Reseñas
Análisis Latino
``Contra la memoria´´, de David Rieff (Debate)
(Libro y Autor) La mitificación del pasado suele convertirse con demasiada frecuencia en una buena excusa para montar una degollina. Basta con darse una vuelta por los Balcanes –donde le surgió la idea de este ensayo– para comprobar que no anda muy desencaminado en algunas de sus apreciaciones.Por José Luis Ibáñez Ridao
(Libro y Autor) Contra la memoria es un estimulante y polémico alegato del periodista norteamericano David Rieff (Debate) contra la memoria histórica.
Es un libro polémico, decía, y el autor lo sabe porque ha pisado países ensangrentados por culpa de conflictos cuyas raíces se hunden en un pasado más o menos remoto.
Además, abundan los dirigentes políticos y religiosos que echan mano a todas sus armas –dialécticas y militares– cuando se toca algo tan sacrosanto como lo que David Rieff llama memoria histórica colectiva, una mezcla de hechos históricos mitificados y de mitos elevados a la categoría de hechos históricos.
“A esto se reduce exactamente la esencia de la memoria histórica” –señala– “identificación y proximidad psicológica en lugar de precisión histórica, y menos aún hondura política”.
Contra la memoria, de David Rieff (Debate), es un libro que alerta contra los riesgos de la manipulación de la historia y el uso político de la memoria colectiva. Un uso que se da tanto en la derecha como en la izquierda del espectro ideológico.
La mitificación del pasado, sostiene el autor, suele convertirse con demasiada frecuencia en una buena excusa para montar una degollina. Basta con darse una vuelta por los Balcanes –donde le surgió la idea de este ensayo– para comprobar que no anda muy desencaminado en algunas de sus apreciaciones.
Reúne ejemplos legales y acciones políticas relacionadas con la memoria en países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda, Australia o Israel. Precisamente sobre el papel del mito en la historia judía, cita a Yosef Hayim Yerushalmi, profesor de historia judía en las universidades de Harvard y Columbia: “la historiografía judía nunca puede sustituir a la memoria judía”.
A partir de una meditación sobre por qué conmemoramos determinadas batallas, Rieff construye un alegato contra el uso de la historia como creadora de mitos nacionales.
En demasiadas ocasiones, dice, la llamada memoria histórica está más cerca de la política contemporánea que de la historia.
A pesar de eso, Rieff no se opone a toda la memoria histórica.
No le inquieta, por ejemplo, la reivindicación del pasado cuando se basa en buenos estudios académicos. Lo que le asusta es que se están imponiendo formas no académicas, politizadas y mediatizadas.
La idea de Nietzsche de que no hay hechos sino interpretaciones, tiene hoy muchos seguidores.
En España, Santos Juliá ha defendido tesis cercanas a las de Rieff durante los debates en torno a la Ley de la Memoria histórica. Juliá mantiene que la historia intenta actuar desde la objetividad mientras la memoria es subjetiva.
Se esté o no de acuerdo con Rieff, Contra la memoria aporta una magnífica selección de citas, una buena lista de textos que tratan sobre esta materia y una escritura cuidada que te mantiene atado al libro.
Lo mejor es que el autor es ecuánime en el reparto de responsabilidades. Todos los protagonistas reciben lo suyo, con independencia de etnias, nacionalidades o credos políticos y religiosos. Nadie está libre de culpa.
Lo menos bueno es que un tema tan complejo –y tan atractivo– se merecía un trabajo algo más extenso. Las 117 páginas del libro se me antojan pocas, y eso le obliga a sintetizar en exceso y a no profundizar en algunas cuestiones.
De todos modos, Contra la memoria resulta una lectura más que estimulante, de esas que apetece discutir en buena compañía, con horas por delante y alguna cosilla para picar.
David Rieff es reportero del The New York Times y ha sido enviado especial a países en los que, recientemente, la memoria y las pistolas han ido de la mano: Oriente Medio, los Balcanes, Congo… la lista es, por desgracia, demasiado larga.
José Luis Ibáñez Ridao
(Libro y Autor) Contra la memoria es un estimulante y polémico alegato del periodista norteamericano David Rieff (Debate) contra la memoria histórica.
Es un libro polémico, decía, y el autor lo sabe porque ha pisado países ensangrentados por culpa de conflictos cuyas raíces se hunden en un pasado más o menos remoto.
Además, abundan los dirigentes políticos y religiosos que echan mano a todas sus armas –dialécticas y militares– cuando se toca algo tan sacrosanto como lo que David Rieff llama memoria histórica colectiva, una mezcla de hechos históricos mitificados y de mitos elevados a la categoría de hechos históricos.
“A esto se reduce exactamente la esencia de la memoria histórica” –señala– “identificación y proximidad psicológica en lugar de precisión histórica, y menos aún hondura política”.
Contra la memoria, de David Rieff (Debate), es un libro que alerta contra los riesgos de la manipulación de la historia y el uso político de la memoria colectiva. Un uso que se da tanto en la derecha como en la izquierda del espectro ideológico.
La mitificación del pasado, sostiene el autor, suele convertirse con demasiada frecuencia en una buena excusa para montar una degollina. Basta con darse una vuelta por los Balcanes –donde le surgió la idea de este ensayo– para comprobar que no anda muy desencaminado en algunas de sus apreciaciones.
Reúne ejemplos legales y acciones políticas relacionadas con la memoria en países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda, Australia o Israel. Precisamente sobre el papel del mito en la historia judía, cita a Yosef Hayim Yerushalmi, profesor de historia judía en las universidades de Harvard y Columbia: “la historiografía judía nunca puede sustituir a la memoria judía”.
A partir de una meditación sobre por qué conmemoramos determinadas batallas, Rieff construye un alegato contra el uso de la historia como creadora de mitos nacionales.
En demasiadas ocasiones, dice, la llamada memoria histórica está más cerca de la política contemporánea que de la historia.
A pesar de eso, Rieff no se opone a toda la memoria histórica.
No le inquieta, por ejemplo, la reivindicación del pasado cuando se basa en buenos estudios académicos. Lo que le asusta es que se están imponiendo formas no académicas, politizadas y mediatizadas.
La idea de Nietzsche de que no hay hechos sino interpretaciones, tiene hoy muchos seguidores.
En España, Santos Juliá ha defendido tesis cercanas a las de Rieff durante los debates en torno a la Ley de la Memoria histórica. Juliá mantiene que la historia intenta actuar desde la objetividad mientras la memoria es subjetiva.
Se esté o no de acuerdo con Rieff, Contra la memoria aporta una magnífica selección de citas, una buena lista de textos que tratan sobre esta materia y una escritura cuidada que te mantiene atado al libro.
Lo mejor es que el autor es ecuánime en el reparto de responsabilidades. Todos los protagonistas reciben lo suyo, con independencia de etnias, nacionalidades o credos políticos y religiosos. Nadie está libre de culpa.
Lo menos bueno es que un tema tan complejo –y tan atractivo– se merecía un trabajo algo más extenso. Las 117 páginas del libro se me antojan pocas, y eso le obliga a sintetizar en exceso y a no profundizar en algunas cuestiones.
De todos modos, Contra la memoria resulta una lectura más que estimulante, de esas que apetece discutir en buena compañía, con horas por delante y alguna cosilla para picar.
David Rieff es reportero del The New York Times y ha sido enviado especial a países en los que, recientemente, la memoria y las pistolas han ido de la mano: Oriente Medio, los Balcanes, Congo… la lista es, por desgracia, demasiado larga.