Artículos
Promoción de la Apertura Política en Cuba
El aval del MERCOSUR a la violación de los derechos humanos en Cuba
Por Gabriel C. Salvia
Uno de los motivos que le permite al dictador cubano Fidel Castro mantenerse en el poder, desde hace cuarenta y siete años, es la falta de presión internacional desde América Latina. Distinta sería la cómoda continuidad de este régimen represivo -que encarcela opositores pacíficos por poseer ejemplares de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por considerarlos "propaganda enemiga"- si desde la comunidad democrática latinoamericana se le exigiera firmemente que libere a los presos encarcelados por motivos políticos, que respete las más elementales libertades civiles y que convoque a elecciones libres.
Como lo expresa José Miguel Vivanco, Director para las Américas de Human Rights Watch, "Los gobiernos democráticos de América Latina deberían pronunciarse firmemente denunciando la represión política en Cuba y dejar de respaldar la participación de ese gobierno en organismos internacionales, como lo han hecho en la desprestigiada comisión de Derechos Humanos de la ONU. Sus misiones diplomáticas en La Habana deberían reunirse constantemente con disidentes cubanos y defensores de los derechos humanos. No podemos cruzarnos de brazos y resignarnos ante una realidad como esta. Nadie debe hacerse ilusiones sobre el carácter del gobierno cubano. No podemos romantizar ningún aspecto de este sistema cruel, o justificar de modo alguno los abusos cometidos por Fidel Castro".
Lo cierto es que Cuba representa la dictadura remanente de la región, la cual se sostiene por su represión interna totalitaria y por el temor en denunciarla por parte de los líderes democráticos de América Latina, aún cuando todos ellos saben lo que sucede bajo el régimen de Fidel Castro. Por ejemplo, en la reciente Cumbre del MERCOSUR realizada en la ciudad de Córdoba, Cuba participó como país invitado para celebrar un convenio comercial, donde hasta ahora existe una cláusula democrática que le impide incorporarse como miembro pleno pues la misma establece que "la vigencia de las instituciones democráticas es condición esencial para el desarrollo de los procesos de integración entre las Partes". Sin embargo, ningún mandatario le planteó a Fidel Castro algún cuestionamiento de manera pública y frontal por la violación a los derechos humanos en la isla. Por el contrario, como lo señaló el periodista Oscar Cardoso, en su participación en esta reunión, Fidel Castro "recibió el implícito aval de más de media docena de líderes democráticos latinoamericanos".
Kirchner debería haber estado mucho más enérgico frente al dictador cubano
Los medios de comunicación señalaron que durante esta cumbre el presidente Néstor Kirchner trató fríamente al dictador cubano y que los contactos diplomáticos fueron tensos debido al reclamo argentino por la Dra. Hilda Molina, a quien se le viola el derecho humano de salir libremente de la isla para visitar a su hijo que reside en Buenos Aires y de esa manera se le impide poder conocer a sus dos nietos argentinos. Inclusive, las crónicas periodísticas destacaron que Kirchner estuvo muy molesto no sólo con Fidel Castro, sino con la intransigencia de los funcionarios cubanos que poco tienen de "diplomáticos".
Por su parte, el diario Página/12, una suerte de "Granma" argentino, señaló que "Con mucha reserva, importantes miembros de la delegación de la isla expresaban su desazón y no podían disimular su enojo por la decisión argentina de invitar formalmente a Fidel a Córdoba y luego hacerle un reclamo oficial por carta…El motivo principal del enojo de los cubanos era que Fidel se había enterado de la decisión de Kirchner de entregarle una carta protocolar por el caso Molina ya cuando se encontraba en pleno vuelo. En el primer piso de la Casa Rosada explicaron que recién se enteró en esa situación porque los cubanos no avisaron en qué momento había partido el vuelo, por una cuestión de seguridad. Desde otros sectores del Ejecutivo, en cambio, dijeron entender las razones de Cuba y confiaron a este diario que la forma y el momento en que se comunicó el pedido fueron bastantes desprolijos. 'No se respetaron los usos y costumbres diplomáticos y el tema de Molina terminó opacando un hecho político fundamental, como fue la Cumbre', aseguró un funcionario acostumbrado a hablar con representantes de otros países".
