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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
El discurso de Fernández ante la Asamblea Legislativa
(The Global Americans) Hay una disputa de poder abierta y agresiva dentro del gobierno, entre los sectores que acompañan al presidente y los que son fieles a la vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner. Fernández es un hombre hábil con las palabras y con las negociaciones políticas, dedicó su vida entera a eso. Supo encontrar el equilibrio justo para nombrar cosas y no definirlas con precisión, para no abrir frentes de conflicto antes de tiempo. Nadie puede estar en contra de ideas generales como “trabajar para que funcione bien la justicia”. ¿Pero qué significa esto en concreto? ¿Cómo tratará las causas abiertas por corrupción durante el gobierno de Cristina? ¿Qué posición tomará frente a los casos que algunos llaman de “presos políticos” y otros de “políticos presos”? Por Sabrina Ajmechet
(The Global Americans) Juan Domingo Perón no sólo cambió la política argentina sino que también se encargó de legarnos frases que nunca estaremos del todo seguros si dijo o no. Una de ellas es “Para que algo no funcione, nada mejor que formar una comisión”.
Alberto Fernández concurrió el 1ro de marzo al Congreso de la Nación para realizar la apertura de sesiones legislativas ordinarias del año 2020, buscó mostrarse como un hombre que crea instituciones. Propuso formar un Consejo Económico y Social, crear un nuevo Fuero Federal Penal, un Consejo Nacional de Asuntos Relativos de las Islas Malvinas, una Escuela de Administración Pública y un Programa de Evaluación de Políticas Públicas.
Todos llenos de buenos propósitos. ¿Quién podría oponerse a un grupo de especialistas y referentes ocupándose de cuestiones económicas y sociales; de una reforma en la justicia federal que tantas críticas recibe habitualmente; de la causa de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas; o de la creación de agencias estatales para formar a la burocracia y para monitorear y evaluar los diferentes programas de cada ministerio?
El discurso presidencial tuvo formalmente todos los elementos que se esperaban: un diagnóstico sobre la herencia recibida del anterior gobierno, una enumeración de las políticas implementadas en sus primeros tres meses de gobierno y algunos anuncios concretos en medio de promesas bien intencionadas.
Lo cierto es que, pese a lo que se puede esperar en una apertura de sesiones en el Congreso, en donde el presidente da cuenta de los proyectos legislativos para el año que inicia, no hubo más que títulos, algunos puestos en forma de slogans.
En ninguna de estas propuestas se detuvo en la explicación central de cómo deberán funcionar estos organismos y cuáles serán sus objetivos concretos. Posiblemente el tema que despierta más preguntas es el de la reforma de la justifica federal, especialmente por la cantidad de juicios abiertos a funcionarios de gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner y las excarcelaciones que se están produciendo desde que asumió Fernández. ¿Cómo impactarán los cambios propuestos por el presidente en este tema central? Todavía no se sabe. Por eso se puede afirmar que en su mayoría las reformas se mostraron como un modo de ganar tiempo en un momento en el que aún no existe un plan concreto de gobierno.
Esto responde a que el principal problema de la Argentina hoy es económico y se concentra principalmente en el proceso de renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sobre estas cuestiones fue especialmente impreciso el presidente Fernández. Habló de economía desde fundamentos políticos y morales, consagró al pueblo como el sujeto a privilegiar y repitió promesas que ya había hecho al asumir el 10 de diciembre último. Deja muchas preguntas abiertas, y encima, habrá que ver cómo toman los deudores la falta de definiciones en este terreno.
Donde sí fue absolutamente claro fue en relación al proyecto de interrupción deseada del embarazo. Aseguró que el Ejecutivo mandará una iniciativa dentro de los próximos diez días, que se buscará la legalización del aborto—y no solo su despenalización—que se acompañará a esta cuestión en un fortalecimiento de los programas de educación sexual para evitar embarazos no deseados y con un plan de apoyo económico a los niños durante sus primeros 1000 días de vida.
Es preciso incluir en este contexto, además del análisis del discurso, la arena política concreta en la que este ocurre. Hay una disputa de poder abierta y agresiva dentro del gobierno, entre los sectores que acompañan al presidente y los que son fieles a la vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner. Fernández es un hombre hábil con las palabras y con las negociaciones políticas, dedicó su vida entera a eso. Supo encontrar el equilibrio justo para nombrar cosas y no definirlas con precisión, para no abrir frentes de conflicto antes de tiempo. Nadie puede estar en contra de ideas generales como “trabajar para que funcione bien la justicia”. ¿Pero qué significa esto en concreto? ¿Cómo tratará las causas abiertas por corrupción durante el gobierno de Cristina? ¿Qué posición tomará frente a los casos que algunos llaman de “presos políticos” y otros de “políticos presos”? La fórmula general de instituciones buenas y al servicio del pueblo son la inspiración de las formas republicanas y democráticas, pero aún falta recorrido para descubrir qué es lo bueno para Alberto Fernández y qué forma tomará su política democrática.
