Reseñas
Análisis Latino
``Del buen salvaje al buen revolucionario'' de Carlos Rangel
Sin dejar de notar que Estados Unidos ha cometido abusos e intromisiones en la región, descarta la hipótesis de que sea esta nación la causante de nuestro subdesarrollo. El crecimiento de Estados Unidos no se explica por haber abusado de Latinoamérica, sino al contrario, la actitud imperialista de Estados Unidos viene luego de haber superado a Latinoamérica económica y militarmente. Rangel cuestiona también esa recurrente manía de los latinoamericanos de suponernos de alguna manera moralmente superiores al anglosajón materialista como una manera de justificar nuestra pobreza.Por Javier Paz García
Los seres humanos tenemos la tendencia a atribuir nuestros éxitos a nosotros mismos y buscar culpables externos de nuestros fracasos. Los latinoamericanos padecemos de este síntoma de manera crónica y aguda. Abundan los escritores, historiadores, sociólogos, poetas, músicos, economistas, políticos y todo tipo de intelectuales que han buscado las causas de la pobreza y el subdesarrollo latinoamericano en todas partes menos los propios latinoamericanos. La víctima más frecuente de este nuestro victimismo ha sido Estados Unidos.
Del buen salvaje al buen revolucionario de Carlos Rangel (Venezuela, 1929 – 1988) tiene la particularidad de ser un libro autocrítico en una cultura (la nuestra) donde la autocrítica no se practica. Rangel analiza la historia del continente americano buscando explicar las causas del estancamiento de Latinoamérica mientras el norte anglosajón prosperaba. Sin dejar de notar que Estados Unidos ha cometido abusos e intromisiones en la región, descarta la hipótesis de que sea esta nación la causante de nuestro subdesarrollo. Indica que en sus inicios esta nación era tan o más pobre que los países hispanoamericanos. El crecimiento de Estados Unidos no se explica por haber abusado de Latinoamérica, sino al contrario, la actitud imperialista de Estados Unidos viene luego de haber superado a Latinoamérica económica y militarmente. Rangel cuestiona también esa recurrente manía de los latinoamericanos de suponernos de alguna manera moralmente superiores al anglosajón materialista como una manera de justificar nuestra pobreza.
Y volvemos a la pregunta clave: si ambas regiones nacieron a la independencia más o menos en la misma época y en igualdad de condiciones ¿por qué prosperó el norte y se estancó el sur? El análisis y la interpretación de la historia que hace Rangel para responder esta pregunta no son nada menos que magistrales. Con un espíritu autocrítico excepcional y con una imparcialidad que no hace miramientos entre gobiernos de izquierda o derecha, e incluso entre gobiernos democráticos o dictaduras, analiza la historia hispanoamericana y presenta una explicación convincente de nuestra pobreza y subdesarrollo.
El libro nos aleja de esa autocomplacencia de pensar que nuestros males son causados por agentes externos o conspiraciones mundiales. Lo positivo de esto es que al ser nuestras acciones las principales causantes de nuestro retraso, pues está en nosotros y en nadie más cambiar para prosperar. En este sentido el libro también es un ataque contra el fatalismo conformista. Del buen salvaje al buen revolucionario fue publicado en la década de los 70; sin embargo, pareciera que fue escrito ayer, lo que indica (tristemente) que nada ha cambiado y en nada hemos cambiado.
Fuente: Blog de Javier Paz
Javier Paz García
Los seres humanos tenemos la tendencia a atribuir nuestros éxitos a nosotros mismos y buscar culpables externos de nuestros fracasos. Los latinoamericanos padecemos de este síntoma de manera crónica y aguda. Abundan los escritores, historiadores, sociólogos, poetas, músicos, economistas, políticos y todo tipo de intelectuales que han buscado las causas de la pobreza y el subdesarrollo latinoamericano en todas partes menos los propios latinoamericanos. La víctima más frecuente de este nuestro victimismo ha sido Estados Unidos.
Del buen salvaje al buen revolucionario de Carlos Rangel (Venezuela, 1929 – 1988) tiene la particularidad de ser un libro autocrítico en una cultura (la nuestra) donde la autocrítica no se practica. Rangel analiza la historia del continente americano buscando explicar las causas del estancamiento de Latinoamérica mientras el norte anglosajón prosperaba. Sin dejar de notar que Estados Unidos ha cometido abusos e intromisiones en la región, descarta la hipótesis de que sea esta nación la causante de nuestro subdesarrollo. Indica que en sus inicios esta nación era tan o más pobre que los países hispanoamericanos. El crecimiento de Estados Unidos no se explica por haber abusado de Latinoamérica, sino al contrario, la actitud imperialista de Estados Unidos viene luego de haber superado a Latinoamérica económica y militarmente. Rangel cuestiona también esa recurrente manía de los latinoamericanos de suponernos de alguna manera moralmente superiores al anglosajón materialista como una manera de justificar nuestra pobreza.
Y volvemos a la pregunta clave: si ambas regiones nacieron a la independencia más o menos en la misma época y en igualdad de condiciones ¿por qué prosperó el norte y se estancó el sur? El análisis y la interpretación de la historia que hace Rangel para responder esta pregunta no son nada menos que magistrales. Con un espíritu autocrítico excepcional y con una imparcialidad que no hace miramientos entre gobiernos de izquierda o derecha, e incluso entre gobiernos democráticos o dictaduras, analiza la historia hispanoamericana y presenta una explicación convincente de nuestra pobreza y subdesarrollo.
El libro nos aleja de esa autocomplacencia de pensar que nuestros males son causados por agentes externos o conspiraciones mundiales. Lo positivo de esto es que al ser nuestras acciones las principales causantes de nuestro retraso, pues está en nosotros y en nadie más cambiar para prosperar. En este sentido el libro también es un ataque contra el fatalismo conformista. Del buen salvaje al buen revolucionario fue publicado en la década de los 70; sin embargo, pareciera que fue escrito ayer, lo que indica (tristemente) que nada ha cambiado y en nada hemos cambiado.
Fuente: Blog de Javier Paz