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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos
Rusia 2018: la situación de DDHH que encontrarán quienes vayan al Mundial
Human Rights Watch ha denunciado abusos sufridos por los trabajadores que construyeron los estadios para el Mundial 2018, incluyendo la falta de contratos formales, el impago de salarios, y múltiples represalias cuando éstos intentaban denunciar dichos abusos.Por Ariadna Hraste
La federación Rusa nuevamente ocupa un puesto destacado dentro de los países menos libres y más represores según el índice publicado recientemente por Freedom House. No sólo se encuentra en el centro de la mirada internacional debido al Mundial de fútbol que se celebrará este año, sino también por las acusaciones por parte de Estados Unidos de haber interferido en sus elecciones del 2016, y por la celebración de sus propias elecciones programadas para este mes de marzo y que ya son anticipadas por expertos y ciudadanos como fraudulentas.
A medida que la fecha de las elecciones se acerca, aumenta la represión hacia la oposición y aquellas voces disidentes al gobierno. Miles de ciudadanos rusos han sido detenidos y golpeados durante protestas pacíficas en contra de la corrupción y en reclamo por elecciones limpias y transparentes. La libertad de reunión en Rusia no existe cuando Putin es mala palabra. Siendo que Alexei Navalny representaba una amenaza para el presidente Vladimir Putin -quien se encuentra en el poder desde el 2000 y ya planea su reelección- fue eliminado de la carrera presidencial bajo acusaciones fraudulentas de malversación de fondos, entre otras. Durante toda su campaña, Navalny, sus oficinas, y sus seguidores fueron constantemente asediados, reprimidos, y controlados por las autoridades. Finalmente, al conocer que no podrá participar de las elecciones, Navalny lanzó una campaña en la que busca que las personas no vayan a votar, quitándole de esa forma importancia a Putin cuando éste salga electo nuevamente.
A través de la ley aprobada en el 2015 para prohibir “organizaciones indeseadas”, se han agregado a dicha lista cuatro organizaciones más, siendo que ahora son once en total. A través de esta ley buscan sancionar con multas elevadas o incluso con hasta seis años en prisión a cualquier ciudadano ruso u organización que tenga el mínimo contacto, como por ejemplo su financiación, con alguna de estas organizaciones prohibidas. En Rusia los niveles de censura son altos y abarcan diversas áreas: se han prohibido las aplicaciones de mensajes anónimos, se ha sentenciado a personas que escriben en su blog contra las acciones del régimen o contra la Iglesia Ortodoxa, incluso a una bibliotecaria por tener libros ucranianos que “incitaban al extremismo y al odio”. El colmo quizá es la reciente medida aprobada por el Parlamento, informalmente como represalia a los Estados Unidos, a través de la cual el gobierno puede designar a cualquier medio y organización que difunda información y sea de origen extranjero como “agente extranjero”, los cuales deben seguir los requisitos establecidos en la ley de agentes extranjeros del 2012.
Siendo la Federación Rusa un Estado en donde la religión predominante es la Iglesia Ortodoxa, hay muy poca tolerancia hacia actividades de otras religiones. En abril del 2017, se prohibió como extremistas a los Testigos de Jehová, y desde el 2016 que se aplica la Ley Yarovaya, a través de la cual sancionan a las demás religiones por predicar sin una autorización especial.
Chechenia, república dentro de Rusia con un alto grado de autonomía, ha sido acusada por diversos medios por sus detenciones y asesinatos tanto de presuntos yihadistas como de hombres homosexuales. Tanto el gobierno checheno como el ruso niegan dichas acusaciones, a pesar de que aún hay familiares que buscan a sus seres queridos desaparecidos. En Rusia hay una prohibición hacia la “propaganda gay”, la cual incluye toda demostración de amor entre personas del mismo sexo. Esta prohibición se extiende incluso hacia extranjeros, siendo que todos aquellos quienes vayan a ver el Mundial con su pareja del mismo sexo no podrán ni siquiera tomarse de la mano. Esta comunidad sufre constantes discriminaciones y no gozan de los mismos derechos que los heterosexuales. A su vez, Human Rights Watch ha denunciado abusos sufridos por los trabajadores que construyeron los estadios para el Mundial 2018, incluyendo la falta de contratos formales, el impago de salarios, y múltiples represalias cuando éstos intentaban denunciar dichos abusos.
Con respecto a los derechos de la mujer, Rusia ha dado un gran retroceso luego que el Parlamento aprobó la descriminalización de los actos de violencia doméstica siempre que no haya un daño corporal “grave”. Es decir, que no implican que la mujer termine en el hospital o la pérdida de capacidad para trabajar, o aquellos casos que no son denunciados más de una vez al año, aumentando la impunidad y de aquellos hombres que golpean y hieren a sus esposas e hijas. La cantidad de casos han aumentado considerablemente desde entonces.
