Reseñas
Análisis Latino
Dinero y poder, las difíciles relaciones entre empresarios y políticos en la Argentina,de Marcos Novaro (Edhasa, 2019)
La publicación de Dinero y poder debe servir de base para iniciar un debate más profundo sobre las instituciones y la democracia en Argentina. El libro de Novaro añade más argumentos a la tesis que la principal falencia de Argentina como país es la endémica debilidad de sus instituciones.Por Raúl Ferro
Antes de la introducción de este estupendo ensayo, Marcos Novaro incluye una cita de Enrique Pescarmona que explica en una frase la evolución de la economía argentina en los últimos 120 años: “Los empresarios nos tenemos que adaptar, acá va siempre primero la política y después la economía.”
En 500 páginas, Novaro analiza en Dinero y poder la evolución de las relaciones entre el poder económico y el poder político en la Argentina a través de las diferentes organizaciones empresariales que lo han representado, poniendo especial atención al período que se inició tras la crisis del 2001 y que marcó la etapa más contradictoria y destructiva de estas relaciones.
El análisis de Novaro ofrece varias joyas. Una especialmente relevante en estas épocas de simplificación es su foco en desmitificar la imagen de grupo homogéneo que la opinión pública tiende a ver en el sector empresarial argentino, subrayando su limitada, y en ocasiones disfuncional, capacidad de influencia sobre el poder político. La conflictiva historia de las organizaciones empresariales narrada en el libro muestra como intereses y visiones contrapuestas, distintas vulnerabilidades y la tensión entre adaptarse o resistir han minado sistemáticamente los intentos de convergencia entre los distintos actores del sector empresarial frente al poder político, incluso durante los cortos y escasos períodos de normalidad que ha registrado la economía argentina en el último siglo.
El libro también explica la sucesión de eventos e influencias que llevaron a la radicalización de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y cómo casi todo el sector empresarial siguió el juego planteado por el poder político, haciendo la vista gorda a los riesgos que se estaban incubando. El afán de no poner en riesgo el dinamismo de la economía alcanzado tras la debacle económica del 2001, primero, y el instinto de supervivencia después, llevaron a buena parte del empresariado a ser cómplices activos o pasivos de la degradación institucional que se produjo a medida que la economía entraba en crisis.
La publicación de Dinero y poder debe servir de base para iniciar un debate más profundo sobre las instituciones y la democracia en Argentina. El libro de Novaro añade más argumentos a la tesis que la principal falencia de Argentina como país es la endémica debilidad de sus instituciones.
La democracia es un marco en el que los distintos actores de un estado dirimen sus diferencias e intereses de forma justa y ordenada. Para que ello funcione, y para que los poderes de los distintos grupos se mantengan equilibrados y se privilegie el bien común, debe haber instituciones fuertes que garanticen que se cumplan las reglas del juego.
En un entorno en que se tiende a dividir al mundo entre buenos y malos, el análisis de Dinero y poder ayuda a poner las cosas en su lugar. Las empresas no son per se ni buenas ni malas, como tampoco lo son los sindicatos, las juntas de vecinos o los ciudadanos de a pie, puestos a comparar. Se mueven por límites morales bien definidos en algunos aspectos, pero difusos en otros. Aquí es donde las reglas y las instituciones entran en escena. Siendo manejadas por seres humanos, las empresas tienden a estirar los límites si las reglas no se lo impiden.
En Chile, por ejemplo, país con la economía de mercado más desarrollada de la región, se han registrado varios casos de abuso empresarial, pero las reglas y las instituciones permitieron cortar esas situaciones. En el caso de la colusión sobre el papel higiénico, el mayor productor, CMPC, se auto inculpó cuando el escándalo se destapó y fue sancionada por el organismo de defensa de los consumidores y terminó depositando algo más de US$10 a cada chileno o residente legal de más de 18 años (13,5 millones de ciudadanos). También hubo casos de colusión entre las cadenas de farmacias, los productores de carne de pollo y los supermercados y varios otros que fueron investigados en su momento y terminaron en sanciones y reformas regulatorias.
En ese sentido, Argentina tiene un largo camino por andar y debe afrontar cuanto antes la construcción de reglas e instituciones que ofrezcan certeza en las reglas del juego, pero también capacidad de hacer cumplir las leyes a los agentes encargados. Estos, además, debe tener independencia del poder político, para evitar también abusos por parte del gobierno de turno.
Novaro es moderadamente optimista con la evolución de las organizaciones llamadas a representar a las empresas. El trauma de la radicalización de la última parte del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y la distancia que tomó el gobierno de Mauricio Macri respecto al mundo empresarial ha llevado a estos a una convergencia de visiones y a dejar sus desacuerdos en otros planos. Ojalá esté en lo correcto y que sea un primer pequeño paso hacia una nueva institucionalidad en la Argentina.
