Reseñas
Análisis Latino
La brecha entre América Latina y Estados Unidos
Por Angel Soto
La brecha entre América Latina y Estados Unidos
Determinantes políticos e institucionales del desarrollo económico
Autor: Francis Fukuyama (compilador)
Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2006, 355 páginas.
En 1492, las regiones más avanzadas de América no eran Estados Unidos ni Canadá, sino México, Perú y Bolivia. La brecha comenzó en el siglo XVII, se amplió en el XVIII y se desbordó en el XIX. Hacia 1820 era patente, pero en 1870 era enorme, al punto que para 1900 Estados Unidos tenía un nivel de ingresos promedio del 400% superior al latinoamericano. ¿Qué sucedió? ¿Cuáles son los factores de nuestro retraso?
El libro comentado fue compilado por Francis Fukuyama y reúne los trabajos de Natalio Botana, Carolina Curvale, Jorge Domínguez, Francisco González, Tulio Halperin, Enrique Krauze, Adam Przeworski, James Robinson y Riordan Roett.
Estructurado en 3 partes que abordan el contexto histórico, los determinantes políticos y las instituciones y desarrollo de latinoamérica, busca respuestas a interrogantes del estilo: ¿Cómo y cuando se produjo la brecha en el desempeño económico entre las dos Américas? ¿Por qué nuestros países a diferencia del Sudeste Asiático no la superaron? ¿Qué hacer para acabar con ella?
Se descartan por insatisfactorias las explicaciones del tipo geográfico, los recursos naturales, la cultura –entendida como "catolicismo" o "autoritarismo ibérico"-, y las influencias externas monocausales. Para estos autores hay 3 factores que explicarían la brecha. El primero tiene que ver con la política. La adopción del modelo de sustitución de importaciones versus el modelo de apertura comercial fue determinante en el mal desempeño regional. El segundo son las instituciones, dentro de las cuales han de incluirse los derechos de propiedad, el imperio de la ley y las destinadas a mitigar los conflictos sociales promoviendo acciones colectivas. Finalmente, la desigualdad y las divisiones sociales ayudan a explicar la debilidad de instituciones que históricamente han sido incapaces de defender los derechos de los trabajadores.
Éstas, sumadas a la falta de democracia, son la causante de una desigualdad social autoperpetuante que provoca la profunda brecha entre las dos Américas. Cuestión que no es sólo económica, sino moral. Construida por la incomprensión y el desdén, de parte de ellos, y por la ignorancia y el resentimiento, de parte nuestra. Una contradicción vital en la cual América Latina aborrece esa máquina capitalista, pero al mismo tiempo la admira y sus habitantes la buscan como alternativa. Un sentimiento antinorteamericano promovido por una clase intelectual y política que habla en contra de los "gringos", pero que va y viene por sus universidades, sus ciudades, compra en sus "malls" e incluso refugió exiliados de las dictaduras.
En definitiva, culpar al "big bad wolf" norteamericano es echar una cortina de humo sobre la realidad. Sin embargo ha servido para cumplir la profecía de Darío quien sentenció: "Tened cuidado. ¡Vive la América española!/ Hay mil cachorros sueltos del León español". En el siglo XX esos "cachorros", tomaron vida, crecieron y se llamaron Sandino, Che Guevara y Fidel Castro. Hoy son Chávez, Morales y Correa.
A los latinoamericanos, citando a Bolivar, nos cuesta más mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía Pero recordamos a esos liberales del XIX, como Sarmiento, quienes afirmaron que el crecimiento de Estados Unidos se debe a la democracia, un pueblo libre "como el aire, sin tutores, sin ejército y sin bastillas".
Latinoamérica ha intentado desvincularse de la economía internacional adoptando políticas adversas al libre comercio y confunde la retórica populista con la reducción de la pobreza, no capacita a su pueblo y sufre la presencia del autoritarismo y las dictaduras.
No se trata de atacar al tamaño del Estado, sino su incompetencia, su improvisación y descoordinación. Al decir de Fukuyama, la diferencia radica tanto en la calidad de la gestión pública, como también de la cultura política.
Un libro oportuno, que de cara a la reciente visita del Presidente Bush nos permite pensar que, si bien es importante saber como son o han sido nuestras relaciones, el tema de fondo es cómo queremos que sean en el futuro.
Angel Soto
Fuente: La Tercera, Suplemento Cultura 21 de abril de 2007.