Sabrina Ajmechet es Directora del Consejo Académico del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).
Sabrina AjmechetDoctora en Historia (Universidad de Buenos Aires), Magister en Historia (IDAES - Universidad Nacional de San Martín) y Licenciada en Ciencia Política (Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales). Es profesora de Historia del Pensamiento Político Argentino en la Carrera de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, de Historia General en la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad Nacional de San Martín, de Análisis de Políticas Públicas II en la Maestría en Desarrollo Humano de FLACSO y sobre "Populismos Latinoamericanos" para el programa IFSA-Butler University. Es columnista de historia en el programa de CNN "Argentina Adolescente" y publica periódicamente en Clarín y Perfil.
(The Global Americans) Juan Domingo Perón no sólo cambió la política argentina sino que también se encargó de legarnos frases que nunca estaremos del todo seguros si dijo o no. Una de ellas es “Para que algo no funcione, nada mejor que formar una comisión”.
Alberto Fernández concurrió el 1ro de marzo al Congreso de la Nación para realizar la apertura de sesiones legislativas ordinarias del año 2020, buscó mostrarse como un hombre que crea instituciones. Propuso formar un Consejo Económico y Social, crear un nuevo Fuero Federal Penal, un Consejo Nacional de Asuntos Relativos de las Islas Malvinas, una Escuela de Administración Pública y un Programa de Evaluación de Políticas Públicas.
Todos llenos de buenos propósitos. ¿Quién podría oponerse a un grupo de especialistas y referentes ocupándose de cuestiones económicas y sociales; de una reforma en la justicia federal que tantas críticas recibe habitualmente; de la causa de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas; o de la creación de agencias estatales para formar a la burocracia y para monitorear y evaluar los diferentes programas de cada ministerio?
El discurso presidencial tuvo formalmente todos los elementos que se esperaban: un diagnóstico sobre la herencia recibida del anterior gobierno, una enumeración de las políticas implementadas en sus primeros tres meses de gobierno y algunos anuncios concretos en medio de promesas bien intencionadas.
Lo cierto es que, pese a lo que se puede esperar en una apertura de sesiones en el Congreso, en donde el presidente da cuenta de los proyectos legislativos para el año que inicia, no hubo más que títulos, algunos puestos en forma de slogans.
En ninguna de estas propuestas se detuvo en la explicación central de cómo deberán funcionar estos organismos y cuáles serán sus objetivos concretos. Posiblemente el tema que despierta más preguntas es el de la reforma de la justifica federal, especialmente por la cantidad de juicios abiertos a funcionarios de gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner y las excarcelaciones que se están produciendo desde que asumió Fernández. ¿Cómo impactarán los cambios propuestos por el presidente en este tema central? Todavía no se sabe. Por eso se puede afirmar que en su mayoría las reformas se mostraron como un modo de ganar tiempo en un momento en el que aún no existe un plan concreto de gobierno.
Esto responde a que el principal problema de la Argentina hoy es económico y se concentra principalmente en el proceso de renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sobre estas cuestiones fue especialmente impreciso el presidente Fernández. Habló de economía desde fundamentos políticos y morales, consagró al pueblo como el sujeto a privilegiar y repitió promesas que ya había hecho al asumir el 10 de diciembre último. Deja muchas preguntas abiertas, y encima, habrá que ver cómo toman los deudores la falta de definiciones en este terreno.
Donde sí fue absolutamente claro fue en relación al proyecto de interrupción deseada del embarazo. Aseguró que el Ejecutivo mandará una iniciativa dentro de los próximos diez días, que se buscará la legalización del aborto—y no solo su despenalización—que se acompañará a esta cuestión en un fortalecimiento de los programas de educación sexual para evitar embarazos no deseados y con un plan de apoyo económico a los niños durante sus primeros 1000 días de vida.
Es preciso incluir en este contexto, además del análisis del discurso, la arena política concreta en la que este ocurre. Hay una disputa de poder abierta y agresiva dentro del gobierno, entre los sectores que acompañan al presidente y los que son fieles a la vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner. Fernández es un hombre hábil con las palabras y con las negociaciones políticas, dedicó su vida entera a eso. Supo encontrar el equilibrio justo para nombrar cosas y no definirlas con precisión, para no abrir frentes de conflicto antes de tiempo. Nadie puede estar en contra de ideas generales como “trabajar para que funcione bien la justicia”. ¿Pero qué significa esto en concreto? ¿Cómo tratará las causas abiertas por corrupción durante el gobierno de Cristina? ¿Qué posición tomará frente a los casos que algunos llaman de “presos políticos” y otros de “políticos presos”? La fórmula general de instituciones buenas y al servicio del pueblo son la inspiración de las formas republicanas y democráticas, pero aún falta recorrido para descubrir qué es lo bueno para Alberto Fernández y qué forma tomará su política democrática.
Sabrina Ajmechet es Directora del Consejo Académico del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).