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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos
Las aventuras de Jean Ziegler
Jean Ziegler ejemplifica la corrupción moral de Naciones Unidas y las élites intelectuales socialistas que se han adueñado de enormes partes de esa organización. Es un agente de las peores dictaduras del mundo, como lo ha demostrado ampliamente su carrera. Si accediese al Consejo de Derechos Humanos, de por sí una institución deslegitimada, sólo contribuiría a erosionar aún más la concepción de los derechos humanos. Eso es, después de todo, lo que buscan esos regímenes: quitarle el significado a las palabras.Por Pablo Brum
Existe un término en hebreo que ha adoptado la sociedad estadounidense:
chutzpah . La razón es la misma que lleva a la adopción de toda palabra
extranjera: que no hay un equivalente en el idioma local. Chutzpah es
mitad audacia y mitad hipocresía. Es una actitud hipócrita e insolente,
atrevida, descarada. Chutzpah es lo que tiene Jean Ziegler.
Este ciudadano suizo tiene una carrera típica del intelectual, militante y
fanático del comunismo del siglo XX. Toda su vida se ha dedicado a combatir la
libertad y los derechos humanos, y a promocionar dictaduras. Ahora, Ziegler está
por alcanzar un empleo en Naciones Unidas aún más alto del que ya tiene. Pasaría
de ser el Relator Especial sobre el Derecho a la Alimentación a
convertirse en uno de los tres asesores occidentales del Consejo de Derechos
Humanos de Naciones Unidas.
Ziegler merece ser estudiado por personificar un caso particularmente dañino
de chutzpah . La razón es que los empleos que le han dado Naciones
Unidas y algunas actividades en las que ha participado lo encasillaron como un
defensor de los derechos humanos. La explicación de semejante inversión moral es
que Ziegler es apoyado por numerosas dictaduras y sus máquinas propagandísticas.
Un estudio de la
carrera de Ziegler, ya realizado por la organización UN Watch, revela que se ha
comportado como un verdadero agitador comunista. Dicha organización ha mostrado
que Ziegler participó arma en mano en operaciones terroristas en Eritrea y
colaboró de forma entusiasta con el gobierno comunista de Cuba.
Son precisamente Cuba y otro país los principales padrinos de Ziegler en el
ámbito internacional. El dictador de Libia, Muammar Khaddafi, es quien más apoyo
le ha prestado al intelectual suizo. La más conocida de sus colaboraciones es la
creación del orwelliano Premio Khadaffi de Derechos Humanos . El mismo
consiste en un reconocimiento a distintas personalidades del mundo comunista,
antisemita y terrorista por sus contribuciones a la causa. El premio Khaddafi
resulta como un Nobel de la Violencia, sólo que sin la cena de gala en
Estocolmo.[1] El propio Ziegler, padre intelectual de la idea, lo ha recibido.
En su actividad bajo la bandera de Naciones Unidas en los últimos ocho años,
Ziegler ha causado enormes daños a la reputación de su empleador. Se ha dedicado
a criticar a Estados Unidos por su embargo parcial a Cuba y a Israel por
defenderse del terrorismo palestino. Su amistad con los comunistas cubanos es de
larga data: de hecho, su puesto en sí fue inventado y propuesto por Cuba, con un
solo candidato en mente: el propio Ziegler.
Aunque ningún texto histórico ni ninguna concepción adecuada de los derechos
humanos incluyen un “derecho a la alimentación”, eso no ha impedido a Naciones
Unidas y sus ejércitos de sociólogos la creación de más obligaciones imaginarias
para los estados. El supuesto derecho a la alimentación no es más que un
pretexto para que Cuba critique el embargo de Estados Unidos. He ahí un ejemplo
de chutzpah , ya que ese país hace una excepción a su propio embargo
precisamente para exportar alimentos a Cuba.
Ziegler ha aprovechado el megáfono de Naciones Unidas para disparar todo tipo
de calumnias y mentiras. Ha acusado a Estados Unidos, uno de los países que
detuvo el Holocausto, de genocidio. Ha comparado a Israel, el país de los
judíos, con Nazis que tienen víctimas en campos de concentración. Se ha codeado
no sólo con dictadores, sino con asesinos en masa como Robert Mugabe, Saddam
Hussein y Kim Il-sung.
Jean Ziegler ejemplifica la corrupción moral de Naciones Unidas y las élites
intelectuales socialistas que se han adueñado de enormes partes de esa
organización. Es un agente de las peores dictaduras del mundo, como lo ha
demostrado ampliamente su carrera. Si accediese al Consejo de Derechos Humanos,
de por sí una institución deslegitimada, sólo contribuiría a erosionar aún más
la concepción de los derechos humanos. Eso es, después de todo, lo que buscan
esos regímenes: quitarle el significado a las palabras.
Ziegler es amigo íntimo del peor gobierno de la historia de América, el
régimen comunista de Cuba. Los dueños de La Habana se deleitarán si éste llegase
a ocupar un puesto en Ginebra, y sin duda lo recibirán en su ciudad al poco
tiempo para festejarlo. Es por eso que las pocas democracias morales que quedan
en el Consejo deben votar en contra de Ziegler y trabajar para que Suiza, el
país que propuso su candidatura, la retire.
