Reseñas
Análisis Latino
No al lucro: de la crisis del modelo a la nueva era política, de Alberto Mayol (Debate, 2012)
(La Tercera/Chile) Al argumentar -sin demostrarlo- que una mayor politización es señal de una democracia saludable, Mayol escribe un libro de trinchera en vez de intentar un análisis fundado del fenómeno social que experimentó Chile producto de las protestas estudiantiles de 2011.Por Patricio Navia
(La Tercera/Chile) Aunque la propuesta de Alberto Mayol en “No al lucro: de la crisis del modelo a la nueva era política” resulte atractiva para aquellos que nos dedicamos a estudiar y explicar la política, la sugerencia de que Chile ha entrado a una etapa de mayor politización desde el movimiento estudiantil de 2011 se construye desde el voluntarismo intelectual y el análisis antojadizo de la evidencia. Al argumentar -sin demostrarlo- que una mayor politización es señal de una democracia saludable, Mayol escribe un libro de trinchera en vez de intentar un análisis fundado del fenómeno social que experimentó Chile producto de las protestas estudiantiles de 2011.
Provocador y hábil para saltar de la discusión de datos a la especulación ideológica, las 389 páginas de la entrega de Mayol resultan a ratos desordenadas y repetitivas. Aunque nadie en Chile se hace millonario escribiendo libros, el lucro reputacional que se obtiene por publicar textos en el momento adecuado lleva a veces a privilegiar el timing sobre el rigor intelectual. Es comprensible la premura en publicar un texto mientras el tema se mantiene relevante. Los economistas hablarían de costo de oportunidad.
Mayol nos recuerda que el modelo chileno es herencia de Pinochet. El Chile de hoy es más parecido a lo que quiso Pinochet que a lo que aspiraba la Concertación. Para Mayol, eso es reprobable. Pero así como un hijo producto de una violación tiene un recuerdo traumático para la madre, las virtudes en el desarrollo del niño redimen el vejamen fundacional. En “La guerra de las galaxias”, Luke Skywalker debe lidiar con la dolorosa verdad de saberse hijo del villano Darth Vader. De forma similar, el Chile actual debe reconocerse como un vástago de Pinochet y asumir ese traumático origen para poder derrotar a las fuerzas del mal.
Pero Mayol va más allá, sugiriendo que el modelo neoliberal se construye sobre la despolitización de la sociedad. El “no al lucro” es el rechazo al modelo neoliberal. El grito de emancipación lo hace el movimiento estudiantil de 2011, que gatilla el fin de la despolitización. Y con el retorno de la política, “el fantasma de la democracia transita las calles de Chile”.
Si se acepta la tesis de Mayol, pudiera ser el caso de que el movimiento estudiantil simplemente refleje -y no cause- el proceso de politización que se da inevitablemente de la mano del desarrollo. El movimiento pro-ambientalista, las protestas de 2006, la rebelión de la opinión pública que impuso a Bachelet en 2005, Spencer Tunick y una multiplicidad de instancias anticonservadoras y antioligárquicas anteriores serían evidencias adicionales de que el modelo de democracia protegida traía su propia semilla de destrucción. Las marchas de 2011 serían sólo un peldaño más en el avance de la historia. Como diría Allende, los procesos sociales no se detienen ni con el crimen ni con la fuerza.
Los defensores del modelo podrían apuntar la evidencia que Mayol opta por ignorar. Si bien HidroAysén podría nunca construirse como resultado de los movimientos sociales, Castilla y otras plantas termoeléctricas más contaminantes sí verán la luz. Peor aún, termoeléctricas más antiguas y contaminantes seguirán funcionando, porque resulta cada vez más difícil construir nuevas plantas que contaminan menos. El dogmático neoliberal, cometiendo el mismo error que comete Mayol al escoger sólo evidencia que apoye su tesis, dirá que los mismos que marchan contra el lucro en educación, con su comportamiento cotidiano construyen una sociedad consumista y cada vez más individualista. Cada año más padres llevan a sus hijos a colegios particulares subvencionados porque la gente sabe que la educación es el pasaporte al éxito y optimizan calidad. El problema de la educación es de regulación, costo y acceso a la información. El modelo es un vehículo cuyo motor sólo necesita ser afinado.
