Diálogo Latino Cubano
Promoción de la Apertura Política en Cuba
La lucha por el reconocimiento de las mujeres afro de América Latina y el Caribe
Las mujeres afro de la región y de la diáspora han sido protagonistas de una movilización importante en las últimas tres décadas para reclamar por sus vidas y por sus derechos. Queda mucho por reivindicar en la agenda de reclamos colectivos. La visión sobre los desafíos y oportunidades de referentes de Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba y Honduras. Por Omer Freixa
El 25 de julio de 1992 tuvo lugar en Santo Domingo, capital de República Dominicana, una importante reunión en la que participaron numerosas activistas afrolatinoamericanas, del Caribe y de la diáspora. Ese día quedó constituida la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora con el objetivo de luchar contra la discriminación de la que son víctimas esas mujeres en forma permanente y articular lazos de unión en torno a la visibilidad, la representatividad política y otros aspectos, siendo el 25 de julio en la efeméride internacional el día de celebración en memoria de la creación de esa red.
En víspera del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el 25 de noviembre, la Red, junto al International Institute on Race, Equality and Human Rights, organizaron el webinar “Participación Política de Mujeres Afrodescendientes en América Latina y el Caribe: Retos y Oportunidades”, el cual reunió a cinco lideresas que expusieron sus puntos de vista acerca de la situación de la mujer afro en la región: Marthadela Tamayo González, activista afrocubana e integrante del Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR); Epsy Campbell Barr, actual y primera vicepresidenta afro de Costa Rica; Janaina Oliveira, Secretaria Nacional LGBT del PT en Brasil; Francia Márquez, activista y precandidata presidencial colombiana; y Johana Bermúdez, la primera congresista hondureña de origen garífuna.
El panorama no es aleccionador, si bien se han logrado avances, pues la persistencia de un contexto patriarcal y racista implica varios obstáculos difíciles de derribar para estas mujeres, como la barrera de la representatividad política y la violencia cotidiana. Por caso, como un estigma de la esclavitud y el colonialismo, datos de la Cepal (2017) permiten ver que la ronda censal efectuada en 2010, sobre ocho países de la región, registró unas 7 millones de personas en el empleo doméstico de las cuales poco más de 4,5 millones (el 63%) eran afrodescendientes.
Poca representatividad política
Las cinco oradoras coincidieron en que la escasa representatividad de las mujeres afro en los escenarios latinoamericanos es un problema a revisar, y que también aplica a los hombres. Campbell Barr indicó que, si bien la inserción de mujeres afrodescendientes en la política de la región se enmarca dentro de la creciente participación en general de las mujeres en este milenio, habiendo aumentado la representación de entre un 10 al 15%, y llegando al 30% en los congresos de diversos países, “nos enfrentamos en general a una participación de afrodescendientes en la política muy limitada”. En 2003 se inició un proceso de revisión del aspecto parlamentario regional, habiéndose constituido el primer Parlamento Negro de las Américas. A resultas de la observación, se concluyó que la participación afro en los Congresos, de un total de 2.400 representantes, en el caso de hombres afro no llegaba al 50% y la de las mujeres ni al 10%. “Una subrepresentación inaceptable”, remarcó, y agregó que si las leyes de cuota y paridad deben ser justas, a las mismas hay que incorporarle lo étnico. “Una cuota que solo ve el género volverá a mostrar brechas”, concluyó la funcionaria tica.
Tamayo González explicó que, si bien el 53% de la composición del Parlamento de la isla son mujeres (y el 40% entre afros y mestizos), no hay políticas públicas ni acciones afirmativas, y menos orientadas si se es disidente.
El problema se repite en Brasil, como observó Oliveira, quien explicó que la representatividad femenina en el país es bien baja y la de las mujeres afro aún más. De las candidaturas electas en 2016, solo 100 fueron LGBT, y 30 de las mismas en representación del PT. La oradora celebró por primera vez en la historia brasileña la elección de una mujer trans y afro. Por todo ello, mejorar el sistema de cuotas es asignatura pendiente. “Pocos partidos se han incorporado a la defensa del cumplimiento de las cuotas negras, principalmente los de izquierda”, puntualizó la dirigente. “Las cuotas no son sinónimo de igualdad, el poder es blanco”, remató.
