Prensa
Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos
Kirchner, Bonasso y el NOAL
Fuente: Cubaencuentro.com (España)
Buenos Aires perdió una oportunidad para criticar a La Habana y a los No Alineados por su complicidad con la dictadura militar.
Gabriel Salvia, Buenos Aires
Del 11 al 16 de septiembre se realizó la Cumbre de Países No Alineados en La Habana, lo cual hubiese sido una ocasión ideal para que el gobierno del presidente argentino Néstor Kirchner le exigiera públicamente un mea culpa a Cuba y al NOAL por la complicidad con la dictadura militar argentina.
Al respecto, parece escapar a la memoria de varios funcionarios del gobierno, legisladores, periodistas y activistas de derechos humanos de Argentina el hecho de que el régimen de Fidel Castro fue un actor decisivo para bloquear la condena a la dictadura militar argentina en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, para lo cual operó junto a los países del Movimiento de No Alineados y del extinto bloque socialista, evitando la condena internacional promovida por Estados Unidos.
Asimismo, vale la pena recordar que mientras en Argentina se perseguía, detenía y asesinaba a personas por motivos políticos, el régimen cubano invitó al dictador Jorge Rafael Videla a participar de la sexta Cumbre de Países No Alineados, que se realizó en La Habana en el año 1979, a la que finalmente asistió en su representación el comodoro Carlos Cavandoli, funcionario de la cancillería.
A pesar de su oposición ideológica a los objetivos no alineados, la junta militar argentina se había mantenido en el NOAL para obtener el respaldo de un grupo numéricamente importante en cuestiones como los derechos humanos y las Islas Malvinas. Y su pragmatismo fue recompensado en 1979, como lo reconoció más tarde un informe de la Cancillería de la República Argentina:
"La evolución de la participación argentina en el Movimiento demuestra que ha sido como consecuencia de una actividad diplomática positiva y fértil que la República pudo lograr los apoyos necesarios para un tratamiento decoroso del caso argentino en la Comisión de Derechos Humanos, como consecuencia de la decidida actuación en su favor de los miembros No Alineados de la Comisión. Ello se puso de manifiesto en el 35° Período de Sesiones (febrero de 1979), poco tiempo después de la concurrencia del Ministro de Relaciones Exteriores, Vicealmirante Oscar Antonio Montes, a la Conferencia de Cancilleres realizada en Belgrado en julio de 1978".
Pinochet sí, Videla no
En una investigación académica realizada por Kezia McKeague se documenta la complicidad del régimen de Fidel Castro con la dictadura militar argentina y se destaca la diferencia que hubo respecto a la dictadura de Pinochet.
Allí, McKeague señala que "las múltiples fuentes de cooperación cubano-argentina pueden comprenderse mejor examinando el contraste con la política cubana hacia Chile. El régimen militar chileno se convirtió en paria de Naciones Unidas, sujeto a investigaciones específicas del país y a varias condenas públicas. Cuba, junto con el resto del bloque socialista y de la mayoría de los países no alineados, votó consistentemente a favor de esas resoluciones condenatorias. La diferencia con Argentina no se relacionaba con los derechos humanos de los dos países, dado que la represión en Argentina fue incluso de mayor alcance (aunque más oculta) que en Chile".
Lo anterior quedó muy claro con motivo del inicio de las primeras sesiones del flamante Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, donde varios representantes expusieron en Ginebra en el "Segmento de alto nivel", entre el 19 y el 30 de junio de 2006. Al respecto, vale la pena destacar las intervenciones de Paulina Veloso, ministra secretaria de la Presidencia de Chile, y de Jorge Taiana, canciller de la República Argentina.
Veloso señaló lo siguiente: "Quisiera aprovechar esta ocasión para hacer un reconocimiento especial a la labor realizada por la Comisión de Derechos Humanos durante sus sesenta años de existencia. Entre los logros de la Comisión, sin duda debemos destacar los procedimientos especiales, que fueron decisivos para que nuestro país superara un período oscuro de su historia, cuando la democracia chilena fue interrumpida abruptamente y se cometieron graves violaciones a los derechos humanos y libertades fundamentales".
Por su parte, Taiana, recordó lo siguiente: "La Comisión que hoy termina sus funciones fue efectivamente muchas veces politizada, ineficaz e inoperante. De hecho mi país sufrió esa politización, cuando bajo un equilibrio bipolar que era indiferente a los derechos humanos, las violaciones masivas y sistemáticas de derechos humanos en la Argentina, durante la dictadura militar, nunca fueron motivo de consideración por el pleno de esta Comisión".
