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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos
Ceremonia de apertura del Forum 2000 en Praga
En Birmania hemos comenzado el proceso de transición, por eso es que resulta tan apropiado que pueda venir a Praga a agradecer al hombre que posibilitó que nosotros mantengamos viva la esperanza en nuestra capacidad de realizar una transición de una dictadura militar a una democracia. Aún no hemos logrado la transición. Seguimos en el proceso de intentarlo. Y si Václav Havel estuviera aquí hoy, con nosotros, estoy segura que me diría a mí, a todos ustedes, “no será fácil pero perseveren y lo lograrán”.Por Aung San Suu Kyi
Es un verdadero honor poder decir algunas palabras de agradecimiento sobre el difunto Presidente Václav Havel, un gran hombre y un verdadero amigo del movimiento para la democracia en Birmania. El mantuvo viva la llama de la esperanza para nosotros durante nuestros momentos más difíciles y nunca lo olvidaremos.
Se ha dicho y escrito tanto sobre él que es muy poco lo que siento que puedo aportar por su memoria. Sin embargo me gustaría hacer el esfuerzo, porque lo que él hizo por Birmania y por los derechos humanos y por la democracia en todo el mundo es tan amplio que creo que nunca llegará el día en que dejaremos de hablar de ello.
Claro, todos ustedes saben que fue gracias a él que me dieron el Premio Nobel de la Paz y nunca pretendí ocultar el hecho de que si en lugar de nominarme a mí, él hubiese aceptado la nominación para él, él habría sido el ganador del Premio Nobel de la Paz de 1991. Siempre lo creeré porque creo que es la verdad. Y él creía en la verdad, en enfrentar la verdad.
He intentado ver diferentes aspectos de su vida y de su obra por los derechos humanos y por la democracia y unas palabras con las que me gustaría que se lo recuerde en su país y en otros países donde se valoran la democracia y los derechos humanos. Lo veo principalmente como un hombre que amaba la libertad. Eso es tan importante para nosotros. Libertad. Y cuando digo que amaba la libertad, quiero decir que el amor implica el aprecio y el aprecio conlleva el mejoramiento. Amaba la libertad, apreciaba a la libertad y mejoraba la libertad. Porque vivía sus ideas y sus creencias como pocas otras personas lo han hecho.
Cuando estuve bajo prisión domiciliaria por muchos años en Birmania, sabía que en algún lugar del mundo había un hombre que estaba pronunciándose por mí y gracias a quien mi libertad se mantenía intacta a pesar de la detención. Me hacía sentir libre porque él era libre y creía en el derecho a la libertad de todos los seres humanos.
Cuando digo que apreciaba la libertad me refiero a que sabía el valor de la libertad, sabía cómo valorar la libertad, no hacía nada que pudiera sacarle valor a la libertad. Muchas personas han cometido crímenes en nombre de la libertad. Este no era el tipo de cosas que Václav Havel haya hecho.
Todo lo que hacía aumentaba el valor de la libertad, nos hacía comprender qué era verdaderamente la libertad. La libertad última era la de vivir en la verdad. La clase de libertad que nadie nos puede sacar.
Como él creía en la libertad, creía en vivir en la verdad. Si no puedes vivir en la verdad, si no puedes vivir como crees que debes vivir, no eres una persona libre, aun cuando no estás físicamente detenido de ninguna manera, aun cuando crees que puedes hacer lo que quieras. Pero en la medida en que no tengas el valor de enfrentar la verdad y vivir la verdad no puedes ser una persona libre. Y eso es lo que me enseñó a mí. Y estoy segura que le enseñó esto también a otros. Que para ser completamente libre tienes que ser honesto hacia ti mismo y a tus creencias.
En Birmania hemos comenzado el proceso de transición, por eso es que resulta tan apropiado que pueda venir aquí hoy a agradecer al hombre que posibilitó que nosotros mantengamos viva la esperanza en nuestra capacidad de realizar una transición de una dictadura militar a una democracia. Aún no hemos logrado la transición. Seguimos en el proceso de intentarlo. Y si estuviera vivo él aquí hoy, con nosotros, estoy segura que me diría a mí, a todos ustedes, “no será fácil pero perseveren y lo lograrán”. Y esto es precisamente lo que yo creo. No va a ser fácil y apenas hemos comenzado. Reiteradas veces he hablado en contra del sobre-optimismo porque eso podría hacernos complacientes, podría llevarnos a perder el camino, podría llevarnos a tropezar. Debemos luchar hacia adelante, con nuestros ojos abiertos, reconociendo las dificultadas que se encuentran a nuestro paso y enfrentar la verdad como hubiese querido que hagamos el presidente Václav Havel.
