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Brasil se enfrenta a las elecciones con más incertidumbre de los últimos tiempos
El panorama político en Brasil no es claro. Hay varios candidatos y muchas preguntas en el aire, además de un país cuya crisis económica no da tregua. El pasado 15 de agosto fue el último día para inscribir oficialmente a los trece candidatos que se enfrentarán para alcanzar la presidencia del gigante sudamericano.Por Eva Valladares Antón
A menos de dos meses de los comicios en Brasil, los brasileños saldrán a las urnas a votar por primera vez después del estallido del caso Lava Jato, por el que se descubrió que la mayor parte de la clase política brasileña se beneficiaba de un gigantesco sistema de malversación de fondos públicos a través de la petrolera estatal Petrobras. Además, son las primeras elecciones tras el impeachment a Dilma Rousseff en 2016 y tras el encarcelamiento por corrupción del que fuera presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva. Puede decirse que es una de las elecciones más importantes de la región en los últimos tiempos, donde cerca de 150 millones de brasileños tendrán la oportunidad de votar no sólo a un presidente, sino también a gobernadores, diputados y senadores del país.
El panorama político en Brasil no es claro. Hay varios candidatos y muchas preguntas en el aire, además de un país cuya crisis económica no da tregua. El pasado 15 de agosto fue el último día para inscribir oficialmente a los trece candidatos que se enfrentarán para alcanzar la presidencia del gigante sudamericano.
Los candidatos y sus estrategias
1) Lula da Silva (Partido dos Trabalhadores)
Lula da Silva es el candidato favorito por excelencia. Su candidatura plantea un escenario sin precedentes. El ex presidente, preso desde el pasado 7 de abril por su implicación en lavado de dinero y corrupción pasiva en el caso Lava Jato, es la gran apuesta del Partido dos Trabalhadores (PT). La estrategia de su partido es mantener la candidatura hasta agotar todos los recursos jurídicos de los que dispone. De esta forma, el PT busca contar con el voto de los simpatizantes de Lula en caso de tener que reemplazar a su candidato a presidente en el último momento. Este 15 de agosto quedó registrada oficialmente la candidatura de Lula ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE), en una jornada donde miles de seguidores desfilaron durante 6 kilómetros hasta las puertas del TSE en una gran marcha de apoyo a Lula, denominada “Marcha Nacional Lula Libre”. Sin embargo, la validez de su candidatura dependerá del proceso de impugnación en el TSE, el Tribunal Supremo de Justicia y, quizás, el Supremo Tribunal Federal, que deberán llegar a una resolución sobre la validez de la candidatura de Lula en las semanas posteriores a la oficialización de la candidatura del ex presidente. El 17 de septiembre será el último día para que el TSE se pronuncie sobre las candidaturas, en especial la incierta candidatura de Lula da Silva. Sin embargo, son muchos los que están en contra de una candidatura que consideran inviable. La Fiscal General de Brasil, Raquel Dodge, presentó tras la oficialización de la candidatura de Lula una impugnación contra la misma. Mientras llega la resolución del TSE, Lula tendría permitido ejercer sus derechos políticos: podría grabar anuncios para los espacios televisivos y participar en los debates con sus opositores. A pesar de que el PT se enfrenta a muchos obstáculos apostando por la candidatura de Lula, el ex presidente es el candidato más apoyado por la población brasileña, con una intención de voto del 30% y es la figura más temida por la derecha brasileña. En caso de que el TSE invalidara la candidatura de Lula, Fernando Haddad, actual candidato a vicepresidente, podría reemplazar a Lula como aspirante a la presidencia.
En un discurso publicado en el New York Times, Lula defiende su inocencia y su derecho a presentarse en las elecciones del 7 de octubre en lo que puede considerarse el comienzo de la campaña del PT. Algunos señalan que tanto Lula como el PT recurren a su victimización, presentándose como un preso político que hace campaña desde su celda. Lula alude a que son las fuerzas políticas de derecha las que no quieren permitir que se presente a estos comicios para evitar el progreso de Brasil: “Mi encarcelamiento es la fase más reciente de un golpe de Estado en cámara lenta diseñado para marginar de forma permanente las fuerzas progresistas de Brasil. Tiene como objetivo evitar que el Partido de los Trabajadores vuelva a ser elegido para ocupar la presidencia.”