Raúl FerroConsejero ConsultivoAnalista de economía y negocios especializado en América Latina. Fue corresponsal en Sudamérica de distintos medios económicos de EE.UU. y el Reino Unido, director editorial de la revista AméricaEconomía y director de estudios de BNamericas. Es Director del Consejo Consultivo de CADAL.
Antes de la introducción de este estupendo ensayo, Marcos Novaro incluye una cita de Enrique Pescarmona que explica en una frase la evolución de la economía argentina en los últimos 120 años: “Los empresarios nos tenemos que adaptar, acá va siempre primero la política y después la economía.”
En 500 páginas, Novaro analiza en Dinero y poder la evolución de las relaciones entre el poder económico y el poder político en la Argentina a través de las diferentes organizaciones empresariales que lo han representado, poniendo especial atención al período que se inició tras la crisis del 2001 y que marcó la etapa más contradictoria y destructiva de estas relaciones.
El análisis de Novaro ofrece varias joyas. Una especialmente relevante en estas épocas de simplificación es su foco en desmitificar la imagen de grupo homogéneo que la opinión pública tiende a ver en el sector empresarial argentino, subrayando su limitada, y en ocasiones disfuncional, capacidad de influencia sobre el poder político. La conflictiva historia de las organizaciones empresariales narrada en el libro muestra como intereses y visiones contrapuestas, distintas vulnerabilidades y la tensión entre adaptarse o resistir han minado sistemáticamente los intentos de convergencia entre los distintos actores del sector empresarial frente al poder político, incluso durante los cortos y escasos períodos de normalidad que ha registrado la economía argentina en el último siglo.
El libro también explica la sucesión de eventos e influencias que llevaron a la radicalización de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y cómo casi todo el sector empresarial siguió el juego planteado por el poder político, haciendo la vista gorda a los riesgos que se estaban incubando. El afán de no poner en riesgo el dinamismo de la economía alcanzado tras la debacle económica del 2001, primero, y el instinto de supervivencia después, llevaron a buena parte del empresariado a ser cómplices activos o pasivos de la degradación institucional que se produjo a medida que la economía entraba en crisis.
La publicación de Dinero y poder debe servir de base para iniciar un debate más profundo sobre las instituciones y la democracia en Argentina. El libro de Novaro añade más argumentos a la tesis que la principal falencia de Argentina como país es la endémica debilidad de sus instituciones.
La democracia es un marco en el que los distintos actores de un estado dirimen sus diferencias e intereses de forma justa y ordenada. Para que ello funcione, y para que los poderes de los distintos grupos se mantengan equilibrados y se privilegie el bien común, debe haber instituciones fuertes que garanticen que se cumplan las reglas del juego.
En un entorno en que se tiende a dividir al mundo entre buenos y malos, el análisis de Dinero y poder ayuda a poner las cosas en su lugar. Las empresas no son per se ni buenas ni malas, como tampoco lo son los sindicatos, las juntas de vecinos o los ciudadanos de a pie, puestos a comparar. Se mueven por límites morales bien definidos en algunos aspectos, pero difusos en otros. Aquí es donde las reglas y las instituciones entran en escena. Siendo manejadas por seres humanos, las empresas tienden a estirar los límites si las reglas no se lo impiden.
En Chile, por ejemplo, país con la economía de mercado más desarrollada de la región, se han registrado varios casos de abuso empresarial, pero las reglas y las instituciones permitieron cortar esas situaciones. En el caso de la colusión sobre el papel higiénico, el mayor productor, CMPC, se auto inculpó cuando el escándalo se destapó y fue sancionada por el organismo de defensa de los consumidores y terminó depositando algo más de US$10 a cada chileno o residente legal de más de 18 años (13,5 millones de ciudadanos). También hubo casos de colusión entre las cadenas de farmacias, los productores de carne de pollo y los supermercados y varios otros que fueron investigados en su momento y terminaron en sanciones y reformas regulatorias.
En ese sentido, Argentina tiene un largo camino por andar y debe afrontar cuanto antes la construcción de reglas e instituciones que ofrezcan certeza en las reglas del juego, pero también capacidad de hacer cumplir las leyes a los agentes encargados. Estos, además, debe tener independencia del poder político, para evitar también abusos por parte del gobierno de turno.
Novaro es moderadamente optimista con la evolución de las organizaciones llamadas a representar a las empresas. El trauma de la radicalización de la última parte del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y la distancia que tomó el gobierno de Mauricio Macri respecto al mundo empresarial ha llevado a estos a una convergencia de visiones y a dejar sus desacuerdos en otros planos. Ojalá esté en lo correcto y que sea un primer pequeño paso hacia una nueva institucionalidad en la Argentina.