Prensa
Promoción de la Apertura Política en Cuba
«La gente en Cuba está cada día más desesperada»
Con más de veinte años de labor diplomática en América Latina, Ingemar Cederberg dice haber tenido el privilegio de ser testigo de momentos cruciales para la democracia del continente. Haciendo un breve repaso, menciona su estadía en Guatemala y su apoyo al proceso de paz y a la salida pacífica del conflicto que se desarrollaba en aquel país, su participación en la transición chilena y también en la Paraguaya, entre el fin del gobierno de Stroessner y la democracia. Cederberg vivió en Cuba entre 2005 y 2010 enviado por la Embajada de Suecia. En diálogo con Infobae América, compartió sus experiencias sobre el gobierno de los Castro.
Fuente: Infobae (Argentina)
Con más de veinte años de labor diplomática en América Latina, Ingemar Cederberg dice haber tenido el privilegio de ser testigo de momentos cruciales para la democracia del continente. Haciendo un breve repaso, menciona su estadía en Guatemala y su apoyo al proceso de paz y a la salida pacífica del conflicto que se desarrollaba en aquel país, su participación en la transición chilena y también en la Paraguaya, entre el fin del gobierno de Stroessner y la democracia.
Ingemar Cederberg recibiendo la plaqueta del Premio a la Diplomacia Comprometida en Cuba 2009-2010 ante un cerrado y prolongado aplauso de los presentes. Cederberg se desempeñó como Ministro Consejero y Jefe de Misión Adjunto en la Embajada de Suecia de La Habana entre 2005 y septiembre de 2010.
El proceso de paz que se desarrolla en Colombia entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC le recuerda a su participación en el que llevó adelante el presidente Pastrana (1970-1974), y aunque aquella vez no resultó según lo esperado, sigue las negociaciones actuales con optimismo y esperanza.
“Latinoamérica está ahora mucho mejor que hace unos años en todos los sentidos, y es necesario que ustedes sean consientes de esos cambios. La democracia no es un estado de cosas, sino una lucha constante por su defensa y su profundización”
En el día Internacional de los Derechos Humanos, Cederberg visitó Buenos Aires para la presentación del libro “Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba. De la Primavera Negra a la liberación de los presos políticos”, compilado por Gabriel Salvia y editado por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL). Habló de su experiencia en la isla y su visión sobre el proceso actual de reformas, además de brindar su visión sobre la situación de Latinoamérica.
-Usted recibió un premio a la Diplomacia Comprometida por su labor en la embajada sueca en Cuba entre el 2009 y el 2010. Más allá del reconocimiento, ¿en qué consiste ser un diplomático comprometido con la realidad cubana?
Primero que nada, creo que hay muchos que merecen ser premiados en Cuba antes que yo. Me refiero a los disidentes y opositores cubanos. Nosotros que venimos de afuera les prestamos apoyo escuchándolos y difundiendo su situación. Es lo mínimo que podemos hacer. Tiene que ver con la esencia de la actividad diplomática. Hicimos nuestra tarea en nombre de la Unión Europea, que viene brindando su apoyo hace años, a pesar del costo que esto le trae. Y para nosotros no fue una tarea sin dificultades. Sin embargo y a pesar de todo, estoy convencido de que la experiencia ha sido un enorme privilegio.
-¿Cómo describiría, según su experiencia allí, la situación de la isla?
En Cuba actualmente existe un esquema que surge con la revolución pero que perdura hasta hoy, a partir del cual el gobierno instaló la percepción de que el país se encuentra rodeado de enemigos, particularmente del enemigo del norte, Estados Unidos. Esto está vinculado con la situación que se vivía durante la Guerra Fría, pero esta situación se ha modificado y sin embargo en Cuba persiste esto, como un mecanismo del los Castro para mantenerse en el poder. Los principales perjudicados por el sostenimiento de este modelo son los cubanos, que sufren las violaciones de sus derechos por parte del régimen.
¿Cuál es su lectura sobre el proceso de reformas que hoy atraviesa Cuba?