En realidad, con el nivel de represión que hay en Cuba, el pedido humanitario por Hilda Molina es lo mínimo que podía hacer el presidente argentino. Sin embargo, Kirchner perdió una excelente oportunidad para demostrar su honesto compromiso con los derechos humanos, reclamándole a Fidel Castro delante del resto de los presidentes, funcionarios y periodistas, que para sentarse a esa mesa debería respetar todas las libertades democráticas que se garantizan en los países que integran el MERCOSUR o quizás exigirle explicaciones públicas por su bloqueo a la condena a la dictadura militar en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra. Pero al parecer, la fama de "compadrito" tiene un límite en Kirchner, quien desde que asumió su presidencia adoptó una política muy complaciente con la dictadura cubana y su actitud más valiente en defensa de los derechos humanos de los cubanos fue hacerle llegar durante esta Cumbre una "cartita" a través de terceros al dictador Fidel Castro, reclamándole exclusivamente por la Dra. Hilda Molina.
Anteriormente, el 25 de mayo de 2003, cuando asumió la presidencia, recibió a Castro con los brazos abiertos y no le realizó ningún reclamo por la detención y encarcelamiento en Cuba de setenta y cinco opositores pacíficos dos meses atrás, y tampoco por el fusilamiento, luego de un juicio sumarísimo, de tres mulatos que secuestraron una lancha sin dañar a ninguna persona. En esa ocasión, la República Argentina festejó a la dictadura de Fidel Castro, quien paradójicamente no permite la realización en Cuba de un evento democrático como al que asistió, es decir, la sucesión presidencial luego de la realización de elecciones libres.
El gobierno de Kirchner también se abstuvo en todas las ocasiones de votar positivamente la resolución de condena a Cuba en la comisión de derechos humanos de la ONU, donde irónicamente el régimen de Castro ayudó decisivamente a bloquear la condena a la dictadura militar argentina que en ese entonces promovían…los Estados Unidos.
Tampoco el gobierno de Kirchner atendió el pedido para que la embajada argentina en La Habana se abriera a los disidentes cubanos, lo cual hacían varias representaciones diplomáticas en Buenos Aires durante la dictadura militar, algo cuyo valor reconocen quienes eran perseguidos en esa época y hoy son funcionarios de este gobierno.
Ante una oportunidad única, Kirchner mostró gran timidez y se convirtió en cómplice del silencio que busca la dictadura cubana. Algunos podrán considerar injusta esta crítica a Kirchner, pues la corrección política impediría hacerle un reclamo público al dictador. El problema con la corrección diplomática es que los presidentes electos democráticamente, y sus respectivos Cancilleres, pasan y, luego de cumplido su mandato, el dictador queda. Y el presidente y canciller que los suceden deben empezar de nuevo y a esa altura hay más presos de conciencia en Cuba y nuevos reclamos humanitarios que se sumarán al de la Dra. Hilda Molina.
¿Qué pensarán los demócratas cubanos de los líderes del MERCOSUR?
Para concluir, hay que destacar que la presencia festiva del dictador Fidel Castro en la Cumbre del MERCOSUR será transmitida permanentemente por TV dentro de la isla, con lo cual el régimen se envalentona para seguir reprimiendo. Al respecto, los líderes latinoamericanos que participaron de esta reunión y los medios que realizaron una frívola cobertura periodística deberían preguntarse cómo se sentirán los demócratas cubanos, quienes son perseguidos y encarcelados en Cuba porque allí se consideran delitos a las libertades democráticas más elementales.
Algún día, frente al casi medio siglo de violaciones a los derechos humanos por parte del régimen de Fidel Castro, la ausencia de un compromiso latinoamericano en denunciarlo será recordada como una gran deuda por un presidente de Cuba elegido democráticamente. Y ese día está más cerca de lo que muchos se imaginan.
Gabriel C. Salvia es Presidente del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina.
