Diálogo Latino Cubano
Promoción de la Apertura Política en Cuba
¿Quién mató y quién era Orlando Zapata Tamayo?
Me deja un sabor muy amargo lo que está pasando en Cuba. Aunque tengo plena confianza en que, más temprano que tarde, en Cuba habrán de florecer muchas flores, y en Cuba habrá finalmente de prevalecer una diversidad que hoy -con 51 años de régimen de partido único- es imposible ante el dominio de una unanimidad que ninguna persona que se declara de izquierda toleraría en su propio país.Por Pepe Eliaschev
Estamos en presencia de un interrogante que quiero manejar con la mayor
prolijidad y pulcritud posible como periodista. Estoy hablando de una persona
que murió al finalizar la semana que termina, que estaba preso en las cárceles
de Cuba.
Orlando Zapata Tamayo había fundado un pequeño grupo disidente allá por 2002,
denominado Movimiento Alternativo Republicano. La sola idea de organizar una
fuerza política autónoma respecto del Estado, en Cuba es un hecho sedicioso.
Para este gobierno cubano -que está en el poder hace 51 años-, los que recorren
un camino alejado del poder oficial son subversivos o mercenarios. El gobierno
de Cuba no admite que haya posibilidad de discrepar con el partido único, que es
el Partido Comunista de Cuba.
Zapata Tamayo era negro, de origen humilde, había sido plomero y albañil.
Hasta donde se sabe, jamás salió de Cuba, y había nacido -como lo demuestra su
edad- ya en plena vigencia del comunismo, sistema que Cuba adoptó oficialmente
en 1962, tres años después de la llegada al poder del Movimiento 26 de Julio y
del Ejército Rebelde.
El Gobierno cubano ha presentado durante medio siglo a absolutamente todos
los que se oponen al régimen de La Habana como contrarrevolucionarios,
mercenarios, subversivos o delincuentes. Sin embargo, organizaciones
internacionales claramente independientes vienen, hace largas décadas,
sosteniendo que en Cuba hay presos políticos, que en Cuba no hay respeto a esos
derechos humanos que sí reclamamos en otros países del mundo. De hecho, al
haberse incorporado en las últimas horas otras personas más a la huelga de
hambre que llevó a la muerte a Zapata Tamayo, se está ratificando que en Cuba sí
hay presos políticos, que en Cuba sí hay delito de opinión, que en Cuba sí hay
una absoluta intolerancia para que se exprese una sociedad que –aunque
seguramente de un modo minoritario- no comulga con los dictados del gobierno del
general Raúl Castro.
Lo interesante es que la muerte de Zapata Tamayo no ha provocado el impacto
que habría generado un episodio similar si hubiera acontecido en otras tierras.
Se preguntaba, hace pocas horas, el ex canciller mexicano Jorge Castañeda, qué
hubiera pasado si un dirigente zapatista mexicano se hubiera declarado en huelga
de hambre y hubiera muerto en México.
Se recordaba también el clamor universal cuando, en pleno auge de sus luchas
contra el gobierno de Gran Bretaña, los principales presos políticos del
Ejército Republicano Irlandés se declararon en huelga de hambre para mejorar sus
condiciones carcelarias. Automáticamente la izquierda europea se solidarizó con
el Ejército Republicano Irlandés, el tristemente célebre IRA. ¿Y qué pasaría si
presos de la banda terrorista ETA murieran tras desarrollar una huelga de hambre
sin ningún tipo de consideración por parte del gobierno español?
Bien entendido, el Gobierno de Raúl Castro no lo mató a Zapata Tamayo. Lo
dejó morir. En ningún momento la propaganda cubana ha logrado demostrar que era
un delincuente, como lo presentan. Pero, además de haberse producido la muerte
por inanición de un hombre de 42 años, que estaba cumpliendo una condena que fue
reducida a 25 años de cárcel pero comenzaron siendo 36, por el solo delito de no
haberse ajustado a las normas carcelarias cubanas, uno de los elementos más
importante, terrible, patético, y truculento, que deja un sabor amargo en la
boca, es que este hecho ha generado una reacción prácticamente nula en América
Latina, y los únicos países que han reaccionado marcando lo que es visiblemente
un episodio trágico, son Canadá y los Estados Unidos.
La Unión Europea, aún cuando primero arrastró los pies, terminó condenando
este episodio y pidiendo la liberación de los presos políticos cubanos. El
propio presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, tuvo que ser
literalmente emplazado por la oposición para definirse, porque en las primeras
horas no quería formular públicamente una condena a Cuba, porque el gobierno de
España mantiene iniciativas comerciales y de inversiones en Cuba, y no las
quiere arruinar con gestos humanitarios.