Yo creo que internamente es un proceso que rinde muy pocos frutos. La gente cubana está cada día más desesperada porque se habla mucho de un cambio, pero éste nunca se produce. Por mi estadía en el país puedo asegurar que más allá de lo que dice el gobierno, no ha cambiado prácticamente nada. Solamente ha habido más promesas. Sí es cierto que liberaron a muchos disidentes, eso sí. Esto ha sido muy positivo y es una señal de que el régimen ha tenido que ceder en una serie de puntos. Pero más allá de esto, hoy en día se sigue practicando la misma política, por lo que no va a cambiar la situación mientras continúen al mando los hermanos Castro. La esperanza más grande hoy es el pueblo cubano y su lucha diaria para el cambio. También veo una esperanza en algunos datos que surgen de las elecciones en Estados Unidos. Estos reflejan que existe allí una generación joven de cubanos exiliados que han experimentado una migración política, del Partido Republicano al Partido Demócrata, y por lo tanto a mi entender son más modernos y ven el conflicto de una forma más racional. Esta nueva óptica de los exiliados cubanos creo que de alguna forma va a ser un gran aporte para el pueblo que vive en la isla.
¿Cuáles son las experiencias concretas más importantes que están reflejados en el libro que está presentando hoy?
Yo creo que la muestra de solidaridad más importante la hemos dado frente a lo que fue conocido como “Primavera Negra” en 2003. A partir de un movimiento impulsado por Oswaldo Payá llamado Proyecto Varela a partir del cual, basándose en el artículo 88 de la Constitución cubana de 1976 por el que los ciudadanos pueden proponer leyes reuniendo un mínimo de 10.000 firmas, se proponían una serie de modificaciones para ampliar los derechos civiles en la isla. A pesar de haber reunido las firmas de más de 15.000 personas y de que esto había significado una gran manifestación de la sociedad civil como nunca se había visto en Cuba, el estado desconoció los nombres y se las arregló para declararlas ilegítimas. A esto se sumó un movimiento de periodistas que estaban publicando información sobre lo que ocurría al interior del país enfadó muchísimo a Fidel, por lo que se recrudeció la represión y se procedió a encarcelar a 75 opositores. Además de denunciar y difundir lo ocurrido, y ya que no teníamos permiso para ir a las cárceles a visitar a los presos, nos pusimos en contacto con los familiares, organizamos una cadena para poder visitarlos y llevarles nuestro apoyo. La situación deplorable que vivían los familiares era muy visible para nosotros: los niños no podían seguir sus estudios, algunos miembros de la familia tenían problemas para conseguir empleo, e incluso sufrían el faltante de medicinas.
¿Ha conocido a Fidel Castro? ¿Cuál es la relación que mantiene el régimen castrista con los embajadores extranjeros?
En Cuba es muy difícil que un diplomático conozca directamente al jefe de Estado. Conocer a Fidel Castro o ahora mismo a Raúl es un privilegio de unos pocos. Alguien como Hugo Chávez puede tener ese privilegio por ejemplo, y algunos pocos más. Tampoco en sus años gloriosos Fidel tenía mucho contacto con una embajada cualquiera. Siempre mantuvo contacto sí con las embajadas de los países con los que él mantenía algún interés particular. Esto significaba un límite muy grande para la vida diplomática, en el sentido de que no podíamos invitar a nuestra casa a cubanos, porque ésto hubiera significado serios problemas para nuestros visitantes. El régimen no veía con buenos ojos que los cubanos tuvieran el más mínimo contacto con nosotros. Nuestro contacto con el Estado era a través del ministerio de Relaciones Exteriores, y en el caso de querer tener contacto con algún otro ministerio, había que pedir permiso a ese mismo ministerio. Supongo que la situación es equiparable a lo que sucedía en Moscú durante la Guerra Fría.
Usted ha desarrollado funciones diplomáticas en diferentes países latinoamericanos ¿Cuál es su visión sobre la actualidad del continente?
Con 20 años en América Latina he conocido distintos países y distintas situaciones, por lo que puedo constatar que la situación es mucho mejor hoy en todos los sentidos. La excepción es Cuba, o en algún sentido México a raíz del problema del narcotráfico, pero en otros países creo que se ha avanzado en los casos en los que ha habido duros conflictos internos o represión. Se han hecho valiosas autocríticas por parte de los regímenes y se ha llegado a la solución de los conflictos de forma muy inteligente; ojalá esto influya a largo plazo. Creo que hoy en día Latinoamérica está en buen camino. Ustedes los latinoamericanos tienen que ser muy conscientes de estos avances para pelear por mantenerlos, porque la democracia no es un estado de cosas, sino que es una lucha permanente por su defensa y profundización.