No creo que hubiese aprobado un optimismo ciego. Nos habría deseado que enfrentemos nuestros problemas justa y directamente y cultivar el coraje y la capacidad para superar estos problemas y atacar nuestros desafíos con éxito.
Cuando estuve en prisión domiciliaria en Birmania solía pensar en Checoslovaquia como era entonces, como un amigo lejano en quien siempre podíamos confiar en tiempos de necesidad. Sabía que algunos de nuestros disidentes recibieron refugio en este país y sabía que todo el tiempo el líder checoslovaco hablaba por nosotros, por mí, por nuestro país, por la democracia, por los derechos humanos.
Y cuando recibía sus libros, de vez en cuando podía recibir libros, los leía ávidamente para intentar encontrar datos de cómo yo también podía sobrevivir los años de lucha como él lo había hecho. Y allí es cuando comprendí que la libertad última era ser capaz de vivir en la verdad. Y eso es lo que estamos intentando lograr en nuestro país. Queremos vivir en la verdad. Queremos vivir como creemos que debemos vivir como seres humanos, en armonía unos con otros, con coraje, con esperanza y con el deseo de compartir los bienes que se nos presenten en el camino con otros, no con otros en mi país sino con otros en todo el mundo.
Y ahora que estoy aquí en Praga, me gustaría compartir con ustedes nuestra profunda gratitud hacia el Presidente Václav Havel y todas las personas en este país que nos apoyaron y que sé que aún nos apoyan en este tiempo de grandes desafíos. Este es el momento más desafiante que hayamos tenido que enfrentar. No eran los tiempos de la prisión domiciliaria, no eran los tiempos en que las prisiones estaban llenas con nuestra gente que luchaba por la democracia, sino ahora es el momento más difícil y desafiante porque las oportunidades que se nos están presentando puede que no vuelvan a aparecer por un largo tiempo si no aprovechamos al máximo lo que se nos ofrece. Tomar las decisiones correctas en el momento correcto, es lo más importante durante las transiciones.
Como ha dicho el profesor Ivan Havel, ustedes aún están en el proceso de transición y comenzaron en 1989. Nosotros comenzamos hace sólo unos años con lo cual seguro que tenemos un largo camino por delante. Pero con la ayuda de ustedes, con lo cual quiero decir, su comprensión de nuestras necesidades y de los desafíos que tendremos que enfrentar, creo que no estaremos muy detrás de ustedes en el futuro. Con esto no quiero decir que sean demasiado lentos sino que intentaremos avanzar lo más rápido posible. Esto es una necesidad absoluta. Nuestro país es rico en recursos naturales pero nuestra gente es pobre.
Queremos que nuestro pueblo sea rico en esperanza, que sea rico en capacidad, que sea rico en generosidad, rico en el amor por la libertad como Václav Havel. Y me gustaría pedirles a todos ustedes que nos ayuden a lograr esta riqueza de espíritu en estos tiempos en que es tan fácil para la gente dejarse llevar por el progreso aparente cuando en realidad no se trata de un progreso genuino.
Necesitamos tener los pies sobre la tierra, necesitamos ser muy prácticos y siempre llenos de la esperanza e inspiración que nos dieron personas como Václav Havel. Queremos ser también extremadamente pragmáticos y extremadamente laboriosos. Siempre digo que no hay esperanza sin esfuerzo. Hay mucha esperanza y tiene que haber mucho esfuerzo. Y espero que en este esfuerzo se nos unan y se mantengan a nuestro lado como lo hubiese querido el Presidente Havel. Y que juntos llegará el momento en que todos podamos decir: hemos hecho la transición que él tanto deseaba, hemos hecho la transición hacia la verdadera libertad, libertad del espíritu como la libertad que viene de eliminar el temor y la necesidad de nuestra sociedad. Cuando llegue ese día espero ser capaz de invitar a todos ustedes a mi país, a Birmania para celebrar la vida de Václav Havel y la generosidad del pueblo de la República Checa.