Desde la rigurosidad científica corresponde cuestionar el supuesto de que la despolitización es intencional y dañina para la democracia. Para que sea convincente, el análisis de los datos debe descartar hipótesis alternativas. Por cierto, la despolitización supone que hubo politización.
En Chile, la incorporación política de los sectores históricamente marginados se dio con rapidez desde comienzos de los 60. En 1964 votó un 61% de la población en edad de votar. En 1973 lo hizo un 69,1%. La incapacidad para incorporar exitosamente a los marginados causó una polarización que llevó al quiebre de la democracia. Si vamos a repolitizar, debiésemos ser cuidadosos. Apurar el tranco demasiado puede inducir a una nueva desestabilización. Una mayor politización no es síntoma ni indicio de una democracia saludable. Cuando la gente no tiene identificaciones partidistas fuertes, los candidatos deben mejorar su oferta electoral. La calidad de la democracia empeora cuando votamos con la lógica de “este puede ser un mal gobierno, pero es mi gobierno”. Los políticos son como los médicos y los partidos políticos como los hospitales. Aunque son imprescindibles para la sociedad, no queremos lidiar con ellos todo el tiempo. Pero cuando nos toca lidiar con ellos, queremos que sean los mejores.
Aunque es una lectura fascinante, a ratos el análisis deviene en panfleto (“El Chile neoliberal arroja a los individuos a la soledad más absoluta” o “la transparencia… acompañará a las instituciones a hundirse en el abismo, en el infierno, en la purga de sus infamias y pecados”). También desnuda desconocimiento de lo excluyente que sigue siendo el acceso a las tecnologías en Chile (“El llamado [de Camila Vallejo] por Twitter fue trending topic”).
Aquellos que comparten la convicción de Alberto Mayol de que el modelo está a punto de derrumbarse y aquellos que creen que está más fuerte que nunca encontrarán suficientes insumos para echar leña a sus respectivos fuegos.
Aquellos que esperaban un análisis más riguroso, basado en evidencias más que en dogmas, resultarán menos satisfechos con la lectura.
Fuente: La Tercera, agosto 4, 2012, “Muera el lucro, viva la política”
Patricio NaviaConsejero AcadémicoDoctor en ciencias políticas (New York University). Anteriormente obtuvo un master en la misma disciplina de la Universidad de Chicago y una licenciatura en ciencias políticas y sociología de la Universidad de Illinois. Es profesor titular de estudios liberales y profesor adjunto del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe de New York University. En Chile, es profesor titular de ciencias políticas en la Universidad Diego Portales. Es autor de varios libros y especialista en elecciones, opinión pública, sistemas de partidos y relaciones ejecutivo-legislativo en América Latina. Es columnista en varios medios, incluido El Líbero (Chile) y Americas Quarterly (EEUU).
(La Tercera/Chile) Aunque la propuesta de Alberto Mayol en “No al lucro: de la crisis del modelo a la nueva era política” resulte atractiva para aquellos que nos dedicamos a estudiar y explicar la política, la sugerencia de que Chile ha entrado a una etapa de mayor politización desde el movimiento estudiantil de 2011 se construye desde el voluntarismo intelectual y el análisis antojadizo de la evidencia. Al argumentar -sin demostrarlo- que una mayor politización es señal de una democracia saludable, Mayol escribe un libro de trinchera en vez de intentar un análisis fundado del fenómeno social que experimentó Chile producto de las protestas estudiantiles de 2011.
Provocador y hábil para saltar de la discusión de datos a la especulación ideológica, las 389 páginas de la entrega de Mayol resultan a ratos desordenadas y repetitivas. Aunque nadie en Chile se hace millonario escribiendo libros, el lucro reputacional que se obtiene por publicar textos en el momento adecuado lleva a veces a privilegiar el timing sobre el rigor intelectual. Es comprensible la premura en publicar un texto mientras el tema se mantiene relevante. Los economistas hablarían de costo de oportunidad.
Mayol nos recuerda que el modelo chileno es herencia de Pinochet. El Chile de hoy es más parecido a lo que quiso Pinochet que a lo que aspiraba la Concertación. Para Mayol, eso es reprobable. Pero así como un hijo producto de una violación tiene un recuerdo traumático para la madre, las virtudes en el desarrollo del niño redimen el vejamen fundacional. En “La guerra de las galaxias”, Luke Skywalker debe lidiar con la dolorosa verdad de saberse hijo del villano Darth Vader. De forma similar, el Chile actual debe reconocerse como un vástago de Pinochet y asumir ese traumático origen para poder derrotar a las fuerzas del mal.