América Infobae (Buenos Aires, Argentina), 11 de diciembre de 2012
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Con más de veinte años de labor diplomática en América Latina, Ingemar Cederberg dice haber tenido el privilegio de ser testigo de momentos cruciales para la democracia del continente. Haciendo un breve repaso, menciona su estadía en Guatemala y su apoyo al proceso de paz y a la salida pacífica del conflicto que se desarrollaba en aquel país, su participación en la transición chilena y también en la Paraguaya, entre el fin del gobierno de Stroessner y la democracia.
Ingemar Cederberg recibiendo la plaqueta del Premio a la Diplomacia Comprometida en Cuba 2009-2010 ante un cerrado y prolongado aplauso de los presentes. Cederberg se desempeñó como Ministro Consejero y Jefe de Misión Adjunto en la Embajada de Suecia de La Habana entre 2005 y septiembre de 2010.
El proceso de paz que se desarrolla en Colombia entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC le recuerda a su participación en el que llevó adelante el presidente Pastrana (1970-1974), y aunque aquella vez no resultó según lo esperado, sigue las negociaciones actuales con optimismo y esperanza.
“Latinoamérica está ahora mucho mejor que hace unos años en todos los sentidos, y es necesario que ustedes sean consientes de esos cambios. La democracia no es un estado de cosas, sino una lucha constante por su defensa y su profundización”
En el día Internacional de los Derechos Humanos, Cederberg visitó Buenos Aires para la presentación del libro “Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba. De la Primavera Negra a la liberación de los presos políticos”, compilado por Gabriel Salvia y editado por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL). Habló de su experiencia en la isla y su visión sobre el proceso actual de reformas, además de brindar su visión sobre la situación de Latinoamérica.
-Usted recibió un premio a la Diplomacia Comprometida por su labor en la embajada sueca en Cuba entre el 2009 y el 2010. Más allá del reconocimiento, ¿en qué consiste ser un diplomático comprometido con la realidad cubana?
Primero que nada, creo que hay muchos que merecen ser premiados en Cuba antes que yo. Me refiero a los disidentes y opositores cubanos. Nosotros que venimos de afuera les prestamos apoyo escuchándolos y difundiendo su situación. Es lo mínimo que podemos hacer. Tiene que ver con la esencia de la actividad diplomática. Hicimos nuestra tarea en nombre de la Unión Europea, que viene brindando su apoyo hace años, a pesar del costo que esto le trae. Y para nosotros no fue una tarea sin dificultades. Sin embargo y a pesar de todo, estoy convencido de que la experiencia ha sido un enorme privilegio.
-¿Cómo describiría, según su experiencia allí, la situación de la isla?
En Cuba actualmente existe un esquema que surge con la revolución pero que perdura hasta hoy, a partir del cual el gobierno instaló la percepción de que el país se encuentra rodeado de enemigos, particularmente del enemigo del norte, Estados Unidos. Esto está vinculado con la situación que se vivía durante la Guerra Fría, pero esta situación se ha modificado y sin embargo en Cuba persiste esto, como un mecanismo del los Castro para mantenerse en el poder. Los principales perjudicados por el sostenimiento de este modelo son los cubanos, que sufren las violaciones de sus derechos por parte del régimen.
¿Cuál es su lectura sobre el proceso de reformas que hoy atraviesa Cuba?