Traducción de Hernán Alberro.
Aung San Suu Kyi
Es un verdadero honor poder decir algunas palabras de agradecimiento sobre el difunto Presidente Václav Havel, un gran hombre y un verdadero amigo del movimiento para la democracia en Birmania. El mantuvo viva la llama de la esperanza para nosotros durante nuestros momentos más difíciles y nunca lo olvidaremos.
Se ha dicho y escrito tanto sobre él que es muy poco lo que siento que puedo aportar por su memoria. Sin embargo me gustaría hacer el esfuerzo, porque lo que él hizo por Birmania y por los derechos humanos y por la democracia en todo el mundo es tan amplio que creo que nunca llegará el día en que dejaremos de hablar de ello.
Claro, todos ustedes saben que fue gracias a él que me dieron el Premio Nobel de la Paz y nunca pretendí ocultar el hecho de que si en lugar de nominarme a mí, él hubiese aceptado la nominación para él, él habría sido el ganador del Premio Nobel de la Paz de 1991. Siempre lo creeré porque creo que es la verdad. Y él creía en la verdad, en enfrentar la verdad.
He intentado ver diferentes aspectos de su vida y de su obra por los derechos humanos y por la democracia y unas palabras con las que me gustaría que se lo recuerde en su país y en otros países donde se valoran la democracia y los derechos humanos. Lo veo principalmente como un hombre que amaba la libertad. Eso es tan importante para nosotros. Libertad. Y cuando digo que amaba la libertad, quiero decir que el amor implica el aprecio y el aprecio conlleva el mejoramiento. Amaba la libertad, apreciaba a la libertad y mejoraba la libertad. Porque vivía sus ideas y sus creencias como pocas otras personas lo han hecho.
Cuando estuve bajo prisión domiciliaria por muchos años en Birmania, sabía que en algún lugar del mundo había un hombre que estaba pronunciándose por mí y gracias a quien mi libertad se mantenía intacta a pesar de la detención. Me hacía sentir libre porque él era libre y creía en el derecho a la libertad de todos los seres humanos.
Cuando digo que apreciaba la libertad me refiero a que sabía el valor de la libertad, sabía cómo valorar la libertad, no hacía nada que pudiera sacarle valor a la libertad. Muchas personas han cometido crímenes en nombre de la libertad. Este no era el tipo de cosas que Václav Havel haya hecho.
Todo lo que hacía aumentaba el valor de la libertad, nos hacía comprender qué era verdaderamente la libertad. La libertad última era la de vivir en la verdad. La clase de libertad que nadie nos puede sacar.
Como él creía en la libertad, creía en vivir en la verdad. Si no puedes vivir en la verdad, si no puedes vivir como crees que debes vivir, no eres una persona libre, aun cuando no estás físicamente detenido de ninguna manera, aun cuando crees que puedes hacer lo que quieras. Pero en la medida en que no tengas el valor de enfrentar la verdad y vivir la verdad no puedes ser una persona libre. Y eso es lo que me enseñó a mí. Y estoy segura que le enseñó esto también a otros. Que para ser completamente libre tienes que ser honesto hacia ti mismo y a tus creencias.
En Birmania hemos comenzado el proceso de transición, por eso es que resulta tan apropiado que pueda venir aquí hoy a agradecer al hombre que posibilitó que nosotros mantengamos viva la esperanza en nuestra capacidad de realizar una transición de una dictadura militar a una democracia. Aún no hemos logrado la transición. Seguimos en el proceso de intentarlo. Y si estuviera vivo él aquí hoy, con nosotros, estoy segura que me diría a mí, a todos ustedes, “no será fácil pero perseveren y lo lograrán”. Y esto es precisamente lo que yo creo. No va a ser fácil y apenas hemos comenzado. Reiteradas veces he hablado en contra del sobre-optimismo porque eso podría hacernos complacientes, podría llevarnos a perder el camino, podría llevarnos a tropezar. Debemos luchar hacia adelante, con nuestros ojos abiertos, reconociendo las dificultadas que se encuentran a nuestro paso y enfrentar la verdad como hubiese querido que hagamos el presidente Václav Havel.