Honestidad en duda
El gobierno de Néstor Kirchner y los familiares de las víctimas de violaciones a los derechos humanos en Argentina deberían preguntarse lo siguiente: ¿Por qué la dictadura de Pinochet fue condenada y la argentina no? Realmente, quienes se interesan en serio "la lucha contra la impunidad: la memoria, la verdad, la justicia y la reparación" deberían exigir explicaciones a Fidel Castro.
Si la dictadura de Pinochet fue reprobada en Ginebra, mientras que los militares argentinos se salvaron de esa condena internacional, ello se debió a la intervención del régimen cubano.
Kezia McKeague aporta más argumentos al respecto: "Cuba y Argentina cooperaron en la Comisión de Derechos Humanos a pesar de sus conspicuas diferencias ideológicas. ¿Por qué un régimen comunista apoyó a una junta militar fervientemente anticomunista, cuyo principal objetivo era eliminar la subversión de izquierda?".
Y agrega: "el régimen militar buscó activamente aliados como Cuba para evitar el aislamiento internacional experimentado por Chile. De cara a las críticas de los gobiernos europeos y de la administración Carter, las alianzas típicas se invertían en Ginebra, con una junta anticomunista, pro-occidente acudiendo a países socialistas y en desarrollo para protegerse de las cuestiones de derechos humanos. La membresía simultánea de Cuba en el bloque latinoamericano, el campo socialista y el movimiento de no alineados la ponía en una posición particularmente influyente para los intereses de Argentina".
McKeague concluye que "una convergencia básica de intereses hizo que Cuba estuviera dispuesta a condonar las violaciones de derechos humanos de Argentina, aunque otras motivaciones pragmáticas que tenían poco que ver con los derechos humanos determinaron el trato dispar hacia Argentina y Chile".
¿Por qué entonces el gobierno de Kirchner y personajes como el diputado nacional Miguel Bonasso no le exigen explicaciones públicas al dictador Fidel Castro por su complicidad en bloquear la condena en Ginebra a la dictadura militar? ¿Por qué no hacen lo propio las organizaciones no gubernamentales y los medios de comunicación que se dedican en Argentina a la lucha contra la impunidad?
La falta de respuesta a estos interrogantes pone en duda, en todos los casos, la honesta defensa que se hace de los derechos humanos.
* Publicado por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).
Cubaencuentro.com (España)
Buenos Aires perdió una oportunidad para criticar a La Habana y a los No Alineados por su complicidad con la dictadura militar.
Gabriel Salvia, Buenos Aires
Del 11 al 16 de septiembre se realizó la Cumbre de Países No Alineados en La Habana, lo cual hubiese sido una ocasión ideal para que el gobierno del presidente argentino Néstor Kirchner le exigiera públicamente un mea culpa a Cuba y al NOAL por la complicidad con la dictadura militar argentina.
Al respecto, parece escapar a la memoria de varios funcionarios del gobierno, legisladores, periodistas y activistas de derechos humanos de Argentina el hecho de que el régimen de Fidel Castro fue un actor decisivo para bloquear la condena a la dictadura militar argentina en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, para lo cual operó junto a los países del Movimiento de No Alineados y del extinto bloque socialista, evitando la condena internacional promovida por Estados Unidos.
Asimismo, vale la pena recordar que mientras en Argentina se perseguía, detenía y asesinaba a personas por motivos políticos, el régimen cubano invitó al dictador Jorge Rafael Videla a participar de la sexta Cumbre de Países No Alineados, que se realizó en La Habana en el año 1979, a la que finalmente asistió en su representación el comodoro Carlos Cavandoli, funcionario de la cancillería.
A pesar de su oposición ideológica a los objetivos no alineados, la junta militar argentina se había mantenido en el NOAL para obtener el respaldo de un grupo numéricamente importante en cuestiones como los derechos humanos y las Islas Malvinas. Y su pragmatismo fue recompensado en 1979, como lo reconoció más tarde un informe de la Cancillería de la República Argentina:
"La evolución de la participación argentina en el Movimiento demuestra que ha sido como consecuencia de una actividad diplomática positiva y fértil que la República pudo lograr los apoyos necesarios para un tratamiento decoroso del caso argentino en la Comisión de Derechos Humanos, como consecuencia de la decidida actuación en su favor de los miembros No Alineados de la Comisión. Ello se puso de manifiesto en el 35° Período de Sesiones (febrero de 1979), poco tiempo después de la concurrencia del Ministro de Relaciones Exteriores, Vicealmirante Oscar Antonio Montes, a la Conferencia de Cancilleres realizada en Belgrado en julio de 1978".