2) Jair Bolsonaro (Partido Social Liberal)
Segundo en las encuestas se erige Jair Bolsonaro, un polémico capitán de reserva del Ejército con ideas conservadoras. Bolsonaro se presenta con un discurso autoritario, nacionalista y mostrándose como la única opción honesta entre todos los corruptos de ambos lados del espectro político. Este ex militar es de los pocos políticos en Brasil que defiende abiertamente la dictadura militar brasileña que tuvo lugar entre 1964 y 1985. Asimismo, su compañero de fórmula, Hamilton Mourão, es un general de 64 años que también ensalza ciertos aspectos de la dictadura militar brasileña. Bolsonaro no sólo ha reivindicado la dictadura, sino que también defiende el derecho a llevar armas en Brasil. Es conocido por sus habituales comentarios racistas y misóginos y levanta pasiones entre sus defensores y sus detractores: mientras unos dicen que ya comienza a ser un “mito”, otros lo comparan con un político al estilo Donald Trump. Bolsonaro, con un 17% de la intención de voto, posicionaría como el candidato preferido en caso de que Lula no tenga el derecho a presentarse. Es la candidatura de los militares, del ultraconservadurismo y del orden social existente en este país. En un Brasil donde cada vez es más habitual escuchar opiniones públicas de los militares, éstos han sido capaces de recordar a un público cada vez más amplio que ellos están ahí y que podrían ser la solución a los crecientes problemas económicos y de violencia del país. En un país que cuenta con una clase política paralizada por innumerables juicios por corrupción e índices de violencia en escalada, la sociedad cada vez ve con mayor agrado la candidatura de Bolsonaro.
Recientemente, el diario O Globo sacó a la luz que Steve Bannon, el estratega político que ayudó a Trump a alcanzar la presidencia en Estados Unidos, será un eventual consejero de la campaña de Bolsonaro.
3) Marina Silva (Partido Rede Solidariedade)
Por otra parte, la candidatura de Marina Silva se sitúa con una intención de votos del 13%, por detrás de Bolsonaro. Proveniente del PT, se presenta por un partido mucho menor, el Partido Rede Solidariedade, en alianza con el partido verde fruto de una coincidencia programática sin afán de sumar tiempo de propaganda por televisión, según Silva. La candidatura de Marina Silva presenta un desafío enorme por los escasos recursos del partido para la campaña política y por el poco tiempo adjudicado a este partido para hacer publicidad en televisión. Desde que en 2015 se aprobara una ley en Brasil que prohíbe las donaciones de empresas para la financiación de campañas políticas, los fondos que reciben los partidos se limitan a unos escasos fondos públicos en proporción al número de diputados, así como fondos ofrecidos por personas jurídicas. Asimismo, en Brasil, los candidatos en campaña política reciben espacios gratuitos de publicidad en la televisión, el medio más masivo en el país, pero su duración depende de los niveles de representación parlamentaria. Con unos mínimos niveles de representación en el Congreso, Marina Silva se enfrenta al desafío de darse a conocer en tan vasto territorio con un ínfimo presupuesto y escaso tiempo en televisión. Con esta situación, el Tribunal Supremo Electoral aprobó en febrero una norma por la que cada candidato tiene la posibilidad de pagarse la campaña con dinero propio. Es así como Marina Silva se desplaza en aviones comerciales e intenta regresar el mismo día de sus viajes para no tener gastos en alojamiento. Si necesita alojamiento, suele pernoctar en casa de algún simpatizante.
4) Geraldo Alckmin (Partido de la Social Democracia Brasileña)
Por parte del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), se presenta el candidato Geraldo Alckmin. Es la segunda vez que se presenta después de haberlo hecho en 2006, cuando perdió en segunda vuelta ante Lula da Silva. Ambos podrían volverse a enfrentar este año en caso de permitirse la candidatura de Lula. Según el instituto Patafolha, tiene 7% de intenciones de voto. A pesar de que en las últimas encuestas Bolsonaro superaba en intención de voto a Alckmin, es éste último el que ha conseguido el apoyo del “centrão”, un bloque de cinco partidos sin una ideología definida, pero orientados hacia el centro-derecha. Este bloque de partidos es de gran importancia en Brasil, porque ofrece la estructura de la que disponen, la presencia en todo el territorio brasileño y su tiempo de propaganda televisiva al partido que apoyan. De esta forma, la candidatura de Alckmin toma fuerza al incrementar enormemente su tiempo de propaganda política en televisión y el número de comités en todo el país. Al mismo tiempo, una victoria del PSDB aseguraría puestos clave a los partidos del “centrão” tanto a nivel ministerial como a nivel legislativo.