Respecto a Colombia, nación que lidia con los efectos de un conflicto duradero, Márquez advirtió que la representación de mujeres afrodescendientes es bajísima. Ella se lamentó porque si bien la Constitución de 1991 y la Ley N° 70 (de 1993, aún no reglamentada) reconocieron el derecho a la participación política afro y se han dado ciertos avances, solamente hasta 1994 se tuvo representación afrodescendiente en la Cámara de Representantes, por parte de los dos curules habilitados, pero aún no en el Senado. Márquez sostuvo que si bien afrodescendientes se han sumado a los partidos tradicionales, estos últimos no reflejan las agendas ni las reivindicaciones del pueblo. En materia de cifras, agregó que hasta 2018, de 32 gobernaciones que componen el país, solo cinco habían sido ocupadas por mujeres pero ninguna de ellas afrodescendientes. En términos de alcaldías municipales, de las 1.122 solo llegaron 108 féminas, y solo diez de entre ellas han sido afrodescendientes. “Aún se nos considera que, como pueblo afrodescendiente, estamos para servir como empleadas domésticas”, reflexionó.
Violencia y marginación
Bermúdez comenzó su intervención señalando el flagelo de la violencia machista en el país centroamericano. “Cuatro de cada cinco mujeres hemos sufrido algún tipo de violencia en el transcurso de nuestras vidas”, afirmó, y reflexionó acerca de los desafíos de las mujeres, y en particular las afro, al embarcarse en la vida política. “Si yo, con varios títulos universitarios, sigo siendo discriminada; si Obama continúa siéndolo, Kamala Harris... al final, la discriminación siempre la vamos a sufrir...”, subrayó. Por eso, la parlamentaria hondureña hace hincapié en la educación y en no relegar de la identidad. La violencia hacia la mujer se presenta desde varios frentes. “En cualquier escenario es terrible, pero en el público ahora también es digital y contribuye a que no se quiera participar en política”, advirtió.
La vicepresidenta costarricense celebró la reciente elección de Kamala Harris como futura vicepresidenta estadounidense, pero marcó el hecho como excepcional. “Entre más mujeres empiecen a dar pasos sustantivos con respecto a la participación en este tipo de puestos, tendremos un impacto mucho mayor en las prioridades”, indicó. Márquez explicó el trasfondo colombiano del poder al pensar la forma en que desde el gobierno se ve a las poblaciones afrodescendientes con el lente de esclavas y no de gente libre que fue esclavizada. Se está en presencia de una Constitución que reconoce más derechos pero la mayoría de entre esa población vive con las necesidades básicas insatisfechas. “El reconocimiento se queda en el papel”, puntualizó. Hay una política de élite que favorece la supremacía blanca en Colombia, una falsa democracia pensada desde el privilegio blanco y una política que utiliza la violencia como estrategia. “Pensar lo político de otro modo conlleva una respuesta violenta por parte del Estado”, puntualizó la precandidata presidencial. En efecto, recordó que el año pasado casi muere en un atentado durante una reunión con activistas.
En Brasil también se convive a diario con la violencia machista y racista. Oliveira remarcó que la primera mujer afro electa negra en un municipio por Santa Catarina recibió varias amenazas de muerte. Asimismo, recordó la muerte violenta de un hombre afro en un supermercado de Porto Alegre en noviembre e instó a pensar las bases racistas del poder brasileño. La dirigente LGBT remarcó que la presidencia sostiene un discurso dictatorial y conservador, a la vez que, sin embargo, desde arriba se repite que en Brasil no hay racismo. “El incentivo de la violencia hacia las mujeres negras nos permite repensar las políticas públicas”, comentó. Oliveira mencionó que en Brasil está comenzando una revolución y que, por caso, un diputado promueve la cuota LGBT para las elecciones de 2022.
Finalmente, en Cuba, Tamayo González comentó la campaña “Unidas por nuestros derechos” que, iniciada en septiembre del año pasado, busca una ley integral de protección hacia las mujeres, además de actualizar la información real sobre feminicidios al dar cuenta que el gobierno no visibiliza esas cifras sino que las mismas surgen desde las organizaciones de la sociedad civil, entre otros puntos. “Estamos muy enfrascados en conocer el programa nacional que el gobierno tiene escondido para afrocubanos/as”, finalizó.
Al cierre del evento se reflexionó sobre el desafío regional de gobernar en sociedades tan heterogéneas. La democracia paritaria e intercultural es el gran reto, se sostuvo.