Gabriel C. SalviaDirector GeneralActivista de derechos humanos enfocado en la solidaridad democrática internacional. En 2024 recibió el Premio Gratias Agit del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Checa. Es autor de los libros "Memoria, derechos humanos y solidaridad democrática internacional" (2024) y "Bailando por un espejismo: apuntes sobre política, economía y diplomacia en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner" (2017). Además, compiló varios libros, entre ellos "75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Miradas desde Cuba" (2023), "Los derechos humanos en las relaciones internacionales y la política exterior" (2021), "Desafíos para el fortalecimiento democrático en la Argentina" (2015), "Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en Argentina" (2013) y "Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba" (2011), Sus columnas de opinión han sido publicadas en varios medios en español. Actualmente publica en Clarín, Perfil, Infobae y La Nación, de Argentina. Ha participado en eventos internacionales en América Latina, África, Asia, Europa, los Balcanes y en Estados Unidos. Desde 1992 se desempeña como director en Organizaciones de la Sociedad Civil y es miembro fundador de CADAL. Como periodista, trabajó entre 1992 y 1997 en gráfica, radio y TV especializado en temas parlamentarios, políticos y económicos, y posteriormente contribuyó con entrevistas en La Nación y Perfil.
Uno de los motivos que le permite al dictador cubano Fidel Castro mantenerse en el poder, desde hace cuarenta y siete años, es la falta de presión internacional desde América Latina. Distinta sería la cómoda continuidad de este régimen represivo -que encarcela opositores pacíficos por poseer ejemplares de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por considerarlos "propaganda enemiga"- si desde la comunidad democrática latinoamericana se le exigiera firmemente que libere a los presos encarcelados por motivos políticos, que respete las más elementales libertades civiles y que convoque a elecciones libres.
Como lo expresa José Miguel Vivanco, Director para las Américas de Human Rights Watch, "Los gobiernos democráticos de América Latina deberían pronunciarse firmemente denunciando la represión política en Cuba y dejar de respaldar la participación de ese gobierno en organismos internacionales, como lo han hecho en la desprestigiada comisión de Derechos Humanos de la ONU. Sus misiones diplomáticas en La Habana deberían reunirse constantemente con disidentes cubanos y defensores de los derechos humanos. No podemos cruzarnos de brazos y resignarnos ante una realidad como esta. Nadie debe hacerse ilusiones sobre el carácter del gobierno cubano. No podemos romantizar ningún aspecto de este sistema cruel, o justificar de modo alguno los abusos cometidos por Fidel Castro".
Lo cierto es que Cuba representa la dictadura remanente de la región, la cual se sostiene por su represión interna totalitaria y por el temor en denunciarla por parte de los líderes democráticos de América Latina, aún cuando todos ellos saben lo que sucede bajo el régimen de Fidel Castro. Por ejemplo, en la reciente Cumbre del MERCOSUR realizada en la ciudad de Córdoba, Cuba participó como país invitado para celebrar un convenio comercial, donde hasta ahora existe una cláusula democrática que le impide incorporarse como miembro pleno pues la misma establece que "la vigencia de las instituciones democráticas es condición esencial para el desarrollo de los procesos de integración entre las Partes". Sin embargo, ningún mandatario le planteó a Fidel Castro algún cuestionamiento de manera pública y frontal por la violación a los derechos humanos en la isla. Por el contrario, como lo señaló el periodista Oscar Cardoso, en su participación en esta reunión, Fidel Castro "recibió el implícito aval de más de media docena de líderes democráticos latinoamericanos".
Kirchner debería haber estado mucho más enérgico frente al dictador cubano
Los medios de comunicación señalaron que durante esta cumbre el presidente Néstor Kirchner trató fríamente al dictador cubano y que los contactos diplomáticos fueron tensos debido al reclamo argentino por la Dra. Hilda Molina, a quien se le viola el derecho humano de salir libremente de la isla para visitar a su hijo que reside en Buenos Aires y de esa manera se le impide poder conocer a sus dos nietos argentinos. Inclusive, las crónicas periodísticas destacaron que Kirchner estuvo muy molesto no sólo con Fidel Castro, sino con la intransigencia de los funcionarios cubanos que poco tienen de "diplomáticos".
Por su parte, el diario Página/12, una suerte de "Granma" argentino, señaló que "Con mucha reserva, importantes miembros de la delegación de la isla expresaban su desazón y no podían disimular su enojo por la decisión argentina de invitar formalmente a Fidel a Córdoba y luego hacerle un reclamo oficial por carta…El motivo principal del enojo de los cubanos era que Fidel se había enterado de la decisión de Kirchner de entregarle una carta protocolar por el caso Molina ya cuando se encontraba en pleno vuelo. En el primer piso de la Casa Rosada explicaron que recién se enteró en esa situación porque los cubanos no avisaron en qué momento había partido el vuelo, por una cuestión de seguridad. Desde otros sectores del Ejecutivo, en cambio, dijeron entender las razones de Cuba y confiaron a este diario que la forma y el momento en que se comunicó el pedido fueron bastantes desprolijos. 'No se respetaron los usos y costumbres diplomáticos y el tema de Molina terminó opacando un hecho político fundamental, como fue la Cumbre', aseguró un funcionario acostumbrado a hablar con representantes de otros países".
