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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
Puerto Rico y el mundo
(Tal Cual Digital) La posibilidad de que los puertorriqueños traten de encontrar su libertad formando parte de la nación que los puertorriqueños han vivido por un siglo entero como la nación que coartaba precisamente la libertad de ser independientes.Por Oswaldo Barreto
(Tal Cual Digital) Se nos antoja relativamente fácil justificar el título de esta Balanza con el sólido argumento de que el desarrollo realmente fantástico de los sistemas de comunicación hace posible que cualquier fenómeno que ocurra, por extremadamente circunscrito o efímero que sea, pueda relacionarse en el plano de la economía, de la política o de cualquier otro orden de asuntos con el planeta entero y los millares de millares de seres humanos que en él estamos prisioneros.
Más difícil, en cambio, es que nos dejemos llevar por la tentación de lo insólito justo en estos momentos, en estos precisos momentos, en que abundan noticias banalmente mundiales, como la reelección de Obama, o el comienzo, justo el día de ayer, del XVIII Congreso del Partido Comunista de China.
¿Quién, en efecto, duda de que todo cuanto va a intentar Obama con su renovado poder o cuanto van a hacer los chinos que se han vuelto proveedores universales despierta legítimamente el interés de quienes, de un modo u otro, somos sus súbditos? Pero, en cambio ¿Qué puede haber sucedido en Puerto Rico, en "Borinquen", una de las tres grandes islas de las Antillas, de la que, a pesar de que un gran poeta francés llamara "la perla de los mares", ya nadie sabe mucho sobre ella? ¿Qué puede haber pasado, que pasa en Puerto Rico para que nosotros procedamos como, si más allá del incuestionable interés de los mencionados sucesos, si Puerto Rico, los puertorriqueños, estuvieran haciendo algo que concierne al mundo entero? ¿Audacia? ¿Piratería? ¿Por que no resignarnos a lo que ha hecho la gran prensa en nuestro país y en los otros países, incluido el propio Puerto Rico: dar cuenta en primera de que "Puerto Rico votó por convertirse en el 51 estado de la Unión de Estados Americanos? Es que esa resolución, tomada por el 62% del cuerpo electoral portorriqueño (que hace dos días fue convocado a Comicios para escoger nuevo gobernador y tomar posición sobre sus relaciones con Estados Unidos, tiene que ver con la historia y la problemática social en general, primero de los países de este continente, desde el momento mismo en que estas tierras fueron llamadas "América" y tiene que ver con la historia de todos los pueblos que han conocido las relaciones de servidumbre, sometimiento, dependencia de otros pueblos.
Asuntos globales que, en modo alguno, sustraen la posibilidades de ver en qué otro mundo vivimos en estos años: la posibilidad de que los puertorriqueños traten de encontrar su libertad formando parte de la nación que los puertorriqueños han vivido por un siglo entero como la nación que coartaba precisamente la libertad de ser independientes.
Votar por dejar de ser "estado asociado" para ser "Estado verdadero? ¿Qué ha cambiado en estos sesenta años que nos separa de la feroz lucha que librara Albizú Campos para afirmar la independencia de los Estados Unidos contra la "traidora" condición que lograra Muñoz Martin al asociar la nación de lengua y cultura hispanoamericana con la potencia anglosajona? ¿Habrá cambiado, más bien esa potencia, cuyos pobladores acaban de reelegir a Obama, un norteamericano que proviene de otras etnias y, se permite, de otras razas? ¿O es el mundo entero que ha cambiado, que estamos cambiando?
Fuente: (Tal Cual Digital)
Oswaldo Barreto
(Tal Cual Digital) Se nos antoja relativamente fácil justificar el título de esta Balanza con el sólido argumento de que el desarrollo realmente fantástico de los sistemas de comunicación hace posible que cualquier fenómeno que ocurra, por extremadamente circunscrito o efímero que sea, pueda relacionarse en el plano de la economía, de la política o de cualquier otro orden de asuntos con el planeta entero y los millares de millares de seres humanos que en él estamos prisioneros.
Más difícil, en cambio, es que nos dejemos llevar por la tentación de lo insólito justo en estos momentos, en estos precisos momentos, en que abundan noticias banalmente mundiales, como la reelección de Obama, o el comienzo, justo el día de ayer, del XVIII Congreso del Partido Comunista de China.
¿Quién, en efecto, duda de que todo cuanto va a intentar Obama con su renovado poder o cuanto van a hacer los chinos que se han vuelto proveedores universales despierta legítimamente el interés de quienes, de un modo u otro, somos sus súbditos? Pero, en cambio ¿Qué puede haber sucedido en Puerto Rico, en "Borinquen", una de las tres grandes islas de las Antillas, de la que, a pesar de que un gran poeta francés llamara "la perla de los mares", ya nadie sabe mucho sobre ella? ¿Qué puede haber pasado, que pasa en Puerto Rico para que nosotros procedamos como, si más allá del incuestionable interés de los mencionados sucesos, si Puerto Rico, los puertorriqueños, estuvieran haciendo algo que concierne al mundo entero? ¿Audacia? ¿Piratería? ¿Por que no resignarnos a lo que ha hecho la gran prensa en nuestro país y en los otros países, incluido el propio Puerto Rico: dar cuenta en primera de que "Puerto Rico votó por convertirse en el 51 estado de la Unión de Estados Americanos? Es que esa resolución, tomada por el 62% del cuerpo electoral portorriqueño (que hace dos días fue convocado a Comicios para escoger nuevo gobernador y tomar posición sobre sus relaciones con Estados Unidos, tiene que ver con la historia y la problemática social en general, primero de los países de este continente, desde el momento mismo en que estas tierras fueron llamadas "América" y tiene que ver con la historia de todos los pueblos que han conocido las relaciones de servidumbre, sometimiento, dependencia de otros pueblos.
Asuntos globales que, en modo alguno, sustraen la posibilidades de ver en qué otro mundo vivimos en estos años: la posibilidad de que los puertorriqueños traten de encontrar su libertad formando parte de la nación que los puertorriqueños han vivido por un siglo entero como la nación que coartaba precisamente la libertad de ser independientes.
Votar por dejar de ser "estado asociado" para ser "Estado verdadero? ¿Qué ha cambiado en estos sesenta años que nos separa de la feroz lucha que librara Albizú Campos para afirmar la independencia de los Estados Unidos contra la "traidora" condición que lograra Muñoz Martin al asociar la nación de lengua y cultura hispanoamericana con la potencia anglosajona? ¿Habrá cambiado, más bien esa potencia, cuyos pobladores acaban de reelegir a Obama, un norteamericano que proviene de otras etnias y, se permite, de otras razas? ¿O es el mundo entero que ha cambiado, que estamos cambiando?
Fuente: (Tal Cual Digital)