Lo más impresionante es que un gobierno de derecha, como el de Felipe
Calderón en México, del Partido de Acción Nacional, ue predica una economía
liberal, apoyo a la democracia y prevalencia del mercado privado, también se ha
negado a condenar un episodio que revela que algo funciona muy mal en Cuba.
El hecho de que en la cumbre de la llamada Riviera Maya –esto es, en Cancún-,
a la que fue la presidenta de la Argentina, entre otros mandatarios, el gobierno
de Felipe Calderón no haya invitado al presidente de Honduras, Porfirio Lobo,
exhibe una situación abierta a la suspicacia en nuestro continente. Porfirio
Lobo no fue invitado porque sus credenciales democráticas no serían, para el
presidente anfitrión Felipe Calderón lo suficientemente importantes, aún cuando
Lobo claramente ganó las elecciones y no hubo fraude en Honduras. Es cierto que
hubo un golpe de Estado, en el que consiguieron sacar de escena al presidente
Manuel Zelaya, que implicó un manotazo a las instituciones. Pero luego se votó,
y Porfirio Lobo fue electo y tuvo la mayoría de los votos. Lobo no fue invitado
por México, pero Raúl Castro sí.
La pregunta que uno se hace es: ¿quién eligió a Raúl Castro? El pueblo
cubano. ¿Qué se puede votar en las elecciones de Cuba? Un solo partido. ¿Qué
opinaría la izquierda argentina –me refiero a Pino Solanas, a Claudio Lozano, a
Patricio Echegaray, a Víctor de Gennaro, para citar algunos nombres que me
vienen a la memoria- si acá solo se pudiera votar a un solo partido, si hubiese
un régimen de partido único? ¿Cómo lo evaluarían, cómo lo calificarían?
Desde el progresismo, desde la intelectualidad que se manifiesta democrática
e impulsora de los cambios sociales, ¿qué idea tendrían de un país donde hay un
solo diario, una sola radio –son formalmente varias, pero todas dicen lo mismo-,
una sola televisión, un solo partido y una asamblea legislativa en donde solo se
pueden expresar quienes adhieren al pensamiento marxista-leninista?
Hay una gigantesca hipocresía y un terrible terror a emitir opiniones que
puedan desagradar al gobierno cubano porque hace 50 años que se sostiene que
cualquier opinión en contra de ese régimen es un aval a las actitudes
intervencionistas y groseras que durante largas décadas tuvieron los Estados
Unidos.
En consecuencia, de Cuba no se puede hablar, a Cuba no se la puede criticar,
de los derechos humanos sólo se habla cuando son violados por la derecha y nunca
por la izquierda. Por lo cual, se muere un preso en una huelga de hambre, tiene
42 años, es negro –y en ese sentido está en una situación todavía peor, porque
Cuba no ha resuelto el problema de discriminación racial, tras 50 años de
socialismo- pero casi nadie dice una sola palabra.
¡Pero lo más grave es que tampoco la dicen los partidos democráticos! ¿Por
qué no hay un punto de vista oficial de la Unión Cívica Radical sobre este
fenómeno? ¿Por qué no se manifiesta Propuesta Republicana (PRO), sobre este
fenómeno? ¿Por qué la Coalición Cívica de Elisa Carrió no emite un comunicado
sobre este fenómeno?
Si matan a alguien en Irán, Siria, Marruecos o Chechenia, ahí sí emitimos un
comunicado, ahí sí nos parece mal. Pero se muere alguien que está haciendo una
huelga de hambre en protesta contra un régimen que tiene 51 años de vida sin
alternancias, y nadie dice una sola palabra.
¿Ésa es la manera de proteger las causas del progresismo? ¿Nada hemos
aprendido de los crímenes del stalinismo y de las largas décadas de silencio
cómplice de las izquierdas que no se animaban a levantar la voz por temor a ser
acusadas de reaccionarias o cómplices del imperialismo?
Por esto es que me deja un sabor muy amargo lo que está pasando en Cuba.
Aunque tengo plena confianza en que, más temprano que tarde, en Cuba habrán de
florecer muchas flores, y en Cuba habrá finalmente de prevalecer una diversidad
que hoy -con 51 años de régimen de partido único- es imposible ante el dominio
de una unanimidad que ninguna persona que se declara de izquierda toleraría en
su propio país, y que sin embargo la aprueban tácticamente en Cuba, porque no
les parece que deban expedirse sobre ese fenómeno aberrante.