5) Ciro Gomes (Partido Democrático Trabalhista)
Considerado como el candidato centroizquierdista, Ciro Gomes apuesta por el combate a los privilegios y acabar con la corrupción que aqueja al país. Asimismo, llama a “combatir la cultura del odio”, haciendo referencia a la candidatura del ultraderechista Bolsonaro. Gomes apunta a cambiar Brasil a través de un proyecto nacional de desarrollo y la reindustrialización del sector agrícola y el petrolífero. Se presenta como un candidato dispuesto a conquistar a los votantes de Lula en caso de que éste no pueda presentarse. Es la tercera vez que se presenta como candidato y tiene amplia experiencia política como diputado, alcalde, gobernador y ministro.
6) Henrique Meirelles (Movimiento Democrático Brasileño)
Henrique Meirelles se presenta como el heredero del actual presidente de Brasil, Michel Temer, y es el actual ministro de Hacienda. Además, Meirelles ejerció como presidente del Banco Central de Brasil durante la presidencia de Lula da Silva. Uno de los grandes logros que se le atribuyen a Meirelles es haber sacado a Brasil de la profunda crisis económica y recesión entre 2014 y 2016 a través de medidas de corte liberal que se compromete a conservar. Sin embargo, hasta el momento sólo ostenta un 1% en las encuestas sobre intención de voto.
¿Podrá Lula ser candidato?
Brasil se enfrenta a las elecciones con más incertidumbre de los últimos tiempos. Además de una gran variedad de partidos y candidatos a la presidencia sin un claro ganador, el que parece que se erigiría como vencedor cumple una condena de 12 años de prisión por su presunta implicación en el mayor caso de corrupción de la historia de Brasil, una situación sin precedentes en el gigante sudamericano.
Los ojos están puestos sobre Lula quien, contra todo pronóstico y desoyendo las recomendaciones de los jueces, ha decidido lanzarse en esta compleja contienda desde la cárcel. La expectativa sobre la validez de su candidatura quedará resuelta en las próximas semanas, mientras los demás candidatos refinan sus estrategias para afinar alianzas y convencer al electorado. Con la candidatura de Alckmin reforzada gracias a su alianza con el “centrão” y un creciente apoyo al ultraderechista Bolsonaro, todavía resulta difícil vaticinar cuáles serán los candidatos que se encontrarán en la segunda vuelta del 28 de octubre. Desde el 16 de agosto y hasta el 5 de octubre, cada partido desplegará su propaganda electoral en las calles, así como a través de internet y de la televisión brasileña con el fin de alcanzar la presidencia más incierta de los últimos tiempos en Brasil.
Eva Valladares Antón
A menos de dos meses de los comicios en Brasil, los brasileños saldrán a las urnas a votar por primera vez después del estallido del caso Lava Jato, por el que se descubrió que la mayor parte de la clase política brasileña se beneficiaba de un gigantesco sistema de malversación de fondos públicos a través de la petrolera estatal Petrobras. Además, son las primeras elecciones tras el impeachment a Dilma Rousseff en 2016 y tras el encarcelamiento por corrupción del que fuera presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva. Puede decirse que es una de las elecciones más importantes de la región en los últimos tiempos, donde cerca de 150 millones de brasileños tendrán la oportunidad de votar no sólo a un presidente, sino también a gobernadores, diputados y senadores del país.
El panorama político en Brasil no es claro. Hay varios candidatos y muchas preguntas en el aire, además de un país cuya crisis económica no da tregua. El pasado 15 de agosto fue el último día para inscribir oficialmente a los trece candidatos que se enfrentarán para alcanzar la presidencia del gigante sudamericano.