Pablo Brum es Coordinador de Programas de CADAL en Uruguay.
[1] Sí conlleva un aporte de USD 250.000 del contribuyente
libio.
Pablo BrumInvestigador Asociado del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL). Es licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad ORT, Uruguay. Entre sus publicaciones en CADAL se encuentran: “El Examen Periódico Universal: Oportunidad inesperada en el Consejo de Derechos Humanos”, “Evaluando a la Alta Comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas”; y “Rogue States: Acerca de un concepto interesante y su aplicación a América Latina”.
Existe un término en hebreo que ha adoptado la sociedad estadounidense: chutzpah . La razón es la misma que lleva a la adopción de toda palabra extranjera: que no hay un equivalente en el idioma local. Chutzpah es mitad audacia y mitad hipocresía. Es una actitud hipócrita e insolente, atrevida, descarada. Chutzpah es lo que tiene Jean Ziegler.
Este ciudadano suizo tiene una carrera típica del intelectual, militante y fanático del comunismo del siglo XX. Toda su vida se ha dedicado a combatir la libertad y los derechos humanos, y a promocionar dictaduras. Ahora, Ziegler está por alcanzar un empleo en Naciones Unidas aún más alto del que ya tiene. Pasaría de ser el Relator Especial sobre el Derecho a la Alimentación a convertirse en uno de los tres asesores occidentales del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
Ziegler merece ser estudiado por personificar un caso particularmente dañino de chutzpah . La razón es que los empleos que le han dado Naciones Unidas y algunas actividades en las que ha participado lo encasillaron como un defensor de los derechos humanos. La explicación de semejante inversión moral es que Ziegler es apoyado por numerosas dictaduras y sus máquinas propagandísticas.
Un estudio de la carrera de Ziegler, ya realizado por la organización UN Watch, revela que se ha comportado como un verdadero agitador comunista. Dicha organización ha mostrado que Ziegler participó arma en mano en operaciones terroristas en Eritrea y colaboró de forma entusiasta con el gobierno comunista de Cuba.
Son precisamente Cuba y otro país los principales padrinos de Ziegler en el ámbito internacional. El dictador de Libia, Muammar Khaddafi, es quien más apoyo le ha prestado al intelectual suizo. La más conocida de sus colaboraciones es la creación del orwelliano Premio Khadaffi de Derechos Humanos . El mismo consiste en un reconocimiento a distintas personalidades del mundo comunista, antisemita y terrorista por sus contribuciones a la causa. El premio Khaddafi resulta como un Nobel de la Violencia, sólo que sin la cena de gala en Estocolmo.[1] El propio Ziegler, padre intelectual de la idea, lo ha recibido.
En su actividad bajo la bandera de Naciones Unidas en los últimos ocho años, Ziegler ha causado enormes daños a la reputación de su empleador. Se ha dedicado a criticar a Estados Unidos por su embargo parcial a Cuba y a Israel por defenderse del terrorismo palestino. Su amistad con los comunistas cubanos es de larga data: de hecho, su puesto en sí fue inventado y propuesto por Cuba, con un solo candidato en mente: el propio Ziegler.
Aunque ningún texto histórico ni ninguna concepción adecuada de los derechos humanos incluyen un “derecho a la alimentación”, eso no ha impedido a Naciones Unidas y sus ejércitos de sociólogos la creación de más obligaciones imaginarias para los estados. El supuesto derecho a la alimentación no es más que un pretexto para que Cuba critique el embargo de Estados Unidos. He ahí un ejemplo de chutzpah , ya que ese país hace una excepción a su propio embargo precisamente para exportar alimentos a Cuba.
Ziegler ha aprovechado el megáfono de Naciones Unidas para disparar todo tipo de calumnias y mentiras. Ha acusado a Estados Unidos, uno de los países que detuvo el Holocausto, de genocidio. Ha comparado a Israel, el país de los judíos, con Nazis que tienen víctimas en campos de concentración. Se ha codeado no sólo con dictadores, sino con asesinos en masa como Robert Mugabe, Saddam Hussein y Kim Il-sung.
Jean Ziegler ejemplifica la corrupción moral de Naciones Unidas y las élites intelectuales socialistas que se han adueñado de enormes partes de esa organización. Es un agente de las peores dictaduras del mundo, como lo ha demostrado ampliamente su carrera. Si accediese al Consejo de Derechos Humanos, de por sí una institución deslegitimada, sólo contribuiría a erosionar aún más la concepción de los derechos humanos. Eso es, después de todo, lo que buscan esos regímenes: quitarle el significado a las palabras.
Ziegler es amigo íntimo del peor gobierno de la historia de América, el régimen comunista de Cuba. Los dueños de La Habana se deleitarán si éste llegase a ocupar un puesto en Ginebra, y sin duda lo recibirán en su ciudad al poco tiempo para festejarlo. Es por eso que las pocas democracias morales que quedan en el Consejo deben votar en contra de Ziegler y trabajar para que Suiza, el país que propuso su candidatura, la retire.
Pablo Brum es Coordinador de Programas de CADAL en Uruguay.
[1] Sí conlleva un aporte de USD 250.000 del contribuyente libio.