© pepe eliaschev
Emitido en FM Identidad en Buenos Aires, el 27 de
febrero de 2010.
Fuente: http://www.pepeeliaschev.com.ar/Content.phpx?Id=14836
Pepe Eliaschev
Estamos en presencia de un interrogante que quiero manejar con la mayor prolijidad y pulcritud posible como periodista. Estoy hablando de una persona que murió al finalizar la semana que termina, que estaba preso en las cárceles de Cuba.
Orlando Zapata Tamayo había fundado un pequeño grupo disidente allá por 2002, denominado Movimiento Alternativo Republicano. La sola idea de organizar una fuerza política autónoma respecto del Estado, en Cuba es un hecho sedicioso. Para este gobierno cubano -que está en el poder hace 51 años-, los que recorren un camino alejado del poder oficial son subversivos o mercenarios. El gobierno de Cuba no admite que haya posibilidad de discrepar con el partido único, que es el Partido Comunista de Cuba.
Zapata Tamayo era negro, de origen humilde, había sido plomero y albañil. Hasta donde se sabe, jamás salió de Cuba, y había nacido -como lo demuestra su edad- ya en plena vigencia del comunismo, sistema que Cuba adoptó oficialmente en 1962, tres años después de la llegada al poder del Movimiento 26 de Julio y del Ejército Rebelde.
El Gobierno cubano ha presentado durante medio siglo a absolutamente todos los que se oponen al régimen de La Habana como contrarrevolucionarios, mercenarios, subversivos o delincuentes. Sin embargo, organizaciones internacionales claramente independientes vienen, hace largas décadas, sosteniendo que en Cuba hay presos políticos, que en Cuba no hay respeto a esos derechos humanos que sí reclamamos en otros países del mundo. De hecho, al haberse incorporado en las últimas horas otras personas más a la huelga de hambre que llevó a la muerte a Zapata Tamayo, se está ratificando que en Cuba sí hay presos políticos, que en Cuba sí hay delito de opinión, que en Cuba sí hay una absoluta intolerancia para que se exprese una sociedad que –aunque seguramente de un modo minoritario- no comulga con los dictados del gobierno del general Raúl Castro.
Lo interesante es que la muerte de Zapata Tamayo no ha provocado el impacto que habría generado un episodio similar si hubiera acontecido en otras tierras. Se preguntaba, hace pocas horas, el ex canciller mexicano Jorge Castañeda, qué hubiera pasado si un dirigente zapatista mexicano se hubiera declarado en huelga de hambre y hubiera muerto en México.
Se recordaba también el clamor universal cuando, en pleno auge de sus luchas contra el gobierno de Gran Bretaña, los principales presos políticos del Ejército Republicano Irlandés se declararon en huelga de hambre para mejorar sus condiciones carcelarias. Automáticamente la izquierda europea se solidarizó con el Ejército Republicano Irlandés, el tristemente célebre IRA. ¿Y qué pasaría si presos de la banda terrorista ETA murieran tras desarrollar una huelga de hambre sin ningún tipo de consideración por parte del gobierno español?
Bien entendido, el Gobierno de Raúl Castro no lo mató a Zapata Tamayo. Lo dejó morir. En ningún momento la propaganda cubana ha logrado demostrar que era un delincuente, como lo presentan. Pero, además de haberse producido la muerte por inanición de un hombre de 42 años, que estaba cumpliendo una condena que fue reducida a 25 años de cárcel pero comenzaron siendo 36, por el solo delito de no haberse ajustado a las normas carcelarias cubanas, uno de los elementos más importante, terrible, patético, y truculento, que deja un sabor amargo en la boca, es que este hecho ha generado una reacción prácticamente nula en América Latina, y los únicos países que han reaccionado marcando lo que es visiblemente un episodio trágico, son Canadá y los Estados Unidos.
La Unión Europea, aún cuando primero arrastró los pies, terminó condenando este episodio y pidiendo la liberación de los presos políticos cubanos. El propio presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, tuvo que ser literalmente emplazado por la oposición para definirse, porque en las primeras horas no quería formular públicamente una condena a Cuba, porque el gobierno de España mantiene iniciativas comerciales y de inversiones en Cuba, y no las quiere arruinar con gestos humanitarios.