En un año tan importante para la Federación, la cual estará en el centro del foco mundial, es importante que los diversos actores internacionales, desde gobiernos y organismos internacionales, hasta la opinión pública, tomen nota de las diversas violaciones a los Derechos Humanos que sufre la población rusa, y hagan oír sus voces en un acto de solidaridad democrática.
Ariadna Hraste
La federación Rusa nuevamente ocupa un puesto destacado dentro de los países menos libres y más represores según el índice publicado recientemente por Freedom House. No sólo se encuentra en el centro de la mirada internacional debido al Mundial de fútbol que se celebrará este año, sino también por las acusaciones por parte de Estados Unidos de haber interferido en sus elecciones del 2016, y por la celebración de sus propias elecciones programadas para este mes de marzo y que ya son anticipadas por expertos y ciudadanos como fraudulentas.
A medida que la fecha de las elecciones se acerca, aumenta la represión hacia la oposición y aquellas voces disidentes al gobierno. Miles de ciudadanos rusos han sido detenidos y golpeados durante protestas pacíficas en contra de la corrupción y en reclamo por elecciones limpias y transparentes. La libertad de reunión en Rusia no existe cuando Putin es mala palabra. Siendo que Alexei Navalny representaba una amenaza para el presidente Vladimir Putin -quien se encuentra en el poder desde el 2000 y ya planea su reelección- fue eliminado de la carrera presidencial bajo acusaciones fraudulentas de malversación de fondos, entre otras. Durante toda su campaña, Navalny, sus oficinas, y sus seguidores fueron constantemente asediados, reprimidos, y controlados por las autoridades. Finalmente, al conocer que no podrá participar de las elecciones, Navalny lanzó una campaña en la que busca que las personas no vayan a votar, quitándole de esa forma importancia a Putin cuando éste salga electo nuevamente.
A través de la ley aprobada en el 2015 para prohibir “organizaciones indeseadas”, se han agregado a dicha lista cuatro organizaciones más, siendo que ahora son once en total. A través de esta ley buscan sancionar con multas elevadas o incluso con hasta seis años en prisión a cualquier ciudadano ruso u organización que tenga el mínimo contacto, como por ejemplo su financiación, con alguna de estas organizaciones prohibidas. En Rusia los niveles de censura son altos y abarcan diversas áreas: se han prohibido las aplicaciones de mensajes anónimos, se ha sentenciado a personas que escriben en su blog contra las acciones del régimen o contra la Iglesia Ortodoxa, incluso a una bibliotecaria por tener libros ucranianos que “incitaban al extremismo y al odio”. El colmo quizá es la reciente medida aprobada por el Parlamento, informalmente como represalia a los Estados Unidos, a través de la cual el gobierno puede designar a cualquier medio y organización que difunda información y sea de origen extranjero como “agente extranjero”, los cuales deben seguir los requisitos establecidos en la ley de agentes extranjeros del 2012.
Siendo la Federación Rusa un Estado en donde la religión predominante es la Iglesia Ortodoxa, hay muy poca tolerancia hacia actividades de otras religiones. En abril del 2017, se prohibió como extremistas a los Testigos de Jehová, y desde el 2016 que se aplica la Ley Yarovaya, a través de la cual sancionan a las demás religiones por predicar sin una autorización especial.
Chechenia, república dentro de Rusia con un alto grado de autonomía, ha sido acusada por diversos medios por sus detenciones y asesinatos tanto de presuntos yihadistas como de hombres homosexuales. Tanto el gobierno checheno como el ruso niegan dichas acusaciones, a pesar de que aún hay familiares que buscan a sus seres queridos desaparecidos. En Rusia hay una prohibición hacia la “propaganda gay”, la cual incluye toda demostración de amor entre personas del mismo sexo. Esta prohibición se extiende incluso hacia extranjeros, siendo que todos aquellos quienes vayan a ver el Mundial con su pareja del mismo sexo no podrán ni siquiera tomarse de la mano. Esta comunidad sufre constantes discriminaciones y no gozan de los mismos derechos que los heterosexuales. A su vez, Human Rights Watch ha denunciado abusos sufridos por los trabajadores que construyeron los estadios para el Mundial 2018, incluyendo la falta de contratos formales, el impago de salarios, y múltiples represalias cuando éstos intentaban denunciar dichos abusos.
Con respecto a los derechos de la mujer, Rusia ha dado un gran retroceso luego que el Parlamento aprobó la descriminalización de los actos de violencia doméstica siempre que no haya un daño corporal “grave”. Es decir, que no implican que la mujer termine en el hospital o la pérdida de capacidad para trabajar, o aquellos casos que no son denunciados más de una vez al año, aumentando la impunidad y de aquellos hombres que golpean y hieren a sus esposas e hijas. La cantidad de casos han aumentado considerablemente desde entonces.
En un año tan importante para la Federación, la cual estará en el centro del foco mundial, es importante que los diversos actores internacionales, desde gobiernos y organismos internacionales, hasta la opinión pública, tomen nota de las diversas violaciones a los Derechos Humanos que sufre la población rusa, y hagan oír sus voces en un acto de solidaridad democrática.