Reseñas
Análisis Latino
El diario del Arzobispado en la Córdoba peronista. De la victoria electoral al golpe de 1976, de Maria Clara Iribarne
(Editorial Universidad Nacional de Córdoba, 2017) - Los Principios combatió la Reforma Universitaria, demonizó al radicalismo sabattinista, celebró el derrocamiento de Perón y su regreso en 1973. Por Liliana De Riz
Este libro de Maria Clara Iribarne analiza el diario Los Principios, vinculado al Arzobispado de Córdoba, en la Córdoba de la década del setenta. La autora reconstruye con rigor la historia de cómo el diario respondió al desafío planteado por el retorno del peronismo al poder. Adalid del catolicismo argentino durante casi un siglo -creado en 1896 dejó de publicarse en 1982- Los Principios estuvo dirigido al ciudadano católico conservador. Sus lectores abarcaron un vasto sector popular antiliberal y no sólo a un importante sector de la elite cordobesa. Este estudio tiene la virtud de iluminar los rasgos definitorios del pensamiento conservador que en cada contexto edifica una nueva línea de defensa de sus "principios", como el libro lo muestra. Los Principios combatió la Reforma Universitaria, demonizó al radicalismo sabattinista, celebró el derrocamiento de Perón y su regreso en 1973. El período que se inicia en 1973 con Cámpora presidente y termina en 1976 con un nuevo golpe militar que derroca a la viuda de Perón, transcurre en las páginas de este diario entre la celebración y el aniquilamiento.
Los conservadores son hombres prácticos a quienes el historiador Oliveira Vianna supo definir como "políticos experimentales que nunca pierden de vista las condiciones reales del pueblo y las particularidades de su mentalidad". Los viejos esquemas se ajustan a circunstancias nuevas. El denominador común de este sistema de pensamiento es la resistencia al cambio. La resistencia a las transformaciones sociales que en Córdoba trajo aparejado el peronismo primero, y los gobiernos de Frondizi e Illia, después, animaron el derrotero del diario. Córdoba fue el epicentro de un proceso de modernización industrial. Allí surgió una clase obrera que supo resistir los embates de gobiernos militares y civiles y las presiones de las patronales. Krieger Vasena llegó a decir que fueron los obreros mejor pagados del país, los obreros de los centros industriales cordobeses, los que lo derrocaron. La deriva autoritaria del diario permitió calibrar la medida de su tolerancia a los cambios, su gattopardismo en cada contexto.
La Iglesia y las Fuerzas Armadas con sus estandartes, la cruz y la espada, orientaron su recorrido editorial como diario de la Córdoba católica. Pragmatismo, vaguedad en el discurso para adecuarlo a condiciones reales de la coyuntura y la consiguiente versatilidad de mensajes, tipifican este sistema de pensamiento. Los Principios debatió el socialismo a tono con el Concilio Vaticano II, pero con su impronta neotomista. El Cordobazo situó a la clase obrera en el blanco de una crítica feroz de este diario a los peligros de las falsas ideologías (como el marxismo) y a sus infiltrados. En ese contexto de radicalización de los conflictos sociales, Los Principios celebrará el retorno del peronismo ya que, en su óptica como en la de los militares, Perón reaparece como garante de una cohesión social perdida. Empero, el breve interregno camporista despierta sus recelos, la liberación de los presos políticos es la luz roja que alerta sobre un descontrol que las tomas de instituciones, terminan de confirmar. Perón se revela como el único garante de la paz social y así es recibido en las páginas de Los Principios. A partir del regreso de Perón y tras la conmoción provocada por los sucesos de Ezeiza, el diario anuncia el retorno del orden y la autoridad. Acompaña la batalla contra el gobierno electo de Obregón Cano y Atilio López, festeja el golpe policial- el Navarrazo- y saluda las intervenciones a la provincia en nombre de la restitución del orden perdido. El peligro obrero lo quiere neutralizado y no duda de redefinir al sindicalismo combativo como combatiente para llamar a una batalla heroica y santa por la paz. La radicalización estudiantil y la virulencia de la lucha política entre las fracciones del peronismo que termina por consagrar a la violencia como método político configuran el escenario que deja la muerte de Perón. A partir de entonces y pese al inicial apoyo a su viuda, las condiciones reales aceleran la deriva autoritaria de Los principios. El Rodrigazo es el punto culminante de una tolerancia forzada que ya no dudará en convertirse en franco y abierto apoyo al golpe militar que, como el del 30 con el derrocamiento de Yrigoyen y el del 55, con el de Perón, vendría a salvar a los argentinos del caos y reconducirlos a la senda de Dios.
Esta reconstrucción deja la inquietud de explorar el largo siglo entero de existencia de Los Principios, de esa vertiente del pensamiento conservador católico que penetró tan hondo en las elites argentinas y que aun al precio de ser cuestionada se reactiva siempre con el recrudecer de los conflictos sociales. Perón fue militar, católico y admirador de Musolini...desató procesos que los católicos ultramontanos condenaron, pero que luego intentaron comprender como los necesarios diques de contención de las ideologías foráneas y disruptoras del orden. Este estudio señala lo mucho que aprender para una historia de las ideas que aun espera contribuciones para su comprensión y en la que los trabajos de José Luis Romero son faros imprescindibles: me refiero a sus ensayos compilados en el volumen El Pensamiento Político Latinoaméricano (Buenos Aires: AZ editora,1998). El aporte de Iribarne señala una ruta y toda buena investigación se caracteriza por las preguntas que suscita antes que por las respuestas que provee.