No creo que hubiese aprobado un optimismo ciego. Nos habría deseado que enfrentemos nuestros problemas justa y directamente y cultivar el coraje y la capacidad para superar estos problemas y atacar nuestros desafíos con éxito.
Cuando estuve en prisión domiciliaria en Birmania solía pensar en Checoslovaquia como era entonces, como un amigo lejano en quien siempre podíamos confiar en tiempos de necesidad. Sabía que algunos de nuestros disidentes recibieron refugio en este país y sabía que todo el tiempo el líder checoslovaco hablaba por nosotros, por mí, por nuestro país, por la democracia, por los derechos humanos.
Y cuando recibía sus libros, de vez en cuando podía recibir libros, los leía ávidamente para intentar encontrar datos de cómo yo también podía sobrevivir los años de lucha como él lo había hecho. Y allí es cuando comprendí que la libertad última era ser capaz de vivir en la verdad. Y eso es lo que estamos intentando lograr en nuestro país. Queremos vivir en la verdad. Queremos vivir como creemos que debemos vivir como seres humanos, en armonía unos con otros, con coraje, con esperanza y con el deseo de compartir los bienes que se nos presenten en el camino con otros, no con otros en mi país sino con otros en todo el mundo.
Y ahora que estoy aquí en Praga, me gustaría compartir con ustedes nuestra profunda gratitud hacia el Presidente Václav Havel y todas las personas en este país que nos apoyaron y que sé que aún nos apoyan en este tiempo de grandes desafíos. Este es el momento más desafiante que hayamos tenido que enfrentar. No eran los tiempos de la prisión domiciliaria, no eran los tiempos en que las prisiones estaban llenas con nuestra gente que luchaba por la democracia, sino ahora es el momento más difícil y desafiante porque las oportunidades que se nos están presentando puede que no vuelvan a aparecer por un largo tiempo si no aprovechamos al máximo lo que se nos ofrece. Tomar las decisiones correctas en el momento correcto, es lo más importante durante las transiciones.
Como ha dicho el profesor Ivan Havel, ustedes aún están en el proceso de transición y comenzaron en 1989. Nosotros comenzamos hace sólo unos años con lo cual seguro que tenemos un largo camino por delante. Pero con la ayuda de ustedes, con lo cual quiero decir, su comprensión de nuestras necesidades y de los desafíos que tendremos que enfrentar, creo que no estaremos muy detrás de ustedes en el futuro. Con esto no quiero decir que sean demasiado lentos sino que intentaremos avanzar lo más rápido posible. Esto es una necesidad absoluta. Nuestro país es rico en recursos naturales pero nuestra gente es pobre.
Queremos que nuestro pueblo sea rico en esperanza, que sea rico en capacidad, que sea rico en generosidad, rico en el amor por la libertad como Václav Havel. Y me gustaría pedirles a todos ustedes que nos ayuden a lograr esta riqueza de espíritu en estos tiempos en que es tan fácil para la gente dejarse llevar por el progreso aparente cuando en realidad no se trata de un progreso genuino.
Necesitamos tener los pies sobre la tierra, necesitamos ser muy prácticos y siempre llenos de la esperanza e inspiración que nos dieron personas como Václav Havel. Queremos ser también extremadamente pragmáticos y extremadamente laboriosos. Siempre digo que no hay esperanza sin esfuerzo. Hay mucha esperanza y tiene que haber mucho esfuerzo. Y espero que en este esfuerzo se nos unan y se mantengan a nuestro lado como lo hubiese querido el Presidente Havel. Y que juntos llegará el momento en que todos podamos decir: hemos hecho la transición que él tanto deseaba, hemos hecho la transición hacia la verdadera libertad, libertad del espíritu como la libertad que viene de eliminar el temor y la necesidad de nuestra sociedad. Cuando llegue ese día espero ser capaz de invitar a todos ustedes a mi país, a Birmania para celebrar la vida de Václav Havel y la generosidad del pueblo de la República Checa.
Traducción de Hernán Alberro.