Yo creo que internamente es un proceso que rinde muy pocos frutos. La gente cubana está cada día más desesperada porque se habla mucho de un cambio, pero éste nunca se produce. Por mi estadía en el país puedo asegurar que más allá de lo que dice el gobierno, no ha cambiado prácticamente nada. Solamente ha habido más promesas. Sí es cierto que liberaron a muchos disidentes, eso sí. Esto ha sido muy positivo y es una señal de que el régimen ha tenido que ceder en una serie de puntos. Pero más allá de esto, hoy en día se sigue practicando la misma política, por lo que no va a cambiar la situación mientras continúen al mando los hermanos Castro. La esperanza más grande hoy es el pueblo cubano y su lucha diaria para el cambio. También veo una esperanza en algunos datos que surgen de las elecciones en Estados Unidos. Estos reflejan que existe allí una generación joven de cubanos exiliados que han experimentado una migración política, del Partido Republicano al Partido Demócrata, y por lo tanto a mi entender son más modernos y ven el conflicto de una forma más racional. Esta nueva óptica de los exiliados cubanos creo que de alguna forma va a ser un gran aporte para el pueblo que vive en la isla.
¿Cuáles son las experiencias concretas más importantes que están reflejados en el libro que está presentando hoy?
Yo creo que la muestra de solidaridad más importante la hemos dado frente a lo que fue conocido como “Primavera Negra” en 2003. A partir de un movimiento impulsado por Oswaldo Payá llamado Proyecto Varela a partir del cual, basándose en el artículo 88 de la Constitución cubana de 1976 por el que los ciudadanos pueden proponer leyes reuniendo un mínimo de 10.000 firmas, se proponían una serie de modificaciones para ampliar los derechos civiles en la isla. A pesar de haber reunido las firmas de más de 15.000 personas y de que esto había significado una gran manifestación de la sociedad civil como nunca se había visto en Cuba, el estado desconoció los nombres y se las arregló para declararlas ilegítimas. A esto se sumó un movimiento de periodistas que estaban publicando información sobre lo que ocurría al interior del país enfadó muchísimo a Fidel, por lo que se recrudeció la represión y se procedió a encarcelar a 75 opositores. Además de denunciar y difundir lo ocurrido, y ya que no teníamos permiso para ir a las cárceles a visitar a los presos, nos pusimos en contacto con los familiares, organizamos una cadena para poder visitarlos y llevarles nuestro apoyo. La situación deplorable que vivían los familiares era muy visible para nosotros: los niños no podían seguir sus estudios, algunos miembros de la familia tenían problemas para conseguir empleo, e incluso sufrían el faltante de medicinas.
¿Ha conocido a Fidel Castro? ¿Cuál es la relación que mantiene el régimen castrista con los embajadores extranjeros?
En Cuba es muy difícil que un diplomático conozca directamente al jefe de Estado. Conocer a Fidel Castro o ahora mismo a Raúl es un privilegio de unos pocos. Alguien como Hugo Chávez puede tener ese privilegio por ejemplo, y algunos pocos más. Tampoco en sus años gloriosos Fidel tenía mucho contacto con una embajada cualquiera. Siempre mantuvo contacto sí con las embajadas de los países con los que él mantenía algún interés particular. Esto significaba un límite muy grande para la vida diplomática, en el sentido de que no podíamos invitar a nuestra casa a cubanos, porque ésto hubiera significado serios problemas para nuestros visitantes. El régimen no veía con buenos ojos que los cubanos tuvieran el más mínimo contacto con nosotros. Nuestro contacto con el Estado era a través del ministerio de Relaciones Exteriores, y en el caso de querer tener contacto con algún otro ministerio, había que pedir permiso a ese mismo ministerio. Supongo que la situación es equiparable a lo que sucedía en Moscú durante la Guerra Fría.
Usted ha desarrollado funciones diplomáticas en diferentes países latinoamericanos ¿Cuál es su visión sobre la actualidad del continente?
Con 20 años en América Latina he conocido distintos países y distintas situaciones, por lo que puedo constatar que la situación es mucho mejor hoy en todos los sentidos. La excepción es Cuba, o en algún sentido México a raíz del problema del narcotráfico, pero en otros países creo que se ha avanzado en los casos en los que ha habido duros conflictos internos o represión. Se han hecho valiosas autocríticas por parte de los regímenes y se ha llegado a la solución de los conflictos de forma muy inteligente; ojalá esto influya a largo plazo. Creo que hoy en día Latinoamérica está en buen camino. Ustedes los latinoamericanos tienen que ser muy conscientes de estos avances para pelear por mantenerlos, porque la democracia no es un estado de cosas, sino que es una lucha permanente por su defensa y profundización.
América Infobae (Buenos Aires, Argentina), 11 de diciembre de 2012
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