Omer FreixaConsejero ConsultivoMagíster en Diversidad Cultural y especialista en estudios afroamericanos por la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Licenciado y profesor en Historia, graduado en la Universidad de Buenos Aires. Investigador, docente y escritor. Autor del sitio web www.omerfreixa.com.ar. Colaborador freelance en sitios locales y españoles.
El 25 de julio de 1992 tuvo lugar en Santo Domingo, capital de República Dominicana, una importante reunión en la que participaron numerosas activistas afrolatinoamericanas, del Caribe y de la diáspora. Ese día quedó constituida la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora con el objetivo de luchar contra la discriminación de la que son víctimas esas mujeres en forma permanente y articular lazos de unión en torno a la visibilidad, la representatividad política y otros aspectos, siendo el 25 de julio en la efeméride internacional el día de celebración en memoria de la creación de esa red.
En víspera del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el 25 de noviembre, la Red, junto al International Institute on Race, Equality and Human Rights, organizaron el webinar “Participación Política de Mujeres Afrodescendientes en América Latina y el Caribe: Retos y Oportunidades”, el cual reunió a cinco lideresas que expusieron sus puntos de vista acerca de la situación de la mujer afro en la región: Marthadela Tamayo González, activista afrocubana e integrante del Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR); Epsy Campbell Barr, actual y primera vicepresidenta afro de Costa Rica; Janaina Oliveira, Secretaria Nacional LGBT del PT en Brasil; Francia Márquez, activista y precandidata presidencial colombiana; y Johana Bermúdez, la primera congresista hondureña de origen garífuna.
El panorama no es aleccionador, si bien se han logrado avances, pues la persistencia de un contexto patriarcal y racista implica varios obstáculos difíciles de derribar para estas mujeres, como la barrera de la representatividad política y la violencia cotidiana. Por caso, como un estigma de la esclavitud y el colonialismo, datos de la Cepal (2017) permiten ver que la ronda censal efectuada en 2010, sobre ocho países de la región, registró unas 7 millones de personas en el empleo doméstico de las cuales poco más de 4,5 millones (el 63%) eran afrodescendientes.
Poca representatividad política
Las cinco oradoras coincidieron en que la escasa representatividad de las mujeres afro en los escenarios latinoamericanos es un problema a revisar, y que también aplica a los hombres. Campbell Barr indicó que, si bien la inserción de mujeres afrodescendientes en la política de la región se enmarca dentro de la creciente participación en general de las mujeres en este milenio, habiendo aumentado la representación de entre un 10 al 15%, y llegando al 30% en los congresos de diversos países, “nos enfrentamos en general a una participación de afrodescendientes en la política muy limitada”. En 2003 se inició un proceso de revisión del aspecto parlamentario regional, habiéndose constituido el primer Parlamento Negro de las Américas. A resultas de la observación, se concluyó que la participación afro en los Congresos, de un total de 2.400 representantes, en el caso de hombres afro no llegaba al 50% y la de las mujeres ni al 10%. “Una subrepresentación inaceptable”, remarcó, y agregó que si las leyes de cuota y paridad deben ser justas, a las mismas hay que incorporarle lo étnico. “Una cuota que solo ve el género volverá a mostrar brechas”, concluyó la funcionaria tica.
Tamayo González explicó que, si bien el 53% de la composición del Parlamento de la isla son mujeres (y el 40% entre afros y mestizos), no hay políticas públicas ni acciones afirmativas, y menos orientadas si se es disidente.
El problema se repite en Brasil, como observó Oliveira, quien explicó que la representatividad femenina en el país es bien baja y la de las mujeres afro aún más. De las candidaturas electas en 2016, solo 100 fueron LGBT, y 30 de las mismas en representación del PT. La oradora celebró por primera vez en la historia brasileña la elección de una mujer trans y afro. Por todo ello, mejorar el sistema de cuotas es asignatura pendiente. “Pocos partidos se han incorporado a la defensa del cumplimiento de las cuotas negras, principalmente los de izquierda”, puntualizó la dirigente. “Las cuotas no son sinónimo de igualdad, el poder es blanco”, remató.