Los candidatos y sus estrategias
1) Lula da Silva (Partido dos Trabalhadores)
Lula da Silva es el candidato favorito por excelencia. Su candidatura plantea un escenario sin precedentes. El ex presidente, preso desde el pasado 7 de abril por su implicación en lavado de dinero y corrupción pasiva en el caso Lava Jato, es la gran apuesta del Partido dos Trabalhadores (PT). La estrategia de su partido es mantener la candidatura hasta agotar todos los recursos jurídicos de los que dispone. De esta forma, el PT busca contar con el voto de los simpatizantes de Lula en caso de tener que reemplazar a su candidato a presidente en el último momento. Este 15 de agosto quedó registrada oficialmente la candidatura de Lula ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE), en una jornada donde miles de seguidores desfilaron durante 6 kilómetros hasta las puertas del TSE en una gran marcha de apoyo a Lula, denominada “Marcha Nacional Lula Libre”. Sin embargo, la validez de su candidatura dependerá del proceso de impugnación en el TSE, el Tribunal Supremo de Justicia y, quizás, el Supremo Tribunal Federal, que deberán llegar a una resolución sobre la validez de la candidatura de Lula en las semanas posteriores a la oficialización de la candidatura del ex presidente. El 17 de septiembre será el último día para que el TSE se pronuncie sobre las candidaturas, en especial la incierta candidatura de Lula da Silva. Sin embargo, son muchos los que están en contra de una candidatura que consideran inviable. La Fiscal General de Brasil, Raquel Dodge, presentó tras la oficialización de la candidatura de Lula una impugnación contra la misma. Mientras llega la resolución del TSE, Lula tendría permitido ejercer sus derechos políticos: podría grabar anuncios para los espacios televisivos y participar en los debates con sus opositores. A pesar de que el PT se enfrenta a muchos obstáculos apostando por la candidatura de Lula, el ex presidente es el candidato más apoyado por la población brasileña, con una intención de voto del 30% y es la figura más temida por la derecha brasileña. En caso de que el TSE invalidara la candidatura de Lula, Fernando Haddad, actual candidato a vicepresidente, podría reemplazar a Lula como aspirante a la presidencia.
En un discurso publicado en el New York Times, Lula defiende su inocencia y su derecho a presentarse en las elecciones del 7 de octubre en lo que puede considerarse el comienzo de la campaña del PT. Algunos señalan que tanto Lula como el PT recurren a su victimización, presentándose como un preso político que hace campaña desde su celda. Lula alude a que son las fuerzas políticas de derecha las que no quieren permitir que se presente a estos comicios para evitar el progreso de Brasil: “Mi encarcelamiento es la fase más reciente de un golpe de Estado en cámara lenta diseñado para marginar de forma permanente las fuerzas progresistas de Brasil. Tiene como objetivo evitar que el Partido de los Trabajadores vuelva a ser elegido para ocupar la presidencia.”
2) Jair Bolsonaro (Partido Social Liberal)
Segundo en las encuestas se erige Jair Bolsonaro, un polémico capitán de reserva del Ejército con ideas conservadoras. Bolsonaro se presenta con un discurso autoritario, nacionalista y mostrándose como la única opción honesta entre todos los corruptos de ambos lados del espectro político. Este ex militar es de los pocos políticos en Brasil que defiende abiertamente la dictadura militar brasileña que tuvo lugar entre 1964 y 1985. Asimismo, su compañero de fórmula, Hamilton Mourão, es un general de 64 años que también ensalza ciertos aspectos de la dictadura militar brasileña. Bolsonaro no sólo ha reivindicado la dictadura, sino que también defiende el derecho a llevar armas en Brasil. Es conocido por sus habituales comentarios racistas y misóginos y levanta pasiones entre sus defensores y sus detractores: mientras unos dicen que ya comienza a ser un “mito”, otros lo comparan con un político al estilo Donald Trump. Bolsonaro, con un 17% de la intención de voto, posicionaría como el candidato preferido en caso de que Lula no tenga el derecho a presentarse. Es la candidatura de los militares, del ultraconservadurismo y del orden social existente en este país. En un Brasil donde cada vez es más habitual escuchar opiniones públicas de los militares, éstos han sido capaces de recordar a un público cada vez más amplio que ellos están ahí y que podrían ser la solución a los crecientes problemas económicos y de violencia del país. En un país que cuenta con una clase política paralizada por innumerables juicios por corrupción e índices de violencia en escalada, la sociedad cada vez ve con mayor agrado la candidatura de Bolsonaro.
Recientemente, el diario O Globo sacó a la luz que Steve Bannon, el estratega político que ayudó a Trump a alcanzar la presidencia en Estados Unidos, será un eventual consejero de la campaña de Bolsonaro.
3) Marina Silva (Partido Rede Solidariedade)
Por otra parte, la candidatura de Marina Silva se sitúa con una intención de votos del 13%, por detrás de Bolsonaro. Proveniente del PT, se presenta por un partido mucho menor, el Partido Rede Solidariedade, en alianza con el partido verde fruto de una coincidencia programática sin afán de sumar tiempo de propaganda por televisión, según Silva. La candidatura de Marina Silva presenta un desafío enorme por los escasos recursos del partido para la campaña política y por el poco tiempo adjudicado a este partido para hacer publicidad en televisión. Desde que en 2015 se aprobara una ley en Brasil que prohíbe las donaciones de empresas para la financiación de campañas políticas, los fondos que reciben los partidos se limitan a unos escasos fondos públicos en proporción al número de diputados, así como fondos ofrecidos por personas jurídicas. Asimismo, en Brasil, los candidatos en campaña política reciben espacios gratuitos de publicidad en la televisión, el medio más masivo en el país, pero su duración depende de los niveles de representación parlamentaria. Con unos mínimos niveles de representación en el Congreso, Marina Silva se enfrenta al desafío de darse a conocer en tan vasto territorio con un ínfimo presupuesto y escaso tiempo en televisión. Con esta situación, el Tribunal Supremo Electoral aprobó en febrero una norma por la que cada candidato tiene la posibilidad de pagarse la campaña con dinero propio. Es así como Marina Silva se desplaza en aviones comerciales e intenta regresar el mismo día de sus viajes para no tener gastos en alojamiento. Si necesita alojamiento, suele pernoctar en casa de algún simpatizante.