Pero Mayol va más allá, sugiriendo que el modelo neoliberal se construye sobre la despolitización de la sociedad. El “no al lucro” es el rechazo al modelo neoliberal. El grito de emancipación lo hace el movimiento estudiantil de 2011, que gatilla el fin de la despolitización. Y con el retorno de la política, “el fantasma de la democracia transita las calles de Chile”.
Si se acepta la tesis de Mayol, pudiera ser el caso de que el movimiento estudiantil simplemente refleje -y no cause- el proceso de politización que se da inevitablemente de la mano del desarrollo. El movimiento pro-ambientalista, las protestas de 2006, la rebelión de la opinión pública que impuso a Bachelet en 2005, Spencer Tunick y una multiplicidad de instancias anticonservadoras y antioligárquicas anteriores serían evidencias adicionales de que el modelo de democracia protegida traía su propia semilla de destrucción. Las marchas de 2011 serían sólo un peldaño más en el avance de la historia. Como diría Allende, los procesos sociales no se detienen ni con el crimen ni con la fuerza.
Los defensores del modelo podrían apuntar la evidencia que Mayol opta por ignorar. Si bien HidroAysén podría nunca construirse como resultado de los movimientos sociales, Castilla y otras plantas termoeléctricas más contaminantes sí verán la luz. Peor aún, termoeléctricas más antiguas y contaminantes seguirán funcionando, porque resulta cada vez más difícil construir nuevas plantas que contaminan menos. El dogmático neoliberal, cometiendo el mismo error que comete Mayol al escoger sólo evidencia que apoye su tesis, dirá que los mismos que marchan contra el lucro en educación, con su comportamiento cotidiano construyen una sociedad consumista y cada vez más individualista. Cada año más padres llevan a sus hijos a colegios particulares subvencionados porque la gente sabe que la educación es el pasaporte al éxito y optimizan calidad. El problema de la educación es de regulación, costo y acceso a la información. El modelo es un vehículo cuyo motor sólo necesita ser afinado.
Desde la rigurosidad científica corresponde cuestionar el supuesto de que la despolitización es intencional y dañina para la democracia. Para que sea convincente, el análisis de los datos debe descartar hipótesis alternativas. Por cierto, la despolitización supone que hubo politización.
En Chile, la incorporación política de los sectores históricamente marginados se dio con rapidez desde comienzos de los 60. En 1964 votó un 61% de la población en edad de votar. En 1973 lo hizo un 69,1%. La incapacidad para incorporar exitosamente a los marginados causó una polarización que llevó al quiebre de la democracia. Si vamos a repolitizar, debiésemos ser cuidadosos. Apurar el tranco demasiado puede inducir a una nueva desestabilización. Una mayor politización no es síntoma ni indicio de una democracia saludable. Cuando la gente no tiene identificaciones partidistas fuertes, los candidatos deben mejorar su oferta electoral. La calidad de la democracia empeora cuando votamos con la lógica de “este puede ser un mal gobierno, pero es mi gobierno”. Los políticos son como los médicos y los partidos políticos como los hospitales. Aunque son imprescindibles para la sociedad, no queremos lidiar con ellos todo el tiempo. Pero cuando nos toca lidiar con ellos, queremos que sean los mejores.
Aunque es una lectura fascinante, a ratos el análisis deviene en panfleto (“El Chile neoliberal arroja a los individuos a la soledad más absoluta” o “la transparencia… acompañará a las instituciones a hundirse en el abismo, en el infierno, en la purga de sus infamias y pecados”). También desnuda desconocimiento de lo excluyente que sigue siendo el acceso a las tecnologías en Chile (“El llamado [de Camila Vallejo] por Twitter fue trending topic”).
Aquellos que comparten la convicción de Alberto Mayol de que el modelo está a punto de derrumbarse y aquellos que creen que está más fuerte que nunca encontrarán suficientes insumos para echar leña a sus respectivos fuegos.
Aquellos que esperaban un análisis más riguroso, basado en evidencias más que en dogmas, resultarán menos satisfechos con la lectura.
Fuente: La Tercera, agosto 4, 2012, “Muera el lucro, viva la política”