Angel SotoAngel M. Soto Gamboa es Doctor en América Latina Contemporánea y Director de la revista Bicentenario
La brecha entre América Latina y Estados Unidos
Determinantes políticos e institucionales del desarrollo económico
Autor: Francis Fukuyama (compilador)
Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2006, 355 páginas.
En 1492, las regiones más avanzadas de América no eran Estados Unidos ni Canadá, sino México, Perú y Bolivia. La brecha comenzó en el siglo XVII, se amplió en el XVIII y se desbordó en el XIX. Hacia 1820 era patente, pero en 1870 era enorme, al punto que para 1900 Estados Unidos tenía un nivel de ingresos promedio del 400% superior al latinoamericano. ¿Qué sucedió? ¿Cuáles son los factores de nuestro retraso?
El libro comentado fue compilado por Francis Fukuyama y reúne los trabajos de Natalio Botana, Carolina Curvale, Jorge Domínguez, Francisco González, Tulio Halperin, Enrique Krauze, Adam Przeworski, James Robinson y Riordan Roett.
Estructurado en 3 partes que abordan el contexto histórico, los determinantes políticos y las instituciones y desarrollo de latinoamérica, busca respuestas a interrogantes del estilo: ¿Cómo y cuando se produjo la brecha en el desempeño económico entre las dos Américas? ¿Por qué nuestros países a diferencia del Sudeste Asiático no la superaron? ¿Qué hacer para acabar con ella?
Se descartan por insatisfactorias las explicaciones del tipo geográfico, los recursos naturales, la cultura –entendida como "catolicismo" o "autoritarismo ibérico"-, y las influencias externas monocausales. Para estos autores hay 3 factores que explicarían la brecha. El primero tiene que ver con la política. La adopción del modelo de sustitución de importaciones versus el modelo de apertura comercial fue determinante en el mal desempeño regional. El segundo son las instituciones, dentro de las cuales han de incluirse los derechos de propiedad, el imperio de la ley y las destinadas a mitigar los conflictos sociales promoviendo acciones colectivas. Finalmente, la desigualdad y las divisiones sociales ayudan a explicar la debilidad de instituciones que históricamente han sido incapaces de defender los derechos de los trabajadores.
Éstas, sumadas a la falta de democracia, son la causante de una desigualdad social autoperpetuante que provoca la profunda brecha entre las dos Américas. Cuestión que no es sólo económica, sino moral. Construida por la incomprensión y el desdén, de parte de ellos, y por la ignorancia y el resentimiento, de parte nuestra. Una contradicción vital en la cual América Latina aborrece esa máquina capitalista, pero al mismo tiempo la admira y sus habitantes la buscan como alternativa. Un sentimiento antinorteamericano promovido por una clase intelectual y política que habla en contra de los "gringos", pero que va y viene por sus universidades, sus ciudades, compra en sus "malls" e incluso refugió exiliados de las dictaduras.
En definitiva, culpar al "big bad wolf" norteamericano es echar una cortina de humo sobre la realidad. Sin embargo ha servido para cumplir la profecía de Darío quien sentenció: "Tened cuidado. ¡Vive la América española!/ Hay mil cachorros sueltos del León español". En el siglo XX esos "cachorros", tomaron vida, crecieron y se llamaron Sandino, Che Guevara y Fidel Castro. Hoy son Chávez, Morales y Correa.
A los latinoamericanos, citando a Bolivar, nos cuesta más mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía Pero recordamos a esos liberales del XIX, como Sarmiento, quienes afirmaron que el crecimiento de Estados Unidos se debe a la democracia, un pueblo libre "como el aire, sin tutores, sin ejército y sin bastillas".
Latinoamérica ha intentado desvincularse de la economía internacional adoptando políticas adversas al libre comercio y confunde la retórica populista con la reducción de la pobreza, no capacita a su pueblo y sufre la presencia del autoritarismo y las dictaduras.
No se trata de atacar al tamaño del Estado, sino su incompetencia, su improvisación y descoordinación. Al decir de Fukuyama, la diferencia radica tanto en la calidad de la gestión pública, como también de la cultura política.
Un libro oportuno, que de cara a la reciente visita del Presidente Bush nos permite pensar que, si bien es importante saber como son o han sido nuestras relaciones, el tema de fondo es cómo queremos que sean en el futuro.
Angel Soto
Fuente: La Tercera, Suplemento Cultura 21 de abril de 2007.