4) Geraldo Alckmin (Partido de la Social Democracia Brasileña)
Por parte del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), se presenta el candidato Geraldo Alckmin. Es la segunda vez que se presenta después de haberlo hecho en 2006, cuando perdió en segunda vuelta ante Lula da Silva. Ambos podrían volverse a enfrentar este año en caso de permitirse la candidatura de Lula. Según el instituto Patafolha, tiene 7% de intenciones de voto. A pesar de que en las últimas encuestas Bolsonaro superaba en intención de voto a Alckmin, es éste último el que ha conseguido el apoyo del “centrão”, un bloque de cinco partidos sin una ideología definida, pero orientados hacia el centro-derecha. Este bloque de partidos es de gran importancia en Brasil, porque ofrece la estructura de la que disponen, la presencia en todo el territorio brasileño y su tiempo de propaganda televisiva al partido que apoyan. De esta forma, la candidatura de Alckmin toma fuerza al incrementar enormemente su tiempo de propaganda política en televisión y el número de comités en todo el país. Al mismo tiempo, una victoria del PSDB aseguraría puestos clave a los partidos del “centrão” tanto a nivel ministerial como a nivel legislativo.
5) Ciro Gomes (Partido Democrático Trabalhista)
Considerado como el candidato centroizquierdista, Ciro Gomes apuesta por el combate a los privilegios y acabar con la corrupción que aqueja al país. Asimismo, llama a “combatir la cultura del odio”, haciendo referencia a la candidatura del ultraderechista Bolsonaro. Gomes apunta a cambiar Brasil a través de un proyecto nacional de desarrollo y la reindustrialización del sector agrícola y el petrolífero. Se presenta como un candidato dispuesto a conquistar a los votantes de Lula en caso de que éste no pueda presentarse. Es la tercera vez que se presenta como candidato y tiene amplia experiencia política como diputado, alcalde, gobernador y ministro.
6) Henrique Meirelles (Movimiento Democrático Brasileño)
Henrique Meirelles se presenta como el heredero del actual presidente de Brasil, Michel Temer, y es el actual ministro de Hacienda. Además, Meirelles ejerció como presidente del Banco Central de Brasil durante la presidencia de Lula da Silva. Uno de los grandes logros que se le atribuyen a Meirelles es haber sacado a Brasil de la profunda crisis económica y recesión entre 2014 y 2016 a través de medidas de corte liberal que se compromete a conservar. Sin embargo, hasta el momento sólo ostenta un 1% en las encuestas sobre intención de voto.
¿Podrá Lula ser candidato?
Brasil se enfrenta a las elecciones con más incertidumbre de los últimos tiempos. Además de una gran variedad de partidos y candidatos a la presidencia sin un claro ganador, el que parece que se erigiría como vencedor cumple una condena de 12 años de prisión por su presunta implicación en el mayor caso de corrupción de la historia de Brasil, una situación sin precedentes en el gigante sudamericano.
Los ojos están puestos sobre Lula quien, contra todo pronóstico y desoyendo las recomendaciones de los jueces, ha decidido lanzarse en esta compleja contienda desde la cárcel. La expectativa sobre la validez de su candidatura quedará resuelta en las próximas semanas, mientras los demás candidatos refinan sus estrategias para afinar alianzas y convencer al electorado. Con la candidatura de Alckmin reforzada gracias a su alianza con el “centrão” y un creciente apoyo al ultraderechista Bolsonaro, todavía resulta difícil vaticinar cuáles serán los candidatos que se encontrarán en la segunda vuelta del 28 de octubre. Desde el 16 de agosto y hasta el 5 de octubre, cada partido desplegará su propaganda electoral en las calles, así como a través de internet y de la televisión brasileña con el fin de alcanzar la presidencia más incierta de los últimos tiempos en Brasil.
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