Liliana De RizConsejera AcadémicaLicenciada en Sociología (UBA) con Diploma de Honor y Doctora en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de la Universidad de París con Mención Especial (1975). Es Profesora Consulta en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA e Investigadora Superior del CONICET. Fue coordinadora y autora principal de los Informes de Desarrollo Humano de Argentina 2002 y 2005. Experta en política latinoamericana, estudió los sistemas electorales, los partidos, las políticas públicas y el desarrollo humano. Entre sus libros: Sociedad y política en Chile: de Portales a Pinochet (1979), Radicales y Peronistas: el Congreso Nacional entre 1983 y 1989 (1994) y La Política en suspenso 1966 - 1976 (2000). Recibió el premio a la Excelencia en impacto de políticas públicas otorgado por el PNUD (2004) y el Premio Konex en Ciencias Políticas (1996).
Este libro de Maria Clara Iribarne analiza el diario Los Principios, vinculado al Arzobispado de Córdoba, en la Córdoba de la década del setenta. La autora reconstruye con rigor la historia de cómo el diario respondió al desafío planteado por el retorno del peronismo al poder. Adalid del catolicismo argentino durante casi un siglo -creado en 1896 dejó de publicarse en 1982- Los Principios estuvo dirigido al ciudadano católico conservador. Sus lectores abarcaron un vasto sector popular antiliberal y no sólo a un importante sector de la elite cordobesa. Este estudio tiene la virtud de iluminar los rasgos definitorios del pensamiento conservador que en cada contexto edifica una nueva línea de defensa de sus "principios", como el libro lo muestra. Los Principios combatió la Reforma Universitaria, demonizó al radicalismo sabattinista, celebró el derrocamiento de Perón y su regreso en 1973. El período que se inicia en 1973 con Cámpora presidente y termina en 1976 con un nuevo golpe militar que derroca a la viuda de Perón, transcurre en las páginas de este diario entre la celebración y el aniquilamiento.
Los conservadores son hombres prácticos a quienes el historiador Oliveira Vianna supo definir como "políticos experimentales que nunca pierden de vista las condiciones reales del pueblo y las particularidades de su mentalidad". Los viejos esquemas se ajustan a circunstancias nuevas. El denominador común de este sistema de pensamiento es la resistencia al cambio. La resistencia a las transformaciones sociales que en Córdoba trajo aparejado el peronismo primero, y los gobiernos de Frondizi e Illia, después, animaron el derrotero del diario. Córdoba fue el epicentro de un proceso de modernización industrial. Allí surgió una clase obrera que supo resistir los embates de gobiernos militares y civiles y las presiones de las patronales. Krieger Vasena llegó a decir que fueron los obreros mejor pagados del país, los obreros de los centros industriales cordobeses, los que lo derrocaron. La deriva autoritaria del diario permitió calibrar la medida de su tolerancia a los cambios, su gattopardismo en cada contexto.
La Iglesia y las Fuerzas Armadas con sus estandartes, la cruz y la espada, orientaron su recorrido editorial como diario de la Córdoba católica. Pragmatismo, vaguedad en el discurso para adecuarlo a condiciones reales de la coyuntura y la consiguiente versatilidad de mensajes, tipifican este sistema de pensamiento. Los Principios debatió el socialismo a tono con el Concilio Vaticano II, pero con su impronta neotomista. El Cordobazo situó a la clase obrera en el blanco de una crítica feroz de este diario a los peligros de las falsas ideologías (como el marxismo) y a sus infiltrados. En ese contexto de radicalización de los conflictos sociales, Los Principios celebrará el retorno del peronismo ya que, en su óptica como en la de los militares, Perón reaparece como garante de una cohesión social perdida. Empero, el breve interregno camporista despierta sus recelos, la liberación de los presos políticos es la luz roja que alerta sobre un descontrol que las tomas de instituciones, terminan de confirmar. Perón se revela como el único garante de la paz social y así es recibido en las páginas de Los Principios. A partir del regreso de Perón y tras la conmoción provocada por los sucesos de Ezeiza, el diario anuncia el retorno del orden y la autoridad. Acompaña la batalla contra el gobierno electo de Obregón Cano y Atilio López, festeja el golpe policial- el Navarrazo- y saluda las intervenciones a la provincia en nombre de la restitución del orden perdido. El peligro obrero lo quiere neutralizado y no duda de redefinir al sindicalismo combativo como combatiente para llamar a una batalla heroica y santa por la paz. La radicalización estudiantil y la virulencia de la lucha política entre las fracciones del peronismo que termina por consagrar a la violencia como método político configuran el escenario que deja la muerte de Perón. A partir de entonces y pese al inicial apoyo a su viuda, las condiciones reales aceleran la deriva autoritaria de Los principios. El Rodrigazo es el punto culminante de una tolerancia forzada que ya no dudará en convertirse en franco y abierto apoyo al golpe militar que, como el del 30 con el derrocamiento de Yrigoyen y el del 55, con el de Perón, vendría a salvar a los argentinos del caos y reconducirlos a la senda de Dios.
Esta reconstrucción deja la inquietud de explorar el largo siglo entero de existencia de Los Principios, de esa vertiente del pensamiento conservador católico que penetró tan hondo en las elites argentinas y que aun al precio de ser cuestionada se reactiva siempre con el recrudecer de los conflictos sociales. Perón fue militar, católico y admirador de Musolini...desató procesos que los católicos ultramontanos condenaron, pero que luego intentaron comprender como los necesarios diques de contención de las ideologías foráneas y disruptoras del orden. Este estudio señala lo mucho que aprender para una historia de las ideas que aun espera contribuciones para su comprensión y en la que los trabajos de José Luis Romero son faros imprescindibles: me refiero a sus ensayos compilados en el volumen El Pensamiento Político Latinoaméricano (Buenos Aires: AZ editora,1998). El aporte de Iribarne señala una ruta y toda buena investigación se caracteriza por las preguntas que suscita antes que por las respuestas que provee.