Respecto a Colombia, nación que lidia con los efectos de un conflicto duradero, Márquez advirtió que la representación de mujeres afrodescendientes es bajísima. Ella se lamentó porque si bien la Constitución de 1991 y la Ley N° 70 (de 1993, aún no reglamentada) reconocieron el derecho a la participación política afro y se han dado ciertos avances, solamente hasta 1994 se tuvo representación afrodescendiente en la Cámara de Representantes, por parte de los dos curules habilitados, pero aún no en el Senado. Márquez sostuvo que si bien afrodescendientes se han sumado a los partidos tradicionales, estos últimos no reflejan las agendas ni las reivindicaciones del pueblo. En materia de cifras, agregó que hasta 2018, de 32 gobernaciones que componen el país, solo cinco habían sido ocupadas por mujeres pero ninguna de ellas afrodescendientes. En términos de alcaldías municipales, de las 1.122 solo llegaron 108 féminas, y solo diez de entre ellas han sido afrodescendientes. “Aún se nos considera que, como pueblo afrodescendiente, estamos para servir como empleadas domésticas”, reflexionó.
Violencia y marginación
Bermúdez comenzó su intervención señalando el flagelo de la violencia machista en el país centroamericano. “Cuatro de cada cinco mujeres hemos sufrido algún tipo de violencia en el transcurso de nuestras vidas”, afirmó, y reflexionó acerca de los desafíos de las mujeres, y en particular las afro, al embarcarse en la vida política. “Si yo, con varios títulos universitarios, sigo siendo discriminada; si Obama continúa siéndolo, Kamala Harris... al final, la discriminación siempre la vamos a sufrir...”, subrayó. Por eso, la parlamentaria hondureña hace hincapié en la educación y en no relegar de la identidad. La violencia hacia la mujer se presenta desde varios frentes. “En cualquier escenario es terrible, pero en el público ahora también es digital y contribuye a que no se quiera participar en política”, advirtió.
La vicepresidenta costarricense celebró la reciente elección de Kamala Harris como futura vicepresidenta estadounidense, pero marcó el hecho como excepcional. “Entre más mujeres empiecen a dar pasos sustantivos con respecto a la participación en este tipo de puestos, tendremos un impacto mucho mayor en las prioridades”, indicó. Márquez explicó el trasfondo colombiano del poder al pensar la forma en que desde el gobierno se ve a las poblaciones afrodescendientes con el lente de esclavas y no de gente libre que fue esclavizada. Se está en presencia de una Constitución que reconoce más derechos pero la mayoría de entre esa población vive con las necesidades básicas insatisfechas. “El reconocimiento se queda en el papel”, puntualizó. Hay una política de élite que favorece la supremacía blanca en Colombia, una falsa democracia pensada desde el privilegio blanco y una política que utiliza la violencia como estrategia. “Pensar lo político de otro modo conlleva una respuesta violenta por parte del Estado”, puntualizó la precandidata presidencial. En efecto, recordó que el año pasado casi muere en un atentado durante una reunión con activistas.
En Brasil también se convive a diario con la violencia machista y racista. Oliveira remarcó que la primera mujer afro electa negra en un municipio por Santa Catarina recibió varias amenazas de muerte. Asimismo, recordó la muerte violenta de un hombre afro en un supermercado de Porto Alegre en noviembre e instó a pensar las bases racistas del poder brasileño. La dirigente LGBT remarcó que la presidencia sostiene un discurso dictatorial y conservador, a la vez que, sin embargo, desde arriba se repite que en Brasil no hay racismo. “El incentivo de la violencia hacia las mujeres negras nos permite repensar las políticas públicas”, comentó. Oliveira mencionó que en Brasil está comenzando una revolución y que, por caso, un diputado promueve la cuota LGBT para las elecciones de 2022.
Finalmente, en Cuba, Tamayo González comentó la campaña “Unidas por nuestros derechos” que, iniciada en septiembre del año pasado, busca una ley integral de protección hacia las mujeres, además de actualizar la información real sobre feminicidios al dar cuenta que el gobierno no visibiliza esas cifras sino que las mismas surgen desde las organizaciones de la sociedad civil, entre otros puntos. “Estamos muy enfrascados en conocer el programa nacional que el gobierno tiene escondido para afrocubanos/as”, finalizó.
Al cierre del evento se reflexionó sobre el desafío regional de gobernar en sociedades tan heterogéneas. La democracia paritaria e intercultural es el gran reto, se sostuvo.