortalecimiento democrático en la Argentina" (2015), "Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en Argentina" (2013) y "Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba" (2011), Sus columnas de opinión han sido publicadas en varios medios en español. Actualmente publica en Clarín, Perfil, Infobae y La Nación, de Argentina. Ha participado en eventos internacionales en América Latina, África, Asia, Europa, los Balcanes y en Estados Unidos. Desde 1992 se desempeña como director en Organizaciones de la Sociedad Civil y es miembro fundador de CADAL. Como periodista, trabajó entre 1992 y 1997 en gráfica, radio y TV especializado en temas parlamentarios, políticos y económicos, y posteriormente contribuyó con entrevistas en La Nación y Perfil. 
 
 
 

 
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