Lo más impresionante es que un gobierno de derecha, como el de Felipe Calderón en México, del Partido de Acción Nacional, ue predica una economía liberal, apoyo a la democracia y prevalencia del mercado privado, también se ha negado a condenar un episodio que revela que algo funciona muy mal en Cuba.
El hecho de que en la cumbre de la llamada Riviera Maya –esto es, en Cancún-, a la que fue la presidenta de la Argentina, entre otros mandatarios, el gobierno de Felipe Calderón no haya invitado al presidente de Honduras, Porfirio Lobo, exhibe una situación abierta a la suspicacia en nuestro continente. Porfirio Lobo no fue invitado porque sus credenciales democráticas no serían, para el presidente anfitrión Felipe Calderón lo suficientemente importantes, aún cuando Lobo claramente ganó las elecciones y no hubo fraude en Honduras. Es cierto que hubo un golpe de Estado, en el que consiguieron sacar de escena al presidente Manuel Zelaya, que implicó un manotazo a las instituciones. Pero luego se votó, y Porfirio Lobo fue electo y tuvo la mayoría de los votos. Lobo no fue invitado por México, pero Raúl Castro sí.
La pregunta que uno se hace es: ¿quién eligió a Raúl Castro? El pueblo cubano. ¿Qué se puede votar en las elecciones de Cuba? Un solo partido. ¿Qué opinaría la izquierda argentina –me refiero a Pino Solanas, a Claudio Lozano, a Patricio Echegaray, a Víctor de Gennaro, para citar algunos nombres que me vienen a la memoria- si acá solo se pudiera votar a un solo partido, si hubiese un régimen de partido único? ¿Cómo lo evaluarían, cómo lo calificarían?
Desde el progresismo, desde la intelectualidad que se manifiesta democrática e impulsora de los cambios sociales, ¿qué idea tendrían de un país donde hay un solo diario, una sola radio –son formalmente varias, pero todas dicen lo mismo-, una sola televisión, un solo partido y una asamblea legislativa en donde solo se pueden expresar quienes adhieren al pensamiento marxista-leninista?
Hay una gigantesca hipocresía y un terrible terror a emitir opiniones que puedan desagradar al gobierno cubano porque hace 50 años que se sostiene que cualquier opinión en contra de ese régimen es un aval a las actitudes intervencionistas y groseras que durante largas décadas tuvieron los Estados Unidos.
En consecuencia, de Cuba no se puede hablar, a Cuba no se la puede criticar, de los derechos humanos sólo se habla cuando son violados por la derecha y nunca por la izquierda. Por lo cual, se muere un preso en una huelga de hambre, tiene 42 años, es negro –y en ese sentido está en una situación todavía peor, porque Cuba no ha resuelto el problema de discriminación racial, tras 50 años de socialismo- pero casi nadie dice una sola palabra.
¡Pero lo más grave es que tampoco la dicen los partidos democráticos! ¿Por qué no hay un punto de vista oficial de la Unión Cívica Radical sobre este fenómeno? ¿Por qué no se manifiesta Propuesta Republicana (PRO), sobre este fenómeno? ¿Por qué la Coalición Cívica de Elisa Carrió no emite un comunicado sobre este fenómeno?
Si matan a alguien en Irán, Siria, Marruecos o Chechenia, ahí sí emitimos un comunicado, ahí sí nos parece mal. Pero se muere alguien que está haciendo una huelga de hambre en protesta contra un régimen que tiene 51 años de vida sin alternancias, y nadie dice una sola palabra.
¿Ésa es la manera de proteger las causas del progresismo? ¿Nada hemos aprendido de los crímenes del stalinismo y de las largas décadas de silencio cómplice de las izquierdas que no se animaban a levantar la voz por temor a ser acusadas de reaccionarias o cómplices del imperialismo?
Por esto es que me deja un sabor muy amargo lo que está pasando en Cuba. Aunque tengo plena confianza en que, más temprano que tarde, en Cuba habrán de florecer muchas flores, y en Cuba habrá finalmente de prevalecer una diversidad que hoy -con 51 años de régimen de partido único- es imposible ante el dominio de una unanimidad que ninguna persona que se declara de izquierda toleraría en su propio país, y que sin embargo la aprueban tácticamente en Cuba, porque no les parece que deban expedirse sobre ese fenómeno aberrante.
© pepe eliaschev
Emitido en FM Identidad en Buenos Aires, el 27 de
febrero de 2010.
Fuente: http://www.pepeeliaschev.com.ar/Content.phpx?Id=14836