En realidad, con el nivel de represión que hay en Cuba, el pedido humanitario por Hilda Molina es lo mínimo que podía hacer el presidente argentino. Sin embargo, Kirchner perdió una excelente oportunidad para demostrar su honesto compromiso con los derechos humanos, reclamándole a Fidel Castro delante del resto de los presidentes, funcionarios y periodistas, que para sentarse a esa mesa debería respetar todas las libertades democráticas que se garantizan en los países que integran el MERCOSUR o quizás exigirle explicaciones públicas por su bloqueo a la condena a la dictadura militar en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra. Pero al parecer, la fama de "compadrito" tiene un límite en Kirchner, quien desde que asumió su presidencia adoptó una política muy complaciente con la dictadura cubana y su actitud más valiente en defensa de los derechos humanos de los cubanos fue hacerle llegar durante esta Cumbre una "cartita" a través de terceros al dictador Fidel Castro, reclamándole exclusivamente por la Dra. Hilda Molina.
Anteriormente, el 25 de mayo de 2003, cuando asumió la presidencia, recibió a Castro con los brazos abiertos y no le realizó ningún reclamo por la detención y encarcelamiento en Cuba de setenta y cinco opositores pacíficos dos meses atrás, y tampoco por el fusilamiento, luego de un juicio sumarísimo, de tres mulatos que secuestraron una lancha sin dañar a ninguna persona. En esa ocasión, la República Argentina festejó a la dictadura de Fidel Castro, quien paradójicamente no permite la realización en Cuba de un evento democrático como al que asistió, es decir, la sucesión presidencial luego de la realización de elecciones libres.
El gobierno de Kirchner también se abstuvo en todas las ocasiones de votar positivamente la resolución de condena a Cuba en la comisión de derechos humanos de la ONU, donde irónicamente el régimen de Castro ayudó decisivamente a bloquear la condena a la dictadura militar argentina que en ese entonces promovían…los Estados Unidos.
Tampoco el gobierno de Kirchner atendió el pedido para que la embajada argentina en La Habana se abriera a los disidentes cubanos, lo cual hacían varias representaciones diplomáticas en Buenos Aires durante la dictadura militar, algo cuyo valor reconocen quienes eran perseguidos en esa época y hoy son funcionarios de este gobierno.
Ante una oportunidad única, Kirchner mostró gran timidez y se convirtió en cómplice del silencio que busca la dictadura cubana. Algunos podrán considerar injusta esta crítica a Kirchner, pues la corrección política impediría hacerle un reclamo público al dictador. El problema con la corrección diplomática es que los presidentes electos democráticamente, y sus respectivos Cancilleres, pasan y, luego de cumplido su mandato, el dictador queda. Y el presidente y canciller que los suceden deben empezar de nuevo y a esa altura hay más presos de conciencia en Cuba y nuevos reclamos humanitarios que se sumarán al de la Dra. Hilda Molina.
¿Qué pensarán los demócratas cubanos de los líderes del MERCOSUR?
Para concluir, hay que destacar que la presencia festiva del dictador Fidel Castro en la Cumbre del MERCOSUR será transmitida permanentemente por TV dentro de la isla, con lo cual el régimen se envalentona para seguir reprimiendo. Al respecto, los líderes latinoamericanos que participaron de esta reunión y los medios que realizaron una frívola cobertura periodística deberían preguntarse cómo se sentirán los demócratas cubanos, quienes son perseguidos y encarcelados en Cuba porque allí se consideran delitos a las libertades democráticas más elementales.
Algún día, frente al casi medio siglo de violaciones a los derechos humanos por parte del régimen de Fidel Castro, la ausencia de un compromiso latinoamericano en denunciarlo será recordada como una gran deuda por un presidente de Cuba elegido democráticamente. Y ese día está más cerca de lo que muchos se imaginan.
Gabriel C. Salvia es Presidente del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina.