Prensa
Defensa y promoción de la institucionalidad democrática en la Argentina
Dime de dónde vienes y te diré cómo votas
Fuente: El Tribuno (Salta, Argentina)
Adrián Lucardi Investigador asociado del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).
Es bien sabido que entre 2005 y 2009, el Congreso Nacional aprobó prácticamente todos los proyectos de ley impulsados por el Poder Ejecutivo generalmente por amplio margen y haciendo mínimas concesiones a los aliados de turno. El rechazo de la resolución 125 constituyó casi la única excepción.
Sin embargo, generalmente se pasa por alto que ese apoyo ha sido regionalmente diferenciado, es decir que los legisladores de algunas provincias fueron mucho más propensos a apoyar al Gobierno que los de otras.
De hecho, se trata de un fenómeno de importantes dimensiones, como lo revela un documento recientemente publicado por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) que analiza las votaciones nominales de los 20 proyectos de ley más importantes impulsados por el Gobierno nacional entre 2005 y 2009, como la reforma del Consejo de la Magistratura, la estatización de las AFJP o la ley de medios.
El trabajo verificó que los diputados de las siete provincias más pobladas, desarrolladas y mejor integradas al mercado mundial (Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa, Mendoza y Santa Fe) fueron mucho menos propensos a apoyar al oficialismo que sus pares de otros distritos.
Más específicamente, 46% de los diputados de dichas provincias apoyaron al Gobierno durante la votación de esos proyectos, en tanto que entre los diputados de los demás distritos, dicho apoyo trepó a 67%. Además, mientras que entre los diputados de este último grupo la apoyatura al Gobierno permaneció incólume a lo largo del tiempo, entre los diputados de las otras provincias la misma tendió a caer a partir de 2009.
Esto permite explicar por qué, pese a perder buena parte de su popularidad a raíz del conflicto con el campo, el Gobierno siguió siendo capaz de aprobar la mayoría de sus iniciativas, incluso las más polémicas, ya que el deterioro fue masivo en las provincias más pobladas, educadas y desarrolladas, pero muy limitado en las demás.
Dado que estas últimas están muy sobrerrepresentadas en la Cámara de Diputados (cuentan con 29% de la población del país, pero tienen 39% de los miembros de la Cámara baja), para el Gobierno es un buen negocio político obtener el apoyo de los diputados de estos distritos, a expensas de los demás.
Estas consideraciones se aplican exclusivamente a los diputados, aunque no a los senadores. Ahora bien, esta diferencia se explica fácilmente si se toma en cuenta que el Senado es mucho menos permeable a los cambios en la opinión pública que la Cámara de Diputados: todas las provincias renuevan la mitad de sus diputados cada dos años, pero sólo ocho de ellas renuevan sus senadores en el mismo lapso.
Finalmente, es muy probable que estas diferencias regionales se mantengan e incluso se acentúen en los dos últimos años del mandato de Cristina Fernández de Kirchner. En las elecciones del 28 de junio pasado el Gobierno nacional perdió 22 de los 42 diputados (52%) que renovaba en las provincias más desarrolladas, pero sólo 8 de los 35 (23%) que ponía en juego en el resto de los distritos, por lo que es de esperar que siga compensando los apoyos perdidos en el primer grupo de provincias con los que pueda conservar en los demás.
La democracia es un sistema basado en la traducción de preferencias mayoritarias en cargos políticos, pero este proceso de traducción nunca es inmediato ni automático.
Fuente: Diario El Tribuno (Salta, Argentina)
El Tribuno (Salta, Argentina)
Adrián Lucardi Investigador asociado del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).
Es bien sabido que entre 2005 y 2009, el Congreso Nacional aprobó prácticamente todos los proyectos de ley impulsados por el Poder Ejecutivo generalmente por amplio margen y haciendo mínimas concesiones a los aliados de turno. El rechazo de la resolución 125 constituyó casi la única excepción.
Sin embargo, generalmente se pasa por alto que ese apoyo ha sido regionalmente diferenciado, es decir que los legisladores de algunas provincias fueron mucho más propensos a apoyar al Gobierno que los de otras.
De hecho, se trata de un fenómeno de importantes dimensiones, como lo revela un documento recientemente publicado por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) que analiza las votaciones nominales de los 20 proyectos de ley más importantes impulsados por el Gobierno nacional entre 2005 y 2009, como la reforma del Consejo de la Magistratura, la estatización de las AFJP o la ley de medios.
El trabajo verificó que los diputados de las siete provincias más pobladas, desarrolladas y mejor integradas al mercado mundial (Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa, Mendoza y Santa Fe) fueron mucho menos propensos a apoyar al oficialismo que sus pares de otros distritos.
Más específicamente, 46% de los diputados de dichas provincias apoyaron al Gobierno durante la votación de esos proyectos, en tanto que entre los diputados de los demás distritos, dicho apoyo trepó a 67%. Además, mientras que entre los diputados de este último grupo la apoyatura al Gobierno permaneció incólume a lo largo del tiempo, entre los diputados de las otras provincias la misma tendió a caer a partir de 2009.
Esto permite explicar por qué, pese a perder buena parte de su popularidad a raíz del conflicto con el campo, el Gobierno siguió siendo capaz de aprobar la mayoría de sus iniciativas, incluso las más polémicas, ya que el deterioro fue masivo en las provincias más pobladas, educadas y desarrolladas, pero muy limitado en las demás.
Dado que estas últimas están muy sobrerrepresentadas en la Cámara de Diputados (cuentan con 29% de la población del país, pero tienen 39% de los miembros de la Cámara baja), para el Gobierno es un buen negocio político obtener el apoyo de los diputados de estos distritos, a expensas de los demás.
Estas consideraciones se aplican exclusivamente a los diputados, aunque no a los senadores. Ahora bien, esta diferencia se explica fácilmente si se toma en cuenta que el Senado es mucho menos permeable a los cambios en la opinión pública que la Cámara de Diputados: todas las provincias renuevan la mitad de sus diputados cada dos años, pero sólo ocho de ellas renuevan sus senadores en el mismo lapso.
Finalmente, es muy probable que estas diferencias regionales se mantengan e incluso se acentúen en los dos últimos años del mandato de Cristina Fernández de Kirchner. En las elecciones del 28 de junio pasado el Gobierno nacional perdió 22 de los 42 diputados (52%) que renovaba en las provincias más desarrolladas, pero sólo 8 de los 35 (23%) que ponía en juego en el resto de los distritos, por lo que es de esperar que siga compensando los apoyos perdidos en el primer grupo de provincias con los que pueda conservar en los demás.
La democracia es un sistema basado en la traducción de preferencias mayoritarias en cargos políticos, pero este proceso de traducción nunca es inmediato ni automático.
Fuente: Diario El Tribuno (Salta, Argentina)