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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos

07-03-2021

Nuevo horizonte político en Kosovo

¿Qué significa la llegada al gobierno de Vetëvendosje? Es un partido anti-establishment con intenciones de hacer reformas estructurales, que promete combatir la corrupción. A la vez, es un movimiento social nacionalista que representa a la etnia albanesa mayoritaria en Kosovo. De todos modos, en cuanto a la integridad territorial kosovar, el ex Primer Ministro y líder de Vetëvendosje Kurti asegura querer normalizar las relaciones con Serbia, una vez que este último reconozca la independencia de Kosovo y, por ahora, niega cualquier tipo de modificación territorial, por ejemplo, ceder el norte de Kosovo a Serbia.
Por Lucía Hukovsky

Albin Kurti - Vetëvendosje - Nuevo horizonte político en Kosovo

El partido nacionalista albanés Vetëvendosje se impuso con casi el 50% en las elecciones legislativas de Kosovo el pasado 14 de febrero, derrotando a las fuerzas históricamente predominantes de LDK y PDK. Esto podría llevar al poder nuevamente a Albin Kurti, quien ya fue Primer Ministro por pocos meses en 2020 y que esta vez ha forjado una alianza con la actual presidenta Vjosa Osmani.

Estas elecciones parlamentarias fueron adelantadas ya que la Corte Constitucional de Kosovo declaró, a fines de 2020, que el Primer Ministro Avdullah Hoti, de LDK, había sido elegido inconstitucionalmente por el Parlamento. Meses antes, el gobierno de Kurti, formado por una coalición entre su partido Vetëvendosje (“Autodeterminación”) y la Liga Democrática de Kosovo (LDK), cayó por un voto de censura el 25 de marzo del mismo año. Pero esta no es una novedad, incluso se puede decir que la política doméstica de Kosovo se caracteriza por gobiernos cortos, poca legitimidad e inestabilidad constante.

A pesar de sus avances en integración internacional desde su declaración de independencia en 2008, la balanza comercial kosovar tiene un déficit estructural, ya que el país virtualmente importa todos los bienes de consumo y ha tenido serios retrasos en impulsar la competitividad de los sectores productivos nacionales. Aún así la economía se ha eurolizado y existe un sector financiero floreciente conformado por actividades bancarias. Pero Kosovo depende fuertemente de las remesas que los migrantes hacen al país, estimadas por el Banco Mundial en un 15,8% del PBI a 2019. La economía local se contrajo 5,6% en los primeros nueves meses de 2020 por la pandemia de COVID19, y fue la diáspora kosovar la que fuertemente apoyó el consumo doméstico.

Si bien Kosovo intenta integrarse económicamente en el mundo, aún no es miembro de la ONU y no es reconocido internacionalmente por cerca de la mitad de los Estados que sí lo son, entre ellos Argentina, Brasil, España, Rusia y China. Esto se debe a que se declaró independiente en forma unilateral, sin llegar a ningún acuerdo ni consideraciones con Serbia, que aún lo considera parte de su territorio. En esta disputa, un punto clave es el control efectivo de las regiones del norte del país, habitadas predominantemente por serbios. Además, lograr que Serbia reconozca a Kosovo como un Estado independiente y normalizar las relaciones entre ambos enfrenta un gran obstáculo relativo al papel histórico que representa este territorio para Serbia ya que alberga importantes monumentos cristianos del medioevo. En este sentido, también el apoyo a la posibilidad, remota o no, de unificar territorios con Albania enciende las alertas para aquellos grupos que no comparten el idioma o la religión, en este caso, los serbios.

¿Qué significa la llegada al gobierno de Vetëvendosje? Es un partido anti-establishment con intenciones de hacer reformas estructurales, que promete combatir la corrupción. A la vez, es un movimiento social nacionalista que representa a la etnia albanesa mayoritaria en Kosovo. De todos modos, en cuanto a la integridad territorial kosovar, el ex Primer Ministro y líder de Vetëvendosje Kurti asegura querer normalizar las relaciones con Serbia, una vez que este último reconozca la independencia de Kosovo y, por ahora, niega cualquier tipo de modificación territorial, por ejemplo, ceder el norte de Kosovo a Serbia.

En cuanto a combatir la corrupción, el nuevo gobierno deberá enfrentar severos desafíos, ya que, según Freedom House, esta representa uno de los problemas políticos más serios del país y no existen instituciones ni mecanismos que realmente actúen como salvavidas para corregir la situación. Sin embargo, será una de las pocas veces que los actores políticos tradicionales (PDK y LDK), envueltos en polémicas de corrupción, no son primera fuerza para formar gobierno.

Este nuevo horizonte político abre interrogantes sobre la integridad y respeto a las minorías étnicas en el país hacia el futuro. Kosovo reconoce nueve grupos étnicos, además de la abrumadora mayoría albanesa: bosniacos, croatas, gorani, turcos, roma, ashkali, egipcios y serbios. Sin embargo, en la constitución nacional kosovar no se habla de estos grupos como minorías, sino como otras etnias que son parte de la totalidad de la población de la República de Kosovo. Aunque todos ellos enfrentan cierto tipo de segregación, la mayor confrontación se da entre albaneses y serbios. Al no reconocerse a estos grupos como actores especiales de la sociedad, ahora con un nuevo gobierno abiertamente de izquierda nacionalista y albanés, los intereses de la política, como la recuperación económica y lograr el amplio reconocimiento de Kosovo, podría llevar a que se le imponga a estos grupos la cultura etnicista mayoritaria.

Por otro lado, las poblaciones roma, ashkali y egipcia en Kosovo ya sufren de mayor desempleo, condiciones de vida precarias y discriminacion, según los reportes de Human Right Watch de 2020 y 2021. La misma fuente establece que los enfrentamientos entre serbios y albaneses, especialmente al norte del territorio, no se han detenido y ha habido incitación a la violencia y discursos de odio entre naciones, etnias y religiones. Siendo que el sistema judicial kosovar es débil y poco independiente frente a las presiones políticas, se podría esperar un incremento en la intolerancia hacia las minorías étnicas con el actual cambio de gobierno.

Adicionalmente, vale la pena preguntarse qué posicion podria tomar la nueva gestión nacionalista en cuanto a las mujeres. La violencia doméstica sigue siendo un problema sin resolver en Kosovo, especialmente por la falta de eficacia de la Justicia. En 2017 el gobierno lanzó un plan de cinco años para intervenir el problema, pero aún prevalece una cultura patriarcal en el sistema legal. Por ejemplo, la violación conyugal no es considerada delito; además, según Freedom House, las sentencias a criminales sexuales suelen ser menores de lo que establece el mínimo.

Si las prioridades del nuevo gobierno serán combatir la corrupción y reactivar la economía, no sería sorpresa que la política de género quedará sumamente rezagada. Del mismo modo, las denuncias de discursos de odio hacia la población LGBT no llegan a ninguna solución efectiva y los derechos de estos grupos siguen sin ser respetados al tener que enfrentar obstáculos para cambiar su identidad y verse obligado ocultarla.

Lucía Hukovsky
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