Pinochet sí, Videla no
En una investigación académica realizada por Kezia McKeague se documenta la complicidad del régimen de Fidel Castro con la dictadura militar argentina y se destaca la diferencia que hubo respecto a la dictadura de Pinochet.
Allí, McKeague señala que "las múltiples fuentes de cooperación cubano-argentina pueden comprenderse mejor examinando el contraste con la política cubana hacia Chile. El régimen militar chileno se convirtió en paria de Naciones Unidas, sujeto a investigaciones específicas del país y a varias condenas públicas. Cuba, junto con el resto del bloque socialista y de la mayoría de los países no alineados, votó consistentemente a favor de esas resoluciones condenatorias. La diferencia con Argentina no se relacionaba con los derechos humanos de los dos países, dado que la represión en Argentina fue incluso de mayor alcance (aunque más oculta) que en Chile".
Lo anterior quedó muy claro con motivo del inicio de las primeras sesiones del flamante Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, donde varios representantes expusieron en Ginebra en el "Segmento de alto nivel", entre el 19 y el 30 de junio de 2006. Al respecto, vale la pena destacar las intervenciones de Paulina Veloso, ministra secretaria de la Presidencia de Chile, y de Jorge Taiana, canciller de la República Argentina.
Veloso señaló lo siguiente: "Quisiera aprovechar esta ocasión para hacer un reconocimiento especial a la labor realizada por la Comisión de Derechos Humanos durante sus sesenta años de existencia. Entre los logros de la Comisión, sin duda debemos destacar los procedimientos especiales, que fueron decisivos para que nuestro país superara un período oscuro de su historia, cuando la democracia chilena fue interrumpida abruptamente y se cometieron graves violaciones a los derechos humanos y libertades fundamentales".
Por su parte, Taiana, recordó lo siguiente: "La Comisión que hoy termina sus funciones fue efectivamente muchas veces politizada, ineficaz e inoperante. De hecho mi país sufrió esa politización, cuando bajo un equilibrio bipolar que era indiferente a los derechos humanos, las violaciones masivas y sistemáticas de derechos humanos en la Argentina, durante la dictadura militar, nunca fueron motivo de consideración por el pleno de esta Comisión".
Honestidad en duda
El gobierno de Néstor Kirchner y los familiares de las víctimas de violaciones a los derechos humanos en Argentina deberían preguntarse lo siguiente: ¿Por qué la dictadura de Pinochet fue condenada y la argentina no? Realmente, quienes se interesan en serio "la lucha contra la impunidad: la memoria, la verdad, la justicia y la reparación" deberían exigir explicaciones a Fidel Castro.
Si la dictadura de Pinochet fue reprobada en Ginebra, mientras que los militares argentinos se salvaron de esa condena internacional, ello se debió a la intervención del régimen cubano.
Kezia McKeague aporta más argumentos al respecto: "Cuba y Argentina cooperaron en la Comisión de Derechos Humanos a pesar de sus conspicuas diferencias ideológicas. ¿Por qué un régimen comunista apoyó a una junta militar fervientemente anticomunista, cuyo principal objetivo era eliminar la subversión de izquierda?".
Y agrega: "el régimen militar buscó activamente aliados como Cuba para evitar el aislamiento internacional experimentado por Chile. De cara a las críticas de los gobiernos europeos y de la administración Carter, las alianzas típicas se invertían en Ginebra, con una junta anticomunista, pro-occidente acudiendo a países socialistas y en desarrollo para protegerse de las cuestiones de derechos humanos. La membresía simultánea de Cuba en el bloque latinoamericano, el campo socialista y el movimiento de no alineados la ponía en una posición particularmente influyente para los intereses de Argentina".
McKeague concluye que "una convergencia básica de intereses hizo que Cuba estuviera dispuesta a condonar las violaciones de derechos humanos de Argentina, aunque otras motivaciones pragmáticas que tenían poco que ver con los derechos humanos determinaron el trato dispar hacia Argentina y Chile".
¿Por qué entonces el gobierno de Kirchner y personajes como el diputado nacional Miguel Bonasso no le exigen explicaciones públicas al dictador Fidel Castro por su complicidad en bloquear la condena en Ginebra a la dictadura militar? ¿Por qué no hacen lo propio las organizaciones no gubernamentales y los medios de comunicación que se dedican en Argentina a la lucha contra la impunidad?
La falta de respuesta a estos interrogantes pone en duda, en todos los casos, la honesta defensa que se hace de los derechos humanos.
* Publicado por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).